-Slash-
Estaba mirando el televisor en la sala de estar del apartamento, mientras los pensamientos me atormentaban otra vez con el insoportable pelirrojo.
Había soportado observarlo durante el concierto entero hacer sus bailes excéntricos, mirar cómo se va quitando lentamente la camiseta para luego terminar quedado únicamente en ropa interior, y cuando sentí que me abrazó por detrás casi olvidaba cómo diablos tocar las notas.
A Axl le encantaba llamar la atención de todo el mundo, y sabía muy bien cómo hacerlo.
Así era en cada concierto, me enfocaba perdidamente en las cuerdas de mi Les Paul y al segundo tenía la mente ocupada imaginando cómo se sentiría llevarse aquel cuerpo que tenía Axl a la cama.
Sí, así era, mirarlo tantas veces hacer aquellas cosas suyas, repercutían en mi mente, el hecho de tener que verlo tanto tiempo semi-desnudo andando por ahí, consiguió finalmente hacerme sentir un tipo de inexplicable curiosidad.
Eso es lo que termina pasando cuando tienes tan cerca a una persona como Axl, simplemente te atrapa.
-¡Slash! –Gritó de repente, casi se me caía el cigarrillo que llevaba en la boca. Traté de disimular mi sorpresa.
Me recosté en el sillón, y dirigí la mirada al pelirrojo, diablos, realmente moría de ganas por tener a Axl Rose gritando mi nombre tal y como lo hizo hace unos segundos.
-¿Si? –Pregunté finalmente al darme cuenta de que no me quitaba los ojos de encima, me sonrió de manera traviesa, como si le hubiera dicho algún secreto extremadamente gracioso, aquello me pareció particularmente extraño viniendo de un chico tan… tan él.
Levanté una ceja.
-Vamos Saul, ¿crees que no lo he notado? –Inquirió acercándose a mí sin quitar aquella sonrisa, no hizo más que ponerme nervioso –Dime, ¿por qué siempre estás tan raro cuando me tienes cerca? –Aquello parecía resultarle un juego de lo más entretenido al vocalista.
-Realmente no tengo idea de lo que estás diciendo –Y dije la verdad, solamente escuchaba su voz, lo veía mover los labios para gesticular las palabras, pero no prestaba atención a lo que me estaba diciendo, le ponía más atención a esa peculiar sonrisa que nunca había visto en él.
-Hazte al tonto todo lo que quieras, incluso un idiota habría notado la manera en la que me mirabas hoy, cabrón –Finalizó, dejándose caer a mi lado, se mordió un labio de una manera que personalmente me pareció ridículamente seductora –Dime por favor, ¿conmigo te pones tanto se ponen nuestras fans, verdad? –Escuché una risa salir de sus labios.
-Nunca dejas de decir estupideces, ¿cierto? –Le di una calada al cigarrillo, efectivamente, aquello que decía el pelirrojo era verdad, pero igualmente, como dije, resultaba una tremenda estupidez.
El pelirrojo soltó un bufido, como si aquella no hubiera sido la respuesta que se esperaba.
-Bien, supongo que entonces no harás nada si te digo que tienes diez minutos para hacerme lo que te plazca, ¿verdad? –Preguntó, quitándome el cigarrillo de la boca.
Maldito seas Axl, que te vayas al infierno.
La propuesta me resultó demasiado conveniente, era obvio y lógico que se trataba de una prueba, una trampa, sonreí irónicamente, yo no iba a caer en algo tan absurdo como eso.
Tienes diez minutos para hacerme lo que te plazca.
Creo que no habían pasado ni dos minutos entonces y había comenzado a considerar que tal vez esa era mi única oportunidad de hacer lo que tanto tiempo he estado imaginando, y que igualmente eso le enseñaría a Axl a medir sus palabras la próxima vez.
Diez minutos
Lo maldije en silencio mientras él se recostaba en el sillón para mirar la televisión sin mayor preocupación.
Podría besarlo, acariciarle el cabello, quitarle la ropa lentamente como él lo hace, hacerlo gemir mí nombre… tantas fantasías ridículas que por culpa suya tenía en mente, debía pagar por hacerme algo como eso.
Lo que te plazca
Entonces me decidí, iba a hacer que Axl deseara no haber dicho eso jamás, o haberlo dicho antes.
Lo recosté en el sillón y me puse sobre él. La mirada que tenía era de sorpresa total, entreabrió los labios con la intención de decir algo, pero yo no necesitaba escuchar más, él mismo había dicho todo.
Tienes diez minutos para hacerme lo que te plazca. Y lo haré.
Lo tomé de las manos para que dejara de forcejear, y lo besé para no escuchar sus quejas o lo que sea que estuviera gimoteando.
-Saul –Me llamó, enredando sus manos en mi cabello.
Hice todo a un lado. Ahí lo tenía al fin, aquello que tanto tiempo había estado imaginando, Axl Rose a mi total disposición, no pude evitar besar de nuevo sus húmedos labios, si el supiera cuanto tiempo me había aguantado las ganas de hacer aquello.
Al principio los labios de Axl no reaccionaron, pero luego de unos segundos estábamos compitiendo para ver qué labios se gastarían primero, nuestras leguas danzaban la una contra la otra, mientras que una de mis manos se deslizaba por debajo de la camisa de Axl, sintiendo su suave piel, haciéndole cosquillas, y robándole suspiros.
Nuestras bocas se separaron en busca de aire, entonces miré su rostro, estaba totalmente sonrojado, se mordía un labio y evitaba mi mirada.
Maldito seas, Axl.
-Saul… -Jadeó al sentir una de mis manos desabrochándole el pantalón. Me tomó de la nuca y volvió a besarme como si no pudiera resistir un segundo más lejos de mí, su lengua ahora luchaba con la mía, los jadeos se le escapaban de vez en cuando, sentí sus manos aferrarse a mi espalda.
Me deshice del pantalón tan pronto como mis manos me lo permitieron, comencé a besar y succionar el delicado y pálido cuello del vocalista, aquello lo hizo curvar la espalda levemente y pegar su cuerpo más al mío, no me detuve a mirar las marcas que dejé en su piel y seguí besándolo hasta llegar a la única prenda que le quedaba encima: Su dichosa ropa interior.
-Bas..ta –Jadeó el pelirrojo, solamente reí.
-No quiero parecer cruel, Axl, tú fuiste quien me dio permiso de hace lo que se me plazca… es una lástima que nadie esté midiendo el tiempo, ¿cierto? –Deslicé la mano por debajo de su ropa interior y comencé a hacerle caricias, ahora se enteraría de lo agiles que son los guitarristas con los dedos.
-Hijo de… -Lo besé de nuevo, su rostro enrojecido era totalmente irresistible –Ah… ¿sabes? Esto puedo… Puedo hacerlo p, por mi cuenta –Jadeó, enredando más sus dedos en mi cabello.
-Lo sé, pero yo puedo hacerte lo que me plazca –El ritmo de mi mano era constante, el cuerpo de Axl temblaba ligeramente bajo el mío.
-Dios… eres… -Las palabras de Axl sobraban, la expresión de su rostro lo decía todo.
La velocidad de mi mano iba siendo cada vez mayor, lo suficiente como para hacer gemir a Axl mi nombre, lo bastante bien como para que no tardará mucho en venirse.
-Maldito seas, Slash –Dijo cuándo aquello terminó.
Nuestras miradas se fijaron la una en la otra, el rostro del cantante le hacía competencia a un tomate, por fin había logrado sentir tal como lo quería a Axl Rose, pero aquellos diez minutos no me bastarían para todo lo que he querido hacer con él.
El pelirrojo que quitó el pañuelo azul que llevaba atado a la cabeza.
-Yo… eh –Y por primera vez en mi vida dejé sin palabras a Axl.
Me aparté de él, y me quedé observándolo sentado en el sillón mientras recogía sus ropas.
Me pareció que Axl estaba a punto de marcharse, pero entonces se detuvo y me miró de una manera que no pude descifrar.
-Esto no se quedará así, Hudson –Amenazó, mientras la sangre se le subía a las mejillas.
Volví a centrar mi mirada en la pantalla y el vocalista se marchó, no quería saber qué diablos tenía Axl en mente, pero tampoco me interesaba mucho, después de todo, juro que valió la pena disfrutar aquellos sagrados diez minutos.