Lo que recordaba de aquella mañana al entrar a la habitación fue cuan espaciosa y elegante era, además del hecho de como el nerviosismo del que era víctima segundos antes simplemente se esfumo, desapareció como si nunca hubiera estado allí. Aquellas dos figuras que se extendían frente a él emanaban respeto y autoridad, tenían un aura de grandeza, tal vez fue su imaginación tal vez estaba exagerando las cosas se sentía a salvo de alguna manera, no estaba seguro pero algo le dijo de que su vida estaba a punto de dar un gran giro.
-pequeño- susurró sin pensar el chico
-¿hm? ¿Pequeño?- pregunto confundido el oji gris
-¡Usted es tan pequeño!-
Eren jamás espero lo que a continuación le ocurriría; sintió como su estómago se unida sobre sí mismo a la vez que un dolor agudo le golpeaba cada fibra de su ser, callo de rodillas al suelo con un sonido sordo, recuperando fuerzas trato de incorporarse cuando un pesado pie lo aprisionó contra el suelo, levanto la mirada con odio mientras se quejaba, buscando a su atacante, se encontró con la más filosa mirada que nunca antes hubiera visto, le dejo helado.
-Como vuelvas a decir eso te matare maldito bastardo-
-Vamos Rivaille deja al pobre chico- dijo divertido el rubio mientras le tendía una mano para levantarlo del suelo –Lo siento, es un poco temperamental-
-Si sigues así no podre disciplinarlo- añadió molesto el profesor mientras dejaba libre al chico
-Lo siento señor- Entonces los nervios volvieron a él, no, esta vez no eran nervios era más como pánico, solo había sido una palabra que escapo de sus labios sin pensar y sin embargo le había causado aquel dolor innecesario, por un momento le cruzo la idea de que aquel hombre era un maniaco, la anterior figura de grandeza se iba retorciendo cada vez más –No volverá a pasar-
-Eso espero- suspiro desviando la mirada y cruzándose de brazos
-No es la mejor bienvenida pero al parecer le agradas-
-¿Es este hombre con quien usted me va a dejar?- pregunto sacudiéndose
-Así es, el profesor Levi Rivaille-
Todo sobre él era extraño pensó el chico al mirarle detenidamente mientras aquellos hombres dejaban en claro algunos detalles, era extraña la fuerza que tenía y sobre todo que la usara contra un alumno nuevo, era extraño su corte de cabello y como ese aire de grandeza que tenía no era más que una fachada, parecía un hombre común pero en realidad era muy extraño al menos ante sus ojos.
-Hey Eren ¿te sientes bien?-
-¿Ha? Claro, seguro ¿Por qué preguntas?-
-Es extraño que tu hamburguesa este intacta por más de 3 minutos, has estado muy distraído desde que fuiste a la oficina del rector ¿Algo va mal? -
Armin Arlelt, era un chico brillante parecía que su cerebro nunca se detenía era realmente astuto y eso significa que era difícil ocultarle algo, Eren a veces creía que si no se hubieran conocido de niños, cuando Armin era intimidado por los grandulones y Eren le defendía, jamás habrían sido amigos, porque a decir verdad el oji esmeralda no era un genio precisamente y tampoco se le daba el hacer amigos fácilmente.
-El tipo que está a cargo de mi me ha dejado con un hombre temible, solo porque le dije “pequeño” me agarró a patadas –
-Bueno, primeramente no debiste decir eso a alguien que acabas de conocer en especial si es alguien mayor-
-¡lo sé! ¡Lo sé! Pero eso no justifica que me golpeara-
-En eso tienes razón- contesto mientras bebía su malteada y desviaba la mirada por el lugar
-¿No podría quedarme contigo?-
-Mmm no creo que le moleste al abuelo pero ¿estás seguro?-
-¿Por qué no? No quiero estar cerca de ese sujeto-
-Tal vez te podrían ayudar más que yo, si no subes tu promedio te podrían echar fuera ¿sabes?-
-Entonces ¿quieres que ese loco me mate?-
-No creo que quiera matarte, ¿no dijiste que era un buen amigo del rector? Seguro te ayudara-
-…- irritado dio un mordisco a su hamburguesa intentando ignorar al rubio
-Y ¿qué tal te fue en la práctica?
-Ni lo menciones- bufo –Ese tipo es fuerte tuve que ir a la enfermería para que me calmara el dolor y me la perdí-
-oh… valla-
-Da miedo…- fue lo último que dijo antes de concentrarse por completo en engullir su comida, por su parte el más pequeño miraba con interés a los alrededores cual niño pequeño en juguetería, todo esto era nuevo para ellos, era simplemente asombroso.
-Mira quien viene allí- dijo, rompiendo el silencio el oji azul
-Hola chicos-
-Que paso Mikasa ¿Cómo te fue en el entrenamiento?-
-Normal-
-¿Normal? Eso es igual a patearles el trasero ¿cierto?- dijo más alegre el moreno
-Creo… creo que si- sonrió tímidamente -¿Qué tal tu Eren?-
-…- se dejó caer sobre la mesa con la cabeza entre las manos
-¡Eren ¿Estas bien?!- chillo la chica de largo cabello lanzándose a ayudarle
-E-está bien Mikasa…es solo un tema delicado justo ahora…- excuso el rubio
-Mikasa… podría-
-¿hm?-
-Ah nada no es nada-
El chico quería preguntarle si se podía quedar con ella uno tiempo, no creyó que sería atrevido ni nada de eso porque eran hermanos o algo así, se conocían prácticamente desde que nacieron incluso había llorado con él la muerte de sus padres y su familia le había brindado todo apoyo que estuviera en sus manos, la razón de detenerse había sido que a veces podía ser muy tedioso el tratar con ella, era un poco controladora.
-¿Cuándo te mudaras?-
-Mañana- contesto sin pisca de ánimo el moreno
-¿Quieres que te ayudemos?- pregunto inquieta la chica
-Seria genial pero… creo que estaré bien, gracias chicos-
-¿Estás seguro?-
-Sep-
-De acuerdo pero luego no te quejes- bromeo el rubio
-yo no me quejo- reclamo – Bueno me tengo que ir hay algunas cosas que quiero hacer antes de la mudanza-
-Está bien, hasta mañana-
-Cuídate Eren-
El chico salió a paso firme, no sin antes echar una última mirada a sus mejores amigos que aún estaban en aquella banca, Armin jugueteando con su batido y Mikasa observando el lugar mientras se estiraba un poco.
Es increíble lo rápido que paso el tiempo, apenas ayer corríamos entre el campo jugando con lodo, persiguiendo gatos y ahora ya estamos en la universidad, pensó para si el chico al echarles un último vistazo por la vidriera del local y por un instante se sintió pleno, sabía que ellos siempre estarían allí para él, podía confiar en ellos pero muy en el fondo aún existía ese vacío, ese vacío que no se podía llenar…