Chap. 2 ¿Por qué guardas silencio Kohara?
¡Había recibido la llamada! No cabía de felicidad, por fin nuestros problemas llegaban a buen término.
Cuando decidí formar parte de la base de datos de “ExpressWife.com”, sabía que era una forma sutil de decir que me vendería al mejor postor. Prostitución debería llamarlo.
Fui sometido a una serie de raros y costosos exámenes, para saber si era apto a los objetivos de la empresa. Una semana más tarde a mi registro, resultó que era buen candidato y sería sometido a un riguroso procedimiento para algún día, poder concebir vida.
Sólo soy un chico caído en necesidad. Una amiga había formado parte de la empresa, ahora era una flamante esposa, viajando felizmente por el mundo con su acaudalado esposo. Ella al enterarse de mi precaria situación, me contactó y así fue como termine en esto. Durante tres meses prácticamente viví en la clínica matriz, cuando los médicos me dijeron que estaba listo, creí que todo era una locura. Hace veinticuatro horas llamaron para informarme que me iría a Seúl, y que tan sólo una hora antes de llamar, se había hecho el depósito de mi pago correspondiente. Ya no había marcha atrás.
El día anterior a que llamaran, me habían hecho un “chequeo” urgente, sin ahondar en detalles, me prepararon para una prueba importante y una vez recuperado de la anestesia, me mandaron a casa a guardar reposo absoluto. Ahora entendía todo…
Apenas llegar al aeropuerto, personal de la empresa nos esperaba para ser trasladados de inmediato a la clínica local. Ahí me enteré que estaba embarazado. La extraña prueba había sido en realidad una inseminación, ya que el comprador urgía de concebir. Me sentí triste al darme cuenta que mi cuerpo sólo era un objeto, nadie me garantizaba que el cliente fuera a albergar algún sentimiento hacía mi. En el mejor de los casos, me utilizaría para exhibirme con sus conocidos, sólo un trofeo o un amante de fácil acceso.
—Muy bien Kohara, al parecer ya has pasado las cuarenta y ocho horas satisfactoriamente. Si llegases a intimar en las próximas veinticuatro horas, sólo cuida que no haya desgarres para prevenir alguna infección que ponga en peligro el producto.
Apenas y eso fue lo que entendí de todo lo que me dijeron, mi inglés era bastante malo como para encima entender términos médicos.
Acaba de sentarme a esperar a mi cliente, cuando llegó un hombre bastante atractivo al lugar, casi grité cuando escuché mi nombre salir de sus labios, tampoco entendía nada de lo que decía. Todo el trayecto a su casa, pensaba lo inmensa y extraña que era esa Ciudad. Por supuesto el chico tendría que ser millonario, de lo contario no habría podido efectuar el pago, lo que no podía imaginar, era por qué había recurrido a comprar una esposa, cuando se notaba que el chico podía conseguir fácilmente a la que se le antojara.
Sin muchos miramientos me dejó en la entrada del edificio.
—Kohara-san, ¿cierto?
—¡¿Usted también es japonés?! —Estaba emocionado de que el portero también hablara mi lengua.
—Sí. Amano Shinji para servirle. Si necesita algo, sólo oprima este botón y le atenderé desde mi lugar. —Amablemente me señaló un botón específico en el intercomunicador—. No pierda esta tarjeta, es su llave hasta que memorice la clave de la cerradura, así que guárdela en un lugar seguro mientras no la utilice.
—Así lo haré, muchas gracias.
Tras una pequeña inspección al lugar, opté por ducharme y buscar que comer. Ahora que tenía un pequeño residente en mi interior, debía alimentarme bien.
No creí correcto utilizar la recamara principal, así que usé una habitación pequeña que estaba desocupada. Estaba tan cansado que apenas terminar de comer, me quedé dormido y sólo por hambre me desperté. ¡No cabe duda de que estaba embarazado! Yo no solía tener esos comportamientos.
Recordé haber visto unos panecillos en la cocina, y un tarro de mantequilla de maní. Para no hacer desorden, sólo unté la crea en el pan y cerré la puerta del frigorífico. ¿Desde cuándo algo tan simple, provocaba tanta felicidad?
Al abrir mis ojos, vi al dueño de la casa recargado en el marco de la puerta. ¡Por Kami que estaba desnudo!
Se acercó hablando en coreano y mordió mi pan, yo sólo le miraba hasta sentir su mano tocándome, retrocedí ante su cercanía, pero cuando me di cuenta, nuestras lenguas buscaban seguir el paso de la otra. Sólo me dejé llevar, el chico había pagado mucho dinero por mí, era obvio que tarde o temprano, buscaría cobrárselo. En un segundo tenía su mano acariciándome y al siguiente, la luz me cegaba y él gritaba sin que le pudiera entender nada.
Su mirada furiosa, un golpe en mi rostro, y yo seguía sin entender una palabra. Atiné a cubrir mi abdomen con brazos y piernas, arrinconándome contra el mueble, varios objetos de vidrio se estrellaban en el muro más cercano y los pedazos caían como lluvia sobre mí. Al verle acercarse solté algunos puñetazos y patadas, corrí para encerrarme en la pequeña habitación, pero caí de rodillas, con lo que mi atacante logró sujetarme con los brazos a mi espalda.
¿Qué cosa tan mala había hecho, para merecerme esto?
Me sentí prácticamente arrastrado por el piso, cuando reaccioné me encontraba en el pasillo fuera del apartamento. Tenía varios cortes en la cara, los brazos con una horribles marcas de sus manos, creo que por la fuerza empleada. Los pies y las piernas rasguñadas a causa de los vidrios rotos. La puerta se abrió y algunas de mis pertenencias fueron arrojadas al piso junto a mí.
Estaba en un País desconocido, con un idioma desconocido, y sólo.
¿Qué sería de mi hijo y de mí? Me palpé por todos lados para ver si tenía algo anormal, algo que indicara que por la golpiza había sufrido un aborto, pero todo parecía estar en su lugar. No sé por qué, pero me sentía aliviado por eso. Ahora tenía otro problema más encima, por el momento sólo me sentía terriblemente cansado.
Para ser un edificio tan lujoso, deberían tener calefacción en el pasillo. ¿No?
~*~ JI YONG~*~
No soy una persona dada a los golpes, pero admito que mi frustración se fue al propinarle algunos a ese chico. ¡Y pensar que comenzaba a agradarme!
Tras arrojarle su ropa, esperé detrás de la puerta para ver si se largaba, sólo oí algunos sollozos y luego nada. Estuve tentado a asomarme, pero guardé mi curiosidad y me fui a dormir. Lo primero que hice al despertar, fue llamar a los estafadores esos. Así tuviera que demandarlos por meses o años, de mí no se iban a burlar. Hablé con tres personas diferentes y todos dijeron lo mismo:
“Las cláusulas del contrato… Usted mismo firmo de conformidad… No se puede hacer devolución del pago efectuado…”
¡No había nada que hacer! Así que vería las cosas desde un punto objetivo: Fingiré que sólo perdí una cuantiosa suma de dinero y punto.
Así que me alisté para irme a la oficina. Por discutir con esos inútiles, ni tiempo de tomar café tuve, así que presuroso me dispuse a irme, cuando noté el bulto junto a mi puerta. ¡Genial! El idiota ese no se había largado.
Estuve a nada de arrojarle el portafolio encima, lo mejor sería sólo irme, con suerte y por la anoche no estaría aquí. Me encaminé hacia el elevador, mientras esperaba noté que el tipo no se movía, tal vez estaría muy entumido por esa incómoda posición, regresé sobre mis pasos dándole un ligero empujón con el pie para despertarlo, pero sólo se desplomó de lado. Sujeté su cara por las mejillas y las noté frías, tenía los labios ligeramente amoratados. Lo metí al departamento con prisa, una cosa es que el chiquillo haya querido verme la cara, otra muy distinta que quiera verlo muerto por eso.
Tenía que hacerle entrar en calor, el único modo que se me ocurrió fue meterlo en la ducha. Abrí la llave de agua caliente hasta que se llenara la bañera, desnudé a Kohara hasta dejarle en bóxers recargado en el mueble del baño, cogí unas toallas y una bata de baño limpias, una vez que estaba el agua lo suficiente caliente, le quité el bóxer y lo metí en la bañera.
Por un momento sentí miedo, no era mi intención dañarlo realmente. Mientras le humedecía el pelo, lavé una herida que tenía en la ceja y el corte en el labio, me di cuenta que se me había pasado la mano. Como en esos casos en que la adrenalina corre por mis venas, fue difícil sujetarlo bien, llamar a mis padres para que vinieran a revisarlo, y encima sujetar el aparato. Al menos ya no tenía los labios amoratados como hace unos minutos.
Lo envolví en las toallas y me lo llevé a la cama para secarlo minuciosamente, le puse una pijama caliente, esa que nunca usaba por lo mismo, y le cubrí hasta a cabeza con las mantas. Hasta que mamá lo reviso.
—Está hipoglusémico. Hay que darle azúcares para que se restablezca, traele un jugo y galletas dulces por lo menos.
Entré a a cocina buscándole galletas, miré al piso y ahí estaba el panquecillo que Kohara había estado comiendo por la noche, busqué otro en la despensa y le unté mermelada de fresa para hacerlo más dulce.
Cuando entré a la habitación, mamá abrazada a Kohara, que se encontraba en posición fetal envuelto en las mantas. No entendía lo que pasaba, pero lloraba tan desconsolado, que incluso mamá derramó algunas lágrimas. Coloqué la charola en la mesita de noche, mamá le hablaba en inglés y él poco contestaba, aunque fue suficiente para poder entenderle:
“No tengo como volver a casa… Traté de protegerlo… ¿Me puede ayudar para no tenerlo?”
Una vez que mamá se fue, me sentí la peor escoria el mundo. ¿Ahora como arreglaría esto? Regresé a mi habitación y Kohara ya no estaba, le encontré en la habitación contigua buscando dentro de un sobre amarillo que recordaba haber metido yo en su bolsa.
—Yo… estos papeles, tu contrato. Estos mis papeles de identidad. ¿podría pagarme un taxi a la embajada? Sin dinero. Vine vigilado todo el viaje, no necesite.
—¿Qué harás en la embajada?
—Pedir albergue, regresar a Japón. Tener mi bebé allá o… no tenerlo.
—¿Bebé? ¡¿De qué bebé hablas?! ¡Te has confundido!
—El que usted pidió. Para eso me trajeron aquí, usted querer bebé yo… yo lo tengo. Aquí en el contrato dice, a mí me inseminaron. Fui su mejor opción.
De pronto todo hizo clic. Busqué entre las hojas la que me aclarara todo y en efecto, al final, estaba la prueba positiva de la inseminación, con la fecha y hora en que recibieron mis muestras y se hizo el procedimiento. Para la hora en que recogí a Kohara en la clínica, él tendría ás de 72 horas de haber sido inseminado.
Así de fácil le había echado a perder la vida a un muchacho.
Dejé los papeles sobre la cama, acortando la distancia entre él y yo, aún cuando de sus ojos salían pesadas lágrimas y se notaba aterrado
—Estoy embarazado… Por favor…
—Shhh… Tranquilo. No te lastimare.