Era un 11 de noviembre, lo recuerdo bastante bien puesto que ese día mi vida dio un giro radical.
Era una mañana fría, pero extrañamente demasiado clara, la gente corría por las calles un enorme ajetreo. Yo estaba en una estación del metro de Osaka, ya que ese era el camino que seguía mi presa en las mañanas.
Aquella estación estaba frente a la preparatoria donde Kusanagi estudiaba; pensé en retarlo antes de clases, pero al parecer al niño mimado de los Kusanagi se le había hecho tarde pues ya eran las 7:15 y él no llegaba. No era precisamente extraño que el fuese impuntual, pero algo me dijo que no estaba del todo bien.
De pronto entre toda la gente que salía de los andenes, pude visualizar una cabellera castaña que bajaba por las escaleras. Era Kyo.
Pude observarlo detenidamente, llevaba puesto su uniforme negro, desabotonado del suéter, dejando visible aquella camisa blanca, llevaba consigo también una mochila negra de tirantes y en sus oídos le adornaban un par de audífonos blancos que seguramente reproducían algo de mal gusto como todo lo que le atraía a ese imbécil.
Su rostro llamó mucho mi atención ya que se mostraba absorto en sus pensamientos.
Incluso puedo jurar que su expresión mostraba: miedo, inseguridad… incluso tristeza. Pero, ¿Por qué iba yo a preocuparme por una rata como Kusanagi? Camine detrás de él.
Al parecer no notaba mi presencia. “¿Así de tanto esta distraído?” pensé, cuando de pronto Kusanagi se detuvo y, ¡POR FIN! Ya había notado que yo estaba ahí. De pronto pude ver como se inclinaba para recoger algo… ¡malditos diez centímetros de distancia! ¿¡Por qué no me quede más atrás!? Y digo esto porque en ese instante mi entrepierna chocó con su pequeño y suave trasero.
Kyo gritó como niña asustada (*). Dio un brinco y se puso en guardia.
Aquello me resulto gracioso y por tanto sonreí divertido.
-No te preocupes -le dije- no volvería a tocarte ni por error. Aquella noche que pasamos juntos fue la peor de todas. Así que ni te hagas ilusiones.
El me miró. Agacho la cabeza mientras un leve rubor cubrió sus mejillas.
-Yagami, por favor acompáñame.
No pude terminar de seguir contemplándolo porque esa frase me sacó de mis pensamientos. Un momento… ¿A dónde? ¿Quería pelear? ¡Al fin!... Caminamos fuera de la estación, seguimos a pie incluso arrebasamos la preparatoria, cuando note que ya estábamos lo suficientemente lejos, Kyo se detuvo en seco, abrió su mochila y de ella saco un folder beige, que me entregó mientras decía:
-Pensé en ir a buscarte después de clases, pero ahora que has venido hasta aquí, aprovecho para entregarte esto.
Lo mire, estaba el nombre de Kyo Kusanagi en el costado del folder, abrí y mire el encabezado el cual tenía el nombre de una clínica particular de Osaka, seguido estaba el nombre del médico, después estaba el nombre de Kyo y a unos escasos centímetros decía: “POSITIVO” en una letra arial 72 (o al menos a mí me lo pareció así). “Mier…” no pude seguir pensando en que otros insultos pensaría, y mucho menos termine de completar el primero. Continúe leyendo por inercia…. Y note que aquello era una prueba de embarazo… ¡UNA PRUEBA DE EMBARAZO! Jamás en mi vida creí que algún día yo sería padre… un momento ¡al fin! ¡LOGICA! Kyo es hombre y por tanto no puede dar vida. Me sentí completamente aliviado. “Vaya, Vaya. Esto es lo que hace un inútil en sus tiempos libres. Ideando bromas estúpidas y cutres (*)” Pensé.
-¿Sabes?-dije- me parece una broma de muy mal gusto, aunque debo admitir que por un momento pensé que era real. La firma del médico parece muy convincente “Kusama N.”, ¿Quién es? ¿Un vagabundo? –reí por la bajo- buena broma Kusabaka, lástima que yo no soy ningun estúpido.
En ese momento sentí algo en mi mejilla, algo que parecía ser una bofetada; no, no parecía ERA una bofetada. Gire mi rostro violentamente para devolverle el golpe a esa pequeña rata, pero desistí ante lo que mis ojos vieron.
Era un Kusanagi mirándome con rabia y con ojos llorosos. Su respiración era agitada, lo note por la forma tan violenta en la que sus hombros subían y bajaban.
-¿Por qué siempre debes usar tus malditas burlas?-me dijo el a lo cual yo solo pude escuchar sorprendido- ¡por primera vez en tu jodida vida deja de ser un maldito “sabelotodo”! ¡Estoy quien sabe cómo demonios esperando un hijo tuyo y tú me sales con esa estupidez! ¡No es una broma que quede claro en esa piedra que llevas de cabeza! ¿¡Yo por qué diría que tú eres el padre de este niño si eres un insensible y un estúpido!? ¡O peor aún ¿Por qué pondría en riesgo mi estabilidad en el clan?!- La voz de Kusabaka se comenzó a quebrar conforme avanzaba- si tú te sientes confundido, imagínate como me siento yo. La carga más pesada la tengo yo. No te pido que te hagas cargo del niño, solo quería que supieras que era tuyo.
Kusanagi agacho el rostro. La gente nos miraba estupefactas, como si con eso pudieran saber más al respecto. Les lance una de “se van, o los mato”. La gente asustada se fue casi tan pronto como llego.
-Es que no puedo creerlo Kusabaka, digo: si, tuvimos relaciones y eso yo no te lo voy a negar, pero es ILOGICO que estés esperando un hijo mío. Por si no te has dado cuenta TÚ eres hombre.-Dije esta vez sin burla ni sarcasmo.
-Pero lo es. Por alguna extraña razón solo sucedió. Ni yo lo sabía. Un enfermero me aconsejo abortar, pero yo no podría. No podría quitarle la vida a un niño inocente cuando quien tuvo la culpa fui yo. Aunque en todo caso, no fue ni mi culpa ni tu culpa puesto que no sabíamos que esto iba a pasar.-Hizo una pausa y agrego-Yagami, estoy asustado.
Por primera vez, en todos los años que llevaba conociendo a Kyo mostraba una mirada diferente a la orgullosa y arrogante, aquella mirada tenía un miedo indescriptible.
-¿Qué piensas que podríamos hacer?-No dude ni un momento de mi paternidad, ya que cuando Kyo y yo “lo hicimos” él era virgen, y no usamos protección ¡y me vine dentro! ¡Maldita sea! Si mi padre se enteraba seguro me mata.- ¿Cuántos meses tienes?
-Dos. –me dijo él. Ahora si debemos pensar en algo… y pronto