A una semana de enamorarte.
Spencer despertó con demasiada pereza, la noche anterior había sido bastante agotadora, en especial cuando se desvelaron tratando de filmar una película en el cementerio.
Por eso la mañana era pesada, no habían pasado ni 3 horas desde que se acostó y un nuevo día les amenazó con abundar en sorpresas.
Barrió su vista por el resto de la habitación sin hallar al fantasmagórico chico, y no fue hasta que le vio junto a el en la cama, que trabajo en despertarlo.
Y que sorpresa, si el tenia pereza seguramente el artista ni en abrir los ojos se molestaría. Tuvo suerte al reconocer que no fue así. Despertó, pero en un estado poco favorable, estaba enfermo; lo cual, se leía en una gripa debido al clima.
¿Alguna alergia?
-Billy vamos, despierta, tenemos que continuar grabando la escena de los zombis judos nazis.- sentenció el castaño, ala par que lo movía de la cama. Ya no le extrañaba que durmiera junto a el.
-Ay hermaneto…5 minutos mas y ya.-se quejó en un puchero mientras se daba la vuelta para verle mejor.
Spencer tomó el reloj de su cabecera para marcar el tiempo requisitado. tampoco iba a ser exigente con su novio. Lo que no esperó fue que un estornudo fantasmagórico cargado con ectoplasma arribara en el artefacto que tenia en sus manos.
-Perdón.- lamentó el fantasma, sumergiéndose en las cobijas.
-Billy.- chilló temiendo por el brillo del ahora extraño aparato.
-Ya sé, ya sé, ahorita me levanto.-
-Billy no es eso…- trató de arrojarlo, pero sus manos se sentían cada vez mas incrustadas en la hora.
-Esta bien ¿Sí? Me levanto enseguida.-
-¡Billy!- pero cuando el proclamado alzo la vista, no había nada. Se había ido. El único indicio de su escape era el reloj tintineante, que marcaba las 10:35 A.M.
Apenas estaba amaneciendo.
.-.-.-
-¿En donde estoy?- alzó la vista, parecía ser una sala común, por alguna razón se le hacia bastante familiar; pero jamás la había visto.
Estaba en el piso, apenas había reparado en levantarse cuando se enteró de que no había nadie, excepto un extraño ruido que venia al final de un pasillo. Discurrió en ese umbral algo nervioso, pero finalmente distinguió el sonido. Eran gotas de agua cayendo y…. ¿una voz?
Se acercó a la habitación siendo cuidadoso. Ahora sabia que era el baño, y por si fuera poco, cualquiera que fuese el sujeto en la ducha, olvidó cerrar la puerta con candado, o peor aun; correr la cortina.
El castaño ceño su vista debido al vapor, y agudizo su audio una vez pudo separar la melodía del agua con la del cantor; pero aun así, esto no le preparó para lo que vio.
Sobre la regadera, con el estrecho cuerpo empapado debido ala humedad del agua caliente; estaba Billy. Quizá 14 años.
Spencer le pilló atónito sin dejar de examinar su cálido cuerpo. El aludido ya lo había notado, pero no pareció importarle; quizá lo descartó como una amenaza. Por lo que siguió cantando y haciendo sus labores personales.
Fue un silencio incomodo para ambos, hasta que el menor se harto de ser saboreado por la mirada de alguien mas. Salió de la ducha con un profundo sonrojo, se colocó una ligera bata de baño y le encaró de frente, haciendo notar los escasos centímetros que le restaba al intruso.
-¿Quién mierda eres?- le escupió casi como si ignorara el hecho de que estaba en su casa. Siendo sincero, en su baño.
El cineasta adivinó a contestar torpemente, estaba en shock, quizá se había dormido después de insistirle a su compañero que despertara. Lo más probable era que estuviera en una especie de sueño.
Uno bastante húmedo.
-Soy Spencer Wright… tu primo.- sonrió apenado por haber invadido su espacio personal.
-Ajá…- rodó los ojos no muy convencido. Seria millonario si hubiese recibido un incentivo por cada sujeto que le decía eso. –Dime algo que sea… familiar.-
-Tu verdadero nombre es Baruch Cohen.- sonri victorioso viendo el leve puchero que tenia delante suyo.
-¡Cállate no lo digas!- le cubrió la boca, como si alguien mas pudiera escucharlo. –Y bien ¿A que vienes?-
Era una pregunta que no podía contestar, empezando por que desconocía la respuesta. Haciendo a un lado esto, no desaprovecharía la oportunidad de convivir con un Billy incluso mas joven que él.
-¡Vine a visitarte, amigotastico!- le brindó su mejor sonrisa. –Me quedaré aquí unos días… ¿Qué acaso vives solo?-
-Mi representante dice que tendré mas fama asi, que viviendo con mis padres.- confesó son un dejo de tristeza notoriamente visible en un sonroso.
-¿No los extrañas?- no era que fuese imprudente; tenia curiosidad.
El gesto del menor le contesto sin palabras, fue hasta entonces que supo que fue una mala idea indagar. Para compensarlo se acercó para abrazarlo; mentiría si digo que no fue asi. Pues el más joven aceptó el enlace aun un tanto confundido por el motivo. Simplemente algo le era seguro, al ser un artista famoso se privaba de muchas cosas, asi fuera un simple abrazo; significaba tanto para el. Se estrechó mas contra el castaño al concebir una idea como tal.
Jugando en otro tablero se encuentran los pensamientos del cineasta. Era tierno, si; era lindo, si, claro que era lindo. ¿Era provocativo? quizá en exceso. Sentir su frágil cuerpo debajo de la fina franela era todo un gusto, tenia que controlarse o estallaría en besos en ese momento. Poco ayudaba que el artista le aceptara mas contra si. De cualquier camino no lo haría.
Al menos, no tan rápido.
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-¿Trajiste maletas?- se dirigió a la cocina para conseguir algo de beber, seguido por el ahora mayor.
-Lo siento, no me dio tiempo de empacar- no mentía; tampoco sabia cuando se iba a marchar.
-Oh, bueno, yo tengo algo de ropa que me queda grande.- le arrojó una soda a quien maquinaba una escena donde el protagonista era un azabache sin mucha vestimenta mas que una exagerada polera. –Te puedo prestar si quieres.-
-¡Grandioso! Pero… ¿Tienes video juegos?- se salvó de su imaginación al redactar la idea.
-¡¿Que si tengo?!- escupió todo el jugo de su boca ¡Claro que tenia! Era probablemente el coleccionista mas joven de la cuidad; pero eso era algo, que generalmente a nadie le importaba. La mayoría de jóvenes que conocía eran mayores a el, y solo pensaban en dinero, mujeres o propiedades.
-Tienes que ver esto.- corrió emocionado, tomando de la mano inconscientemente a su invitado, y recorriendo estruendosamente la escalera hasta llegar al segundo piso. Diluyendo información, a su cuarto de juegos.
Asi fue como ambos chicos pasaron su primera tarde entre risas y diversión; dejándoles caer la noche a un costado; y conociéndose mejor entre cada comentario.
Al menos, en el caso del artista; pues su presente sabía un infinito de cosas acerca del grandioso ¨Cobra.¨ y eso era algo, que el aludido desconocía.