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Sentimientos Entrelazados por HarukaChan

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Notas del fanfic:

 

*Hola, este es mi primer one shot yaoi, ya que yo adoré a esta pareja durante todo el anime y me inspire en ellos para crear esta historia.

*No contiene spoiler ya que es una historia totalmente separada del manga/anime.

*Los personajes de este fanfic no me pertenece, son del manga/anime Nabari no ou escrito por Yūki Kamatani. Por lo que recomiendo que lo vean o lean el manga, ya que realmente son muy buenos.

*Este Fanfic es un one shot, ¿qué significa? Que solo tendrá un capítulo.

*Contiene Lemon

*Muchas gracias por leerlo y espero que sea de su agrado.

 

 

Debido a uno que otro suceso extraño el joven Miharu había empezado a vivir junto con Yoite, uno de sus sempais del colegio. Aquello había pasado demasiado rápido, su abuela se había visto en la necesidad de salir de viaje y por ello le habían encargado al pelinegro mayor el cuidar del chico. Cosa que a Miharu no le venía tan mal, ambos tenían personalidades ciertamente parecidas, fríos, callados y serios, con la diferencia de que Miharu amaba manipular a los demás con su “lindura”, en cambio, Yoite disfrutaba de dormir exageradamente, incluso en clases o durante el receso, cosa que no le parecía normal al menor.  

 

Ese día habían salido temprano del colegio y Yoite le informó a Miharu que se irían directo al apartamento, por lo que el menor paso buscando su maleta, para luego seguirlo con calma. En el camino el menor de los pelinegros decidió cortar con aquel silencio.

 

-Yoite… Disculpa todas estas molestias –suspiró un poco mientras lo miraba de reojo, le parecía extraño que el mayor no hubiese puesto ninguna queja, pero bueno, tampoco se llevaban mal. Por el contrario, Yoite era una de las pocas personas que en realidad le agradaba a Miharu.

 

-¿eh? Hm… No es molestia, así que no importa –dijo con voz suave mientras miraba al menor de reojo, le parecía un tanto raro que se estuviera disculpando. Por otro lado le parecía una oportunidad perfecta. A pesar de no haber mostrado ningún interés por el menor, realmente le gustaba.

 

-Bien… -El menor suspiró un poco, le parecía que cada vez que hablaba, el mayor le cortaba la conversación. Algunas  veces Yoite era demasiado amable con él y en otras se mostraba distante, cosa que hacía que se preocupara.

 

-Es por aquí –el mayor de los pelinegro habló, señalando un complejo de apartamentos. No tardó en dirigirse hacia la entrada, caminando a paso tranquilo para no aventajar al menor.

 

Ambos pelinegros entraron al enorme edificio y el mayor se dispuso a guiar al contrario al elevador; el cuál detuvo posteriormente en el piso tres. Ambos salieron y Yoite abrió con su llave la segunda puerta a la derecha, entrando para dejar que el menor pasara. Su apartamento era un desastre, lleno de basura y todo desordenado. Cosa que impacto mucho al menor que sólo pudo poner una cara de desaprobación total.

 

-¡¿Qué rayos es este basurero?! –exclamó el menor sin poder evitarlo, había cerrado la puerta al salir y ahora miraba con el ceño fruncido al pelinegro mayor.

 

-Es mi apartamento, creo que debí limpiar antes… -Dijo  con un tono despreocupado mientras se rascaba levemente la nuca. No era como si hubiese tenido tiempo de limpiar o algo.

El menor solo suspiró y con rapidez empezó a limpiar todo, sabía que Yoite lo miraba atentamente y aquello hizo que el menor se sintiera extraño. ¿Por qué siempre que Yoite lo miraba su corazón se ponía tan nervioso? Era algo que sabía muy bien, pero no quería admitir por miedo a que el mayor lo rechazara o se alejara de él. Después de unas horas dejó todo impecable y fue a instalarse en la habitación que le había tocado. Al salir vio a Yoite sentado sobre el sillón pidiendo una pizza por teléfono, por lo que se sentó junto a él.

 

-Muchas gracias Miharu, siento que tuvieses que hacerlo –Comentó el mayor de los pelinegros mientras le dedicaba una leve sonrisa, luego de haber colgado. Acarició un poco su cabeza en señal de agradecimiento.

 

-d… De nada… -susurró en voz baja mientras un leve sonrojó teñía sus mejillas. Había estado pensando que era buena idea decírselo en aquel momento, pues estaban solos, nadie los molestaría pero aquello creaba una gran confusión en el interior del menor.

 

Miró al menor que parecía estar algo rojo y con suavidad pegó su frente a la de él -¿estás enfermo? Estás algo sonrojado… Pero no pareces tener fiebre… -Sonrió un poco ante la idea de que aquello pudiese ser por su causa, sentía muchas cosas por el menor pero nunca pensó que éste pudiese corresponderle.

 

El menor casi sufre un colapso al ver el rostro ajeno tan cerca del suyo- n…No lo estoy… Estoy bien, así que no prestes mucha atención a eso –Hablaba en voz baja mientras con levedad estiró la mano un poco posándola en la mejilla ajena- y…Yoite-sempai… -Estaba susurrando en voz suave y con la cara más inocente que podía, incluso debería poder manipular al mayor.

 

El pelinegro sonrió, dejando escapar una leve risa. La única manera de que aquel frío joven sonriera era estando con ese pequeño pelinegro de ojos verdes. Al verlo dio un suave golpe en su cabeza- no lo digas de esa forma, es molesto. –La verdad era que se le hacía demasiado tierno, quitó la mano del chico y con las suyas le tomó del rostro.

 

Miharu observó perplejo las acciones del mayor y se sonrojó un poco, entrecerrando los ojos, sabía que estaba siendo demasiado obvio pero ya no podía evitarlo, quería que su sempai fuese solo para él- Te quiero Yoite… -susurró en voz suave a la vez que desviaba un poco la mirada, frunciendo levemente el ceño.

El mayor de los pelinegros sonrió complacido ante aquellas palabras que con tanta impaciencia había esperado oír, no dudo en tomar el rostro del menor con calma, sin demostrar demasiadas emociones en su rostro. Estaba acercándose lentamente hacia aquellos labios que tanto deseaba probar, pero el sonido del timbre lo detuvo, haciendo que su ceño se frunciera- ¡maldición! –exclamó soltando al contrario para caminar hacia la puerta, la cual abrió para tomar la pizza y pagarla. “siempre en el mejor momento” pensó con sarcasmo.

El menor había quedado con una cara de total decepción, había estado tan cerca de aquellos labios… Para que un estúpido repartidor lo arruinase todo. Se levantó cuando el mayor se acercaba con la pizza- ¿Comemos? –dijo algo desganado y con una mueca algo disgustada.

Yoite observó de reojo al menor, depositando con calma la pizza sobre la mesa- vamos a comer y luego seguiremos con “ese” asunto, estoy muy interesado en saber cómo acabara esto… -lo último lo dijo en voz suave, solo para sí, pues lo que quería era nada más y nada menos que poseer a ese chico.

Miharu dejó escapar un leve gemido, sentía que todo estaba arruinado, seguramente el ojiazul iba a rechazarlo con todas las de la ley. Ambos se acomodaron en el sofá y se dispusieron a comer con total calma. Al terminar Yoite botó la caja y las sobras en una bolsa, antes de tomar la mano del menor, no le dijo nada sencillamente lo arrastró hasta su habitación y cerró la puerta tras de sí.

Lo observó mientras sonreía levemente, le encantaba ver al menor nervioso- Miharu… Yo también te quiero, siempre lo he hecho… Siempre he sentido que tú y yo somos iguales… -comentó, disponiéndose a acorralar al menor, paso a paso lo fue dirigiendo hacia la cama, hasta que éste cayó hacia atrás. El ojiazul no tardó en ponerse sobre él,  buscando los labios ajenos con los suyos para unirlos en un intenso beso.

 

El pequeño ojiverde lo había seguido sin protestar, sabiendo el tipo de situación en la que se podía desencadenar todo aquello. Cuando el mayor le correspondió se quedó casi pasmado, “¿de verdad?” “¿era posible?” se preguntó a sí mismo. Realmente no sabía qué hacer, se dejó acorralar y lentamente cayó en la trampa del chico, cayendo a la cama y observando como éste se subía sobre él. Su corazón estaba a mil y un sonrojo demasiado notable cubría sus mejillas- y…Yoite… ¿Qué estas planeando hacer?... –preguntó algo ansioso por la respuesta.

 

Yoite sonrió, no podía evitar hacerlo. Llevó sus manos a la camisa del menor y la fue desabotonando hasta poder descubrir el pecho ajeno completamente- Te voy a hacer mío… ¿Qué más podría ser?... Desde ahora eres solo mío, si alguien se te acerca lo mató –dijo en tonó totalmente posesivo mientras con sus dedos empezó a rozar el abdomen ajeno, subiendo levemente para rozarlos con los botones del ojiverde.

 

Miró totalmente avergonzado al ojiazul, nunca pensó verse en ese tipo de situaciones con el mayor, pero claro que en algún momento lo había hecho, debía dejarse de mentir  a sí mismo, lo anhelaba demasiado- n…Nada… Entonces sé cuidadoso, sempai… -Dijo en voz suave y al sentir aquel tacto no pudo más que ahogar un leve gemido- mmh….

 

El mayor sonrió al escuchar aquel sonido, lo tenía totalmente a su merced, pero quería ser cuidadoso de no lastimar a la persona que tan importante era para él. No tardó en despojar al menor de la ropa que tenía, deleitándose con su cuerpo desnuda; cosa que creó una erección en su hombría, era demasiado “violable”- Miharu… -Susurró el nombre del menor antes de agacharse un poco para tomar su hombría ya erecta y empezar a acariciarla de arriba abajo.

 

Miharu no pudo evitar sentir que su mundo se movía de una forma drástica al sentir la mano del mayor, se sentía extraño pero bien. Dejó escapar suave gemidos mientras el pelinegro mayor seguía con aquella tarea- ahh~ ahh~ ah~ -sus gemidos eran bajos y suaves, pero realmente se sentía excitado.

 

Yoite sonreía, no podía evitarlo, ese pequeño ojiverde era suyo y en pocos minutos lo sería más que completamente. Los gemidos del menor solo lograban ponerlo aún más ansioso de lo que ya estaba, sin dejar de masturbarlo se llevó los dedos a los labios para lamerlos suavemente, ensalivándolos bien. Cuando aquello estuvo listo dirigió uno hacia la entrada del ojiverde, empezando a invadirlo con su dedo- realmente estás apretado… -comentó con voz ronca debido a la excitación que sentía en esos momentos.

 

El menor no vio venir lo que le esperaba y al sentir aquella intromisión arqueó su espalda mientras en la comisura de sus ojos se acumulaban pequeñas lágrimas que amenazaban por recorrer sus mejillas. Un gemido ahogado escapó de sus labios, pues intentaba mantenerse mediamente callado- ¡ahh…! N… No tenías porqué ser tan brusco…. Idiota…. –susurró enojado mientras se limpiaba las lágrimas con el antebrazo.

 

El chico ojiazul no pudo evitar dejar salir una leve risa, era demasiado interesante aquel pequeño pelinegro. No podía aburrirse de su actitud- bien, bien. Lo siento, no te enojes demasiado y relájate –comentó en voz suave, empezando a simular embestidas con su dedo. Mantenía la otra mano acariciando la hombría del ojiverde, iba a darle tanto placer como pudiese para prepararlo a lo que vendría. No tardó en insertar el segundo dedo, manteniendo el movimiento.

 

Miharu aferraba sus manos a las sábanas de la cama mientras gemía con intensidad, sentía un gran placer mezclado con un leve dolor. Iba a quejarse ante las palabras del mayor, pero no tenía fuerzas para hacerlo- ahh~ ahm~ s…¡Sempai! n…No sigas o…. o… -Estaba totalmente avergonzado y hablaba entrecortado debido a los movimientos ajenos. Sabía que no podría aguantar el alcanzar el clímax, pues éste ya daba muestras de que se acercaba.

 

Suspiró un tanto extasiado, el solo hecho de ver al menor de manera tan lasciva lo hacía sentirse deseoso de entrar en él. Siguió con la intensidad de sus movimientos viendo como el menor luchaba por aguantar las ganas de venirse- hazlo… Solo yo voy a verte de esta manera Miharu… -Susurró con voz gruesa, fijando sus orbes azules en el par de esmeraldas que eran los del menor.

 

Ya no podía aguantar más por lo que arqueó su espalda y dejó escapar un gemido algo alargado y sonoro mientras manchaba con su blanquecina esencia la mano del mayor. Se sentía algo cansado y jadeaba con constantemente, intentando recuperarse de aquella impresión que le había causado llegar al clímaz en manos de su amado Yoite- ah… ah… t….Te dije…. –Fue lo único que pudo articular en aquel momento de éxtasis.

 

Yoite no perdió tiempo y con calma retiró ambas manos del cuerpo ajeno, para lamer la esencia del menor que había quedado entre sus dedos- eso era precisamente lo que quería… -se limitó a decir mientras se quitaba la ropa, dejándola caer al suelo. Cuando estuvo totalmente desnudo sintió un gran alivio al sentir como su erección ya no estaba presionada por el pantalón. No tardó en acomodarse sobre el menor nuevamente, esta vez haciendo que las piernas de éste estuviesen entorno a su cintura- Será mejor que te relajes Miharu… -Susurró mientras le daba un suave beso en los labios, para casi de inmediato insertar la lengua en la boca ajena, recorriéndola con algo de deseo.

 

El ojiverde se sonrojó completamente al ver lo que hacía su sempai y cuando éste se puso sobre él sencillamente apretó un poco las piernas en torno a su cintura. El mayor era suyo y él del mayor, eso lo hacía sentirse feliz; no quería compartirlo con nadie más- b…Bien… -dijo con cierto nerviosismo y cuando el mayor lo beso sencillamente entreabrió sus labios para darle paso, cedió su lengua dejando que el mayor lo guiara- mmh…~ -Se sentía extraño de esa forma.

 

El pelinegro mayor no tardó en aprovechar aquel momento para invadir el interior del menor, empezando a embestirlo casi al instante. Iba a dejar que se recuperara pero recapacitó y prefirió hacerlo de esa forma, ya había aguantado demasiado. Suaves jadeos ahogado empezaron a salir de los labios del mayor mientras escuchaba los gemidos de su adorable amante- mh~… mmh…~ -Lo estaba disfrutando enormemente, aquella calidez que le proporcionaba el interior del menor.

 

Miharu se había arqueado en cuanto sintió aquella intromisión y sin poderlo evitarlo lanzó un gemido algo fuerte, aferrándose al cuello ajeno- ¡ahhm! d…Duele s…Sempai –Rápidamente sus palabras fueron opacadas por los gemidos que empezaban a escapar de los labios del menor. Aquello había sido demasiado  repentino para él. Pequeñas lágrimas recorrían las mejillas del menor quien gemía con fuerza ante aquella mezcla de placentero dolor.

 

Mantenía un ritmo intenso de sus embestidas mientras con la comisura de sus labios limpiaba las lágrimas del menor. Al verlo de aquella manera bajó el ritmo de sus embestidas, haciéndolas más pausadas para que el ojiverde pudiese recuperarse un poco. Por su parte de cualquier manera le iba a ser muy difícil soportar demasiado. Sus jadeos se hicieron un poco más constante mientras sentía el clímax hacerse presente.

 

Miharu estaba al límite tampoco podría aguantarse más, estaba hecho un desastre con tantos sentimientos revueltos en ese momento. Su cuerpo era presa de un nuevo clímax que lo hacía vibrar y pocos segundos después no pudo resistir más, corriéndose entre ambos abdómenes- ¡Ahmm!~

 

El ojiazul sintió que el cuerpo del pelinegro menor temblaba, haciéndolo venir dentro del pequeño ojiverde, llenando con su cálida y espesa esencia el interior ajeno. Un profundo y sordo jadeo escapó de sus labios, para después de unos segundos salir del menor y abrazarse a éste. Estaba jadeando y algo cansado, pero era feliz.

 

El menor emitió otro sordo gemido cuando sintió su interior ser llenado, arqueándose por última vez esa noche. Cayó agotado sobre la cama y al ser abrazado no pudo más que ocultarse en el pecho ajeno, con pequeñas lágrimas en la comisura de sus labios- y…Yoite…. Siempre te he amado… Desde el momento en que nos vimos… -susurró totalmente avergonzado, se sentía feliz, pero el cansancio lo estaba venciendo.

 

Yoite no pudo más que suspirar mientras lo abrazaba y acurrucaba en su pecho, compartía los sentimientos del ojiverde desde ese mismo momento- también yo… Lo que tú sientes por mí, lo siento yo por ti… Desde ese momento… Yo sentí que nos conocíamos desde mucho antes…

 

Miharu se sorprendió un poco, pues nunca pensó que sus sentimientos estuvieran siendo totalmente correspondidos-es como si nuestros sentimientos se hubiesen entrelazado… También yo sentí eso… -susurró, antes de quedarse profundamente dormido entre los brazos de aquella persona que tanto había anhelado.

 

Pronto Yoite también se quedó dormido y así terminó la primera noche, de muchas que le seguirían. Los sentimientos de aquellos dos jóvenes siempre habían estado entrelazados, solo debían darse cuenta por su propia cuenta. Al día siguiente ambos decidieron faltar a clases, para quedarse allí, disfrutando de ese momento que para los demás podría parecer corto, pero para ellos era eterno.

 

 

 

 

 


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