-¿Qué demonios está haciendo un tipo de esos aquí?.- pensó mientras se aceraba curioso.- Oe!.- llamó a Hijikata deteniéndose frente a él.
-¿Qué?.- respondió levantando su mirada cansada. La bella imagen de una mujer con Kimono frente a él lo hizo sentir en sus cuatro sentidos de nuevo, pero solo fue momentáneo.- M-Mitsuba-san?...- espetó imaginando a aquella mujer frente a él, a pesar de que no había parecido entre ambas, que se podía esperar de una mente ebria y atormentada.
-¿Qué?.- discutió el peli plata alzando la ceja.- Mitsuba ja nai, Paako desu.- parodió solo como el podía.
-¿He?...oh, ya veo….- dijo decaído. Tomo un cigarrillo y lo llevo a su boca.
-Deja que yo lo haga.- indicó Paako sentándose a su lado y tomar el encendedor. Claro que solo lo había hecho porque sintió la mirada de la vieja de Otose.-¿Por qué alguien como tu llego a este lugar?
-¿a qué te refieres?.- dijo irónico.- No es que sea buena persona…es por eso que acabe aquí, ya no soy más una persona honrada…
-Haaaaaaaa?!- exclamó sin entender el embelesamiento de las palabras del hombre ebrio.- ¿Acaso mataste a alguien?.- dijo en broma, pero aquello había tomado toda la atención del pelinegro. Su mirada estaba clavada en Paako, como inspeccionando cada centímetro de su rostro.- como sea…deberías tomar más.- invitó sacando una gran botella de sabe dónde y ponerla sobre la mesa. Era más que obvio que no despegaba los ojos de su objetivo. Quería que él fuera el último cliente para poder ir a dormir, pero para eso tenía que reunir mucho dinero.- Es claro que tienes problemas, pero sinceramente a mi no me incumben, pero….- dijo mientras servía en el vaso el liquido embriagante.- Pero, estoy segura que no eres una mala persona, me puedo dar cuenta por tu rostro lo triste que estas. ¿No se supone que la gente mala no siente ningún remordimiento? No seas tonto.
Hijikata no pudo decir nada, había quedado encantado con aquella actitud tan servicial y cariñosa. Nunca había visto algo así. Tomó con gusto el vaso que le sirvió y el siguiente y el siguiente también. Ni siquiera se había dado cuenta cuando ya se había tomado unas cuantas botellas más. Ahora sí que no podía andar solo.
-Oye inútil!.- dijo Otose al acercase a ellos, pero ya ambos estaban ebrios, aunque Hijikata mucho más que Paako.- Es mejor que lo saques de aquí antes que recobre la conciencia.- le digo a Paako. Esta solo sonrió bobamente mientas asentía con la cabeza.
-Vamos, te llevare a tu casa.- dijo Paako mientras pasaba el brazo del moreno por encima de sus hombros para ayudarlo a salir del bar, pero vaya que fue un duro trabajo pues su cuerpo era algo pesado.- Vaya mierda…-susurró cansado mientras caminaban arrastrando sus Geta.- Tenía que venir hasta ese lugar…-
Por fin habían llegado al cuartel del Shinsengumi, de inmediato se pudo notar el profundo silencio que inundaba el lugar que hasta le puso los pelos de punta a Gintoki. La mayoría de ellos estaban acompañando a Sougo mientras que uno que otro estaba completamente dormido o patrullando lejos del cuartel.
-¿Así esta siempre?.- le preguntó a la nada. No muy convencido de que estar ahí era la mejor opción, entro con Hijikata. Ambos casi cayéndose de cansancio, aunque el moreno parecía tener más alcohol que sangre en su cuerpo.
-Oe, ¿en dónde está tu habitación?.- inquirió teniendo como respuesta solo lo que señalaba el dedo de Toshiro.- Wakata…- dijo al encaminarse hacia donde le había indicado. Antes de entrar, se quitó sin cuidado sus zapatos de madera para poder abrir la puerta con su pie.- Aquí estamos, ahora…- exclamó tratando de soltar a Hijikata mas este no cedió y se lo llevo junto a él, hasta el piso de tatami.
-Auch! maldito…- exclamó adolorido, pues su cuerpo se volvía débil y frágil cuando bebía.- quiero irme a casa…-susurró dándose la vuelta para quedar boca abajo y poderse levantar apoyando sus rodillas, más un inesperado roce lo detuvo.
-Paako-chan…-espetó Hijikata lanzando suspiros calientes en el oído de Gin, poniéndole la piel de gallina.