En el cuartel del Shinsengumi una importante reunión se realizaba, mas no era con el cuartel en sí, si no una visita algo inesperada.
Ni una mosca podía mantenerse viva en aquel cuarto por más de cinco segundos. La tensión era demasiado fuerte, ninguno de los dos decía palabra alguna, ambos esperaban el comienzo del otro.
-Toshi-san.- dijo ella aun con la mirada hacia abajo.
-¿H-hi?.- respondió apretujando aun mas sus puños contra sus rodillas. Ni siquiera se había percatado que sus piernas ya estaban entumidas desde hace rato.
-Esto…¿H-has estado bien? …
-Mitsuba-san…- interrumpió el pelinegro.- No entiendo porque ha venido hasta aquí para eso, creí que ya nos habíamos despedido tiempo atrás.- dijo bruscamente deshaciéndose de la actitud tímida de hace unos momentos.
Era sorprendente. Mitsuba estaba sorprendida de lo maduro que podía ser Hijikata. Pero también podía llegar a ser muy frio con los sentimientos de las personas.
-Ya veo…-dijo ya latentes las lagrimas en sus ojos.- Entonces, Hijikata-san-
-Gomen, Mitsuba-san, pero no tengo tiempo para esto.- interrumpió de nueva cuenta Hijikata levantándose. Apenas estaba dispuesto a salir cuando sintió que lo detuvo por la chaqueta.
-Espera…Hijikata-san.- murmuró pausadamente.- Yo…Solo…Nunca olvides tu felicidad.-atinó con un largo suspiro al soltarlo.
Toshiro la escucho pero sin aportar respuesta. Apenas sintió cuando libero su chaqueta y continúo saliendo. La fuerte luz naranja del ocaso entraba por la puerta corrediza como acentuando los pasos descalzos que se alejaban por la izquierda del pasillo.
-Hijikata-san.- saludó no muy contento Okita al verlo salir de la habitación sin su hermana, aunque Hijikata tampoco traía una buena cara.- ¿En donde esta mi hermana?.- insistió al ser ignorado por el Vice comandante.- Oe! Te estoy preguntando en do-
-Iré a dar una vuelta.- interrumpió ignorando por completo la rabia de su compañero. Se detuvo unos segundos en la entrada del cuartel para encender un cigarrillo y dar vuelta por la calle.
A Okita no le quedo más que callarse, pero un golpe le robo la atención, vio que provenía del cuarto en donde estaba su hermana y reaccionando rápido corrió en su ayuda.
-Mitsuba-san!!- entró gritando exaltado, mas bruscamente volvió el silencio al ver el cuerpo inconsciente de su hermana tirado en medio de la sala.- Mitsuba!!.- volvió a gritar al tomarla en brazos y correr hacia el hospital, vaya coincidencia pues iban en el mismo camino que Hijikata. El pelinegro giro hacia atrás al escuchar el estruendo de la gente. Apenas reconoció a aquel castaño como su compañero sus ojos detonaron en espanto al ver que cargaba a su hermana quien no se veía nada bien por más lejos que la viera.
Okita paso a su costado, mas no paro ni un segundo en decirle nada y siguió corriendo hacia el hospital.
El cigarro se le resbalo de las manos, “no puede ser”, pensó mas sus manos temblaban como nunca y no pudo pensar más que ir detrás de ellos. Pero quiso guardar distancia, tal vez el genio de Okita no se podría contener por más tiempo.
Al fin habían llegado, tan pronto como se pudo, llegaron un grupo de doctores y la recostaron en una camilla. Después de unas cuantas señas que Hijikata entendió, el grupo de doctores y enfermeras entraron a una sala y dejaron a Okita solo en la espera de nuevas noticias.
Hijikata guardo el aliento lo más que pudo, manteniéndose lejos del castaño pues no quería incomodar. Después de varios minutos exhaustivos para ambos, vieron al doctor salir del cuarto, apenas estaba a unos cuantos pasos de él, Okita se levanto del asiento. Desde donde estaba Toshiro no podía escuchar nada, mas el gesto de negación del doctor lo dijo todo. Mitsuba estaba muerta. Aquella noticia derrumbo a Sougo mientras que había parecido despedir a Hijikata.