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Siempre estaré junto a ti por Antigona Greenwood

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Notas del fanfic:

Descargo de responsabilidad: Naruto no me pertenece, sólo uso sus personajes para escribir las retorcidas ideas de mi cabeza.

Advertencias: Universo Alterno. Yaoi (chicoxchico). Esta historia tendrá un sinfín de situaciones dramáticas, y los primeros cuatro capítulos servirán como una guía para conocer el mundo y las situaciones donde se desarrolla la trama. Este fic tenía otro título, pero la historia era tan asco que la eliminé, y con ayuda de mi beta pude encarrilarla y hacerla mucho mejor.

 

Y... creo que eso es todo jeje. Es el primer fic oficial de Naruto que hago, así que apreciaría sus comentarios, aunque sea sólo para decir "que asco de historia". Sin más, disfruten la lectura...

Notas del capitulo:

Este no tiene advertencias, salvo que está medio raro... No sé, me gustaría ver que opinan

Prólogo

La cafetera comenzó a silbar, indicándole a Mikoto que el café para su esposo y su invitado ya estaba listo. Con calma, apagó el aparato y terminó de servir los bocadillos en una bandeja. En el pasillo, Sasuke gateaba con una soltura impropia de su edad para escapar de su hermano mayor, quien lo buscaba para llevarlo a la sala. El pequeño se detuvo frente a la pared de la ventana, que poseía una especie de tragaluz cerca del suelo, donde el bebé apoyó sus manitas sobre el vidrio.

-¡Sasuke! ¡Te encontré! – dijo un niño pelinegro corriendo con una sonrisa hacia donde estaba su hermanito.

Antes de llegar a él, una ráfaga de viento se coló por la ventana alborotándoles de manera brusca los cabellos y de paso tirando varios papeles de una mesita cercana. Impaciente, Sasuke señaló hacia el tragaluz con un dedo, a la vez que miraba a su hermano.

-¿Qué hay ahí, Sasuke? - dijo Itachi, acercándose para ver qué quería mostrarle el pequeño y pasando una mano por su cabello - Ahí no hay nada, hermanito. Ahora, vamos, mamá ya preparó los dulces.

Itachi cargó a Sasuke y se dispuso a llevarlo a la sala. De camino se cruzaron con Mikoto, que llevaba la bandeja con los dulces y las tazas en sus manos. Sonrió con ternura al ver a Itachi cargando a Sasuke de esa forma, y entre los tres pasaron a la sala.

-Gracias – dijo Fugaku cuando su esposa colocó la bandeja sobre la mesa.

-Muy amable– agradeció Kakashi, e inclinó la cabeza en un gesto de cortesía.

Ella se alejó, recogiendo unos papeles que habían caído y tomó asiento en el sofá contrario para vigilar a los menores que jugaban en la alfombra. Un escalofrío la recorrió de pies a cabeza. Una sensación extraña, como el presentimiento de que algo importante sucedería la aturdió por un momento. Los niños habían parado su juego por un instante y los dos hombres en la sala se tensaron.

Despertó del letargo, cuando tres golpes anunciaron que un visitante llamaba a la puerta. Kakashi se levantó por inercia, y Fugaku se adelantó para abrir la puerta

-¿Qué necesita? – preguntó de manera aún más seca que la habitual.

Hubiera sido más cordial, pero el visitante estaba cubierto con una capucha negra y no podía verle el rostro. Encorvado, lo único que lo diferenciaba de la noche eran unos mechones de cabello pelirrojo que sobresalían de su ropa.

No respondió. Rápidamente, para evitar que Fugaku lo detuviera, el desconocido entró a la vivienda, pasando a la sala y parándose frente a Kakashi, que había vuelto a tomar asiento. En un acto protector, Mikoto abrió los brazos para acoger a Itachi y a Sasuke.

-¡Oye! ¡Será mejor que salgas de aquí si no quieres terminar muerto! – gritó Fugaku, activando el Sharingan.

En el sofá, Mikoto esperaba alguna distracción para sacar a sus niños del peligro.

-Kakashi Hatake ¿Cierto? – dijo el visitante al ninja copia, nombrándolo como lo harían en el Mundo Humano.

El peliblanco mantenía una aparente calma, pero sus músculos estaban en tensión ante el extraño flujo de chackra del desconocido. No, eso no era chackra. Pudo notarlo en cuanto entró. Estuvo seguro de ello al ver a Fugaku abrir los ojos sorprendido. El que hablara con una voz mecánica indicaba que estaba usando un traductor. Debía ser un váltrico, o un demonio atrapado en forma humana para tener esa energía. Sin embargo, seguía sorprendido al darse cuenta de que su cuerpo actuaba como una presa ante su depredador al sentir la fuerza que emanaba la criatura. No entendía el por qué de esa reacción y eso lo estaba preocupando.

Para no delatarse y a la vez obtener un poco de calma, solo asintió con la cabeza.

-Por favor – dijo el encapuchado, extendiendo un bulto enmantado que llevaba escondido entre sus ropas – Debes cuidarlo.

Las mantas se deslizaron con movimientos suaves, dejando ver aquello que empezaba revolverse entre las manos del desconocido. Un pequeño bebé de no más de mes y medio que emitía el mismo flujo de chackra que un bebé Humano.

-Oh, por dios ¿Pero qué haces? – dijo Mikoto, con una voz que reflejaba entre asombro y enojo - ¿Cómo le vas a entregar a tu hijo a un desconocido?

Ambos hombres asintieron internamente. La joven madre acarició los cabellos de sus retoños como queriendo afianzar sus palabras.

-No es mi hijo – contestó la figura, acercando al bebito a su cuerpo, el traductor emitió un sonido como de interferencia telefónica – Pero lo quiero como si fuera mi propia sangre. A donde yo voy no puedo llevarlo, será un blanco constate. No voy a arriesgarle.

A pesar del tono monótono y mecánico de la voz, la pelinegra reconoció esa preocupación propia de una madre hacia su hijo. Debía dolerle en el alma dejar al niño, pero no tenía otra salida. Suponiendo que el desconocido pertenecía a las Tierras Váltricas o al Inframundo, el pedido cobraba sentido. Sin embargo, el encargado de la tarea de cuidarle no se veía muy convencido.

-Yo no tengo por qué cuidar a un niño que no es mío – dijo Kakashi, parándose y con intenciones de marcharse.

-Te hemos seguido – dijo el encapuchado; el ninja se detuvo en seco – Estudiado tus movimientos y rutinas. Eres el más adecuado para protegerle hasta que llegue el momento.

-Ese no es motivo suficiente para obedecerte – Kakashi estaba más evasivo al saberse vigilado y no haberse dado cuenta.

-Algún día sabrás el motivo – contestó la figura negra – Cuando vengamos por él.

Fugaku no había bajado la guardia desde que la criatura entró a su casa y ahora estaba desenvainando la katana que había tomado sin que ninguno se diera cuenta. No estaba feliz con ese individuo en su sala de estar, y se tensó aún más al escuchar que en un futuro recibirían más visitas indeseadas.

-El clan Uchiha estará exento de cualquier ataque por parte nuestra o de nuestros enemigos, eso puedo asegurárselo señor – dijo el desconocido al ver la tensión en el hombre.

-Por última vez, no voy a hacerlo – espetó Kakashi; aquello estaba rebasando los niveles de una conversación cuerda. En primer lugar, él no era niñero de nadie, menos de un niño que – ya lo había decidido – pertenecía a las Tierras Váltricas; y segundo ¿Qué demonios hacía un váltrico en el Mundo Humano.

Como si pudiera adivinar su negativa, Sasuke rompió en llanto antes que el ninja copia se marchara. Mikoto intentó consolarlo con mimos y susurros, pero Itachi sabía exactamente el motivo de su llanto.

-Sasuke quiere que el niño se quede – dijo el pelinegro, viendo alternadamente al desconocido y al socio de su padre.

Fugaku hubiera preferido que su hijo mayor cerrara la boca, pero era consciente de que Itachi no le desobedecería por cualquier trivialidad. Sin embargo, seguía incómodo con la situación porque consideraba al desconocido una amenaza.

Una sonrisa oculta por sus ropas adornó los labios del encapuchado antes de volverse a su objetivo.

-Por favor – dijo el desconocido – Solo… cuida que siga con vida hasta que yo vuelva. No te pido nada más.

La figura negra extendió los brazos, ofreciendo de nuevo al niño. Kakashi aún no sabía que hacer y tampoco quería obligarse a decidir. El bebé en los brazos del desconocido se revolvió y empezó a agitar sus bracitos, provocando en el adulto sensaciones encontradas. El ninja copia suspiró derrotado y tomó al niño en brazos, quien de inmediato se sujetó de sus prendas con dos fuertes manitos. Miró de nuevo a la figura, que emitió un sonido similar a un suspiro. Vio la luz parpadeante del traductor en el cuello de la persona y a continuación un chirrido agudo similar al de un parlante defectuoso.

-Gracias – fue lo último que dijo, antes de caminar a la salida.

Fugaku no le detuvo. Sólo le dio paso para que el encapuchado se fuera y no regresara. Antes de salir por el umbral, Kakashi le preguntó una última cosa.

-¿Cuál es su nombre? – refiriéndose al niño.

El desconocido se giró y titubeó un momento antes de contestarle.

-Uzumaki… Uzumaki Naruto.

Notas finales:

Y? Les gustó?


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