QUIERO UN HIJO
Quiero un hijo, había dicho su pareja y su mundo había caído en desgracia por esas simples palabras.
Un hijo, no es que no pensara alguna vez en tener uno, en mas de una ocacion pensó en un pequeño ser con sus características, con los ojos de su pareja y por supuesto con su cabello, rogando al cielo por que la tan nombrada genética de la cual hablaban los muggles no afectaran a su hijo en este aspecto.
Un hijo, un hijo, no podía creer que después de tanto tiempo le pidiera eso, no cuando pensó que se burlaba de el cuándo se lo había sugerido en sus primeros años de noviazgo escuchando como respuesta solo su risa, pero sabía que en esta ocacion no ocurriría lo mismo, no al ver su semblante triste por verse negado de uno de sus mayores anhelos de la niñez y mucho menos cuando la comadreja pequeña le restregaba en la cara el par de demonios que había tenido con su esposo Hufflepuff. Entonces por primera vez pudo ver en Harry arrepentimiento y aquello dolió.
Un hijo, Merlín santo, él quería un hijo, uno suyo, uno de los dos, y el deseaba dárselo con todo su corazón, sino hubiese un pequeño problema con esto…
La edad.
Cuando supo que Harry dejaría las faldas por los pantalones, mejor dicho ciertas faldas de una peli roja por sus pantalones, no solo le insinuó una vez que estuvieran juntos, sino que se declaro dispuesto a tener un hijo, cosa que encontró gracioso riendo a sus anchas por creer que se trataba de una broma para después horrorizarse al darse cuenta que no se trataba de aquello, dando como resultado que no le tocara por un mes completo. Lamentablemente después de ese episodio habían estado separados por un par de meses en los cuales no solo la comadreja menor, sino otros intentaron consolar sin mayor éxito al héroe del mundo mágico que como bien el mismo lo había sentenciado volvia directo a los brazos de quien realmente amaba, pidiéndole perdón por su gran idiotez.
Y después de años de estar juntos, de pleitos entre ellos y sus familiares, de separaciones esporádicas, de haberse comprometido, de haber por poco perecido en un estúpido accidente al combinar mal ciertas pociones y haberse casado apresurados pensando que no lo contarían dos veces, la vida no solo parecía perfecta, sino plena y llena de felicidad por primera vez en sus vidas, hasta que el salió con aquella propuesta que estaba a punto de derrumbar su felicidad.
“Tengamos un hijo”.
Y no es que el no quisiera, quería, claro que quería pero también temía que por haber esperado tanto tiempo no fuera posible y la duda de que no lo consiguieran lo estaba corroyendo por dentro con imágenes de futuros inciertos en donde Harry le abandonaba por no poder darle lo único que deseaba en esta vida.
Se mordió las uñas a mas no poder, era un feo habito, ya lo sabia, mas no le importaba, no era la primera vez que estaba en esa situación desde que aquella propuesta había salido de la nada y no creía que fuera la ultima, una terrible angustia lo abordo, no sabia si resistiría nuevamente un lo siento Sr. Malfoy, falsa alarma o Sr. Malfoy ya le explique que no era factible por su edad y por su sexo que tuviera éxito. ¡Al diablo!, él era un Malfoy y ellos no se daban por vencidos,… a si tuvieran todo en su contra.
Por fin el pergamino le fue entregado, una vez más, y con manos temblorosas no atino más que a guardarlo en su túnica mientras el mendimago le decía que era lo que se suponía para desaparecerse de su consulta a refugiarse en el seno de su hogar o el que hasta ese dia lo fuera.
Respiro hondo al llegar a su hogar dejando el dichoso pergamino sobre la mesa de la cocina aun sin abrir.
Quiso llorar cuando le escucho llamarlo, sentía decepcionarlo otra vez y tener que enfrentar aquel semblante lleno de resignación, afirmando que en intentarlo estaba la entretención y deseo reír por aquel comentario pero absteniéndose cuando lo vio entrar al cuarto con el maldito pergamino en la mano.
Ya lo había abierto y le miraba con lagrimas en los ojos, se sentía morir, ya estaba, no lo soportaba mas, le iba a dejar, se buscaría una copia de la comadreja menor y tendría una docena de hijos que serían la copia exacta de su padre y que para su desgracia se toparía reiteradamente en más de una ocacion en el callejón Diagon como recuerdo viviente de lo que nunca pudo darle, una imagen que sería una puñalada que con el paso del tiempo terminaría por hacer lo que Azkaban no pudo, matarlo.
Sintió como sus fuertes brazos lo rodeaban hasta el punto de asfixiarle, mas no le importo, porque sería la última vez que tuviera aquel tipo de contacto con su pareja. Le separo abruptamente y le dolió hasta el alma porque sabía que era el adiós definitivo. Sus labios apresaron los suyos con violencia y después con delicadeza como dándose cuenta de su error, pero era tarde, ya lo había puesto en alerta y sabía bien lo que venía.
Pero de todo lo que espero Draco que sucediera lo que menos se le paso por la mente fue escuchar un sonoro “Te amo” acompañado de una gran sonrisa.
El aun sostenía el pergamino y pudo ver algo que ignoraba completamente pero que ya veía con mayor claridad gracias a su amado.
“Vamos…voy…estoy… ¡Harry vamos a tener un bebe!”
Fin