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Tentación por Aura J

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Notas del fanfic:

Hola, soy yo, Aura Johannessen. Les traigo para ustedes mi nuevo fic, Tentación, espero que les guste, besos.

En la gran Iglesia de un pequeño pueblo, se encontraban muchas personas. El Sacerdote Gordon se encontraba dirigiendo la misa, acompañado de su amable, hermoso, y católico hijo Bill. Quien hace dos años había dado la primera comunión, y desde eso entonces, prometió ser la persona más buena que se pueda conocer, sería como su amado padre.

Al terminar la misa, Bill, esperó a que todas las personas se hayan ido, y cuando eso pasó, fue hacia la habitación donde se encontraba su padre y lo felicitó por su increíble trabajo. –Papi, papi, lo hiciste muy bien, cuando sea más grande quiero ser como tú- dijo el pelinegro mientras abrazaba a su Sacerdote.

-Gracias hijo. Lo serás, muy pronto serás como yo, y es muy fácil, sigue con ese buen camino que estás siguiendo y verás cómo lo lograrás, ahora por favor vete a casa a dormir, te daré unas monedas para el bus, mañana tienes escuela así que duerme- dijo su padre amablemente.

-Claro papi, no te preocupes que yo tengo unas cuantas monedas, me alcanzará para llegar, hasta mañana- dijo regalándole un beso en la mejilla.

-Adiós hijo- dijo el hombre observando como el pequeño niño de 13 años se alejaba lentamente.

Mientras Bill caminaba por las calles, saludaba amablemente a las personas con las que se encontraba, y ellas le saludaban con la misma amabilidad, y así fue todo el camino a casa, o eso pensaba. Cuando llegó, estaba a punto de abrir la puerta de casa, pero escuchó ruidos, gritos e insultos de la casa de al lado. En esa casa vivía una familia muy diferente a la de Bill. Era una familia mala, egoísta, de puros delincuentes. La madre era una stripper, el padre un vago que se la pasaba mirando la televisión, fumando y tomando todo un barril de cerveza sentado en su sillón, la hija mayor era una prostituta, y el hijo menor, bueno, Bill no conocía al hijo, pero tenía fe en que sería una muy buena persona.

En ese momento comenzaron a escucharse miles de insultos y gritos del padre, parecía que estaba enfadado con alguien, pues así era. Bill se tapó los oídos para no escuchar las horribles malas palabras del padre, pero sin dejar de ver que estaba pasando para tanto escándalo.

-¡¡¡ERES UN HIJO DE &¡@%? TÚ NO SABES HACER NADA BIEN MALDITO @%$!& AHORA TRAÉME OTRO BARRIL DE CERVEZA, PUEDES HUSAR LA PISTOLA SI NO TE VENDEN NADA POR TU MALDITA EDAD DE 13 AÑOS, Y SI NO VUELVES EN DOS MINUTOS TE DEJO EN LA CALLE Y TAL VEZ TE &$%?!@ AHORA VETE!!!- gritó el señor mientras empujaba a alguien por la puerta y la cerraba con un portazo.

Después del escándalo, Bill miró hacia la persona que había sacado e intentaba saber de quién se trataba, pues no lograba ver muy bien por la oscuridad. La persona estaba devastada, cansada, y parecía que también golpeada. El pelinegro siguió observando hasta que el sujeto llegó a la luz y lo descubrió. Era un chico de su misma edad, alto, piel bronceada, usaba enormes ropas, una gorra, y con rastas que caían por su espalda. –Seguramente ese es el hijo- dijo Bill sonriendo. –Hola, ¿cómo estás?- lo saludó amablemente.

El otro chico volteó para ver de quién se trataba. –“Con que es ese chico católico hijo del tal Sacerdote ese”- se dijo así mismo. Lo miró de reojo y sonrió. –“Pero, es muy… Hermoso, sexy, su cabello negro brillante y sedoso, sus ojos, su piel tan blanca y apetitosa, alto, delgado y esbelto, y, y, esos labios, quiero comerlos, es muy sexy como para ser un simple chico católico”- pensó mientras se relamía los labios.

-Creo que no tuviste un muy buen día, me gustaría acompañarte un rato para poder conocerte mejor, pero no puedo, tengo que ir a dormir, mañana tengo escuela, te deseo suerte, adiós, que duermas bien- dijo Bill mientras sonreía amablemente y entraba por la puerta sin dejar de ver al otro chico.

El de rastas lo miró entrar a su casa. –Serás mío- dijo mientras bajaba una de sus manos lentamente hasta su entrepierna y comenzó a frotar suavemente en su miembro comenzando a sentir la pasión que le encantaba sentir siempre, a diario.

-Algún día, serás todo mío, y además, a mi me gustaría jugar contigo, te enseñaré todos mis juegos sexy niño católico-


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