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Tentación por Aura J

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Al día siguiente, Bill se despertó temprano. Preparó el desayuno para él y para su padre, y se fue hacia la escuela en bus como hacía siempre. Mientras saludaba a la demás gente amablemente sonriendo, con fe de que ese día sería otro de los más bellos de su vida.

En otro lado, el chico el cual había conocido la noche anterior, se encontraba durmiendo como un tronco en su cama. Hasta que su hermana mayor se subió en él y comenzó a frotar su entrepierna contra la de su hermano con intensión de despertarlo. –Vamos hermanito, despierta, ya es tarde, tienes que ir a la escuela- dijo mientras se frotaba en él.

-Maldita &$@!% Aléjate de mí, verás cómo te golpeo si sigues así- le gritó mientras la empujaba.

-¿Qué pasa Tomi? Antes te gustaba, ¿acaso te está empezando a gustar alguien?- preguntó la mayor curiosa.

-Qué te importa, y soy Tom, no Tomi-

-Lo sabía, ahora dime, ¿quién es la afortunada?-

-Nadie, ahora vete y déjame cambiarme-

-Igual me lo contarás, yo voy a conducir- dijo mientras se reía.

-Eres una $%&@¡!- gritó mientras le cerraba la puerta de un portazo.

Cuando estuvo listo, el rastudo salió de su habitación, se robó el desayuno de su padre ya que él aún seguía durmiendo y se fue al auto de su hermana.

-Ahora dime, ¿quién te gusta?- preguntó su hermana mientras comenzaba a conducir.

-Está bien, te lo diré porque sé que si no te lo digo no me dejarás en paz-

-¿Y quién es, Tom?-

-Es… es… es… Es un chico-

-Oh, mi hermanito es un gay- dijo entre risas.

-Cállate- le gritó. –Es ese chico católico que vive al lado-

Su hermana lo miró asombrada y al mismo tiempo asqueada. –Pero es católico, eso no es lo tuyo, tú eres ateo-

-Lo sé, pero, verás cómo lo voy a conquistar, se convertirá en mi juguete erótico, todo eso de ser católico desaparecerá de su mente cuando haya logrado conseguirlo- dijo imaginándose al chico desnudo en su cama, lo cual lo hiso relamerse los labios de excitación.

 

Al llegar a la escuela, Bill, se sentó en su respectivo lugar, saludando a los compañeros, y en especial a su mejor amigo Gustav, quien era hijo de un buen Pastor católico muy amigo de su Padre. Ambos se sentaban juntos, por eso siempre antes de comenzar las clases conversaban un rato.

Paso un buen momento, hasta que otro chico llegó a la clase, era Tom, paso por los demás pupitres hasta llegar al suyo, se sentó y saludó a su amigo que se sentaba a su lado, Georg. Él también era hijo de delincuentes, su padre estaba en la cárcel por robo de un banco, su madre hacia stripper, era muy amiga de la madre del rastudo, y su hermano mayor, vendía drogas y películas piratas. Al pasar el chico por delante del asiento donde se encontraba sentado Bill, ambos adolecentes cruzaron miradas y se quedaron viendo hasta que el rastudo se sentó.

-¿Bill, qué pasa?- preguntó Gustav mirándolo preocupado.

-¿Eh? Ah, no, no pasa nada, es solo que…-

-¿Qué? Bill, tú sabes que es un pecado mentir-

-Lo sé, pero no estoy mintiendo-

-Entonces….-

-Lo que pasa es que, a ese chico lo conozco, es mi vecino, lo vi ayer-

-Sí, y también es nuestro compañero desde que tenemos 9 años, no hay porque asombrarse- le dijo el rubio mientras le daba unas palmaditas a la espalda del pelinegro.

-Es que él viene de una familia de delincuentes, así como ese chico Georg, pero tengo fe en que es muy buena persona, y siempre quise hablar con él un poco-

-Entiendo, me parece bien que pienses eso- sonrió.

Mientras charlaban, Tom, se sentó en su pupitre y abrió los cuadernos para copiarse del los deberes de la persona que estaba a su lado, su mejor amigo, Georg. Tomó el cuaderno sin pedirlo prestado y comenzó a copiar.

-Hola, Tom- lo saludó el chico observando como el sinvergüenza de su amigo copiaba sus deberes.

-Que onda- dijo sin prestarle mucha atención, porque estaba ocupado no solo copiando, sino también observando al pequeño y hermoso chico que la noche anterior le había llamado tanto la atención.

-¿Qué miras? ¿A quién vas a matar?- bromeó.

-No mataré a nadie idiota, mejor dicho, me acostaré con alguien-

-Ohhhh, interesante, ¿y quién es la desafortunada?-

-¿Desafortunada? Estará muy feliz de hacerlo conmigo, es él- dijo apuntando con su lápiz al pelinegro.

-¿El &$% católico ese?- preguntó asqueado.

-El mismo-

-Estúpido gay, él no sería capaz de hacerlo contigo, seguramente cuando se lo propongas se pondrá a rezar con su rosario en manos rogando porque no le hagas eso- dijo mientras se ahogaba en carcajadas.

-No soy tan estúpido como tú, voy a hacerlo de una mejor forma, juro que caerá a mis pies rogando porque se acueste conmigo, lo convertiré en mi juguete erótico- dijo lamiéndose los labios sensualmente.

En ese momento, la profesora entró al aula con varias hojas en sus manos, se sentó en su escritorio y miró a toda la clase, quienes ahora estaban callados y atentos, esperando a que comenzara a hablar.

-Buenos días clase- Los alumnos la saludaron a coro. –Antes de empezar con la clase, voy a dar un anuncio breve de lo que haremos hoy- Los adolecentes se miraron unos a otros con miedo. –Primero, voy a devolverles los exámenes de las últimas semanas, diré sus nombres y vendrán a recogerlo, ¿está claro?- Asintieron a coro. –Después, cambiaré de lugar a todos- Causó una conmoción entre los niños. –Eso es todo, luego seguiremos con el capítulo 45 del libro de matemáticas-

Los primeros en recibir sus exámenes, fueron, Gustav y Bill, los segundos fueron Tom y Georg. Al cruzarse, el rastudo y el pelinegro volvieron a cruzar miradas, hasta que se separaron. –“Eso fue incómodo”- se pensó Bill.

-¿Cuánto sacaste?-

-100, ¿y tú?- dijo orgulloso el pelinegro.

-100, nos fue de maravilla- le dije el rubio.

Mientras.

-35, subí un punto, no está mal, ¿y tú?- pregunto Georg mientras se rascaba la cabeza.

-49, subí un punto- dijo Tom mientras sonreía de lado.

-&%$!- insultó.

-No me importa lo que me digas, siempre seré mejor que tú- dijo mientras presumía.

-Ahora cambiaremos los lugares, primero, el señor Andrew Biersack se va al lado de la señorita Emy Lee- Comenzó a cambiar. Ya estaba cambiando a todos los alumnos, pero llegó lo que nadie se esperaba.

-Tom, cambia de lugar con Gustav- Todos en la clase comenzaron a hablar sobre eso. Porque todos sabían que el rastudo era un aprendiz del infierno y Bill, un aprendiz del cielo. Al igual Gustav y Georg, lo cual tal vez no sería muy bueno ponerlos juntos.

El de rastas llegó y se sentó junto al pelinegro, quien no se había molestado en verlo. Pero al sentarse, volvieron a cruzar miradas. Bill le sonrió amablemente con los ojos cerrados, mientras Tom le correspondió la sonrisa.

-Hola, soy Tom, Tom Trümper, somos vecinos, ayer por la noche nos vimos, no sé si te acuerdas de mí, en fin, creo que no nos presentamos como debía ser y me alegra sentarme junto a ti-

-Hola, yo soy Bill Kaulitz, encantado de conocerte, había escuchado mucho de ti y me hubiera gustado presentarme mucho antes, pero también me da gusto que te sientes junto a mí-

-Fantástico, entonces, como somos vecinos, ¿no te gustaría ir conmigo a casa? Yo pagaré el bus-

-Eres muy amable, pero tengo que ir a mis clases de canto a la Iglesia, pero volveré a las tres de la tarde, si quieres a esa hora podemos encontrarnos en la pequeña plaza del barrio- sugirió.

-Claro, me parece muy buena idea-

Al término de las clases. Bill se fue hacia la Iglesia, y Tom hacia su casa. Al llegar, ya se imaginaba lo que pasaría. Entraría por la puerta y su padre le tiraría una de sus botellas de cerveza la cual esquivaría con facilidad, y le comenzaría a gritar por haberse comido su desayuno. Su madre seguramente estaría practicando en su tubo de stripper semidesnuda y su hermana se reiría de él mientras miraba películas porno en las que ella actuaba como la principal. Suspiró. ¿Por qué su vida tenía que ser así? ¿Por qué no podía tener una mejor familia? No es tan feliz como parece.

Abrió la puerta, y una lata de cerveza vacía apareció en el aire pero logró esquivarla, su padre comenzó a gritarle por haberse comido su desayuno, su hermana comenzó a reírse de él mientras miraba películas porno en las que ella actuaba mientras su madre practicaba en su tubo de stripper semidesnuda. –“Ah, era al revés, primero sería mi hermana y después mi madre”- se dijo así mismo pensando en lo que había pensado hace rato.

Después del almuerzo, su hermana se fue a otra filmación para otra de sus películas, y su madre y padre se fueron a la discoteca donde trabajaban para prepara todo para la noche, dejando a Tom completamente solo. Esperando a que sean las tres de la tarde.

Pasaron las horas, y al fin. Tom se encontraba en la pequeña plaza del barrio esperando a Bill, quien después de cinco minutos llegó corriendo. -¡Hola, disculpa por el retraso es que tenía que terminar con la tarea!- gritó mientras se acercaba a Tom.

-No importa, me alegra que hayas venido- dijo mientras sonreía.

El pelinegro le correspondió la sonrisa. Esta era su oportunidad, hace mucho tiempo que quería conocer a este chico y al fin tuvo la oportunidad. No iba a arruinarlo, era una oportunidad única. Así sabría si era diferente a sus familiares, sabría si era una buena persona como siempre esperaba. Por ahora lo parecía. Porque se expresaba de una forma muy gentil y elegante con él, por ahora.

-Cuéntame sobre ti- dijo Bill.

-Bueno, no hay mucho por contar, digamos que no tengo las mejores notas, soy un poco sinvergüenza y… Toco la guitarra-

-¡Enserio! Fantástico. Si quieres puedes unirte al coro de la Iglesia como guitarrista, hace mucho que necesitamos uno-

-Gracias por la oferta, pero tal vez no sea el indicado para ese tipo de cosas, pero lo tomaré en cuenta-

-¿Por qué?-

-Bueno…. es que… ¿cómo te lo explico? Soy ateo- su sonrisa desapareció, al igual que la de Bill.

-Oh… esta… bien… no importa, entiendo… no me gusta juzgar a las personas-

-Perdón, sé que te decepcioné-

-No, no importa-

Dejaron el tema a un lado y comenzaron a hablar más sobre ellos. Cada vez se conocían mejor. Y a Tom, se le ocurrió invitar a Bill a su casa, lo cual lo puso muy feliz, por el hecho que conocería el lugar en el que vive. Caminaron un poco mientras no paraban de hablar. Cada vez se ganaban más confianza el uno al otro.

Al llegar a su casa, el rastudo abrió la puerta lentamente mientras lo invitaba a pasar. La casa era un desorden, pero el cuarto del rastudo era más limpia, lo cual hiso contento a Bill. Tal vez no era completamente igual a su familia. Tal vez podría ser un chico más diferente. El pelinegro sonrió para sí mismo.

-Perdón por el desorden de la casa- dijo mientras cerraba la puerta.

-No importa- dijo ignorando que Tom los había encerrado.

-¿Y, qué quieres hacer?- preguntó poniendo las manos en sus bolsillos. Bill se lo pensó un poco mientras ponía uno de sus dedos sobre su boca. En ese momento, Tom no pudo dejar de ver esos labios tan hermosos y provocadores. Se acercó lentamente al pelinegro y apoyó las manos en la cama. Donde estaba sentado Bill, acorralándolo con sus largos brazos y con su rostro muy cerca del otro.

-¿Qué haces?-

-Canta-

-¿Qué?-

-Dijiste que sabías cantar, entonces canta para mí- dijo mientras se acercaba más al otro. El chico tragó duro antes de responder.

-No, me da un poco de vergüenza, más cuando me estás acorralando de esta forma-

-Oh, por favor Bill, hazlo para mí- dijo apoyando su frente contra la del pelinegro. Logrando soltar un leve gemido de Bill  por la reacción del rastudo. Lo cual excitó al de rastas haciendo que se ponga duro en una parte.

La posición en que estaban hiso que Bill tenga una vista directa a la entrepierna de Tom, en la cual se notaba perfectamente un enorme bulto en sus pantalones. Cerró los ojos para no verlo. Pero tuvo que volver a abrirlos al sentir otro contacto con Tom, pero uno muy diferente. Mientras tenía sus ojos cerrados, escuchó un pequeño grito de Tom seguido por un pequeño empujón que lo hiso caerse en la cama mientras tenía algo caliente y pesado en su pecho. Era Tom. Al parecer el rastudo se había resbalado con algo en el suelo y había caído sobre Bill. Abrió los ojos, encontrándose con el rostro del de rastas en su pecho. Solos y encerrados en su cuarto. Tragó duro.

-Dios mío líbrame de ésta-     


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