Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

HARD LIFE por Blanwhide2

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Dicho y hecho ^^, actualizando a un poco mas de dos semanas, je~ 

 

Espero les guste.

 

 

Los personajes de Kyou Kara Maou no me pertenecen, son propiedad de su respectiva autora.




-Wuaaaah…- bostezo, estoy cansado, muy, muy cansado; miro de reojo a Will, luce tan emocionado y también muy despierto, será porque está acostumbrado a levantarse tan temprano, ¿no?

Suspiro, mirando por la ventana que está cerrada casi en su totalidad, - ne, Will – lo llamo y gira a verme, los dos estamos en el asiento trasero de una camioneta, conducida por un sujeto calvo, de nombre Dacascos si no mal recuerdo; suelto otro bostezo, ya llevamos como 15 minutos en el vehículo. – Llegaremos dentro de poco, no te preocupes, podrás dormir hasta las 12 p.m hoy si te apetece – sonríe y siento mis mejillas colorearse ligeramente. - ¿No crees que tus hermanos se molesten al llegarles a interrumpir el sueño? – pregunto tímidamente, Will niega con la cabeza enérgicamente sin dejar de sonreír, - en este momento son las 6 menos cuarto, lo que significa que todos despertaron hace 15 minutos – le miro sorprendido, - ¿se despiertan a las 5:30 a.m todos los días? – pregunto sin poder creerlo ni cuando él asiente, - madrugar es una gran forma de comenzar el día – asegura, convencido, río sin estar de acuerdo, - pero si te sientes cansado todavía, puedes dormirte, te despertaré cuando estemos llegando -, - ¿seguro? ¿no te molesta si lo hago? -, - para nada – sonríe de forma tranquilizadora, - adelante – indica y le agradezco infinitamente con la mirada, disponiéndome a tomar una posición cómoda para poder descansar.


.




.




.


- ¿Qué tienes? – pregunta Will, curioso al verme rascar mi cabeza, - nada, solo que… - río, sintiéndome miserable, - adivinaré, ¿el espacio no es suficiente como para que consigas una posición en la que te sientas a gusto? – asiento, dio en el clavo, -le escucho reír, - eres tan lento, Yuuri – le miro con un puchero, - no hagas eso – dice burlón, - ¿por qué simplemente no te echas en mis piernas? No tengo problema – sonríe, tengo la boca abierta, - pero eso… es para los enamorados – comento, en un susurro, algo avergonzado, - no es cierto, además nadie tiene por qué enterarse -, vacila, - pero si no te agrada la idea… -, - no es que no me agrade – me apresuro a decir y él vuelve a sonreír; ¿he metido la pata? – entonces solo recuéstate – dudo, pero a las finales lo hago, me siento… bastante cómodo así, de hecho, tanto, que me quedo dormido casi de inmediato.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Acciono uno de los botones de la portezuela que tengo al lado y de inmediato el vidrio semi polarizado de la ventana baja hasta quedar a la mitad, que es cuando suelto el botón. Suspiro, recargando mi brazo izquierdo en la puerta; el aire fresco que ingresa y circula a mi alrededor me relaja, porque si, aunque no lo demuestre me siento un poco estresado. No, no es porque me haya levantado a las 4 de la mañana, haya salido a correr por veinticinco minutos, haya hecho planchas y abdominales durante otros veinte, regresara, me diera un rápido baño, me cambiara, bajara a preparar el desayuno a las 5 pero no comenzara a hacerlo hasta 10 minutos después por causa de unas repentinas nauseas de origen desconocido, terminara de preparar el desayuno, (todo sin que nadie se diera cuenta), fuera a despertar a Yuuri, prácticamente lo arrastrara fuera de la cama y lo obligara a bajar a desayunar para después de haber terminado volver a subir por sus cosas (las mías ya se encontraban junto a la puerta) y en el momento de bajar nuevamente, oír el sonido del claxon de la camioneta que nos está transportando a donde vivo; no, en absoluto. La razón es… me es desconocida, y no me agrada en lo más mínimo.



Yuuri gira el cuerpo hacia un lado, acurrucándose y luego vuelve a girar, quedando frente a mí. Sonrío ligeramente antes de sentir sus brazos alrededor de mi cintura, y su cuerpo apegándose hacia adelante, suspirando. – Tienes frio, eh… - comento en un susurro, volviendo a sonreír, acaricio su cabeza apenas, su cuerpo tirita pero no quiero cerrar la ventana. Doy un vistazo a la parte trasera de la camioneta (donde está nuestro equipaje) y estiro mi brazo derecho hasta alcanzar una manta con diseño polar de color celeste y con ella lo tapo, vuelve a suspirar, acurrucándose todavía más y suavizando su agarre en mí solo para reafirmarlo a los segundos. Río en un tono bajo, es como un niño pequeño.

 

 

Estaremos llegando a mi casa a las 6 aproximadamente, apreto el mismo botón de antes, bajando por completo la luna y coloco mi codo en su lugar, apoyando mi cabeza en mi mano; es aburrido y nunca me he caracterizado por ser una persona paciente, puedo serlo, claro que sí pero en ésta ocasión no tengo ganas de esforzarme para reprimir mis ganas de volver a ver a mi familia. El sol empieza a salir por el este pero aún puedo ver la luna, ésta noche habrá luna llena.  Sonrío, el recuerdo del ajetreo de la noche anterior me ha venido de pronto a la mente.

 

 

 

 

 

Flash Back

-¿Cuánta ropa debería llevar, Will? – me preguntó Yuuri mientras le veía con el ceño fruncido y los brazos cruzados, acabábamos de terminar de cenar y al preguntarle si ya tenía todo listo me dio la sorpresa de que ni siquiera había empezado a empacar.

-La que creas necesaria teniendo en cuenta que solo serán dos días – ni siquiera quería hablarle en esos momentos, caminó hacia su armario y sacó un par de camisas, pantalones, un polo de manga corta, tres pares de zapatillas… Suspiré, caminando hacia mi maletín, el cual abrí y extraje el libro ´Ollantay´, era mejor que estar parado sin hacer nada de provecho; recosté mi espalda en la pared luego de cerrar y acomodar mi maletín junto a mi mochila, abriendo el libro. Pasaron algunos minutos en los que no hice más que concentrarme en la lectura. – Ya está – le oí exclamar contento al pelinegro, bajé el libro, encontrándome con la maleta que él llevaría cerrada y bastante abultada, - ¿qué tanto has metido ahí dentro? – cuestioné,- ¿uh? Lo necesario, como me dijiste – declaró con una sonrisa, cerré el libro entre mis manos y lo dejé a un lado, yendo frente a su maleta y abriéndola; lo miré,- ¿qué? – preguntó, - es un completo desorden – declaré, sacando todo y empezando a doblar las prendas correctamente para luego ubicarlas estratégicamente; sin permitirle ayudarme. Al terminar quedaba mucho espacio de sobra, volví a mirarlo, - así está mejor, ¿no te parece? – asintió, rascando su cabeza, - gracias – dijo, sonreí, - descuida, ¿seguro que es todo lo que necesitarás? -, - eso cre-- -, - ¡Yuu-chan! – le interrumpió su madre, entrando intempestivamente a la habitación y con una mochila al hombro, - ¿m-madre? – preguntó, visiblemente pasmado, - no puedo creer que te fueras a ir mañana temprano sin habérmelo dicho, eres un hijo mal agradecido, Yuu – chan – se quejó, haciendo un puchero al terminar, se acercó a Yuuri y le entregó la mochila con la que había entrado, disculpándose de paso conmigo en el caso de que hubiera podido asustarme, - no se preocupe, Miko – san – le dije con una sonrisa a lo que ella se emocionó, llamándome 'lindo'. – Emh… ¿Qué es lo que hay aquí, madre?-, - es mamá, Yuu – chan, y son un par de pijamas y pantuflas – respondió con naturalidad,- oh, claro y también metí tu móvil, no olvides llamar a casa en cuanto hayan llegado – me miró, - Will - chan, por favor, cuida mucho de mi Yuu – chan – asentí, y le recitó el número de su teléfono fijo a Yuuri en voz alta, a lo que el pelinegro le recordó que lo tenía en listado rápido en su celular y quiera que no, me hizo reír.

Fin Flash Back.

 

 

 

 

-Llegaremos dentro de poco, joven – me indica Dacascos, - gracias por avisarme – le digo y él asiente; estiro mis brazos, sintiendo a Yuuri removerse un poco. Le miro y decido no despertarlo, después de todo no está acostumbrado a esto, y ya ha hecho más que suficiente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Abro los ojos, parpadeando repetidas veces y al voltear la cabeza me encuentro con una pequeña y elegante cómoda que tiene una lámpara y un reloj despertador sobre un mantel blanco, fijo los ojos en el reloj y me sorprendo al ver los números 11 y 57 en él, ¡pero qué tarde!  Me siento de inmediato y la colcha que me cubría termina a la altura de mi cintura. Veo la habitación en la que me encuentro por todos lados, diría que es el doble de grande que la mía y ni hablar de la cama, tiene casi el tamaño de una matrimonial pero el largo es un poco más prolongado; miro mis pies bajo la sábana y después los 40 o 45 centímetros aproximados que le siguen a la cama. Paseo mis manos por los costados de mi posición, se siente muy suave, es comodísima. – Que suerte tiene el que sea el dueño – pienso en voz alta, - muchas gracias – me responde una voz desde la puerta que acaba de ser abierta, sin hacer ruido alguno. Sonrío, - Will – exclamo feliz de verle y avergonzado también por la hora que es, - uh… -, - Gwendal-aniwe te trajo aquí cuando llegamos a pedido mío, ya no quise despertarte, te notabas bastante cansado -, abro la boca, - no me agradezcas, yo no hice nada, agradécele a mi aniwe en cuanto los presente como es debido – la cierro, formando una sonrisa incómoda y luego río ligeramente, con un asentimiento de cabeza. – Muy bien, ¿quieres tomar un baño antes de cambiarte? – niego con la cabeza, - en ese caso – hace una pausa y camina hasta un armario ubicado en la pared que da frente  a la cama y la abre, sacando mi maleta y cargándola de la manilla, girándose para encararme y camina hasta quedar junto a la cómoda, bajando la maleta y dejándola a su costado, - cámbiate. Cuando termines baja al primer paso y quédate junto a la puerta, ¿entendido? – asiento con la cabeza, - perfecto – dice y se encamina a la salida, - toma el tiempo que necesites, no hay prisas – concede antes de salir, y otra vez estoy solo. Le doy una segunda mirada al reloj, 12:01 p.m, suspiro y me levanto, tomo mi maleta y la pongo sobre la cama, abriéndola para luego buscar con qué me puedo cambiar.

 

.

 

 

 

.

 

 

 

.

 

Listo, doblo la ropa con la que dormí (no fue con un pijama), la meto en una bolsa plástica y la guardo en la maleta para después cerrarla y la vuelvo a poner al lado de la cómoda, dando un vistazo más al reloj. 12:12. Miro las cortinas cerradas, lo más probable es que no las haya abierto para que pudiera dormir a gusto. Sonrío y camino a la puerta de la habitación, saliendo. – Wow… - sale de mi boca, frente a mí una larga baranda blanca horizontal de madera, el cuarto del que he salido es el penúltimo de la fila que se extiende hacia la izquierda, sigo el barandal y me encuentro con las escaleras que dan al primer piso, con el barandal recorriendo ambos extremos y más a la izquierda la continuación del mismo con otras cinco habitaciones, en frente que sumando con las tres que pasé de camino, de la que salí y la que la antecedía darían 10 en total. Bajo las escaleras de escalón en escalón, salvo los dos últimos que corto de un salto, terminando con un ruidito al tocar el suelo. Un gran espacio y luego la puerta de entrada blanquísima. Miro a los lados, ¿y Will? Bueno, de seguro no tarda. Doy unos pasos hasta quedar junto al lado derecho de la puerta y ahí me paro. Pasan los segundos, los minutos. Me duelen las piernas, qué extraño, ¿consecuencia de toda la caminata de los últimos días? Seguro que sí, soy más de andar en bicicleta, hasta para la escuela que no queda muy lejos de mi casa la uso. Pensando en eso me distraigo un rato y no noto el sonido de pasos acercándose.

 

 

-Yuuri – escucho que me llaman, - ah, hol-- -, - te presento a Sangría, Doria, Lasagnia y a Effe – se hace a un lado y frente a mí veo a cuatro chicas, las cuales me hacen una reverencia y las imito, cada una se presenta y aclaran que son las criadas de la casa, encargadas de los trabajos domésticos, - ¿le gustan las galletas con chispas de chocolate? – me pregunta Effe, - me encantan – respondo y ella sonríe, - Effe es la mejor repostera que puedas encontrar y las galletas son su especialidad – comenta Will, la mencionada se sonroja, - n-no es para tanto, joven, no tiene por qué exagerar -, - que exagerar ni que nada, ya lo verás, Yuuri. Te maravillará el paladar – asiento, - si será así, lo espero con ansias – aseguro, emocionado y Effe se sonroja más, - me esforzaré por cubrir sus expectativas, joven – me dice con timidez y le sonrío, - no te preocupes, soy fácil de complacer – bromeo y todos reímos, excepto Will, que solo sonríe pero se nota que mi comentario le ha causado mucha gracia. - ¿Trabajan aquí desde hace mucho? – les pregunto, - uh… nos gustaría quedarnos a conversar, joven pero estamos ocupadas con el jardín, solo vinimos a pedido del joven Von Bielefeld para presentarnos -, - no se preocupen, yo me encargaré de lo que les falta, pueden quedarse y platicar, en cuanto haya terminado vendré y les avisaré -, - ¡pero, joven! – se escandaliza Lasagnia, - no te pongas así, me vendrá bien algo de esfuerzo físico – sonríe el rubio, - además, quiero hacerlo, ¿vale? Es decisión mía, no pueden desobedecer -, - p-pero… el almuerzo…- , - pueden comenzar a prepararlo a las 13:00 horas. Que será más o menos la hora en la que terminaré con el jardín – todas asienten, todavía con vestigios de renuencia, - vayan a la sala para que puedan estar mas comodos  -, - espera, Will, ¿estás seguro de que es una buena idea? – acabo de recordar lo ocurrido ayer, no sé por qué me he quedado callado escuchándolos hablar sin decir nada hasta ahora, - completamente – responde, confiado, - no está mal darles un pequeño descanso de sus actividades diarias a nuestras sirvientas – comenta, - e-entonces, por favor cúbrase bien del sol, hoy está muy fuerte – el oji esmeralda asiente, esbozando una sonrisa y se marcha, dejándonos a Effe, Lasagnia, Sangría, Doria y a mí ahí.

 

 

 

Me llevan a la sala y me piden que me siente en un sofá uni-personal, mientras que ellas se acomodan en uno más grande que está en frente. – bueno… ¿trabajan aquí desde hace mucho tiempo? – repito mi pregunta, - venimos trabajando con esta familia desde que se mudaron, hace casi 5 años – detalla Sangría, - Effe se unió un par de años después – agrega y la castaña asiente, - wuaaa, eso es mucho tiempo – digo sorprendido, - entonces las cuatro deben ser muy unidas – vuelven a asentir, sonrientes, - lo somos mucho, y en esta casa solo nos unimos mucho más cada día -, - ¿por qué? -, - nos hacen sentir  como si fueramos parte de su familia – dice Doria, con tono ligeramente quebrado, - aunque tuvimos una mala impresión del joven Von Bielefeld en un principio – comenta Lasagnia y Effe ríe, - no te rías, Effe – le reprocha Doria y ella se disculpa, - me ha dado curiosidad, ¿les importaría contarme que fue lo que pasó? – la pequeña esperanza de que den una respuesta afirmativa fija en mis ojos, las cuatro se miran entre sí y ríen, asintiendo, - claro, claro, podemos contárselo si así lo quiere -, - ¡grandioso! – exclamo, enérgico.

 

Doria se aclara la garganta,- muy bien, verá, lo que sucedió fue que… -

 

 

Flash Back

  

Unas jóvenes y un tanto nerviosas Sangría, Lasagnia y Doria tocan la gran puerta de entrada en la que (en ese entonces) hay un pequeño cartel que pone: ¨Se necesita personal doméstico¨.

Les abre un joven de cabellos negros amarrados en una coleta y ojos azules que las invita con cortesía a pasar y las lleva a la sala, indicándoles que por favor tomen asiento en el lugar en donde se encuentran sentadas en este preciso instante y les da a conocer que irá a avisarle a su madre de su llegada, diciéndoles que no ha de tardar mucho y que de ser así tengan un poco de paciencia.

Algunos minutos después el joven regresa con una mujer con una increíble figura, cabellos rubios largos y rizados y unos ojos verde esmeralda preciosos que las saluda con efusividad y casi de inmediato se sienta en el sofá ubicado al frente de ellas, el joven se despide con una venia y la rubia mujer comienza a hacerles preguntas, sobre sus cualidades, y luego debilidades pero en ningún momento pregunta acerca de experiencia ni nada parecido, lo cual las extraña pero aparte de ese detalle la pequeña entrevista sale a la perfección como se los dice la dueña de casa, que se presenta como Cecile Von Spitzberg quien prefiere que la llamen: Cheri, como ella misma les explica. Les da a conocer que las pondrá a prueba para así poder ver su desempeño de trabajo durante una semana y en base a eso decidirá si las contrata o no. Todo bien. Y entonces ella llama a sus tres hijos para presentarlos, alegando que espera se lleven bien. El primero en llegar es el chico que las recibió, luego, un muchacho más joven de cabello y ojos castaños y por último la réplica masculina y en miniatura de la dueña de casa. Los tres se presentan, con cortesía, dando nombres y apellidos, ellas se presentan también y luego el rubio se va sin siquiera despedirse. El mayor de los hermanos se disculpa en su nombre, excusándolo con el dato de que no le agradan las personas desconocidas que buscaban empleo en su casa. A ellas les parece muy raro pero aceptan las disculpas poniendo su mejor cara y ponen manos a la obra en ese mismo momento. Preguntan la ubicación de los útiles de limpieza y casi corren a por ellos, tomándolos y una vez en sus manos asean todo el primer piso de arriba abajo, lo mismo con las escaleras y el segundo piso, con excepción del penúltimo cuarto de la derecha, ya que cuando abren la puerta el joven dueño de cabellos rubios, ojos verdes y rostro angelical las echa usando la escoba con la que unos segundos atrás ha terminado de barrer el piso de la habitación y como consecuencia las tres muchachas acaban con las ropas con polvo al menos en un lugar; luego de eso y aunque piden perdón por no haber tocado antes, aún así la puerta les es cerrada de lleno en la cara y con bastante fuerza. Se van a la cocina, pasando primero por el baño para poder limpiarse, con la idea de que podrán alegrar el malentendido o bueno, alivianar el ambiente entre ellas y el –a ese paso- con suerte futuro amo con un delicioso almuerzo. Se esfuerzan arduamente con cada ingrediente y el resultado es satisfactorio, una platillo de dioses – exagerando un poco -, se fijan en la hora, apenas las 13:00 horas, y Cecile ya les ha explicado que en esa casa se desayuna a las 6:00 a.m, se almuerza a las 14:30 p.m y se cena a las 19:00 p.m, algo liviano para la última, una ensalada de frutas, quizás té, una taza de leche u café, pero nada exagerado. ¿Qué hacer por la siguiente hora y media? Entonces recuerdan el jardín trasero, de seguro necesita una podada o algo parecido. Salen a la parte trasera, quedando estupefactas; una vista preciosa, maravillosa. Cheri-sama acuclillada, sembrando una pequeña semillita marrón. Se le acercan y ella les sonríe al verlas. Se ofrecen a ayudar como es lógico y la hermosa mujer acepta encantadísima; les explica que deben hacer y como hacerlo. Entre las cuatro el trabajo es rápido y muy divertido, al finalizar la patrona les concede un paseo por el lugar, extenso para tratarse solo de un patio trasero – y cercado por muros, cubiertos casi en su totalidad por verde, cabe mencionar - .

Dan las dos y veinticinco en lo que ellas terminan de recoger la ropa de los cordeles y la planchan; con todos sentados en el comedor se presentan con los platos de sopa primero, todo va bien, recibien elogios de parte de todos e incluso un ´nada mal´ del menor pero en el segundo plato algo sale mal. No saben por qué pero el rubio se altera en cuanto huele el platillo, intenta controlarse ante el pedido de su madre pero en el momento en que las muchachas se le acercan pidiendo disculpas y preguntándole que es lo que pasa, el ojiesmeralda se levanta bruscamente de la mesa y casi grita, diciendo : ¨Le habéis puesto cebolla. ¡No tolero la cebolla!¨ Para luego irse con el ceño fruncido, dejándolas a las tres con la boca abierta. ´´¡Pero qué muchacho para más exagerado y malcriado!´´ Piensan a trío sin dudarlo pero lo que más les sorprende es lo preocupados que lucen los otros tres miembros de esa familia, oh esperen, no es preocupación lo que ellas ven, sino tristeza. Ellas se sienten ofendidas y hasta enfadadas, ¿no debe ser esa también la expresión que debe reflejarse en esos tres rostros ajenos? A lo menos en el de la madre sí debía. Reciben otra disculpa con una excusa a la que no ponen atención al seguir viendo por donde se ha ido el rubio, la aceptan y también ellas se disculpan.  

No vuelven a ver al rubiecito por el resto del día, según les explican más tarde el chiquillo rara vez cena pero está en buena condición física así que no les preocupa. Los cinco días siguientes no vuelven a toparse, solo lo ven cuando regresaba de la escuela, y a veces, ni eso. No les molesta, tampoco entran a su cuarto ni tienen ganas, no después de aquel trato tan feo el primer día. En cuanto a la comida se encargan de no volver a usar cebolla en ninguno de los platillos que esté destinado para el ojiesmeralda, y si en caso es necesaria lo condimentaban lo necesario como para que no se note.

Y llega el sábado, el último día de prueba; descontando los mínimos sucesos del primer día de su estancia todo había salido viento en popa. Ese día van a ir de compras y ya tienen la lista y sus bolsos para cargar todo lo que comprarán. Cecile las intercepta en la puerta, con su idéntico y menor hijo tomado de los hombros, quien está con los brazos cruzados, - él irá con ustedes – les da a conocer con una gran sonrisa, - será su guardián, no queremos que les pase nada, ¿verdad? – aprecian el gesto, es de buena voluntad sin lugar a dudas y no se van a poner a discutir. Las tres salen con el chiquillo rubio siguiéndolas a una distancia prudente; ¿se sienten incómodas? Sí, y mucho pero se las arreglan para disimularlo lo mejor posible. Llegan al mercado algo cansadas, el camino a pie es largo y no quieren tomar un transporte, el muchacho no pregunta nada, siendo específicos ni abre la boca. Se pasean una media hora buscando y comparando productos y precios, asegurándose de escoger los mejores. Deciden regresar también a pie, y a mitad del camino cuando están cruzan por entre unos callejones desolados se aparecen dos sujetos corpulentos, uno de ellos armado. Están aterradas, no pensaron que realmente podía llegar a ocurrir algo como eso. El hombre sin arma sale corriendo en su dirección con claras intenciones de golpearlas; cierran los ojos y el sonido de golpes, de algo cayendo al suelo junto con una maldición y por último el sonido de un disparo las hizo reaccionar, abren los ojos lentamente, temiendo por la escena que van a  encontrar. E inmensa es su sorpresa al ver frente a ellas al hombre que había venido corriendo en su dirección en el piso, boca arriba, desmayado y a unos metros más al frente al otro boca abajo y el arma que portaba a su lado y, además, al menor de los hijos de Cecile dándoles a ellas la espalda, mirándolo y que luego sacando un pañuelo de su bolsillo levanta el arma, saca el casquillo y lo arroja muy lejos, volviendo a colocar el arma en el suelo y terminando por guardar de nuevo su pañuelo como si nada hubiera pasado para luego girarse hacía ellas y caminar hasta quedarles enfrente y pasarles la mano a las tres frente a la cara, preguntando: ¿se encuentran todas bien? Las tres le dan un ´sí´ como respuesta y con eso se da por satisfecho. El resto del camino de retorno es en completo silencio pero antes de entrar a la casa, el rubio se pone frente a las tres, - no le comenten a mi familia esto, por favor – les dice en un tono amable y sereno pero al mismo tiempo de advertencia a pesar de tener las palaras ´por favor´ en la oración. Cumplen, no se lo dicen a ninguno de los otros tres miembros.

Esa noche les es anunciado que el empleo es suyo y que se quedan.

Lloran de alegría y agradecimiento, abrazando a su nueva patrona y luego, abrazando al que las ha salvado horas antes.

 

Fin Flash Back

 

 

 

Tengo los ojos bien abiertos y las cuatro mujeres están sonriendo, - así que él ya había salvado a alguien antes… - digo casi en un susurro, - ¿cómo dice? – pregunta Sangría, - ¿antes? ¿A salvado a alguien más? -, asiento, - cuente, cuente – exigen todas, - a un niñito y también a mí -, - ¡¿Cómo?! -, - ¿a usted? -, - ¿también a usted? -, - el joven Von Bielefeld es tan noble – sonrío, - ¿verdad que tiene un gran corazón? – asienten al mismo tiempo, - me pregunto por qué no lo admitirá –, - el joven es una persona misteriosa, incluso melancólica de vez en cuando – dice Doria, - yo creo que algo le debe haber ocurrido cuando pequeño – opina Lasagnia, - estoy de acuerdo – comenta Sangría, - sí, nadie es como es solo por qué sí – asegura Effe, - quizás… es así por qué perdió a su padre cuando era chico – opino yo, - puede ser – dicen Doria y Sangría al unísono, - pero ha de haber algo más – dice Lasagnia, - no me cabe duda – asiente Effe.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me estiro largamente, oyendo un sonido proveniente de mi espalda, suspiro. Ya he terminado, doy unos pasos para poder apreciar mejor la extensión de tierra, cubierta en su gran mayoría por flores de diversos colores.  Sonrío, como me gusta este jardín, tan colorido, tan vivo, tan… mío. Sí, porque así es como lo considero, como mío. ¿Por qué? Porque el primero en poner un pie en este que ahora es un hermoso jardín, fui yo. Lo recuerdo muy bien, en unas semanas se cumplirán 5 años completos desde que mi familia y yo llegamos a aquí, a este país, a esta casa. ¿La razón? Ansias de cambio, en general. Yo, particularmente, de un nuevo comienzo, de olvidar el pasado y todo lo ocurrido en él. Levanto el rostro, observando el amplio cielo celeste adornado por escasas nubes en movimiento lento y constante; el sol brilla con fuerza y una fresca brisa me da de lleno en el rostro. Regreso la vista al frente, dando un último vistazo y dándome la vuelta caminando, entrando por la puerta más cercana a la cocina para dirigirme a dar aviso a Effe y a las demás de que ya he acabado. Miro de paso uno de los relojes ubicados por la casa entera. Las 12 menos 5, vaya, no demoré mucho. Me decido por cambiar de rumbo e ir al baño primero. Al llegar me veo en el espejo que refleja mi cuerpo hasta el inicio del vientre que es en donde me llega el lavabo. Mis manos sucias, el rostro con manchas de tierra y la camisa que traigo puesta –todavía remangada – tiene polvo encima, doy una fugaz mirada a mis pantalones, el área de las rodillas una desgracia, las zonas que le siguen algo sucias pero aceptables. Sacudo mis ropas con fuerza. No logro un gran cambio. Bueno, de cualquier forma pienso darme un duchazo más tarde. Giro la llave del caño, lavo primero mis manos y luego mi rostro. El contacto del agua fría es exquisito, en especial en un día caluroso como lo es éste. Seco bien mis manos y rostro con la toalla blanca que está al lado y la vuelvo a poner en su lugar. Segunda mirada al espejo acompañada de un despojo de camisa para verificar estado de vendas. Todo normal. Salgo del baño terminando de abotonármela.

 

.

 

 

 

.

 

 

 

.

 

-Oh, joven Von Bielefeld – exclaman Effe, Doria y Lasagnia poniéndose de pie; no veo a Sangría, - Sangría fue a por un vaso de agua para mí – comenta Yuuri, le miro sonriendo, - ¿te hicieron hablar mucho? – pregunto en tono burlón, me devuelve la sonrisa y asiente, - ya me lo esperaba -, las tres chicas lucen avergonzadas y eso me produce cierto grado de gracia, - Will… - me llama Yuri, ladeando la cabeza y entrecerrando los ojos, - ¿tú estás… - se queda callado, sacude la cabeza enderezándola, - no, nada. Olvídalo -, le miro enarcando una ceja, - ¿qué es? Dime – insisto, - no. Nada, enserio – asegura. – Aquí está lo que me pidió – dice Sangría, haciendo acto de presencia y le entrega a Yuuri un vaso grande con agua fría, - muchas gracias – dice el pelinegro, cogiéndolo con una mano y tomándoselo en unos segundos; devolviéndoselo a la chica.


-Nosotras nos retiramos, jóvenes, con su permiso – las cuatro hacen una reverencia y se retiran en fila a la cocina para empezar a preparar el almuerzo.

 

Yuuri se pone de pie y se acerca a mí, estirándose, - ¿Qué tal estuvo la jardinería? -, - no tengo de qué quejarme -, sonríe, - oye… Will, acabo de darme cuenta de que no he visto a Conrad, ni a tu madre u otro hermano – asiento, - mi madre está desde ayer en un hotel cercano a la oficina de aplicaciones de pases para centros médicos especializados, estará de vuelta a más tardar a las 19:00 p.m, Gwendal-aniwe está muy ocupado en estos momentos en su habitación con las cuentas y otros asuntos de cuestión familiar y Conrad se encuentra en su academia de esgrima dando lecciones, llegará a eso de las 14:00 – se me ha quedado mirando fijamente, - lo dices como si nada – ese comentario me sorprende en un principio pero termino sonriendo, - estoy acostumbrado a ver a mis hermanos en horarios estrictos – explico, - ¿y a tu madre? -, - no realmente – sonrío.   Abre la boca y . . .

 

 

 

 

 

 

 

-¡Ya estoy en casa! – anuncia una voz femenina inconfundible, se le oye suspirar, - ¡no creerán lo que el jefe de onii-san me dijo hoy al llegar a reemplazarlo! – dice casi gritando, llegando a donde estamos Yuuri y yo, la recibo cruzado de brazos y con una expresión para nada feliz. – On-… o-onii - san… ¿e-eres tú? – suspiro, - soy yo, Elizabeth. Bienveni-… -, - ¡Oniiiiiiiiiii - san! – me ha saltado encima, abrazándome como solo ella y mi madre pueden hacerlo, - ¡estás aquí! ¡Has vuelto! -, - lo sé, pero solo e-… -, - ¿Cómo esta esto? ¿Te has escapado? ¿Has salido huyendo cuando no te veían, onii - san? – está ignorando lo que le digo y por lo que veo no piensa calmar su euforia en un largo rato, - ¡Bueno, eso no importa! ¡Lo importante es que estás aquí sano y salvo! No puedo esperar a que Cecile-sama llegue para . . .



.

 

 

 

.

 

 

 

.

 

-¿Eh…? -, - ¿estás interesado en mi onii-san? – hace menos de 30 minutos que nos conocemos, le di la opción de que me hiciera cualquier pregunta que quisiera en una muestra de amabilidad y ¿me sale con esto? ¿Por qué ella también me lo pregunta? Ya había superado lo de la suposición de Sara y ahora… ¿Por qué tuvo que darme más sed?, - responde, por favor -, niego con la cabeza, - ¿estás seguro? - ¿por qué insiste? Ya le dije que no, - seguro – respondo, - muy bien, por qué nii-san es mío - ¿ella también con eso?, - Elizabeth… - <gracias al cielo que volviste, Will>, - solo le aviso, no quiero más competencia – el rubio gruñe, ella le sonríe para calmarlo y no me molesta por alguna razón, - aquí tienes – dice Will extendiéndome el vaso de agua que pedí, le agradezco y lo tomo, de tal forma que nuestros dedos rozan; él no le da ninguna importancia, siendo sincero creo que ni lo ha notado, pero a mí tampoco me importa. No, en absoluto. Llevo el vaso a mi boca y tomo el contenido hasta dejarlo a la mitad. La charla continúa…

 

 

 

Llega Conrad, eso significa que deben ser ya las dos. Elizabeth alarmada se levanta y se disculpa diciendo que debe ir a estudiar; una vez se ha ido a bañar Will me explica que ella va a la escuela por las tardes y noches durante días de semana y ríe sacando a relucir que él quería decirle que se le hacía tarde pero ella no le dejó. Sonrío, me gusta ver a Will riendo, sonriendo, verlo feliz. Mi madre tenía razón, lo considero como un gran amigo ahora a pesar de tan poco tiempo juntos.

 

 

 

 

Dan las 14:30, hora de almorzar. Me alegro tanto, estoy muriendo de hambre, no tomé desayuno. Will me acompaña al baño para que pueda lavarme las manos antes de comer, nos las lavamos juntos y se da otro roce involuntario entre nosotros. Nos secamos bien las manos y caminamos hacia la cocina; me quedo muy quieto al ver a un hombre de cabellos negros y ojos azul profundo mirándome atentamente al poner un solo pie en el comedor. Will lo saludo con cortesía, llamándolo aniwe. ¡¿Es ese su hermano?! Bueno, ahora que lo pienso tampoco se parece en nada a Conrad. El rubio me hace reaccionar, tranquilizándome con la mirada y los dos nos sentamos en la mesa, él frente a Gwendal y yo frente a Conrad.  El mayor de los hermanos me agradece con toda cortesía el haber apoyado a Will, le respondo lo mejor que puedo. Me pone de nervios su apariencia. Terminamos de almorzar, llegan las chicas a recoger todo y Effe se presenta con las famosas galletas. Tal y como aseguró Will, son una delicia pero me controlo ante Gwendal, algo me dice que tendría problemas si le causo una mala impresión.

 

Suspiro aliviado una vez el hombre se ha retirado, sintiendo que el alma me regresa al cuerpo.

 

– Él es un gran hombre y un excelente hermano – me dice Will cuando nos sentamos en un sofá en donde caben cómodamente 4 personas, el mismo en que se sentaron Sangría y las demás. Asiento sin saber que más debería hacer, - y somos hermanastros – le miro extrañado, - es por eso que no nos parecemos – sonríe, - tenemos la misma madre pero somos hijos de padres distintos – abro mucho los ojos, ¿cómo supo qué yo…? 



.

 

 

 

.

 

 

 

.

 

-¿Te muestro tu cuarto? – me pregunta de la nada, haciendo que me sobresalte, - ¿q-qué? – sonríe divertido, - tu habitación, el lugar en el que dormirás hoy y mañana – suspiro, riendo, - claro, muéstramela, por favor -, - sígueme – pide poniéndose de pie y lo imitó, haciendo lo que me ha pedido. Subimos las escaleras y me lleva hasta la puerta que está al lado de la suya, la última habitación de la izquierda. Entramos y vaya que es espaciosa, me dice que espere y sale, regresando poco después con mis cosas, - puedes usar el armario si te apetece. Piensa en esta habitación como tuya hasta que nos vayamos, ¿de acuerdo? – asiento y se da por complacido, - un dato más, el baño de este piso es el opuesto a esta habitación, hablo del cuarto que está al otro extremo , ¿entendido? – otro asentimiento de cabeza de parte mía. - ¿Quieres que te deje solo para que desempaques? –, - no – me apresuro a contestar, no quiero que me deje solo en este lugar, - no… me gusta estar solo mucho tiempo -, - de acuerdo, entonces me quedo contigo – suspiro aliviado; coloco mi maleta sobre la cama y la abro para empezar a desempacar.

 

 

Termino de acomodar mis cosas en el armario y giro para ver a Will sentado en la cama mirándome, - ahora sí quedó bien – digo con orgullo y él asiente, sonriendo divertido. - ¿Y ahora que quieres hacer? - , - tomar un baño – indico, - seguro, me voy entonces – asiento sin querer en verdad. Me deja solo y tomando mis utensilios de baño me encamino hacia allí.

 

.

 

 

 

.

 

 

 

.

 

Suspiro, hundiendo mi cabeza en el agua hasta la nariz. <Eso que vi...>

 

Flash Back

 

-…Y también evitó que chocará contra la pared luego de ese mal paso -, - vaya… - dijeron Effe, Doría, Sangría y Lasagnia al mismo tiempo, asombradas y entusiasmadas, - el joven merece una medalla a la valentía  y heroísmo – dijo firme Effe, todos estuvimos de acuerdo, - cielos, estoy sediento – comenté, sonriendo y abanicando mi cara con mi mano, - ¿quiere que le traiga algo, joven? – se ofreció Sangría, - uh… un vaso con agua fría si no es problema – dije algo apenado, - enseguida – se levantó y se fue. A los segundos apareció Will, con las ropas algo sucias pero con el rostro sin una mancha de tierra o suciedad.

Lasagnia, Effe y Doria se pusieron de pie ni bien lo vieron pero yo me quedé sentado; me pareció que buscaba a alguien con la vista, - Sangría fue a por un vaso de agua para mí – le dije,  me miro y sonrío, - ¿te hicieron hablar mucho? – preguntó en tono burlón, sonreí también y asentí, - ya me lo esperaba - comentó, las pobres de Doria, Lasagnia y Effe se veían avergonzadas, - Will… - le llamé, ladeando la cabeza a la derecha y entrecerrando los ojos, me había parecido ver algo bajo sus ropas, una especie de… ¿vendajes? - ¿tú estás… - me detuve, quizás no debía meterme en sus asuntos personales, podía molestarse conmigo, - no, nada. Olvídalo – dije , enarcó una ceja , - ¿qué es? Dime – insistió, - no. Nada, enserio – aseguré, reprochándome mentalmente por haber sido tan imprudente y casi meter la pata. – Aquí está lo que me pidió – dijo Sangría, llegando a mi rescate sin saberlo, se acercó a donde estaba y me entregó un vaso grande con agua fría - muchas gracias – agradecí, agarrando el vaso con mi mano derecha y tomándome toda el agua de golpe, devolviéndole el vaso a Sangría después.

 

Fin Flash Back.

 

 

Suspiro, otra vez estoy preocupado por ese rubio. Aunque quizás vi mal y no tenía ningún vendaje. Puede haberlo imaginado. Dejo salir el aire de mis pulmones por la boca, formando un gran número de burbujas. Supongo que a veces no está mal ser infantil. Me siento en la bañera y tomo el champú. Con el cabello termina mi baño.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-¿Qué no vendrá? – pregunto, sumamente desilusionado por dentro pero mostrando serenidad completa por fuera, mis dos hermanos mayores asienten sincronizados. – Llamó para informar que estará volviendo mañana por la mañana ya que consiguió una entrevista con el jefe de la oficina de aplicaciones para esta noche - , - esa es una muy buena noticia – sonrío animado. - ¿Eso era todo lo que querían informarme? – cuestiono, - así es – responde Gwendal-aniwe, - en ese caso me retiro – anuncio y me doy la vuelta, saliendo del cuarto de mi pelinegro hermano. Siento una mano en mi hombro, giro el rostro, - ¿Qué sucede? – le pregunto obteniendo su sonrisa característica como primera respuesta, - quería hablar contigo un momento, hermanito -, - ¿sobre qué?, - acompáñame – pide, - no – respondo y me mira asombrado, - si quieres hablar, entonces lo haremos en mi habitación – esa sonrisa vuelve a aparecer, asiente; - como gustes – le doy la espalda y camino hacia mi habitación, ingresamos y él cierra la puerta. - ¿Y bien? – insisto, sentándome al borde de mi cama. Camina hasta quedar frente a mí. Esa mirada en sus ojos… - Lo ha encontrado, ¿cierto? – asiente, - ¿cuándo? – pregunto, - en 30 minutos – indica y se acuclilla, le miro extrañado, - ¿estás seguro… de que aún quieres hacerlo? – le sostengo la mirada y luego la desvío, suspirando, - lo estoy. No me detendré, no importa qué -, - Wolfram – vuelvo a mirarlo, - a ella no le gustaría verte así – aprieto los puños y abro el primer cajón de la cómoda que está junto a la cabecera de la cama. Allí está, junto a mi teléfono móvil; el cuadro con su foto. Lo observo, lo tomo y lo levanto y acaricio el cristal a la altura de su rostro, - si después de cumplir con mi objetivo algún día llego a verla una vez más… le pediré su perdón – delineo el contorno del portarretratos; en ese preciso momento una gota de líquido salado cae en el cristal, lo limpio pero cae otra, y otra más. – Wolf… -, - estoy bien – aseguro, devolviendo el cuadro a su lugar de origen y luego lo cierro, limpiando los restos de evidencia de mi rostro con la manga de mi camisa, - no temas en llorar conmigo presente, Wolf, sabes que puedes confiar en mí – sonrío de medio lado, - lo sé… - me sonríe, - si tan solo pudiera por completo… - su sonrisa se desvanece, lo mismo con la mía. – Siempre te protegeré, Wolfram.  Madre, Gwendal y yo siempre velaremos por ti – le observó por unos largos segundos y asiento, sonriendo. – Siempre – repite y me deja solo. Suspiro, dejándome caer de espaldas en la cama. Miro el techo, tan blanco. Tan puro, sonrío ante ese pensamiento. ¨Puro¨, sin mancha alguna.  Me siento, volviendo a abrir el primer cajón y sacando mi móvil. Pero antes de cerrarlo miro el CD que est[a a su lado, en su empaque totalmente negro, al igual que su contenido. Negro, doloroso, siniestro. Sacudo la cabeza, cerrando el cajón y me pongo de pie, guardando el teléfono en el bolsillo delantero derecho de mi pantalón.  Y salgo de mi habitación, encontrándome con Yuuri, que hace lo mismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El reloj da las 23:30 p.m y yo aquí, acostado en la cama del cuarto de la última habitación de la izquierda del segundo piso de una casa que no es mía y en la que, por si fuera poco, por muy cómoda que sea no logro conciliar el sueño. Doy como la milésima vuelta y miro la ventana, una bonita luz de luna se cuela por ella pero nada, ni un poco de sueño a la vista, ¿o sería al sentido? Lo que sea, la cosa es que no puedo dormir y punto. Suspiro y me siento. Genial, ahora tengo ganas de ir al baño. Bueno, las he tenido desde hace un buen rato pero no quiero salir solito y en la oscuridad e ir hasta el otro extremo solo para hacer pis. Qué remedio, y quien sabe. Quizás y hasta me da sueño luego del recorrido.

 

Llego a mi destino al cabo de una eternidad, prendiendo la luz al instante. ¡No me gusta la oscuridad! Eso no es un crimen. Terminé, muy bien. Y ahora solo es volver…

 

Ya casi llego, estoy pasando por enfrente del cuarto de Will y… ¿qué es ese ruido? Me detengo y escucho con atención. Se trata de un llanto y proviene… ¿de… su cuarto? 








Continuará . . .

Notas finales:

Aqui les dejo un adelanto del siguiente capi ^^

 

 

 

[. . .] - <<¿Será por el apodo todo esto?>>, niega con la cabeza, - ese es el nombre de mi difunto padre – Allí está, al menos un dato que si va con lo que yo sé, - lo sé, tú me lo dijiste cuando nos conocimos en la clínica – ahora me mira como si estuviera loco, - yo no lo conozco, señor, disculpe pero me debe estar confundiendo con otra persona -, - ¡No te estoy confundiendo con nadie! ¿!Y que es eso de señor¡? ¡Tenemos la misma edad! – sonríe, - eso no puede ser, usted debe tener unos 17 años, yo tengo 13 - <<¿!Trece¡?>>, - ¿Cómo qué trece? Tienes 17, Will. Al igual que yo – frunce el ceño, - ¿! Cuantas veces debo decirle que mi nombre no es William¡? – suspiro, - ¿entonces cuál es tu nombre? -, - ¿Por qué se lo diría a un completo desconocido? -, ¡estoy por jalarme el cabello!, - ¡Que ya nos conocemos! Aparte yo ya te he dicho el mío, soy Yuuri, Shibuya Yuuri – parece reaccionar ante el nombre, - tú… ¿eres el chico del examen? -, - ¿eh? ¿De qué hablas? ¿Qué exa… - parpadeo. Examen, ¿cuál examen? Si ni siquiera estudiamos en el mismo. . . Un momento, ¡lo recuerdo! [. . .]

 

 

 

 

Gracias por leer ^^

 

Espero reviews ewe


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).