Gracias al cielo, el anuncio del doctor me salvó de ver al peli lila chillar y hacer una escena, sé que no estuvo bien haber fingido que estaba prestándole atención pero al menos se recuperó rápido y se fue, me alegra que no me preguntara el por qué no le escuchaba. Suspiro y pongo manos a la obra en buscar a la o el que se hará mi compañero por el día. Veo alrededor pero todos parecen estar con sus respectivas ¨parejas¨, hasta Murata, que curiosamente ha tocado con Günter, << buen par >> pienso, entonces veo a la pequeña que me dio la rosa pasar cerca a mí con otro niño y la llamo, - disculpa… puedes decirme, ¿quién tiene la pareja de esta?- le pido, mostrándole mi flor, ella ve al niño, - no hay otra de ese color – responde, y antes de que pueda decir nada el niño agrega: - tendrá que juntarse con el que tiene la roja – los dos sonríen y me indican al muchacho rubio que sigue sentado en el mismo lugar, pero sin Murata ahora y con uno de sus pies sobre la rodilla de su otra pierna, mientras mueve la misma ligeramente apoyando su peso en su pie y sujeta el libro que está leyendo con una mano, pasando a la siguiente pagina con la otra, delineando el contenido con sus ojos de un agradable color verde, verde esmeralda. Trago saliva involuntariamente, luce perfecto; no puedo evitar comprarlo con un ángel, y aunque soy consciente de lo tonto que es hacer algo como eso, algo muy en el fondo de mi subconsciente parece aferrarse a la idea. - ¿Necesita ayuda? -, - parece que es tímido - , - ayudémoslo, Kenta -, - ¡claro, Toyko¡ -. Me estoy moviendo, estoy acercándome al dueño de la flor roja, espera, ¿estoy qué?, - ¿e – ¿eh? – pronuncio, dándome cuenta tardíamente de que ya estoy a solo unos 15 pasos de distancia del chico, y esta se acorta mucho más al ser empujado por ambos infantes en su dirección; ahora estoy básicamente a su lado, no se inmuta e ignora mi presencia o simplemente no la ha notado, o al menos eso pienso hasta que me dirige la palabra, sin despegar sus ojos del libro, - ¿se le ofrece algo? – es lo que me dice, o mejor dicho pregunta, - ve-vera… yo… usted es mi compañero -, - su flor es amarilla, la mía es roja – es su respuesta, - lo sé pero como son las únicas sin par… - , - pasan a formar uno – me corta, completando mi frase y cerrando el libro, acto seguido suspira y me encara; de cerca se ve aún más hermoso, - ¿quiere que me levante o usted tomará asiento? – cuestiona luego de un par de minutos de silencio, y con vergüenza reparo en que no he hecho más que mirarle durante ese tiempo, - no se moleste… yo me sentaré – respondo y de inmediato hago lo que digo, - entonces… ¿eres un voluntario de ayuda o un paciente? – pregunto, con intenciones de evitar un silencio incómodo pero lo que consigo es una mirada de ´eres idiota ¿o qué?´ de su parte, - no tengo por qué responder a una pregunta como esa a alguien que acabo de conocer – es su respuesta que además de tener clase demuestra que no le estoy causando una muy buena impresión, - tienes razón – digo pensativo, - mucho gusto, mi nombre es Shibuya Yuuri – exclamo extendiendo mi mano derecha en su dirección, - y espero seamos buenos amigos en un futuro próximo – añado, antes de sonreír. Observa mi rostro y luego mi mano, incrédulo, estudia mis facciones detenidamente, como si creyera que oculto algo tras mis acciones y palabras, <> decido, finalmente corresponde a mi saludo, - mi nombre es un secreto, pero puedes decirme William si lo prefieres, William Von Bielefeld -, <>, - el nombre no te queda – opino sinceramente pero no parece afectarle, - oye… tu apellido me es familiar - , - ha de ser porque es muy común - , - a mi no me lo parece, Will -, - durante los últimos 5 años la taza de inmigración de habitantes de países como Rusia, Alemania y Francia ha incrementado sustancialmente, y consecuentemente los cambios tanto de nacionalidad como de nombres y apellidos – su, innecesariamente, extensa explicación me deja en el aire, - y si es tan amable no vuelva a llamarme ´Will´, Shibuya – agrega, en un tono más severo; siento una gotita descender por la parte trasera de mi cabeza, comienzo a notar que Will…iam tiene un carácter fuerte, - di-dime Yuuri – pido, - y si me lo permites… me dirías, ¿de qué país viniste tú? – de nuevo esa mirada de acusación por un aparente retraso mental, - vine de Alemania hace mucho tiempo, pero no veo tu interés en saberlo – sonrío ante su comentario, - ya te dije que quiero que seamos amigos , así que estoy empezando a indagar un poco acerca de ti - , es en ese momento en que me sonríe, divertido, - su forma de entablar amistad me parece poco ortodoxa, Yuuri – opina, <> pienso, - trátame de ´tú´, Will – frunce el ceño ligeramente porque he vuelto a usar el apodo, - voy a llamarte así a partir de ahora aunque te quejes, te queda mejor que William – declaro, decidido; lo veo encogerse de hombros, - William era el nombre de mi padre – confiesa, y siento como si me tiraran un baldazo de agua fría, - no te preocupes, no es la gran cosa – asegura pero aún así me siento como un idiota, - deja de darle importancia y cambia de expresión, luces como si hubieras visto a un fantasma – comenta, pasando su mano por frente a mi cara para que reaccione, - ¿Yuuri ? – me llama, como en un susurro, cierro los ojos momentáneamente, - ¿sí, cariño? – respondo de la misma forma, sin percatarme de que palabras he usado. Solo cuando vuelvo a abrir los ojos y veo el fino rostro contrario con una mueca de disgusto y una mirada ligeramente fría y seria es que me sobresalto, <<¿Qué ha ocurrido?>> pienso preocupado, pero cuando aquella mueca desaparece y sus ojos vuelven a mostrarse calmados me tranquilizo.
Muy bien, esperamos hayan charlado lo suficiente porque es momento de dar inicio a las actividades de hoy, la participación es opcional pero si no juegan, !no ganan!
Tras el aviso la mayoría de las ´parejas´ se ponen de pie y empiezan a jugar, se les unen otras por momentos; a pesar de ser pocos el ambiente está bastante animado, veo a William mirar aburrido los juegos pero aún así me animo a preguntarle: ¿quieres ir? , su respuesta es negativa, lo que me da oportunidad de retomar la conversación con otro tema, uno ni remotamente relacionado con su familia; me voy enterando de sus gustos, disgustos, sueños… Como que su meta es conseguir una maestría y un doctorado en medicina humana y luego, además, postular a la milicia, al ejercito, o que una de sus más grandes adicciones son los dulces, especialmente el chocolate o que adora montar a caballo, a la par que él se entera de los míos. No falta mucho para el final de las actividades y el de la tarde también.
En breves momentos se empezara con el último reto, será de actuación. Se ha escogido que debe ser una escena romántica. Duración máxima de 5 minutos, mínimo 2, el final, mientras más intenso, mejor. Y el premio para los ganadores, en el caso de ser pacientes será una visita de dos días a la casa del familiar que prefieran, siempre y cuando viva en esta ciudad.
Con la sola mención del premio mi compañero casi salta, ´dos días´ le oigo susurrar y luego voltea a verme, - tenemos que ganar a como dé lugar – dice, sus ojos mostrando la misma determinación de sus palabras, - yo no actúo – confieso apenado, recordando como eché a perder una obra escolar cuando niño, - hoy sí – afirma el ojiesmeralda, - pero… -, - no hay pero que valga, actuarás conmigo. Punto.- , pasan las parejas que nos suceden, todas han realizado un fantástico trabajo mas ninguna ha logrado un trío de dieces. Pese a mi resistencia, William me arrastra hasta el centro del ´escenario´ y cuando los jueces lo indican comienza a habla, es sorprendente el gran manejo que tiene en escena, y a los segundos pierdo todo el miedo que sentía, entonces comienza a llorar y veo que tiembla, corro a abrazarlo, olvidando por completo el qué solo está actuando, le susurro al oído un: ¨no llores, por favor¨. – ¡Que no llore me dices! Cuando sabes que me duele, me duele saber que me dejas aún cuando te quiero tanto - , le pregunto a que se refiere y como me puede quererme si nos conoces desde hace tan poco, - en el corazón uno no manda, pero fui muy estúpido, Pese a los sentimientos que despertaste en mí, nunca debí elegir quererte - , apretó su cuerpo más contra el mío, aún está temblando, le suplico que no diga eso, asegurándole que también le quiero, que no me iré de su lado; bajo mis manos de su espalda a su cintura, permitiéndole alejarse de mí solo lo suficiente para que nuestros rostros puedan verse y nuestro ojos enfrentarse, rodea mi cuellos con sus brazos y acerca su rostro al mío lentamente, mientras lleva una de sus manos a mi mejilla derecha, susurrando: Rodrigo… y ´me besa´ al mismo tiempo que con su mano, que antes se encontraba en mi rostro, obstruye la vista de nuestros labios por completo. Una ovación impresionante de aplausos e incluso silbidos estalla en el lugar y el rubio se separa de mí, dejando el boobaloo(1) en mis labios. Miro al frente tan y como él lo hace, en espera del puntaje final. Diez del primer jurado, diez de Anissina y… ¡Sí! Diez del tercer jurado. Ahora miro de reojo a Will y él voltea con una impecable sonrisa y murmura: gracias, Yuuri , quiero decirle que no hubo problema alguno pero al sentir mis mejillas arder me quedo callado, limitándome a asentir. Tengo la cabeza hecha un revoltijo terrible pero Will está feliz y eso me alegra.
- ¿A quién eliges como tu escolta y acompañante por el tiempo que permanezcas fuera? – le pregunta la pelirroja mujer, el agranda su sonrisa si es que eso es posible y me abraza del brazo derecho, - a él, por supuesto – mi corazón late muy rápido y la sonrisa pícara que se forma en los labios de la mujer no me ayuda, - entonces está decidido – anuncia. Mientras que yo, mentalmente, <<!SÍ! Me eligió a mí, trágate esa Rodrigo>> y de inmediato me siento como retardado al burlarme del personaje que se supone yo mismo representé.
<<Dos días completos, dos días completos en mi hogar con mi familia>> es fantástico. Conversando con la doctora que hizo de jueza, cuyo nombre es Anissina, me informa que en tres días más podré salir, es solo cuestión de hacer y ordenar el papeleo con el asunto y me advierte que no debo separarme mucho de mi compañero, acepto sin problemas, me pide que le avise que quiere hablar con él, asiento y lo hago; él se ha quedado parado en el mismo lugar, cuando lo llamo va con la doctora de inmediato, no sin que antes le agradezca por el favor que me está haciendo por segunda vez. Sonríe y ahora sí me contesta, le insisto en qué es la gran cosa, al menos para mí. En cuanto se va voy a por el libro que dejé en la misma mesa en que lo encontré pero un grupo pequeño de chicas me cierra el paso y antes de que me dé cuenta ya me han rodeado. – ¡Ha estado genial! – dice una, - ¡increíble! – dice una segunda, - ¡extraordinario! – añade una tercera, - ¡más que perfecto! – indica la última, les agradezco los cumplidos mas cuando estoy por pedirles que se retiren, - por favor denos su autógrafo – su repentino pedido me sorprende, en un principio supongo es de broma pero mi suposición muere al ver la ilusión en sus rostros, - no tengo un bolígrafo a la mano – respondo con la verdad y de inmediato todas me extienden uno de diferente calor, tomo uno al azar, - ¿tienen… algo en donde pueda firmar?- pregunto un poco incómodo, la dueña del bolígrafo me extiende su brazo y lo gira, dejando visible el otro lado, que es más claro y lo indica, la miro, como preguntándole si está segura y ella asiente, tomo su muñeca y firmo en donde apuntó, me dispongo a hacer lo mismo con la siguiente y ella me exige que use su lapicero, siendo secundado por las otras dos cuando llegan sus turnos; luego de unos minutos las cuatro ya tienen su autógrafo. La segunda en el hombro izquierdo, la tercera en el pómulo derecho (por muy extraño que suene) y la cuarta entre el busto y el cuello (aclaro que no me permitió persuadirla de cambiar de lugar), me agradecen y al fin se van. Me apresuro en dirección a la mesa, y cuando llego el libro ya no está ahí; reviso los lados cercanos pero nada, - ¿buscas esto? – escucho que me preguntan, al girar me encuentro con el libro frente a mi rostro, - lo hacía – respondo, - ¿Cuándo terminaste de hablar con la doctora? – le pregunto calmadamente luego que me entrega el libro, - no mucho, quizás un minuto – es su respuesta, - ¿hay algún problema? – sonríe, - me parece que es todo lo contrario, Will – me le quedo mirando suspicazmente, - explícate – le exijo.
Continuara . . .