Completamente harto del insistente golpeteo a la puerta la abrió en un único y firme movimiento, encontrándose con una visión que le heló la sangre, verlo ahí era… imposible.
-¿Peter? – pudo articular después de unos momentos.
-¿Puedo pasar? – respondió el chico sin mirar a su interlocutor.
-Por supuesto.
El recién llegado entró sin más preámbulos al departamento mientras que su anfitrión le miraba, analizándolo. Estaba empapado y sus mejillas ardían pero, lo que más llamó su atención fue no ver esos enormes ojos color avellana que siempre habían sido su adoración; por alguna razón, Peter había evitado mirarle.
-Ha pasado mucho tiempo… - dijo el menor rompiendo el incómodo silencio.
-Mucho en verdad – confirmó - ¿Qué te trae por aquí?
Ante esa pregunta el menor movió la cabeza como si le hubieran abofeteado. Wade, por su parte, se arrepintió de inmediato pero mantuvo la distancia entre ellos, percatándose de que esa vieja imposición aún permanecía muy vigente en su mente.
-Lamento haber venido pero no tenía a donde más ir.
Ese tono tan solemne que Peter imprimía en sus palabras comenzaban a desesperarle. Hasta donde recordaba el chico siempre había sido alegre y elocuente así que algo debería andar realmente mal.
-No digas tonterías, baby boy. Somos amigos ¿no es así?
Pero de inmediato supo que sus palabras habían sido otro golpe bajo para su visitante, sus ojos se llenaron de lágrimas y sus finos labios se tensaron al instante.
-¿Amigos?- repitió como tratando de convencerse – si tienes razón. Y como amigos necesito que me dejes quedarme unos días contigo.
Wade que había comenzado a servir café para su visitante estuvo a punto de derramarlo a causa de la directa petición.
-Peter, sabes bien que no puedes quedarte conmigo y por favor ya dime de una buena vez que está sucediendo, comienzas a asustarme.
El chico se levantó del sillón y, por primera vez desde su llegada, le miró directamente a los ojos.
-Mis padres están muertos – dijo sin preámbulos – y no tengo a donde ir.
El aire se escapó de los pulmones del rubio, jamás imagino que esa fuera la razón de su visita y sin duda fue una noticia increíblemente dolorosa. Los padres de Peter habían sido como padres para él y ni el tiempo lejos de ellos había borrado esa sensación de su corazón.
-Dios…- logró articular mientras trataba de controlar su estómago revuelto – Peter, yo… lo siento tanto, pero… ¿Qué les pasó?
-Algo bastante estúpido – respondió el menor tomando y bebiendo de la taza de café que había dejado el rubio a medio llenar – Hace un par de semanas mis amigos propusieron que fuéramos a acampar, yo acababa de titularme y dije: claro, porque no. Salimos un fin de semana, solo fue un maldito fin de semana y todo se fue al demonio…
Peter guardó silencio tratando de controlarse, su voz comenzaba a quebrarse y las lágrimas no cesaban de abandonar sus ojos. Ante tal reacción, Wade trató de mostrarle solidaridad tomándole del brazo pero el chico se alejó estallando ante la compasión del rubio.
-¡Fue verdaderamente estúpido! - gritó realmente frustrado – Tú sabes cómo era papá, siempre olvidaba los pequeños detalles y esta vez olvidó revisar las llaves del gas antes de ir a dormir. Lo que dicen los forenses fue que preparó un té, que seguramente era para mamá, y olvidó revisar la estufa. Murieron mientras dormían, yo no debí de haber salido, yo debí morir con ellos.
-¡No, Peter! – Interrumpió Wade mirándole con dolor – No digas eso, tú no debes morir.
-¡¿Y por qué no?! – respondió el menor estallando de nuevo - ¿Qué es lo que me queda ahora si ellos no están?
-Aún tienes a Jay – contestó Wade - ¿Cómo crees que se sentiría el si te escuchara hablar así?
-¿Jay?, ¿mi hermano Jay? – Peter parecía realmente sorprendido - ¿no te enteraste?
Wade sintió un escalofrío cuando le escuchó decir eso. No quería preguntar, no quería escuchar que algo malo le había pasado a su mejor amigo, no después de como terminaron las cosas pero, por lo visto, esa noche sería de malas noticias.
-¿Qué le pasó?
-Jay murió un año después de que dejamos de verte.
Ahora todo si estaba jodido. Jay estaba muerto y cualquier oportunidad de redención se había desvanecido.
Y pensar que “No quiero volver a verte cerca de Peter” fue lo último que le escuchó decir.