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Cincuenta y seis R's por Vampire White Du Schiffer

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Notas del capitulo:

Estoy bien pinche loca. Escribo sin retribución alguna. Y sigo acentuando "Sólo" porque soy muy malota.

Esto sigue siendo creado por la inspiración que me causas, entre las líneas, está lo que por ti siento. Aquí está plasmada mi estupidez.

Drabble VII.

Secreto.

Skull había prometido a Lal Mirch que no lo diría, a su vez Lal Mirch prometió a Luce que no lo diría, que al mismo tiempo Luce prometió a Bianchi que no lo diría. La cadena interminable de promesas siguió y siguió, hasta que previsiblemente el cuento cayó sobre los protagonistas sobre los que iba el cotorreo.

—¡Que yo qué-kora!

—No hagas escándalo –se volvió a cubrir y rodó para darle la espalda al rubio que continuaba alebrestado.

—¡Nada de eso-kora! –le arrebató las sábanas y recibió un chasquido de lengua del moreno –¡Vuelve a repetir lo que ése estúpido de Skull te dijo-kora! ¡Esa maldita de tu ex sólo quiere arruinarme con sus falsos!

—Ya –se incorporó hasta quedar sentado y viéndolo de frente –¿realmente importa lo que Bianchi diga? –se mesó los cabellos con hastío –. A mí no me interesa en lo mínimo, ¿por qué a ti sí?

—Nada de eso-kora –replicó –, es mi reputación la que se está manchando aquí, ¿no te das cuenta-kora? ¡Yo no me acosté con el Noveno para obtener mi puesto de Arcobaleno-kora! ¡Lo hice para salvar Lal-kora!

—Y yo te recuerdo que también Lal ayudó a esparcir el rumor –lo miró con los ojos enfilados –. Reconsidéralo.

—KORA.

Reborn se recostó, usando ambos brazos para reposar su cabeza.

—Sí, se te nota que no te molesta en absoluto-kora –se cruzó de brazos –. De seguro también irás por allí diciéndolo-kora —y estaba pensando en largarse cuando el moreno le detuvo.

—No me preocupa, ni me molesta, porque son estupideces que no creo. Tú eres capaz de obtener las cosas cuando las quieres. Así que no veo mayor problema –ante eso, Colonnello se sonrojó ligeramente, lo dicho era lo más parecido a dar ánimos que sabía dar Reborn.

—¿En serio-kora? –se rascó el puente de la nariz, mirando hacia otro lado, se percató que Reborn estaba durmiéndose, se acercó y plantó un beso en la boca, lentamente, esperando que las puertas se abrieran.

—¿Ya lo superaste? –inquirió con burla y lo atrajo por el cuello para entregarle un beso todavía más profundo –. Me parece divertida la cara que haces cuando te frustras.

—¿Ah sí-kora? –se le subió a horcajadas, las ropas interiores eran las delgadas líneas que dividían sus cuerpos. Comenzó a dar movimientos pervertidos. Le mordió el cuello, primero con delicadeza y después rudo hasta dejar marca –. Es para que esa pava recuerde que estás debajo de mí-kora –se regodeó.

—Sólo cuando me montas –replicó con gusto, le agarró las nalgas, colando las manos entre la ropa, presionándolas, apretándolas, sintiendo esos montes de carne ser moldeados para su gusto.

 

 

  

Drabble VIII.

Frío.

Maldito calor de mierda. Todo el mundo pensó eso y Tsunayoshi que apenas había ascendido al poder de Jefe Supremo creyó conveniente combatir el mayor problema al que la Familia se podía enfrentar: el calor. Se planearon unas mini vacaciones en común, para festejar de paso el ascenso previo, porque la coronación formal tenía su propia vigencia, y disfrutar de la playa.

Esto molestó a Reborn.

—¡Vamos, Lal-kora!

—¡Más rápido, Colonnello!

Vaya que le molestaba, pero poco lo mostró. Se dedicó a refrescarse bajo las sombrillas bebiendo cocteles, y otras bebidas por demás alcohólicas, mientras veía al rubio idiota jugar voleibol semidesnudo. Éste último punto era variable en la ecuación, la otra fue que Lal Mirch era su compañera de equipo… compañera de equipo con un minúsculo traje de baño. Casi idéntico en extensión territorial al de Bianchi que cazaba a Reborn desde cerca.

—Oye, Reborn –apareció con su voz sensual, entregándole una copa –. No te ves muy divertido –se sentó en la misma butaca que él, tratando de lucir su bella y delicada espalda, sin embargo, Reborn sólo tenía ojos para una bien torneada y bronceada por el sol.

Era el turno de Colonnello para sacar, su cuerpo fuerte y varonil ya mostraba un tono acanelado demasiado apetitoso.

Skull, del equipo contrario que jugaba con Viper, estaba siendo apaleado por Lal y el rubio, pero no se rendían, y Viper ponía más empeño porque se había apostado cierta cantidad en dinero.

En el momento en que el balón botó hacia Skull, Colonnello dirigió la vista hacia Reborn, no sabía la molestia de éste ni que él era el origen de los celos; Cuando vio que Bianchi, la reina veneno, se sentó junto a él sintió hervirle la sangre y fue en ese momento que…

—¡Colonnello idiota! –chilló Lal Mirch. El balón había hecho contacto directo con la cabezota del rubio que terminó sentado sobre la arena.

—Ouch-kora, oye Skull tiras fuerte-kora –se quejó mientras se daba un masaje. Lal se hincó ante él para revisarle –. Estoy bien-kora.

—Eres cabeza dura, obvio vas a estar bien –soltó molesta, pero en el fondo afligida, sabía con certeza que un tonto balón no podía causar daño pero  se dio cuenta de que si ocurrió eso, fue porque Colonnello se distrajo por culpa de Reborn –. Y hablando del rey de Roma…

—¿Eh-kora?

—Idiota –dijo Reborn y agarró al rubio del antebrazo para levantarlo.

—¡Oye Colonnello si te vas a retirar será mejor que me pagues! –gritó Viper.

—Cóbrale al inútil de Tsuna –intervino el moreno –. Tengo algo pendiente con este estúpido.

Todos los presentes sabían exactamente a qué se refería, sin mediar palabra, se quedaron varados en el candente sol. Colonnello tampoco discutió, sólo siguió a Reborn y no fue sino hasta que llegaron a su habitación que habló.

—¿Por qué no mejor sigues untándole bronceador a esa arpía-kora?

—Y tú, ¿por qué no sigues perdido en el escote que rebota de Lal? –inquirió con ironía mientras lo arrinconaba contra la puerta.

—Culpemos a los celos, y ya está-kora –lo atrajo para besar a lo que el otro respondió con gusto.

 

 

Drabble IX.

Indiferencia.

El último día de vacaciones cada quién hizo lo que le vino en gana. Bueno, excepto Reborn que quería irse a beber con el antipático de Verde, pero tuvo que quedarse en la habitación del hotel por una razón: Colonnello estaba caliente.

Y ante semejante situación, Reborn tuvo que alegar.

Aunque la situación encuadra en un ¿qué diablos quieres decir con eso? La razón es que incluso Reborn el ninfómano se puede hastiar… sin embargo, la verdad se creó por una serie de factores que sumaron hasta colmar el buche de piedritas del arcobaleno amarillo, por lo que realmente no quería brindar servicios al exigente Colonnello.

—Ahora, dije-kora –le cerró el paso, se colocó entre la puerta y el moreno, sonriendo desafiante.

—¿Por qué no me dejas tranquilo? Te recuerdo que cuando yo me caliento eres el que sale corriendo –se cruzó de brazos.

—¡Me toca-kora! –se mantuvo firme –. Además, ¿cómo es que prefieres irte a alcoholizar teniéndome así-kora? –no pudo ser más insinuante por falta de méritos.

—Simplemente, hoy no me apeteces –replicó.

—¿Por qué-kora? –se despegó de la puerta, con ceño sorprendido –. En serio-kora.

—Hablo en serio, no te tengo deseos desde ayer. A saber por qué.

Colonnello lo miró por tres segundos, sin mediar palabra. Se encogió de hombros y en una sosa reverencia abrió la puerta dejando paso libre a Reborn que salió sin agregar algo.

En la soledad de la habitación, Colonnello se recostó en la cama con la mirada fija al techo.

—Che sera será-kora.

 

 

Drabble X.

Ida.

Siempre iba a ser bienvenido en la mansión del Noveno, sobre todo que éste ya estaba jubilado en el sentido formal de la palabra desde hacía dos meses que Tsuna ascendió al poder por lo que tenía tiempo de organizar fiestas. En una de esas jugarretas entre cortinas y copas, Colonnello llegó sin mucha emoción.

Estaba cansado después de haber supervisado otra serie de evaluaciones que Tsunayoshi debía superar para poder ser aceptado por las familias aliadas que recién ayer terminó porque el patoso se equivocó al decidir el vino en una cena con una Familia en Verona: menudo idiota.

Por otro lado, mientras sostenía una cerveza al mirar por el balcón el cuidado laberinto del jardín, se preguntó si no sería buena idea largar todo a la mierda y entonces convertirse en un militar cualquiera para morir en combate; ya contaba con la edad para ser general, no estaba en tiempos de ser cadete aunque era preferible ser esclavo por no saber qué hacer con una libertad tan simple, ¿qué se haría? Nació para el hampa, y por el hampa muere. Es como una clase de etiqueta en el envase con la fecha de caducidad bien puesta.

Consúmase antes de…

De que llegue Reborn.

Un suspiro se escapó, dio otro trago a la cerveza y apoyó la espalda en la columna de mármol. Últimamente entre ellos dos no había satisfacción alguna, y ninguno de los dos quería hablar sobre ello. Una especie de humanidad entró en Reborn, un soplo. Y una fría indiferencia en Colonnello. Los momentos de depresión son diferentes en las personas.

Colonnello era sol cuando estaba de buenas, pero si se hastiaba de la vida podía cortar como cristal con sólo mirar, y esa parte era fricción pura con el carácter de Reborn. Polos iguales…

Y apareció tan galante como siempre, en medio del marco de la puerta, con una mano en el bolcillo y en la otra la copa de vino a medio beber.

—¿Vienes? –inquirió y se dio la vuelta para mirarle de perfil –. No esperaré mucho tiempo.

—Te seguiré al mismo infierno-kora.

—Entonces ven acá –lo atrajo al tenerlo cerca, lo besó con brevedad y se apartó –. La habitación del noveno está desocupada –sonrió.

—Perfecto-kora.

Era un sádico y un masoquista. La incógnita a resolver es quién es el hombre y quién la bestia.

 

 

 

Drabble XI.

Claustro.

Hubo una ocasión en que las misiones de Colonnello y Reborn fueron en el mismo pueblo, uno situado en América Latina… católica, y como Reborn anda a la expectativa de probar las carnes del rubio en todos los lares posibles, pensó que sería buena idea volver a su pensamiento apostata de una manera sensual.

—Confiésate –ordenó Reborn mientras estaba sentado en el confesionario, con Colonnello hincado ante las piernas.

—Confieso-kora –comenzó a jugar –, que he asesinado a muchas personas, he robado, defraudado y no me arrepiento-kora –se relamió los labios mientras deslizaba el cinturón del pantalón del moreno y paseaba las manos de militar por la ropa negra.

—No me sorprende que esto te excite.

—Hubiera dejado que me lo hicieses en el altar-kora –lo miró fogoso y después le montó la hombría.

—Baja la voz –le recorrió los labios con el dedo índice – o vendrán a confesarse igual que tú.

—No te quiero compartir, padre-kora –lo besó.

Al salir sólo compartieron sonrisa cómplice y cada uno desapareció por cual lado, no hubo despedidas.

Pero sí una promesa.

 

 

 

 

Drabble XII.

Show me.

Ven, muéstrame la realidad de mis mentiras mientras bailamos en la cama.

Esta noche el diablo está presente, se ríe, se afila las uñas mientras nos acariciamos. Se muerde las barbas por el ansia de verte profanado por mis garras. Di adiós, Colonnello. Dile adiós. Bailemos.

Estoy ebrio, el alcohol que corroe. Y tú no dices nada. Simplemente te mezclas con mi sangre y el alcohol mientras mancillo cada parte de tu débil ser, mientras suprimes palabras soeces para decirme en gemidos que me quieres, que me odias, que me necesitas y que me desechas. Soy tu alegría, el conjuro de tus rabietas. Me resumo en tu esfera, accionas pero te trituro, limito tu actuar en respirar para mí.

Me gusta cuando arrugar el ceño y las sábanas, quiere decir que te frustras al no saber qué hacer. Sólo te dejas a mí, y así vas a seguir.

Nuestro espectador ríe porque tú lloras por el dolor que te infrinjo. Aprieto tus tobillos luego tus muñecas, te retuerces, no has consentido esto pero yo lo obligué así que no hay lugar a quejas. No soporto tu mirada de súplica, me asquea. Incluso al beber tus lágrimas finjo que me divierte cuando la única razón es que deseo que pares.

Di mi nombre, dilo de nuevo, quiero vivir allí en ése instante en el que todo tu cuerpo se contorsiona en una sonrisa que sólo yo entiendo.

Pero mi deseo de controlarte mengua conforme me satisfaces, también puedo cansarme del placer que tu cuerpo me provoca, cuanto y más de tu insulsa mente que curiosa e incoherente me apetece. Es mi hambre la que colmas, desbordas los sentidos de los que quise deshacerme.

Recuerdo la razón por la que te detesto, no puedo aparejarme con mortales y sin embargo estás aquí, durmiendo mientras enciendo el recuerdo de hace minutos mientras te rompía mucho más que el cuerpo, el humo dispersa las benevolentes ideas.

Eres una prueba de que la humanidad existe, mientras el diablo nos mira.

Notas finales:

No amo nada.
Es sólo mi cadaver.
Muero, y no hay nadie quien sostenga la caída.


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