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Secuestro por momori

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Notas del fanfic:

Este es mi primer fanfic,espero que les guste y que me digan en que puedo mejorar.

Capítulo 1 - A la mañana

Era una mañana con otras tantas, Sebastian se dirigía hacia la habitación de su señor, le llevaba su desayuno el  cual consistía en una taza de té early morning y una tarta de chocolate con fresas.

Sebastian se para en frente de la puerta de su señor y pica en esta, cómo cualquier mayordomo que se precie  ha de hacer, no recibe respuesta por lo tanto decide entrar, la imagen que sus ojos le brindan no era nada más ni nada menos que su querido amo acurrucado en su cama y con todas las mantas esparcidas  en el suelo, lo más probable debido a una noche repleta de aquellas pesadillas sobre su pasado, pero eso no era lo que más le interesaba ahora ,el sólo se podía fijar en la piel perfecta y blanca de su amo que contrastaba con ese color de pelo entre azul y negro, la belleza que ese rostro reflejaba no podía ser mayor,    él  mayordomo se permitió el lujo de quedar mirando un rato más de lo normal ,podía ver como  el camisón se le pegaba alrededor de su cuerpo, dejando entrever la figura de su pequeño conde ,en ese momento un su cuerpo se puso tenso, su joven amo estaba delicioso, lo único que se le pasaba por la mente era usar ese cuerpo para fines no muy buenos que digamos, odiaba el no poder poseerles  así que decidió que ya iba siendo hora de despertarle, se acerco a él y le susurro:

-Señor, ya es la hora, por favor despierte.

No recibió ninguna contestación, lo cual no le sorprendía lo mas mínimo, ya que a su joven amo le costaba despertarse cada mañana, al fin y al cabo todavía seguía siendo un niño en ciertos aspectos aunque él lo negara tanto y casi siempre se quedaba leyendo relatos de terror lo que hacía que se acostara tarde, como su amo no se despertaba decidió acercarse más al rostro del pequeño conde.

-Joven amo, sé que está muy cansado, pero sus tareas requieren atención si no se levanta me veré obligado a tomar unas medidas poco convencionales… dijo mientras sonreía y se acercaba mas a la cara del menor, casi podía notar la respiración de este.

En ese momento el conde abre los ojos y lo primero que vio fue el rostro de Sebastian a escasos centímetros del suyo, ¡Cómo podía estar tan cerca!, no pudo hacer otra cosa que sonrojarse y levantar la mano para apartarse de su lado lo antes posible.

-¡Sebastian! ¿Qué haces tan cerca? ¡Apártate!, dijo mientras se recostaba en la cama.

Ahhh que hermoso se veía recién levantado su amo pensó Sebastian, casi podía compararlo con un gato, no, mejor que cualquier gato, Sebastian empezó a imaginarse a  Ciel vestido de gato con sus orejitas y cola, un escalofrió recorrió su cuerpo, tenía que detener estos pensamientos cuanto antes, ése pequeño conde no era más que comida, una comida deliciosa

-Sebastian, Sebastian, Sebastian! ¿Por qué están las sabanas en el suelo?? ¿Qué ha pasado? ¡Deja de mirar al infinito! Me molesta, exclamó el menor mientras fruncía su ceño.

Sebastian miro con cara de asombro, ¿Qué le acababa de decir su amo?, tendría que tener más cuidado, no se podía permitir estos despistes.

-Lo siento señor, pondré más atención para la próxima vez.

-Te he preguntado que por qué estaban las sabanas en el suelo.

-Señor, eso tendría que decírmelo usted a mí, ya que nadie ha entrado en su habitación, quizá tuvo algún que otro sueño movidito dijo mientras le miraba fijamente con esa sonrisa que tanto le molestaba a su joven amo.

-¿Qué estas insinuando Sebastian?...Bueno da igual, no es algo importante, viniendo de ti me puedo esperar cualquier cosa, prefiero no saberlo.

-Como usted desee señor, aquí le traigo el desayuno.

-Está bien; Como siempre todo lo que le preparaba Sebastian estaba delicioso pero él jamás lo admitiría, así que se limito a tomar el desayuno sin rechistar.

Sebastian le observaba comer  y   beber, sinceramente ese niño iba a acabar con él, el modo en que le veía tomar el té y coger el tenedor se le hacia un infierno, era demasiado para él, así que decidió ir al armario del señor a escoger las ropas que ese día vestiría, no había que decir que se las escogía él, ver esas prendas puestas en su señor era un sueño hecho realidad. Hoy escogería un conjunto azul, uno de sus preferidos ya que hacen juego con el cabello de su señor y con esos enormes ojos.

Decide que ya va siendo hora de vestir a su joven amo, una tarea que últimamente se le hacía  imposible, sólo el pensar que vería su cuerpo desnudo le ponía nervioso. Su pequeño señor se encontraba de pie frente a él esperando que le quitara ese camisón, entonces  Sebastian hizo algo que antes nunca había hecho, se quito los guantes de mayordomo, ya quería sentir la piel del conde, se agacho para poder desabrocharle el camisón cómodamente.

Notaba la mirada del conde sobre él

 - Sebastian, ¿Por qué te quitas los guantes, nunca te los quitas, te pasa algo? ¿Acaso tienes pensado algo? ¡Contéstame!

-No amo, era que simplemente me he quemado mientras le preparaba el desayuno y el roce del guante con la quemadura  me hace daño, así que he decidido quitármelo, dijo sin más, en realidad no había mentido, así había sido, Sebastian no sentía ningún dolor pero su amo no le había preguntado eso así que no mentía, sin embargo  joven señor no era tonto, sabía que había algo más, pero no se imaginaba las verdaderas intenciones de su mayordomo infernal, todavía era un niño por mucho que lo negara.

-Está bien dijo frunciendo el ceño.

Un niño… Sebastian estaba muy equivocado, uno de los deseos más profundos de Ciel era sentir el contacto de las manos de Sebastian sin los guantes y no podía creer la suerte que había tenido, siempre había sentido curiosidad.

Sebastian  seguía con su trabajo, empezó desabrochando el primer botón, el segundo, el tercero,…poco a poco iba bajando, sus manos iban lo más rápido que podían, no podía entretenerse, debido a que si paraba o se demoraba a mirar más de lo normal ya  no se haría responsable de lo que ocurriera luego, su joven amo tenía la culpa, fue en ese momento cuando sin querer debido a sus pensamientos hizo un movimiento demasiado brusco y sin querer tocó más de la cuenta. Un error  fatal, se  aparto lo más rápido posible y esperó a recibir una bofetada por parte de su amo, pero le daba igual, había hecho algo que le había provocado una reacción por parte de su cuerpo muy poco decorosa y placentera, mientras pensaba en esto, se percato de que esa bofetada no llegaba, si no que sintió una especie de gemido, es en ese momento cuando levantó la cabeza  lo que vio lo dejo de piedra, veía como la cara de su amo estaba roja como un tomate, este tenía el ceño fruncido, ojos cerrados y labios entreabiertos.

Rápidamente bajo la mirada, no podía aguantarlo más, su cuerpo le pedía una cosa, cada vez se le hacía más difícil resistirse, así que decidió hacer uso de sus rapidez demoniaca, acabó de desvestir a su joven amo  e inmediatamente le puso la ropa sin que este se llegara a recobrar del anterior suceso, tampoco este se entero debido a la rapidez de su mayordomo, lo único que pudo apreciar después de aquel incidente fue que se encontraba perfectamente vestido y como su mayordomo se iba murmurando algo entre dientes .


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