Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Two Words. por Ishi

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Este one shot es para mi Ruchan ♥ Ella sabe que la quiero mucho y le hago cositas como estas que le gustan (Y espero que esto le haya encantado) ;3;

Espero que disfrutéis de este Reituki, sabéis que los adoráis tanto

como yo :3

 

 

Espero rws bonicos ♥

Siempre era la misma historia de siempre. El mismo juego que teníamos en común. Inclusive la misma distracción. Aunque ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que habíamos jugado Ruki y yo. Y los recuerdos comenzaban a pesar en mi mente.

¿Esto era añoranza? Me empeñaba a negarlo, moviendo mi cabeza a ambos lados pero la calidez que desprendía mi pecho recordando cada juego… Me abrumaba.

Me encontraba en estudio junto a Kai mientras esperábamos a los demás miembros para ensayar las nuevas canciones que habíamos compuesto para nuestro siguiente álbum, y mi pierna comenzaba a tiritar de puro nerviosismo junto a las agujas del reloj que colgaba de la pared de enfrente.

-Reita como no dejes de dar golpecitos en el suelo con el pie me quitarás el puesto de batería.- Me sonreía mi líder, cortando el silencio.

Resoplé, devolviéndole la sonrisa.

-No sé por qué estoy nervioso.-

Entrelacé mis dedos, dando vueltas a los índices entre sí en un burdo intento de relajarme. Kai se apoyó en el respaldo del sofá donde estábamos sentados, descansando su cabeza en la palma de su mano.

-¿Por las nuevas canciones?-

Negué con la cabeza, ¿Se lo debería de contar a Kai? Era mi mejor amigo después de todo pero no sé si sería buena idea. No sabía cómo masticaría lo que me estaba pasando.

-Nada de eso, ya se me pasará.-

Se encogió de hombros, sonriendo de aquella manera, sin creerse en la frase para salir del paso que le había soltado. Sus ojos seguían escaneándome y el hoyuelo de su mejilla se hacía más latente. Lo miré con recelo.

-¿Por qué me miras así?-

Se volvió a encoger de hombros, acercándose más a mí.

-Algo me dice que no me estás diciendo la verdad.-

-¿Por qué crees eso?- Pregunté, abriendo los ojos sorprendido.

Entrecerró sus ojos, señalando mi nariz.

-Cuando mientes… Se te abren los agujeros de la nariz.-

-¡Pero que tonterías dices!- Estallé en carcajadas, negando con la cabeza.

Kai volvió a ocupar su sitio en aquel sofá, negando con la cabeza mientras se cruzaba de brazos.

-Tú ríete pero sé que algo está volviendo loca a tu no muy lúcida cabecita.-

Cogí aire y lo solté, armándome de valor para contárselo.

-Mira… Kai…-

-¿Sí?- Contestó con rintintín.

-No sé cómo te vas a tomar esto…-

Me miró, asintiendo para que continuara pero en cuanto iba a abrir la boca aparecieron los otros tres miembros de nuestro grupo, riéndose de sabe Dios qué.  Kai se acercó sigilosamente a mí, acercándose al oído.

-Luego me cuentas.-

Asentí comenzando a sentirme estúpido. Cerré los ojos un momento, llevándome la mano al puente de la nariz.

-¿Y a éste que le pasa?- Preguntó Aoi, revolviéndome el pelo.

-Tengo sueño.- Improvisé.

-Pues venga, aunque parezca mentira necesitamos a un bajista.- Comentó Ruki sin mirarme, peinándose delante del enorme espejo que teníamos enfrente.

-¿Por qué no lo cambiamos por Saga?- Preguntó Aoi, sonriendo.

-¡Oye no es mala idea!- Le continuó el juego Kai.

Lo miré con recelo.

-Sin duda tiene más talento que él.-

Todos miramos a Ruki con la boca abierta, esperando algún tipo de explicación. Nos miró sin titubear, alzando sus cejas.

-A cuanto componer se refiere.-

-¿Dónde cojones he dejado mis púas?- Saltó Uruha de la nada, buscando en cuclillas alguna púa perdida.

-Tú siempre igual…- Susurró Aoi.

-¿Qué dices de una dieta?- Le contestó Uruha desde el fondo, enseñando una media sonrisa.

Todos estallamos en risas, olvidando lo que acababa de pasar. Parecía que Uruha siempre que hablaba relajaba el ambiente o al menos… Bajaba la intensidad de la tensión.

-¡No estoy haciendo dieta!-

-Deberías…- Se acercó Uruha, tocándole el pecho. –Tienes unos bonitos pechos ya.- Su sonrisa se ensanchó, enseñándole su gran mofa a través de sus brillantes dientes.

-Bueno ya basta, ¿Ensayamos hoy o qué?- Preguntó Ruki con el micro en mano con cara de pocos amigos. –Esto no es un jodido patio de colegio.-

Resoplamos todos poniéndonos manos a la obra, recé por que el tiempo pasara lo más rápido posible para largarme de allí cuanto antes.

 

Después de estar una hora ensayando, sintiendo como cada trazo de mi piel estaba completamente sudada y mis pulmones me gritaban oxígeno, decidimos parar por hoy. Tirándome al suelo, intentando recuperar la vitalidad.

-Vamos a unos baños de aquí cerca, ¿Te vienes?- Me preguntó Kai, distinguiéndolo por su voz ya que tenía los ojos cerrados.

Negué con la cabeza, sonriendo.

-Id vosotros, me iré a casa a duchar y a dormir…-

A los minutos dejé de escuchar sus voces y sus pasos, y el sonido de la puerta cerrándose me lo acabó de confirmar. Suspiré en mis pequeños segundos de soledad, recordando cada segundo del ensayo, cada movimiento que había hecho Ruki. ¿Por qué recordaba sólo a Ruki? Menuda tontería.

-¿No piensas irte?-

Su voz me sorprendió, acabando por sentarme en el suelo y mirándole. Estaba enfrente de mí, de pie. Mirándome con una ceja levantada.

-¿No tienes unas gallinas que alimentar?-

Lo miré con resquemor, enseñándole mi precioso dedo corazón.

-Se llaman ninfas. ¿Tú no tienes que alimentar a tu Boxer?-

Sonrió de lado, sentándose enfrente de mí. Me acarició la mandíbula con mimo, obligándome a cerrar los ojos. Me encantaba su olor, se mezclaban el sudor y los restos que quedaban de su perfume y se impregnaba en mi cerebro.

Acabó por agarrarme fuerte el mentón, demandando que le mirase.

-¿Hace cuánto que no jugamos?- Me preguntó, volviendo su voz aterciopelada.

-¿Acaso importa?-

Me miró con curiosidad sin soltar mi mentón, apretando con fuerza. Quise zafarme de su agarre pero resistí.

-Sólo jugamos cuando tú quieres. Cuando a ti te apetece.-

Recalqué el “tú” impactando mi dedo índice en su pecho. Me esperaba una réplica, una mirada de asombro pero su rostro ni cambió ni se descompuso.

-¿Te estás enamorando Akira?-

-¡NO!- Grité.

Pero algo dentro de mí se agitó inquieto. Notando un leve calor en ambas mejillas. Mi respuesta sí le hizo cambiar el rostro, sonreía, sonreía satisfecho.

-¿Y si eres tú quien se está enamorando de mí?-

Soltó mi barbilla, sentándose sobre mis muslos, colocando sus piernas delgadas pero firmes a ambos lados de mi cintura.

-Yo no me enamoro, nunca.- Susurró sobre mis labios, acabando por besar mis labios. Ultrajando mi boca, luchando demandante.  Sus manos agarraron mi rostro y las mías viajaban por su pequeño cuerpo. Estaba perdiendo el control. Perdí el control.

Mordí su labio inferior con fuerza, haciéndole sonreír mientras volvía a mis labios. Me quitó a duras penas la camiseta, tirándola lejos de donde estábamos. Se empeñó en recorrer mi cuello con su lengua, volviéndome la piel de gallina al sentir aquel pequeño músculo húmedo sobre mí, quitándome la poca razón que habitaba en la mente. Mis manos viajaron sin contemplaciones al interior de sus pantalones, ahí estaba esperándome su erección, dura y llena. Notaba como la boca se me hacía agua y como mi propio miembro crecía preso en mis pantalones.

Su lengua torturaba sin piedad uno de mis pezones, y su pequeña y delicada mano experta ya se había colado entre mi ropa interior. Solté un gemido al que él, con lujuria, me lo cayó volviendo a mi boca ya salivada. Me convertía en un preso en sus labios, él era mi condena. Probablemente, lo necesitaba más que a ninguna cosa en el mundo.

Comenzó a gemir sobre mis labios en cuanto comencé a estimular su miembro con mi mano, sin darse cuenta movía su pelvis de adelante a atrás, cada vez más efusivo. Su mano tampoco cesó sus estocadas sobre mi miembro, al contrario, las aceleró. Elevando el ritmo de mi corazón.

En ese momento el sonido estridente de mi móvil comenzó a sonar. Ruki buscó dónde provenía el sonido, acabando por ignorarlo. Volví a su boca como un sediento buscaba un oasis en medio del desierto. Mi teléfono volvió a sonar y esta vez soltó un quejido, acabando por soltar mi miembro, metiendo su mano en mi bolsillo de la sudadera. Destapó el móvil y leyó el mensaje que había recibido, su rostro cambió por completo.

-¿Qué ocurre?-

Miró la pantalla de mi móvil y volvió a mirarme a los ojos.

-¿Quién es Ao?- Hasta su voz había cambiado.

Fruncí el ceño, mordiéndome el labio.

-Un amigo, ¿Por qué?-

-Quiere que quedéis ahora.-

-¿Acaso te molesta?- Sonreí, volviendo a sus labios pero este apartó su rostro de mí.

-Para nada, agradécele a tu amiguito que me haya cortado el rollo.-

Esta vez el que sonreía era yo.

-¿Esto no era un juego Ruki?-

Quiso levantarse de mis piernas, pero lo agarré con firmeza por los costados. Esta vez era yo quien quería llevar la situación.

-Y lo es.- Me contestó con dureza, mirándome a los ojos.

-No te creo, tus ojos dicen otra cosa distinta a tus labios.-

Sonrió, esta vez sí levantándose de mis piernas, atusándose la ropa. Se colocó el abrigo negro de cuero con tachuelas doradas sin mediar palabra y volvió a mirarme.

-Jamás me enamoraré de ti.- Y cruzó la puerta. Cerrándola tan fuerte que hasta hizo vibrar los cristales que adornaban la sala de ensayo.

 

                        *            *                 *

 

-Yo ya me olía que había algo entre Ruki y tú- Me sonrió Kai mientras tomaba un sorbo de su cerveza.

-¿Tan evidente es?- Abrí los ojos con fuerza.

-Bueno, al menos las fans fantasean más con vosotros que otra cosa..- Estalló en risas, sus mejillas estaban coloradas a causa del alcohol. -¿Has leído alguna de sus relatos? ¡Tengo que reconocer que alguna vez me he empalmado!-

Me llevé la mano a la frente, negando con la cabeza. Pero no podía dejar de sonreír.

-¿Estás sonrieeendo?- Canturreó.-Tú también los has leído, confiésalo.-

Levanté la mano, sonriendo.

-Soy culpable.-

Brindamos con nuestras cervezas, sonriendo por la “azaña”.

-Tú rostro se iluminaba cuando me contabas la historia y esto sólo puede significar que está dejando de ser un juego para ti.- Dijo de repente, más serio de lo que quizás quería sonar.

Tragué saliva, asintiendo.

-Supongo que tienes algo de razón.-

-¿Lo saben los demás?-

Negué con la cabeza, encendiéndome un cigarro. Mi casa se estaba volviendo una pocilga desde que Kai venía algún fin de semana a dormir.

-Será nuestro pequeño secreto… Y en cuanto a que puedes hacer con él, sácale sus sentimientos.

-¿A Ruki? Eso es como intentar que Aoi se ponga a dieta.-

Estallamos en risas en la privacidad de mi casa, llega a estar presente el mofado que acabaría estampándome una de sus púas en un ojo.

-Quizás tengas razón o no.- Volvió su mirada hacia mis ojos. –No pierdes nada por intentarlo.-

-¿Y cómo lo hago?-

Se llevó la mano a la barbilla, pensando Y… Su mirada se iluminó, le faltaba una bombilla encendida sobre su cabeza como en los dibujos animados.

-Caliéntale y luego proponle algo que no tenga elección para continuar.-

Le miré divertido, asintiendo.

-Creo que lo tengo.-

 

*                                       *                             *

 

En cuanto Kai abandonó mi casa un tanto perjudicado, mandé un mensaje a Ruki, esperando que contestase lo más rápido posible.

Mi casa, en media hora.

Solos tú y yo.”

Al minuto mi teléfono sonó, con torpeza y dándome ánimos a mí mismo abrí su mensaje.  

¿Desde cuándo me das órdenes?”

Sonreí, contestándole.

Desde que tengo algo preparado para ti.

Además… No me dejaste acabar la partida de antes.”

No tardó ni medio segundo en contestar.

“Juguemos.”

 

*                        *                         *

 

Preparé el salón con velas, unas cuantas velas y en cuanto sonó el timbre de la puerta apagué la luz. Me saqué la camiseta, haciéndola un bulto y la tiré lejos de allí. Me había echado aquel perfume que él tanto le gustaba. Suspiré y abrí la puerta.

-¿Qué diablos? – Contestó en cuanto vio que todo estaba oscuro. -¿Estás haciendo satanismo?

-Sí y te voy a dar a ti de ofrenda.- Me mofé.

Chasqueó la lengua y le dejé pasar, vio las velas encendidas y algunas mantas de algodón blanco en el suelo. Con cojines a juego. No pude ver su rostro a causa de la poca luz que emanaba de aquellas velas.

-Sabes que odio estas cosas.-

Sin dejar que más palabras agrias saliesen de su boca, lo besé, agarrándolo de su pelo, estrechándolo contra mi pecho desnudo.

-Bueno, pasaré por alto las velas.- Se rio sobre mi boca, besándome de nuevo. Volviendo a retomar donde lo había dejado horas antes en el estudio.

-Dios… Este jodido perfume.- Susurró sobre mi cuello.

Sonreí en la oscuridad, lo elevé hacia mi cintura. Agarró mi cuello con ambas manos, enrollando sus pies a mi espalda. No dejaba de besarlo ni un momento, ultrajando su boca con más lascivia. Lo postré sobre las mantas, deshaciéndome de toda aquella ropa que le sobraba. Su abrigo…. Después su camiseta… Mis pantalones…

Notaba su erección contra la mía, quizás más dura que nunca. Su respiración se agitaba, igual que la mía. Pero me frené en seco, agarrándolo por sus manos, sentándome sobre su pelvis.

-Dime esas dos palabras y seré tuyo.-

Una de las velas casi iluminaba su rostro, pude verle sonreír.

-¿Dame duro?- Preguntó divertido.

Negué con la cabeza. Pero al comprender mi propósito enmudeció.

-Esto no formaba parte del juego y lo sabes.-

-¿Sabes por qué no eres capaz de decírmelo? , Tienes miedo, el mismo miedo que yo. Escondes ese sentimiento con tu forma de tratarme y lo conviertes en un juego.-

-El mismo juego que a ti te gusta.-

Esta vez el que enmudeció fui yo. Tenía razón.

-¿Y si todo se acaba? ¿Y si sólo podemos ser felices así?-

-Entonces sientes algo.- Añadí, y mi corazón revotaba inquieto en mi interior.

-Claro que siento algo, soy humano.-

-No me refiero en general, imbécil. Sientes algo por mí y este juego se acaba aquí. Dímelas, seré tuyo para siempre.- Besé sus labios, con nerviosismo. –Dímelo.-

-No.-

Toqué su miembro, estimulándolo, pillándolo por sorpresa.

-Eres capaz de transformar una historia en una obra de arte hecha canción, eres capaz de sacar una idea de cualquier sencillez. Saca tus jodidos sentimientos.-

Su respiración se cortaba, sus labios se abrían y cerraban en busca de aire.

-Dímelo tú.-

-¿El qué?- Pregunté sorprendido.

-Las dos palabras y también seré tuyo.- Dijo en un leve susurro.

Nos quedamos en silencio, cesé las estocadas a su miembro y suspiré. Ruki se irguió del suelo, acercándose a mi rostro.

-Me pidas que saque mis sentimientos cuando tú mismo no puedes hacerlo.- Soltó un ‘tsk’ seco. –Se acabó el juego.-

Puse la mano sobre su pecho, cogiendo aire.

-T-te…-

Sus ojos se abrieron, mirándome inaudito.

-T-te quie…- Posó su mano sobre mi boca.

-No, no quiero oírlo. No quiero que se acabe esto.-

Besé sus dedos, con mimo.

-Te quiero.-

-Imbécil.-

Sonreí, negando con la cabeza.

-No merece la pena pensar en algo que, por mucho que uno se esfuerce, nunca conseguirá saber.-

-¿De qué hablas?- Preguntó, confuso.

-Nada, se acabó el juego.- Musité, levantándome del suelo. –Recoge tu ropa, mañana nos vemos en el ensayo.-

Me miraba como si estuviese observando la mayor y más difícil división que le hubiesen presentado.

-Me he cansado de este juego, simplemente. Me aburres.-

No daba crédito a lo que le estaba diciendo, se levantó del suelo, agarrándome por el brazo.

-No me quites lo único que me hace sonreír.-

Lo miré con interés, ¿Estaba cediendo?

-¿Qué te hace sonreír? ¿Qué te hace estimularte? ¿El juego o yo?-

-Ambos.-

Negué con la cabeza.

-No me vale la respuesta.- Me solté de su agarre, pero volvió a agarrarme, esta vez la mano.

Me miró como quien mira a una obra de arte exquisita.

-Tú ganas.- Sonreí en mi interior.- T….-

Asentí.

-T-te…-

Puse los ojos en blanco, zafándome de su agarre por tercera vez.

-Te quiero.- Musitó.

No daba crédito a lo que acaba de oír, de verdad que todos los esquemas que tenía montados en mi mente se habían roto. Ahora me invadía un calor en mi interior pero, algo, ahí, en un lugar de mi corazón se agitó.

Miedo.

-Repítelo.-

-Una mierda.-

-No te he oído bien…-

Sonrió de medio lado, acercándose a mí.

-Digámoslo juntos.-

Esta vez el que sonreía era yo, acabando por asentir.

-Te quiero.- Lo dijimos al unísono, mirándonos a los ojos con un brillo que podía iluminar este apartamento entero. Pero podía notar como sus manos temblaban junto a las mías. Ruki no se había abierto de esta manera a nadie.

-Bueno, se acabó el juego. ¿No?- Sonó apenado, soltando mis manos con parsimonia.

-No, ha empezado una nueva partida.-

Me miró frunciendo el ceño.

-No sé jugar a esto.-

-Yo te enseñaré.-

-Haré trampas.- Se excusó.

-Te las perdonaré.-

-¿Y si no puedes? –Cogió aire.- ¿Si te cansas de perdonarme?-

Me acerqué a él, besando su frente.

-Para eso existe el comodín.-

-¿Qué comodín?- Sonrió, negando con la cabeza. –Esto no es quien quiere ser millonario.-

Negué con la cabeza, tocando su corazón.

-Ese es mi comodín, tus sentimientos verdaderos.  Eres mío para siempre.-

-Odio los para siempre. Es de quinceañeras.-

Puse los ojos en blanco.

-Pero…- Dijo con la voz aterciopelada. –Puedo intentar un “Hasta que nuestros sentimientos cesen.”-

No dije nada más, con eso me llegaba. Besé sus labios sin más rodeos, volviendo a aquella zona que había preparado. Besando cada rincón de su cuerpo. Devorando su boca, ultrajándola a mi antojo hasta que el mismo Ruki cambió los mandos, dejándome a mi ahora boca arriba.

-Ahora eres mío.- Sonrió divertido y continuó lo que habíamos dejado a medias ya por segunda vez.

Sentí como su miembro se introducía lentamente en mi interior, soltando un quejido. Me sentía lleno, libre pero lleno. Agarré su espalda con fuerza, besando su pecho a medida que se acercaba a mí. Su pelvis jugaba contra la mía, notaba como su miembro se hacía paso en mi interior. Su mano viajaba por mi costado, mientras que las mías acabaron sobre sus muslos, arañándolos, apretándolo más contra mi cuerpo. Gemía sobre mi rostro como nunca lo había hecho, mi cerebro se fundía.

Sus estocadas se volvieron más lascivas, sus gemidos más roncos y seguidos. Igual que los míos. Movía mi pelvis a un ritmo casi frenético hasta que me corrí sobre su abdomen. Lo abracé en cuanto se corrió al minuto en mi interior, descansando sobre mí ya, empapado pecho.

Alcé su rostro para mirarlo, retazos de su cabello caían sobre su frente sudada, pero sus ojos brillaban. Aparté aquellos pelos que me molestaban sobre su rostro, sonriendo.

-Jaque Mate.-

Sonrió de aquella manera tan peculiar, negando con la cabeza.

-¿Esto es ajedrez?- Se mofó.

-Claro, me he comido al rey.-

Negó con la cabeza y dejó su cabeza descansando sobre mi pecho, que todavía se agitaba por aquel reciente “esfuerzo”. Uno nunca sabe lo que pueden causar las palabras, pero más aquellas dos palabras que a veces nos da tanto miedo admitir.

Hasta que las dices y cambia todo. Son así de fuertes.

Tanto como ese sentimiento llamado amor.

Notas finales:

¿Qué os pareció?

Dios hace tanto que no escribo que parezco virginal D:< JAJAJAJAA

 

Si os a gustado decidmelo por los rws ♥

 

 

 

Acosarme aquí -> @Ishiromero


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).