Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reacciones (versión 2min) por LuzDChoiMinho

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Lo adapté! Tenía que hacerlo 2min y lo hice, así que aquí se los dejo. ¡Espero que les guste y lo lean, con eso me conformo. Aunque igual son bien venidas las críticas de todo tipo. 

 

Siento si tiene errores ortográficos, gramaticales o dedo. Lo revisé, pero nunca se es demasiado perfecto, lo siento. TT TT

 

Ya no digo más tonterías innecesarias. A leer: 

Notas del capitulo:

 

 

 

—MinHo, despierta. —Sintió el sacudir de su cama y cómo trataban de quitar la sábana de su caliente cuerpo.

 

—Ya estoy despierto, mamá. —Forcejeó con ella y volvió a cerrar los ojos tratando de recuperar un poco de sueño; esos días habían sido muy cansados para él. Los exámenes parciales lo tomaron de sorpresa y no debía faltar al servicio social.

 

“Estúpida universidad”, maldijo varías veces antes de sucumbir derrotado y levantar su agotado cuerpo para moverlo hacia la ducha.

 

Joder.

 

Era demasiado pesado ser él. A veces tratar de ser el perfecto no era buena idea. Las responsabilidades recaían en doble, y se cansaba lo triple que una persona “normal”.

 

Después de tomar un corto baño, se fue directo a tomar el desayuno —que en cierta forma no era más que beber un vaso de leche, llevarse una manzana a la boca y comerla en el camino—.

 

La escuela era uno de los peores lugares a los que podía acudir. Odiaba con locura ese estúpido lugar; solo le daba monotonía a su ya destruida vida. No por el simple hecho de asistir. De hecho, siempre odió la escuela. Siempre.

 

¿Cómo es que obtenía las mejores notas? Ni él lo sabía, solo pasaba.

 

Salió de ese infernal lugar (la universidad) y tomó el autobús directo a donde ofrecía su servicio social. Más bien, considerado como una práctica.

 

En el camino se limitó a ponerse los audífonos y escuchar su “relajante” música mientras llegaba al hospital. Pero no precisamente un hospital normal…

 

Choi estudiaba para ser un psiquiatra y, por consiguiente, tenía que ejercer su servicio en un lugar que le otorgase la tan pedida experiencia.

 

Y, ¡exacto!, el hospital donde practicaba era uno psiquiátrico. El lugar podía ser de lo más aterrador para muchos, pero para él era el área más relajante de todo el estúpido mundo. Extraño, a decir verdad.  

 

Se quitó los audífonos y cruzó la entrada dejando todas y cada una de sus partencias en la entrada. Era un sitio al que obviamente no podías introducir cualquier cosa.

 

Se colocó su bata y entró como a una especie de jardín artificial donde se encontraban los internos caminando de un lugar a otro con la mirada perdida, e incluso algunos, con los ojos cerrados. Todo un mundo distinto al de las afueras.

 

Tomó asiento y se dedicó a observar el comportamiento de los que se encontraban en ese momento ahí, quienes no se percataban de su existencia. Ni siquiera una mirada. Nada.

 

Ya tenía un rato tomando incalculables notas. Se consideraba muy exacto a la hora de determinar o imaginar lo que sufría cada una de las personas habidas en ese sitio.

 

Hasta que lo vio.

 

Sentado ahí, con los ojos puestos en su persona, tratando de resolver un cubo rucbik. Lo cierto es que le incomodaba, era una mirada sin pudor. Nunca había sentido aquello; nunca había experimentado el nerviosismo ante una mirada, siempre había sido muy frío y duro con todo aquello que se atreviese a verle así.

 

Pero aquello. Aquello era distinto.

 

El joven de mirada penetrante no lo dejaba de examinar. Era como si lo estuviese estudiando, tal y como él hacía con los internos.

 

“¿Qué hace aquí?”, se preguntó. Porque su apariencia no recriminaba a una persona que estuviese mal de sus facultades mentales. Se veía normal, como él —en apariencia—. Era extraño que una persona común estuviera allí y, más aún, considerando el tipo de atuendo que tenía puesto. Eso solo aumentó su incertidumbre.

 

Decidió ignorar la tan descarada mirada y continuó  con su trabajo.

 

Sin embargo ese exceso de interés cada vez se tornaba más y más incómodo. ¿Quién rayos era? ¿Por qué lo miraba tanto? ¿A caso tenía algo en la cara? ¿Estaba muy descuidado? ¿Qué rayos miraba?

 

Harto de aquella acosadora atención, se levantó algo irritado y caminó hacia aquel chico para preguntarle la razón de su tan evidente mirada.

 

—¿Qué pasa? —No se le ocurrió otra cosa, y continuó—: No recuerdo que estén permitidas las visitas por las tardes.

 

Aquel chico sólo se limitó a seguir resolviendo aquel cubo —al que sólo le faltaban unas cuantas combinaciones para terminar—.

 

—No estoy de visita —dijo cortante y serio, sin dejar aquel objeto que movía ágil entre sus dedos. Sin ni una sonrisa o señales de vida en su rostro.

 

—¿Entonces qué haces aquí?

 

—No creo que te importe —Otra vez, de la misma forma. Sus respuestas eran tan frías y directas que asustaban.

 

—No me digas que estás interno aquí —tiró a lazar, con intenciones de jugar con el chico. De verdad que no creía que estuviese allí por un problema.

 

—Sí.

 

Eso lo toma por sorpresa. No se lo imaginó.

 

—No te ves mal.

 

—¿Y estudias para psiquiatra? —dijo de una forma retadora, seria. Como si supiese más que él.

 

—¿Cómo supiste eso?

 

—Tu gafete dice “practicante”

 

Justo en ese momento terminó de resolver aquel cubo. Y ahí es donde se dio cuenta que ese chico no era como cualquiera. Que no era ni como los que estaban allí caminando sin rumbo alguno e, incluso, que todos los seres existentes en 1000 Km a la redonda… o más.

 

Aquel chico supo que era practicante sin antecedentes de haber visto aquel gafete, pues desde que llegó junto a él, el chico no lo había volteado a ver en ni una sola ocasión.  

 

—¿Por qué sigues aquí? —espetó el raro chico, sin temor a ser tomado como un grosero.

 

—¿Qué es lo que tienes? —preguntó ya muy curioso.

 

—Autismo —dijo. El practicante se quedó estático. La forma en la que este se dirigía era extremadamente directa.

 

—Ya veo —habló como si las puertas se le abriesen automáticamente.

 

—Me voy —terminó cortante, y justo en el momento, se levantó y, sin siquiera voltear atrás, se fue, dejándolo con muchas interrogativas.

 

El chico era de cabello rubio; tez clara, casi lechosa; ojos marrones, no tan oscuros. Y, sobre todo, vestido de una forma demasiado inusual: pantalones negros ajustados, camisa ligeramente grande con dibujos extraños, y zapatos negros de plataforma.

 

Escribió aquella experiencia en su libreta; se quedó cuestionándose acerca de aquel rubio, el cual sufría de una de las enfermedades que a él más le llamaban la atención, pero que no había estudiado tanto.

 

Y así pasaban los días. MinHo quería saber más sobre aquel chico, que siempre sostenía algo entre las manos o resolvía rompecabezas. Solo que se le hizo extraño el comportamiento de éste. Sabía que los autistas no sociabilizaban y que incluso se ponían en un estado algo alterable siempre que se encontraban ante una persona poniéndole “demasiada” atención.

 

Era muy extraño que ante su presencia, TaeMin no se pusiera de esa forma.

 

Había averiguado su nombre viendo los expedientes de los internos una semana antes. TaeMin nunca lo digo, aunque MinHo tampoco se lo preguntó. Siempre era cortante y directo con sus palabras.

 

—¿Qué es la imaginación? ­­­­­­­ —El chico era muy inteligente, de eso MinHo se había dado cuenta la primera vez que cruzó palabras con él—. No he encontrado la forma de saber lo que es.

 

—No sabría explicarlo muy bien. Mira… —No lo dejó terminar.

 

—No me sirves. Me voy —pronuncio sin decir nada más y se fue; pero MinHo ya estaba acostumbrado al comportamiento siempre tan repentino del rubio.

 

El tiempo pasó, y sus sentimientos se desarrollaron como los niños. Exactamente, MinHo se había enamorado de TaeMin; sin embargo ¿cómo era eso posible? ¿Cómo enamorarte de una persona que tiene un comportamiento inusual? No tenía idea, pero sabía que TaeMin en el fondo sentía, aunque no lo demostrase.

 

Lo sabía, solo lo sabía.

 

—¿Sabes lo que es un gusto? —preguntó al rubio, el cual hacía maniobras con las manos, cosa nada inesperada.

 

—Sí.

 

—¿Puedes describirlo?

 

—No.

 

Y ahí estaba de nuevo. El chico podía saber demasiadas cosas, pero incapaz de describir los sentimientos.

 

—¿Alguna vez has visto algo y has sentido algo en el estómago o no sé, algo extraño en ti cuando lo ves? —No sabía cómo ser explicito para el chico.

 

—Tu sonrisa me hace querer vomitar. ¿Eso es un gusto?

 

Y se arrepientió, porque no sabe si lo que dijo es porque le gustaba su sonrisa; en realidad había veces en las que no entendía su forma expresarse.

 

—No, creo que te doy asco. —Soltó una carcajada la cual el chico examinó por unos segundos para después volver a tomar sus dedos y entra lazarlos en maniobra.

 

—No.

 

Justo ahí se encontraba totalmente confundido por el simple hecho de que el chico no se refiriera al asco en sí. 

 

—¿Entonces?

 

—No lo sé.

 

Se levantó y se fue sin decir nada al respecto. Solo había dejado a un MinHo con el corazón a punto de salirle del pecho. ¿Eso había sido un alago?

 

 

 

~~

 

 

 

—¿Qué es el amor? —Cada semana TaeMin le preguntaba ese tipo de cosas. Él no sabía qué responder. De hecho sí lo sabía, pero no encontraba la forma de explicárselo.

 

—…

 

—No sabes. Te estás volviendo inútil. —Le cayó como un cubetazo de hielos en el rostro.

 

TaeMin se levantaba con intenciones de irse, pero el estudiante lo tomó del ante brazo para que  no cumpliera su acción.

 

—Es algo que se siente desde muy dentro, que es imposible de explicar con palabras. Algo que te llena cuando te sientes vacío. Algo que te hace sonreír automáticamente... Algo te hace sentir como un completo estúpido.

 

—Entonces eso es. —Jaló de golpe su mano para que MinHo lo soltase. No soportaba el contacto—. Gracias —espetó despacio antes irse.

 

Desde aquello, MinHo se había puesto a pensar en todas las palabras que dijo, todas y cada una. Sentía curiosidad acerca de la interpretación que el rubio pudo haberle dado a su explicación.

 

Después de ese percance no vio al chico por tres días. No intentó buscarlo ni nada por el estilo. Solo se limitó a esperar a que él pareciese solo.

 

~~

 

—¿Qué has conseguido saber acerca de Lee? —preguntó el doctor a cargo de la institución—. No hemos podido sacarle ni siquiera una expresión desde que llegó. No ha hablado más que contigo.

 

Aquello lo sorprendió demasiado, pues no podía creer que solo con él hubiese hablado desde su estadía. Inaceptable. Demasiado increíble.

 

—¿Es en serio?

 

—Sí, ese muchacho no ha cruzado palabra con ni una persona de aquí. Todo lo que sabemos de él es por su expediente y nada más.

 

No dejaba de sorprenderle. ¿Era verdad? ¿Con nadie? Eso lo dejaba pensando demasiado. ¿Por qué él?

 

—¿Por qué no han venido a visitarlo desde que entró?

 

—No tiene a nadie. —Eso fue como un puñetazo en el estómago—.  Sus padres murieron en un accidente automovilístico. Es muy extraño que él sobreviviera, ¿sabes?

 

—¿É-Él venía en el auto? –

 

—Sí. Cuando lo encontraron estaba sentado justo a un costado del automóvil incendiándose. Jugaba con sus manos. —finalizó el doctor, dejando a MinHo con un nudo muy grande en el estómago.

 

~~

 

—¿Qué sentiste cuando ocurrió lo de tus padres?

 

—Nada.

 

El rubio tomó la manzana que el castaño le había llevado y comenzó a estrujar, tocar y sentir la textura de la fruta habida en sus manos.

 

—¿Cómo sobreviviste?

 

—Sabe bien.

 

Se refería a la manzana. La verdad es que el chico había ignorado su pregunta.

 

—A eso se le llama gusto.

 

—Entiendo.

 

Observó y toqueteó la fruta una vez más; pero de nuevo, se levantó y se fue.

 

MinHo se quedó en su asiento sin moverse, pensando una vez en la forma que la que quizá TaeMin había interpretado eso último.

 

~~

 

—Toma. –TaeMin puso una especie de diario en las piernas de MinHo y volvió a retirase.

 

Pero el practicante tenía miedo. Tenía miedo de abrir aquella libreta tan inusual, estaba seguro que era un diario, en el que el rubio escribía sus cosas más íntimas.

 

Lo abrió:

 

 

 

 

 

Lunes, 10 de octubre de 2012

 

Mis padres me llevaron con un médico, dijeron que quizá él podría ayudarme con el problema que tengo.     

 

Ya no sé qué creer. Quiero saber lo que se siente ser una persona normal. Alguien que se exprese vocalmente sin necesidad de escribirlo.

 

Martes, 25 de diciembre de 2012

 

Es navidad y mis padres me han regalado un nuevo juego. Es muy entretenido, siento algo extraño cada que lo veo, pero solo paso los niveles sin hacer esas cosas tan extrañas que veo en mis primos siempre que ganan o incluso cuando pierden.

 

Quizá así sea toda mi vida.

 

Domingo, 1 de abril del 2013

 

Mis padres murieron en un accidente. Ellos discutían por mí. Ya no soportaban vivir con una persona como yo. Supongo que es por mi problema, siempre les causo demasiados percances.

 

Pienso que pudieron haber muerto a propósito, así ya no tendrían que lidiar con un fenómeno sin sentimientos.

 

Aun así, cuando murieron sentí algo demasiado extraño y creo que a eso se le llama dolor; no obstante, no sé bien si sea eso.

 

No tengo idea si un día yo mismo logre entenderme…

 

Miércoles, 3 de abril de 2013

 

Hoy conocí al chico que me hizo sentir algo en el estómago, creo que eran ganas de vomitar, aún no logro descifrar bien lo que sea.

 

Pensó que estaba de visita, se sorprendió cuando le dije que tenía autismo. Espero que él me ayude a expresar lo que siento o a saber identificarlo.

 

Viernes, 26 de abril de 2013

 

Leí un libro de fantasía. En la descripción decía que el autor había usado su imaginación propiamente. No sé lo que sea imaginación o, más bien, cómo sea imaginar algo. Le pregunté al chico practicante —por cierto, con el único que hablo en este lugar—, pero no me supo contestar muy bien.

 

Me agrada... ¿Creo?

 

Sábado, 11 de mayo de 2013

 

MinHo me preguntó acerca del gusto. Le dije que cuando lo veía sonreír me daban ganas de vomitar y su cara se deformó por un momento. No supe decirle bien lo que sentía, fue lo más aproximado.

 

Si es lo que pienso, creo que me gusta.

 

Martes, 4 de junio de 2013

 

Cada día MinHo me sorprende más. Le pregunté sobre el “amor” y pensé que no me respondería, pero sí lo hizo. Las cosas que me dijo son exactamente las que siento cuando lo veo. No sé, creo que cada vez me gusta más.

 

Sigo confundido.

 

Viernes, 7 de junio de 2013.

 

Hoy el practicante me regaló una dulce manzana; su textura era especial.

 

Me preguntó sobre el accidente de mis padres y no supe qué contestar, así que no le hice caso y gracias eso puedo asegurar que definitivamente Choi MinHo me gusta.

 

Sí, no hay duda…

 

Cuando terminó de leer no sabía si en realidad aquel chico había escrito todo eso. Enserio que nunca se imaginó que la escritura pudiese ser un arma para describir sus emociones. Quizá no como las de una persona que sí puede decirlo verbalmente, pero sí como a una muy cercana.

 

Se emocionó porque, de alguna u otra forma, TaeMin se le había declarado. Inusual, pero al fin y al cabo una declaración.

 

Al instante supo que no lo dejaría. No lo dejaría porque aunque no lo dijese o lo expresase corporalmente, lo quería. Ambos se querían.  

 

Y con eso. Con eso…

 

MinHo se conformaba.

Notas finales:

Esto no tiene ni pizca que ver con el día de San Valentín. Sí, soy una amargada que toma estos días —hasta la navidad— como cualquier otro día. *la vale madre* 

Espero que les haya gustado. *-* ¡Gracias por leer mis rarezas! 

Me voy. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).