Kyungsoo POV
Lunes, un día que definitivamente no me gusta. ¿A quién le gusta los lunes? Es el peor día de la semana. Yo lo odio por tener que levantarme temprano, sin embargo, también me gusta porque es el día en que empieza mi trabajo y, para qué mentir, amo mi trabajo. Soy pastelero, me gusta mucho hacer pasteles y crear distintos sabores de ellos.
Hice todos mis deberes antes de salir directo a trabajar, las cuales sólo consistían en barrer, tender mi cama, lavar los trastes, bañarme, cambiarme y desayunar. Después de eso, me pude ir tranquilamente a mi trabajo. A pesar de que casi nunca estaba el dueño, la venta de pasteles es buena desde que abrimos la pastelería.
Apenas llegué y ya había pocas personas enfrente del local.
- Buenos días, ¿vienen por pasteles?
- Sí.
- Esperen un momento por favor, en lo que preparo todo.
- Sí, no hay problema.
Afortunada o infortunadamente, nuestra pastelería también cuenta con mesas dentro y fuera de la tienda y acceso a máquinas de café. Por eso mismo es que varias personas vienen desde temprano para poder tener un lugar. Realicé mis tareas de aseo rápidamente para que no los clientes no esperaran tanto y comencé a partir rebanadas de pastel a los que querían.
- Buenos días.
- Llegas tarde, ¿dónde andabas?
- Ah… lo siento. Ayer me quedé haciendo mi tarea hasta altas horas de la noche.
- Está bien. Ve a cambiarte.
- De acuerdo.
Luhan, un empleado de aquí. El dueño de la pastelería lo contrató por sus habilidades en atender a la gente y preparar café, pero yo creo que también lo hizo para que varias chicas (y chicos también) vinieran a comprar sólo por él. Suena un poco cruel el decir que Luhan es un gancho para las ventas, pero el dueño y yo sabemos que también las personas quedan maravilladas con los pasteles que vendemos.
Erróneamente, la gente que viene a comprar dice que Luhan es el pastelero, cuando no es cierto; yo lo soy. No obstante, Luhan niega rotundamente que él los haga, pero no da más detalles acerca de la “verdadera identidad” del pastelero. Jamás en mi vida me ha gustado ser el centro de atención y no quiero serlo ahora.
- Soo, ¿por qué no quieres que les diga a nuestros clientes sobre ti?
- Ya te lo dije y te lo vuelvo a repetir, no quiero que hagan fama o algo así.
- Pero necesitas ser reconocido. Es como si yo me estuviera aprovechando de tu habilidad y eso hace que me sienta mal contigo Soo…
- Jaja no te preocupes. Mejor dime cómo vas con Sehun.
- Ah… –se sonrojó de inmediato – nosotros…
- ¿No se han dicho nada?
- No es eso… es simplemente que…
- ¿A él le gustas?
- Eso es lo que no sé… Yo lo quiero demasiado y me siento demasiado patético al intentar ocultar mis sentimientos cuando estoy con él…
- ¿Y por qué no se lo dices?
- ¡No! Yo… yo temo a que me rechace…
- ¿Entonces cómo se dará cuenta de lo que sientes si tú no le dices?
- ¡Es que tú no entiendes Soo! Ser rechazado es… muy feo…
- Callar tus sentimientos duele más.
- Sí… tienes razón… -*ting~ting* la campana del mostrador sonó – Ahorita vuelvo Soo.
Luhan se fue a atender más clientes y me dejó solo la mayor parte del día, puesto que él se va a las 4 a su universidad y ahora me quedo yo atendiendo. Lo que me agrada de cuando Luhan se va es que la pastelería queda más tranquila, sin chicas locas gritando “¡oppa!” o chicos raros tratando de coquetear con Luhan.
Las horas pasaron rápido y ya eran las 7:00pm. Por lo que me limité a ver Pororo en la cocina en lo que comía unas galletas. De repente, alguien entró a la pastelería y yo tardé un poco en salir porque no encontraba el control. Salí y me encontré con un chico que miraba atento a la vitrina donde estaban muestras de pasteles grandes.
- Lo siento pero… estamos por cerrar… –dije–
Él volteó y ahora sí lo pude distinguir mejor. Tenía un leve tono bronceado y cabello negro. Vestía un traje muy bonito del mismo color que su cabello pero más opaco, pero sus ojos… estaban rojos… ¿por qué sería?
- ¿Me ha escuchado? –pregunté–
- Sí, lo siento. Eh… soy nuevo por aquí así que se me hizo raro ver una pastelería.
- Apenas abrimos hace dos semanas.
- Oh… ya veo por qué.
- Le repito, estamos por cerrar. ¿Quiere elegir un pastel o venir mañana?
- Ah… quiero uno individual. ¿De qué sabor tienes?
- Hay de chocolate, tres leches, vainilla, pan de naranja, imposible… ¿Cuál es su sabor preferido?
- La naranja está bien.
- ¿Con cubierta de qué?
- Chocolate.
- En un momento se lo traigo –me metí a la cocina para agarrar una rebanada del pastel y a los pocos segundos volví– Aquí tiene.
- Woa… se ve delicioso.
- Jeje lo es –sonreí. Esperen… ¿sonreí?– ¿quiere comerlo aquí o se lo va a llevar?
- ¿Si elijo aquí podrías cerrar más tarde?
- Seguro –¿qué rayos digo? –
- Entonces aquí.
Por su decisión, tuve que ir por una cuchara cafetera. Se la entregué y probó el pastel, mientras que yo recargaba mis codos en el mostrador. He de decir que hacía caras muy extrañas para alguien que comía pastel, pero él volteó a verme y me indicó que le gustó. No pude evitar sonreír por eso, ya que me hacía feliz que a la gente le gustara lo que hago. Cuando menos me di cuenta, ese chico ya se había terminado todo y sonreía más que gustoso.
- Ah… muchas gracias. Me ha encantado –sonrió otra vez –
- Me alegro.
- ¿Hay varios pasteleros?
- ¿Eh?
- ¿Hay varias personas que hacen los pasteles?
- Eh… no, sólo una.
- ¡Wow! ¿En serio? ¿La puedo conocer?
- Ah… ya se fue.
- Oh… bueno… ¿La podría localizar un día de estos?
- Sí, supongo…
- De acuerdo. Una vez más, muchas gracias eh… ¿cómo te llamas?
- ¿Mi nombre? Ah… –no sabía qué decir –
- Oh, no te preocupes, mi nombre es Jongin. De ahora en adelante seré cliente frecuente. Nos vemos –salió muy campante por la puerta –
Genial… ¿y ahora qué hago? Ese chico al parecer no descansará hasta saber quién cocina… ¿Por qué debí abrir mi bocaza y decir que sólo hay un pastelero? ¡Le hubiera dicho que hay 20! Pero ni modo… ya no tiene caso discutir… Bueno, aunque me pareciera absolutamente frustrante este hecho, una pizca de felicidad apareció en mí, sin saber por qué.
Me fui a mi casa, dispuesto a dormir temprano para poder despertar bien el día de mañana y exactamente eso hice, aunque he de decir que la sonrisa de ese chico no se borró de mi mente, ni un segundo.
Al siguiente día, me levanté dispuesto a ir a mi trabajo. Llegué, hice mis tareas laborales del día y comencé a preparar mis cosas para los pasteles. Cuando saqué la basura me encontré con Luhan, estaba muy feliz.
- ¿Y ahora a ti qué mosco te picó?
- Soo –agarró mis hombros – Sehun tomó mi mano.
- ¿De verdad? ¿Qué pasó? –pregunté cuando ambos entramos y él se ponía el uniforme –
- No sé –sonreía como tonto – fuimos a ver a las luciérnagas de la fuente central y… de repente Sehun tomó mi mano y… ¡¡¡Kyaaa!!! ¡Fue lo mejor que me ha pasado, Soo!
- Me alegro por ti jaja. Seguiré con mi trabajo –entré a la cocina y alguien entró a la pastelería, pero no quise salir a ver –
- Buenos días, ¿qué se le ofrece? –preguntó Luhan–
- Buenos días, quisiera saber si se encuentra el pastelero.
- ¿P-pastelero?
No a mí. Asomé mi cara por la puerta de la cocina y ahí estaba, parado y sonriendo, Jongin.