Cap. 1
Los primeros dos años fueron bastante complicados.
A cada momento recibían amenazas anónimas en contra de ellos y de sus hijos (porque aun que le doliera al Mundo Mágico para ellos Harry era su hijo).
Cuando Harry cumplió 4 años, las cosas se calmaron un poco, pero aun así, el Ministro Riddle personalmente les había asegurado que nada les pasaría (para algo era el segundo padrino de Draco).
Draco, con su tierna edad de 4 años, no entendía porque no podían salir a los inmensos jardines a jugar solos, ni porque cada cierto tiempo la casa se llenaba de aurores, o por un descuido los reporteros los asediaban. Y mucho menos entendía, porque Harry era el centro de todos.
Se sentía mal al sentir celos de su hermano, pero era un Malfoy, y la espinita de que el morenito acaparaba todo no salía de su pequeño corazón.
Por supuesto, esto no le permitía ver que su padre lo mimaba mas a el que a Harry, y que su madre a penas le hacía caso al oji verde cuando el aparecía en escena (aunque no dejaba de darle el cariño que el oji verde necesitaba). Ni mucho menos veía que para Harry era tan o más confuso que para él.
En el cumple años numero 5 de Draco, su padrino Severus y el esposo de este, Sirius, aparecieron con regalos también para Harry, cuyo cumpleaños se celebraría al siguiente mes.
De más está decir que Draco se sintió realmente celoso del morenito. Por mucho que lo quisiera.
Pero el enojo no le duro mucho. El adoraba al niño de ojos verdes, y este sentía algo similar por él.
O mejor dicho, algo un poco más profundo, pero no tenia como definirlo.
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-Draco-llamo suavemente un niño de no más de 8 años-¿dónde estás escondido?
El pequeño moreno se deslizo sin hacer ningún ruido por la habitación que compartía con el rubio. Había aprendido a pasar desapercibido en las fiestas que hacia su padre, de lo contrario, todos lo miraban como si fuera un bicho raro.
Abajo, sus padres, padrinos y amigos los esperaban para celebrar su cumple años, y Draco simplemente había desaparecido antes de que la fiesta empezara realmente.
-¿Dragón?-se agacho y miro debajo de la cama-mamá subirá y se enojara con nosotros, Draco
-no quiero celebrar tu cumpleaños-le respondió otra voz, más suave y amortiguada
Harry se enderezo y observo la cama de su hermano, acomodándose los lentes.
Se sintió muy mal con esas palabras, herido por alguna razón. A él le gustaba jugar con Draco, compartir en la fiesta y todo eso.
No le gustaba estar rodeado de extraños, que se interesaban más por su extraña cicatriz que por el mismo. Pero con Draco se sentía seguro, protegido.
El rubio atraía todas las miradas sobre él con su porte elegante y decidido. Él, en cambio, lo hacía con su torpeza y descuido.
-entonces yo tampoco lo celebrare-aseguro, acomodándose en su cama
-¿Qué?-pregunto el rubio, retirando las sabanas de encima de su cabeza-¿estás bromeando Harry?
El morocho negó, sonriendo tímidamente.
-podemos decirle a mama que nos sentimos mal-propuso, suavemente
Draco suspiro y negó, bajando de la cama. Era tonto tener celos de que todos miraran a su hermano.
A el también lo miraban así que, ¿cuál era el problema?
Harry le sonrió ampliamente y se bajo, lo tomo por la mano y lo saco casi a rastras de la habitación.
Bajaron las escaleras y, al llegar a las puertas que daban al gran jardín, ambos se detuvieron, acomodaron su pelo (aunque Harry mucho no podía hacer) y salieron.
De inmediato, Narcissa los intercepto y acomodo sus túnicas. Los tomo de las manos y los llevo junto a los demás invitados, que este año eran menos que antes (o más bien, eran menos que cuando Draco cumplió años).
-¡Prongsy!-llamo alegremente Sirius, acercándose a Harry en dos zancadas, tomándolo en brazos y dándole vueltas mientras besaba cariñosamente sus mejillas.
-Sirius, compórtate-le amonestaron a su espalda
-oh, vamos Sevy, hace siglos que no veo a mi niño-Sirius hizo un dulce puchero y bajo a un risueño Harry, ignorando el gruñido de su marido por el cariñoso apodo
-lo viste el mes pasado-regaño Severus, gruñendo suavemente
-hola padrino-saludo el niño-Severus-asintió en su dirección
Aun no comprendía bien el porqué, pero Severus no le permitía llamarle padrino.
-¿qué tal Harry?-el moreno se giro, encontrándose con un hombre castaño, muy pálido, y con unos hermosos y tiernos ojos amielados, casi dorados
-hola tío Remus-le sonrió y lo abrazo fuertemente-¿dónde está tío Reg?
-tuvo que quedarse-Remus agito su pelo y alzo la vista un poco, posándola en el rubito que se cruzaba de brazos enfurruñado por la falta de atención-hola Draco
-señor Lupin-devolvio el saludo, sonriendo levemente
-¿cómo están?
-bien- Harry sonrió ampliamente y Draco se sintió aun más enfurruñado
Se supone que esas dulces sonrisas debían ser solo para él.
-¿y Lucius?
-está en el estudio, con el Ministro Riddle-respondió Narcissa, con un ligero tono de contrariedad
Remus asintió. Revolvió el pelo de Harry, abrazo a Draco con ternura y enfilo de vuelta a la mansión.
Una vez fuera de vista y que los adultos se sentaran en la pequeña mesa que estaba al lado suyo, Harry tomo a Draco y lo arrastro hacia un pequeño grupo de niños, que jugaban alegremente, apartado de los adultos.
En lo general el cumpleaños estuvo bien, y en la noche, ambos niños se acostaron más tarde, admirando los regalos que le dieron al moreno.
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Las navidades no eran mucho mejores.
Harry recibía regalos de Sirius y su hermano Regulus, (al que apenas veía pues trabajaba en el área pediátrica de San Mungo y se la pasaba casi todo el día allí), de Remus (el esposo de Regulus) y de Severus. Sumados a los regalos de Lucius y Narcissa, los del Ministro Riddle y de otras personas que el moreno no conocía.
Draco, recibía la misma cantidad de las mismas personas, incluyendo los de sus tías Bella y Meda, no podía evitar sentirse celoso del moreno.
¡Era inconcebible!
Con 9 años, Draco se enfurruñaba más que antes, también por algo más que obvio: pronto irían a Hogwarts y ahí sí que su hermano recibiría mas atención.
Gruño levemente, taladrando con la mirada a Harry, que leía cómodamente, acurrucado bajo una manta al lado de la chimenea.
Desvió la vista a la montaña de regalos que se apilaba bajo la placa con el nombre grabado del moreno.
Suspiro, frustrado.
Se habían enterado, de que la mayoría de las personas que le enviaban regalos a Harry lo hacían en una forma de enviarle fuerzas al joven por la pérdida de sus padres. Hizo una mueca al recordar como descubrió que Harry no era su hermano consanguíneo. Aunque esto era más que obvio.
Miro nuevamente al moreno, cuyos ojos se llenaron de lágrimas levemente mientras deslizaba sus dedos por la superficie de la página que leía.
Picado por la curiosidad, el rubio gateo hasta él y se acurruco a su lado.
Abrió los ojos sorprendido y desvió sus grises ojos a Harry, que no parecía haberse dado cuenta de su presencia.
El moreno no estaba leyendo.
Más bien tenía entre sus manos un álbum fotográfico, regalo de su padrino en su pasado cumpleaños y que él no había abierto... Hasta ese momento.
En la pagina que observaba el moreno, había una joven pareja: una hermosa peli roja de piel cremosa y brillantes ojos verdes, abrazada a un joven de piel tostada, revoltosos cabellos negros y picaros ojos almendrados. Entre ellos había un pequeño niño de apenas unos meses de nacidos, vestido con un trajecito del Santa Claus muggle.
El joven era muy parecido a Harry, y de estar vivo, pasaría fácilmente por su hermano mayor más que por su padre.
-son mis padres-susurro el moreno, sonriendo débilmente, acariciando las letras doradas grabadas en la pagina dorada, bajo la foto-Lily y James Potter
-tu madre era muy linda-comento el rubio, sintiéndose mal de pronto por haberse sentido celoso tanto tiempo de su hermano
-Sirius me comento que me querían mucho-siguió el moreno, pasando la página
En esta, estaban los Potter, junto a un divertido Sirius y un enfurruñado Severus, Remus con una sonrisa tímida y un evidente sonrojo, abrazando dulcemente a un joven parecido a Sirius, y casi tan alto como él, ambos a la izquierda de James. Al lado de Severus se encontraba Lucius, sonriendo de forma altanera, rodeando la cintura de forma posesiva a una joven Narcissa, que sonreía con la misma timidez que Remus. Y al lado de Regulus, el Ministro Riddle.
-Harry, yo...
-ya lo sé Draco-Harry le miro, sonriendo, los ojos brillantes de lagrimas-ahora que no soy tu hermano...
-siempre serás mi hermano-se apresuro a decir el rubio, tomando entre sus manos una de las de Harry.
Por un segundo, esas palabras quebraron el corazón del moreno, pero este descarto el sentimiento, sonriendo ampliamente al saber que no perdería el cariño de su hermano.
-odio que hablen de mi en El Profeta-susurro Harry, colocando su cabeza en el hombro del rubio-y odio que cuando papá... Lucius... Papá-dudo unos segundos
-¿cuándo papá qué?-le insto el rubio, sonriendo débilmente ante su titubeo
-cuando el organiza fiestas, odio que todos me miren-suspiro y acaricio distraídamente las manos que sostenían la suya-prefiero que seas tú el foco de atención
-¿yo?-Draco miro la negra cabellera, sorprendido, no solo por la confesión del moreno, sino por la madurez y seriedad impresas en esas palabras
-si-Harry alzo la vista y se ruborizo-¿no estás enojado por qué no somos hermanos?-cuestiono, con un ligero tono infantil que hizo que el rubio riera
-claro que no, Harry-acaricio su mejilla y beso su nariz-te quiero mucho, por muy Potter que seas
Harry rio y se acomodo aun mas cerca del delgado cuerpo del rubio, abrazándolo suavemente.
-yo también te quiero Dragón-susurro, cerrando los ojos-me gusta que seas mi hermano
-a mi también-Draco acaricio suavemente las rebeldes hebras
-Draco-susurro el moreno, luego de unos segundos de silencio
-¿hmm?-el aludido, que en algún momento había cerrado los ojos, los abrió perezoso-¿dime?
-¿me prometes algo?
-si
-prométeme que cuando entremos a la escuela, no dejaras de quererme, ni te la pasaras con Zabinni, Nott y Parkinson, aunque caiga en Gryffindor
Draco sonrió medio adormilado, imaginando el dulce puchero en los labios de su hermano
-lo prometo
-y siempre me querrás y protegerás-agrego en un débil susurro, sonrojándose
-prometo siempre quererte y protegerte-asintió el rubio, bostezando
Harry sonrió, se arrebujo más en la manta y cerró los ojos, abandonándose al sueño.
Y así los encontraron Lucius y Narcissa mas tarde, ambos acurrucados el uno contra el otro, el cuerpo delgado y aristocrático del rubio casi encima del pequeño y delicado del moreno, como protegiéndolo.
Y por un segundo, Lucius pensó en la trágica noche en la que Harry perdió a sus padres, cuando llego a Grimmauld y los encontró, cuando eran unos bebes, abrazados el uno al otro.
Sonrió de medio lado.
Eso posiblemente auguraba algo bueno, algo muy bueno.
Continuara...