Cuenta una vieja leyenda, una más antigua que el mundo mismo que cuando el Sol y la Luna se encontraron por primera vez seenamoraron perdidamente y desde ahí comenzó a vivirse un gran amor. Pero como cualquier historia de amor, ellos no se la tenían fácil.
Sol y Luna eran astros completamente diversos, como polos opuestos atraídos entre sí por una fuerza imaginaria. Sol era un tipo duro, nunca buscaba razones para hacer algo, sólo lo hacía en creencia de que su destino dictaba las cosas sucediesen, aquél que tenía porte, fuerza y demanda frente a todos. El que era fuerte sin pensar en el verdadero significado de la palabra. Muy en cambio, Luna era un muchacho más ilustre y pensativo, tenía más tacto y era más simple. Nadie podría nunca encontrar una definición exacta de lo que Luna era, pero podría destacarse en alguna: Perfecto. Sí, Luna podría no ser eso que todos esperaban fuese, pero su destino no marcaba lo que él estaba o no dispuesto a hacer, Luna haría lo que quisiese con tal de sentirse cómodo.
Sol y Luna se amaban con intensidad, mucha intensidad y eso hacía que otros astros se celasen del brillo y calidez que desprendían al estar juntos. Entonces fue cuando dieron por hecho que debían avisar a «El gran maestro» para que terminase aquel amor.
Podrías preguntar a otros acerca de ese amor tan bello y celado, y responderían que era la cosa más bochornosa, hermosa, trágica y sin embargo, pura en sentimiento que pudiesen desarrollar astros como aquellos.
El mundo aún no existía en ese entonces, pero el día de su creación se aproximaba, y eso tendría un fuerte impacto sobre Sol y Luna, puesto que «El gran maestro» decidió crearlo y brindarle astros que energizasen y llenasen con bonitura el planeta mismo, dándoles así a éstos la luz más majestuosa y bella que se les pudo ser otorgada, ¡El brillo!
Fue así como Sol pasó de tener una piel levemente morena, a volver en tono más intenso el color mismo. Sus ojos pasaron de ser completamente azabaches a un tono más claro y brillante, un café anaranjado vacíamente neón. Todo ese cuerpo de musculatura esplendorosa rodeado de una chispa de fuego incandescente, siendo desprendido con brutalidad para proporcionar el calor necesario a la Tierra. En cambio la Luna pareció palidecer con su brillo, su cabello se volvió de un color rubio platinado, casi blanco; sus ojos se volvieron más claros también, tomando una tonalidad azul clara completamente contrastante. Su cuerpo delgado y lleno de gracia fue más galante y formado. Una gran aura de paz y un vislumbrante brillo platinado le envolvía en compañía de todo sus dotes de belleza.
«El gran maestro» decidió que los dos danzarían todo el tiempo en torno a la Tierra. Así el Sol iluminaría algo denominado como el día y la Luna iluminaría la noche, pero no podrían bailar jamás juntos, tendrían que hacerlo separados el uno del otro. Ambos fueron invadidos por una gran tristeza cuando cayeron en cuenta de qué ya JAMÁS, nunca más se encontrarían. La Luna fue quedándose cada vez más triste. A pesar del brillo dado por aquella 'deidad', él se sentía Solo.
El Sol a su vez, había ganado un título de nobleza “ASTRO REY” pero eso tampoco le hizo feliz, ¿De qué servía tener tal título si no podía estar con su amor? «El gran maestro» viendo esto los llamó y les explicó su decisión.
— Tú, Luna, iluminarás las noches frías y calientes, encantarás a los enamorados y serás frecuentemente protagonista de hermosas poesías. En cuanto a ti Sol, mantendrás ese título porque serás el más importante de los astros, iluminaras la Tierra durante el día, darás calor al ser humano y solo eso hará a las personas más felices. —Finalizó el gran maestro con rostro sereno y mirada sería y directa. Estaba completamente decidido a que su regla fuese cumplida al pie de la letra, y nada le haría cambiar su parecer.
— Pero, señor... —Trató de reclamar Sol, quién por primera vez, creía su destino erraba, porque todo su resplandor y fuerza dependía únicamente de Luna.
—Nada de "peros" joven, estoy cansado de tener que lidiar con astros que no desean eso que otros pasan milenios buscando les dé. —«El gran maestro» ante la supuesta insolencia mostrada por el Sol, le prohibió ver a Luna hasta el día de la creación de la tierra.
Luna no reclamó, no estaba más dispuesto a que le separasen aún más de su amor. Sin embargo, Luna entristeció al caer en cuenta de que pronto se cumpliría aquel cruel destino y lloró amargamente durante los días que faltaban para el acontecimiento, porqué ¿Qué quería el rey universal?, No veía por qué ante tal destino, por lo que sus lágrimas cada vez se volvían más llenas de dolor y tristeza.
El Sol al verlo tan triste, decidió que no podría ser débil, ya que debía darle fuerzas y ayudarle a aceptar lo que su creador había decidido, aunque doliese y él tampoco quisiera. Aun así, él estaba tan preocupado que decidió pedirle algo al gran maestro, algo que podría causar una ruptura completa en tanto a insolencia, cómo Solía determinar aquél deidad a esos casos.
Sol aún nervioso se atrevió a ir y pedirle en reclamos al creador. —Señor, ayúdale a la Luna por favor, es más frágil que yo, no soportará la soledad… Él sabe que lo amo y que aún en la distancia estaré con él, pero es muy pequeño y sentimental, por favor, ayúdelo. —Rogó y suplicó Sol, con la pequeña esperanza de que lo ayudara a rebajar el sufrimiento de los dos.
Y «El gran maestro» en su gran compasión, creó las estrellas para hacerle compañía.
La LUNA siempre que está muy triste recurre a las estrellas que hacen de todo para consolarlo, pero casi nunca lo consiguen, pues alguien que necesita del amor de ese otro astro para sentirse en plenitud.
Entonces el día de la creación llegó, la tierra surgió con una potente explosión, la cual cargó sentimientos guardados en Sol y Luna, quiénes se besaron de manera intensa y amorosa ante la explosión; Luna con lágrimas en sus ojos y Sol, perdiendo parte de su calor para impregnarlo en Luna por siempre.
Todo antes de comenzar aquella danza que les impediría encontrarse.
Hoy ambos viven así, separados; el Sol finge que es feliz por el bienestar de su amado, y Luna no puede disimular su tristeza de no poder estar más con aquel complementador de su existencia. El Sol arde de pasión por el y él vive en las tinieblas de su pena buscando siempre ese calor que sólo el Sol podría brindarle alguna vez.
Dicen que la orden del gran maestro era que la LUNA debería de ser siempre llena y luminosa, pero no lo logró... porque es un chico sensible que tiene el aprecio por las cosas lindas y la creencia de que todos son perfectos como son, y, como el chico que es tiene fases… Cuando es feliz, consigue ser lleno, pero cuando es infeliz es menguante, ni siquiera es posible apreciar su brillo e incluso las estrellas se apagan.
Luna y Sol siguen su camino. El moreno solitario pero fuerte y el de tez blanca acompañado de las estrellas, pero débil. Las mujeres y ciertos hombres intentan constantemente conquistarle, como si eso fuese posible. Algunos han ido incluso hasta el, pero han vuelto siempre solos. Nadie jamás ha conseguido traerle hasta la tierra, nadie realmente ha conseguido conquistarlo por más que lo intentaron.
Entonces aquella brillante idea hizo aparición.
Sucede que el gran maestro decidió que ningún amor en este mundo fuese realmente imposible, para nadie que tuviese un corazón puro y amara con locura. Aquí, ni siquiera el de la Luna y el Sol debía serlo, pues su amor era grande, fuerte y puro en todo su resplandor.
Fue en ese instante cuando Él creo el Eclipse, dónde su danza se detendría por unos instantes para que los dos pudiesen decir cuánto se aman y cuanto se anhelan y pudiesen amarse cómo siempre debieron haber hecho.
Hoy Sol y Luna viven esperando ese instante, esos momentos que les fueron concedidos y que tanto cuestan que sucedan. Cuando mires al cielo, a partir de ahora y veas que el Sol cubre a la Luna es porque se acuesta sobre él y comienzan a amarse, a desbocar aquellas pasiones que los dos se guardan, es a ese acto de amor al que se le dio el nombre de Eclipse.
Porque en su eclipse de amor sólo están ellos, entregándose de forma pura, sin que nadie los critique, ya que en la tierra, un eclipse es lo más hermoso que podría jamás haberse visto.
Es importante recordar que el brillo de su éxtasis es tan grande que se aconseja no mirar al cielo en ese momento, tus ojos pueden cegarse al ver tanto amor y dulzura contenida.