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Necesito de tu ayuda por Angel_Chan

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Notas del capitulo:

Resumen: Cuando John Watson fue dado de baja en el ejercito, creyó que su vida se había acabado allí mismo. Aunque no había pensado en ello verdaderamente, el puesto de detective privado no sería una mala idea.

Serie: Sherlock BBC

Pareja: John-Sherlock.

Clasificación: Amistad-Romance-AU

Advertencia: Lemon.

Capítulos: Prólogo - 01/03.

Palabras: 1,742 (Primera parte)

Notas: Aun no está terminada… así que no sé si voy a dar con los tres capítulos que pongo arriba… pero por ahora lo dejo.

Fecha: 21/11/2013.

Beta Reader: Pleasy TheYoko Stay.

Disclaimer: Todo lo referente a Sherlock Holmes pertenece a Sir Arthur Conan Doyle.

Necesito de tu ayuda.

 

Primera parte.

 

John dejó las llaves en la mesa de centro antes de tratar de quietarse la chaqueta. Seguiría con las curaciones tal y como lo venía haciendo hasta ahora. Sólo esperaba que dejara de doler lo más pronto posible; de otra manera no podría tomar un nuevo caso… y eso era algo que su reducida economía no podía darse el lujo de hacer.

Afortunadamente su hombro se portó medianamente bien, dejándolo desvestirse y tomar una ducha sin demasiada molestia. No necesitaba volver a ponerse una camisa luego del baño, estaba acostumbrado a andar simplemente en un par de pantalones cómodos.

Encendió la tele y buscó una cerveza. Hacía no poco tiempo había revisado su blog en busca de algún caso tranquilo del cual pudiera encargarse mientras su hombro curaba.

Estaba perdido en la nada, tan solo oyendo el sonido de la tele como algo lejano, cuando oyó la voz de la Señora Hudson venir desde el piso inferior. Revisó el reloj: no eran horas de visita, ciertamente. Además, no parecía ser algunas de la amigas de su amable casera.

Palpó, debajo de los cojines del sillón, el arma de repuesto que siempre tenía a mano… sólo para asegurarse de no estar desprevenido ante cualquier situación.

—John… Oh, John, deberías estar más arreglado. —Le dijo la mujer, apenas atravesó el umbral de su puerta. —Tienes visita… Es un muchacho muy guapo.

John saltó del sillón. Lo único que pudo pensar en esos momentos era en algún cliente desesperado, pues pocos venían a su casa. Generalmente contrataban sus servicios a través del Blog o por teléfono.

No podía demostrar una imagen tan poco profesional.

—Le pediría que no se ponga una camisa, señor Watson… Para lo que tenemos que hacer, así como está es perfecto.

La voz lo hizo sonreír, haciéndolo abandonar la búsqueda de algo con qué cubrir su torso. Giró para encontrar unos ojos claros tan raros y únicos…

—Creo que aún no sé su nombre, señor…

—Sherlock, Sherlock Holmes.

—Prepararé algo de té antes de irme, John. —La mujer entre ellos sonrió, dejándolos ‘relativamente’ solos en la sala, ya que desde la cocina podía escuchar muy bien lo que hablaran.

John se relajó nuevamente; esta vez en su viejo sillón ‘orejero’, ofreciéndole el sillón frente a él a su invitado.

—No voy a mentirle, doctor Holmes… Me sorprende su visita. —El rubio le sonrió de lado; había notado el maletín medico en una de las manos del joven cuando entró, y que ahora descansaba al lado de su pie sobre el suelo alfombrado.

—Sherlock, por favor. Soy menor que usted, señor Watson…

—Entonces, simplemente John para ti… —John guiñó un ojo, tal y como lo había hecho antes de dejar el consultorio del doctor, pero al parecer el joven no se inmutó ante esa muestra de inusitada simpatía.

La señora Hudson le sonrió al invitado de su inquilino, guiñándole también un ojo cuando dejó su correspondiente taza en sus manos. A John simplemente le dedicó la sonrisa más grande que tenía, antes de abandonar el departamento.

—¿Suele tener muchos invitados masculinos, como para que su patrona me confunda con su cita?.

John no pudo evitar la risa repentina, mientras negaba enfáticamente.

—En realidad… Ni masculinos, ni femeninos. Por eso está tan exaltada. —John comentó, dándose cuenta que el joven parecía divertido en realidad. —No suelo tener visitas en lo absoluto…

—Se nota, por el estado de su departamento.

—Bueno tampoco estoy mucho tiempo aquí. Mi trabajo es bastante absorbente, en realidad.

Sherlock asintió. Desde que había puesto un pie en la sala no había dejado de ver directamente a los ojos celestes de John. Lo raro, al menos para él, era que el hombre le mantuvo la mirada en todo ese tiempo.

—Pero bueno, no creo que hayas venido hasta aquí para preguntarme por mis ‘visitas’… ¿no?.

El joven se puso de pie, dejando su taza sobre la mesa antes de tomar su maletín del suelo. Se aclaró la garganta, luego de un leve carraspeo, que John reconoció como ‘tos de fumador’.

—Tuve que preguntarle al Doctor Stamford por su dirección… Es verdaderamente difícil de localizar.

—La gente que me quiere encontrar lo hace, como pudo usted apreciar.

—Es usted muy petulante, para ser un ‘detective’ de poca monta.

John no pudo evitar la risa por segunda vez, pero esta aún más sonora y disparatada que la primera. Sherlock pareció molesto por esto, lo cual era extraño, pues él había sido el que ofendiera a John en verdad.

—Sí, eso es verdad… ¿Sabes? Yo dejé la carrera de medicina para enlistarme en el ejército. Si no me hubiera herido en la pierna, aún estaría en Afganistán. —John dio un largo sorbo a su té, antes de seguir su relato. —De vuelta en casa, y en vez de buscar conseguirme una esposa, una casa y por lo menos tres niños…

—Y un perro… —Sherlock rodó sus ojos. Estaba tan cerca del brazo del sillón que podía sentir la leve agitación de los músculos de aquel hombre, causado por la ligera risa.

—Sí, claro… un perro también. Pero esa no es una vida para mí… No puedo sentarme a ver las nubes pasar; estoy acostumbrado a otro ritmo de vida, a estar alerta las 24 horas del día.

Sherlock pareció meditarlo bien. John tenía su rostro elevado hacia él, la cual debía ser una posición bastante incómoda para alguien tan bajo. Pero eso no le impedía seguir sosteniéndole la mirada.

—¿Puedo? —Preguntó luego de unos instantes de silencio, señalando su hombro herido.

—Pensé que no podía hacer algo como eso.

—En el hospital debo de informar cuando alguien entra con una herida de bala… Pero esto no es el hospital. Ni siquiera sé si es un lugar habitable.

—Mi habitación está limpia… Digo, por si quieres un lugar más aséptico.

Sherlock sonrió al juego del rubio. Jamás había encontrado a alguien que flirteara con él tan descaradamente.

—Me las arreglaré, estaremos bien aquí. —El joven doctor murmuró, mientras comenzaba a ponerse un par de guantes de látex. Tenía la expresión más profesional que podría utilizar en un momento como ese, quizás algo no tan fácil de hacer, con los ojos celestes clavados en su rostro. —¿Sucede algo?.

—No… Sólo estaba pensando que te tomaste muchas molestias para venir a curar mi hombro.

—Es usted amigo de Stamford, y si lo mandó conmigo por algo habrá sido.

El joven era muy atractivo. Quizás, hasta demasiado joven para él… en caso que estuviera interesado, que no era exactamente su caso ciertamente. Aunque si no fuera tan así, estaba seguro que no tendría ningún problema… Seguramente no estaba pasando desapercibido ante los claros y jóvenes ojos.

—Creo que me mandó contigo para deshacerse de mí; estaba seguro que me echarías del hospital… Me parece que te utilizó de escudo.

—Bueno, cambió mi forma de pensar… Al parecer sí puede ser un detective decente. —Sherlock sonrió, más cuando John se vio obligado a desviar su mirada para sobrellevar la oleada de dolor pulsante. —En cualquier caso es mejor detective que doctor. Créame, salvó muchas vidas al unirse al ejército…

John no contestó a la provocación, no porque no supiera cómo hacerlo, si no porque tenía sus dientes fuertemente apretados.

En pocos minutos las curaciones habían terminado. Sherlock le aseguró que las siguientes no serian tan dolorosas ahora que había limpiado la infección. Le ofreció un anestésico local para el dolor, que John no dudó en aceptar de inmediato.

—Vive solo… Jamás está en casa. No es muy amante de la vida ‘hogareña’ por lo que se ve.

—Así es… Siempre tengo que estar en el campo de batalla. Es lo que me gusta…

—Lo que lo excita.

John sonrió abiertamente, ese muchacho sí que lo estaba entendiendo.

Sherlock se dejó caer nuevamente en el sillón de cuero verde, sin dejar de ser el centro de atención del detective frente a él. Claro que había leído su Blog, y había dicho a cualquiera que quisiera escucharlo lo mismo que le había dicho a John en la cara. El joven doctor no creía que el trabajo del detective ‘amateur’ fuera digno de mención, pero al parecer había muchos que estaban encantados con su ‘aventuras’.

—¿Y a ti que te excita, Sherlock?.

El joven médico no consiguió formular una respuesta digna, que la puerta del apartamento se abrió de golpe.

—Traté de decirle que estabas ocupado, John… Pero no quiso entender. —Su casera no tardó en disculparse por la que era la intromisión intempestiva del hombre en la sala del detective.

—Greg… Si vienes por té, llegas tarde.

—Te necesito, John.

—¿Otro? —El rubio se puso de pie, bajo la atenta mirada de Sherlock.

—Otro… —El hombre repitió, tratando de recuperar el aliento que le había quitado la corrida. —Creo que tú podrías ver lo que se me está escapando.

—Adelántate, te seguiré.

John sólo obtuvo un leve asentimiento de cabeza cuando el hombre canoso salió de la habitación. Su casera chasqueó su lengua, por lo que para ella era la intromisión más inoportuna del año.

—No puedes irte… La infección aún no bajó, y claramente el dolor volverá apenas se vaya el efecto del anestésico. —Sherlock estuvo de pie de un salto, detrás de John. Sin embargo, lo ayudó a ponerse el abrigo en cuanto el rubio hizo una mueca de dolor.

—No hay tiempo, este mal nacido ya mató a tres personas… Volverá a hacerlo si no hacemos algo. —John comprobó el estado de su arma, y con todos los seguros puestos, se la guardó entre la ropa.

—Voy contigo. —Sherlock declaró sin duda en su voz.

—No creo que haya problema… Pero esto no es un juego de niños, Sherlock.

—Alguien tiene que cuidar que tu herida no empeore.

John sonrió cuando el joven médico pasó a su lado, ya ajustándose la bufanda al cuello, luego de ponerse la chaqueta, la bata blanca y el maletín olvidados a un lado del sillón en medio de su sala.

—Tal vez no volvamos temprano, señora Hudson… No se preocupe por esperarnos despierta.

El rubio le guiñó el ojo a la mujer, haciéndola sonreír pícaramente antes de dejarla sola en el departamento. En su interior lo único que fermentaba era la idea tan equivocada de ese muchacho en cuanto a citas románticas… Si seguía así, lo más probable es que acabara asustando a ese pobre chico, y eso sería sin dudas algo no muy bueno… ¡Era muy apuesto como para perderlo!.

 

Continuará.

Notas finales:

Notas Finales: Recuerden que esto está escrito por simple diversión… no estoy buscando nada en especial con esta historia… XD


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