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Cuando la ficción supera la realidad por greta17

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Notas del fanfic:

Hola(?). Bueno me presento puesto que es el primer fic que escribo y me animo a subir, mi nombre es Greta y debo aclarar que la idea principal de mi historia vino en una noche de soledad cuando estaba usando precisamente mi lap.

En fin solo espero que gusten de mi forma de escribir, estaré leyendo reviews (si es que hay) y pues nada, muchas gracias por tomarse la molestia de leerme. 

7 de Septiembre – Hace 4 años

Era una tarde cálida de primavera, las hojas caían con suavidad de los frondosos árboles que eran movidos por una fina capa de viento haciendo ondear todo a su paso en aquel prado que no muchos conocían, era como el secreto mejor guardado de aquel pueblo, pues nadie que lo conocía por primera vez podía negar su resaltante belleza, cualquiera quedaba boquiabierto al verlo, era una maravilla de la naturaleza. El cielo estaba perdiendo el fuerte color azul que había tenido durante el día, y el sol iba cayendo poco a poco, escondiéndose tras las montañas. En ese lugar dos muchachos corrían apresurados como si quisieran alcanzar algo, como si no tuvieran tiempo suficiente, uno de ellos jalaba al otro agarrándolo con firmeza de la camisa, era ligeramente más alto y podía verse a simple vista de que contaba con mejor condición física, el muchacho corría con ganas esbozando una enorme y contagiosa sonrisa, el viento lograba mover a su antojo sus oscuros cabellos despeinándolo notablemente pues  no tenía el cabello corto a diferencia de su acompañante, a pesar de eso a él parecía no importarle para nada y solo seguía su camino hasta que luego llegaron al tan esperado lugar quedándose sin aliento. Era en una pequeña elevación del prado, donde se podía ver mejor el horizonte y el resto del lugar, era una vista fascinante, de esas que no podrían ser retratadas ni por el mejor de los pintores. Miró a su amigo que parecía estar recuperando el aliento y le dio unas cuantas palmadas en su espalda soltando el agarre entre ambos, éste parecía tratar de sonreír y ambos se miraban como si hubieran hecho una gran hazaña, aunque para sus aún infantiles mentes probablemente lo era.

 

– ¡Lo logramos Dario! Llegamos justo a tiempo, ya verás que valdrá la pena.

 

Había comentado el pelinegro quien ahora se encontraba abrazando a su amigo, él no se equivocaba pues habían llegado en el momento perfecto para observar la vista que les ofrecía el lugar, el momento del atardecer. Ambos se quedaron viendo fijos, como si nada más importara, como si todo el resto del mundo hubiera desaparecido. Los minutos pasaron antes de notarlo y el sol terminó de esconderse, el cielo fue variando sus tonalidades haciéndose más amarillo y naranja y las nubes terminaron por desaparecer cuando la oscuridad de la noche hizo su llegada pero dejando las estrellas en su reemplazo, que brillaban sin igual esa noche en especial, formaban un gran grupo alrededor de la luna que parecía competir en cuanto a luminosidad, era hermoso y hasta podría decirse que perfecto.

 

Al bajar levemente la mirada pudieron encontrarse con la vista del pueblo, las luces de las casas y calles destacaban entre la oscuridad, era como ver un segundo cielo lleno de estrellas, pero este tenía movimiento, el movimiento de las personas que regresaban del trabajo, el movimiento de los niños que volvían de jugar, el movimiento de los autos, el simple movimiento de las plantas, todo en conjunto parecía bailar a un ritmo lento y casi podía escucharse una leve melodía, como un silbido que estaba presente en el ambiente, un silbido que se intensificaba con el pasar de los minutos.

 

–Increíble, ¿Cierto? Espero recuerdes este momento, quiero que sea nuestro pequeño secreto.

 

–Si…

 

En ese momento ambos se miraban fijamente, el ambiente se creaba a sus alrededores como si estuviera predestinado, los latidos aumentaban el ritmo y se convertían en uno, la distancia se acortaba, todo parecía estar perfecto hasta que…

 

 

7 de Septiembre – Actualmente

 

El castaño abrió los ojos con pesar al escuchar el timbre que daba final a las clases retumbar por todo el salón de clases, se había desvelado la noche anterior así que había aprovechado un momento para perderse en sus sueños, no contaba con que soñaría con aquel viejo recuerdo de su tan preciado amigo. Suspiró levantándose de su asiento, nadie había notado que estaba durmiendo durante clases ni siquiera el profesor, eso ya no le parecía extraño pues su presencia pasaba desapercibida sin problemas en cualquier lugar, era más como una sombra casi inexistente, era igual al recuerdo que tenía con aquella persona. Tomó su mochila poniéndosela al hombro y salió del salón a paso lento, como si cada movimiento le pesara en toda su humanidad. Caminó por los pasillos evitando a cualquiera que se cruzaba en su camino, él no era capaz de hablar con nadie, jamás había sido un chico elocuente pero ciertos sucesos acentuaron de manera casi exagerada esos aspectos de su personalidad. 

 

Era un chico de 16 años no muy alto y de cabello castaño, que en días soleados como era ese se veía rojizo, sin ser demasiado escandaloso. Su nombre era Dario, Dario Miller. En la puerta lo esperaba una camioneta para llevarlo a casa, normalmente hubiera evitado subirse, pero ese día no tenía ganas de caminar ni mucho menos tomar el transporte público así que se subió sin chistar y en silencio. Estuvo jugando con su celular en todo el camino, metido en su mundo sin escuchar absolutamente nada de su alrededor, al llegar salió del auto y se dirigió a su habitación, ni siquiera agradeció a quien lo había traído, y no era porque fuese alguien descortés sino porque simplemente el contacto con las personas era algo que detestaba en estos momentos, o mas bien que le era muy difícil. Camino por la enorme casa pasando por la sala muy bien decorada y subiendo por las grandes escaleras alfombradas. Finalmente llegó a su habitación y se dejó caer en la cama suspirando pesadamente. A su lado sintió un objeto ya conocido, lo cogió y abrió dibujando una pequeña sonrisa en su rostro.

 

– Ya llegué Blue –fue todo lo que dijo antes de empezar a usar el pequeño ordenador personal.

 

Si Blue era su tan amada laptop, era un modelo estético y único. Sus padres se la habían comprado hace no mucho tiempo como regalo de inicio de clases y ahora la usaba siempre que tenía oportunidad. Era una laptop se superficie suave al tacto, de color negra con las teclas de un azul metálico, por esa particularidad es que él decidió nombrarla Blue. Aunque a muchas personas esto pueda parecerles lo más extraño, ponerle nombre a algo inanimado como una laptop para Dario estaba bien, pues era su posesión más preciada en este momento. Solía escribir un pequeño diario cada día,  usándolo como manera de desahogo y a veces solía sentirse mejor al escribir y descargar todo en ese objeto.

 

Y así se pasaba horas de horas encerrado, vagando por internet, viendo tutoriales de programas nuevos, buscando los últimos juegos de computadora, viendo uno que otro anime o simplemente escribiendo su secreto y amado diario. Siempre solo, pues sus padres eran grandes empresarios que viajaban continuamente debido a diferentes negocios así que la mayor parte del tiempo el único que ocupaba la enorme casa en la que vivía era él.

 

 Su celular sonó de repente, vio de quien se trataba y rodó los ojos. Era su madre probablemente para decirle cosas que no quería oír.

 

– ¿Hola? –contesto al fin con su usual tono frío y seco.

 

–Dario cariño, ¿Cómo estás? –su madre estaba usando una voz que indicaba que escondía algo.

 

–Bien ma, ¿Qué pasa? –prefería ser directo si así terminaba con la conversación antes.

 

–Oh, ahora que lo mencionas quería hablarte de la hija de un gran amigo mío, está soltera y…

 

–Adiós.

 

Cortó la llamada sin decirle nada más, siempre era lo mismo con ella, siempre trataban de emparejarlo con cualquier chica que consideraban ‘conveniente’ pues él como hijo de una familia importante no podía salir con cualquiera, pero lo que más le molestaba era que su madre sabía bien que las chicas no eran lo suyo, pues, el hecho de que él era homosexual era algo que no ocultaba de los demás, a pesar de que aquello le traía diferentes problemas con sus progenitores.

 

Suspiro pesadamente pensando en la situación con sus padres, ellos no paraban de decirle que lo de ser homosexual era una etapa que podía ser superada, y eso realmente lo enfadaba. Él más que nadie sabía bien que no era una simple etapa y detestaba que no lo tomaran enserio. No estaba enfermo, no hacía nada incorrecto ¡El único problema era que le gustaban los chicos!

 

Pateo su cama frunciendo el ceño y luego se sentó en el piso escondiendo su rostro entre sus rodillas, jamás lo admitiría, pero le dolía que las únicas personas que tenía en el mundo no lo aceptaran como era, y aunque ni siquiera había tenido una cita con un chico en su vida, si se había enamorado, antes de que se diera cuenta esa persona se había vuelto la más importante para él, pero la había perdido y no podía hacer nada para recuperarla. Al recordar cómo había pasado todo pequeñas lágrimas amenazaron por salir, se levanto de golpe y sacudió su cabeza un par de veces para recomponerse, cogió a Blue nuevamente y siguió con lo que hacía, era mejor estar metido en su mundo de ficción que afrontar la dura realidad.

 

Antes de darse cuenta la noche había caído así que tomo la laptop y bajo con ella a la cocina buscando algo que comer, el ama de llaves había dejado comida preparada para él así que lo único que tuvo que hacer fue calentarla, comió mientras seguía navegando en internet y luego subió a su cuarto, llevándose un paquete de galletas con choco chips y también un jugo de durazno. Se sentó en su cama con la laptop en sus piernas y al ver la hora decidió que ya era tiempo de escribir en su Diario, el cual tenía bien escondido en una de las muchas carpetas de su ordenador. Lo pensó un poco y empezó a escribir naturalmente, ni siquiera hacia gran esfuerzo por pensar en las palabras y a pesar de eso y de que era algo completamente personal, su forma de escribir era hermosa y ordenada, cuando escribía su semblante cambiaba y hasta parecía más tranquilo, era algo que disfrutaba, que lo calmaba. En algún momento en medio de su escritura se quedó profundamente dormido, abrazado a su laptop, no se había puesto la pijama y mucho menos se había tapado, pero era algo que le pasaba seguido y ya llegado a este punto no le importaba y dormía sin problemas durante toda la noche.

 

La mañana había llegado muy rápido y un abrumante sol  entraba por su ventana cayendo directamente en su rostro. Se sobó los ojos con flojera y trato de levantarse cuando sintió algo que no lo dejaba moverse a su gusto, no tardó mucho en darse cuenta de que no era un simple “peso sobre él”, por el contrario parecía estar aferrado a su cuerpo como un pequeño animal que buscaba la protección de su madre,  era un chico que dormía junto a él, tenía la piel muy pálida y hasta parecía delicada, como si nunca en su vida la hubiera expuesto al sol, su cabello era muy negro, incluso más negro que la más oscura de las noches, los mechones le caían alborotados en su rostro perfilado y en una de sus orejas podía denotarse tres perforaciones, el conjunto de características era hermoso a la vista y el muchacho no pudo evitar mirarlo embobado por varios minutos hasta que su invasor abrió los ojos  mirándolo amigablemente, como si mirara a alguien conocido.

 

–Buenos días Dario.

Notas finales:

¿Qué tal? Supongo que no es gran misterio quién es el apuesto muchacho que se encontraba durmiendo con nuestro peculiar protagonista, de todas formas cualquier duda será despejada en el siguiente capítulo (si es que no creo muchas mas).

Nos leemos~.


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