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Reparando la vida por Rukia Matsuoka

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Notas del capitulo:

¡Hola!

Aqui presentandoles el capitulo 11 recien salido de word XD

Bueno, antes que nada quiero resaltar una pregunta en los review de ¿Quien es el doncel de los chibis? Y creo que estuvo bien porque yo no resalte ese detallito, el dondel es nuestro adorable Naruto :3

Ahora, les agradesco a todos aquellos que me dejan un review y a aquellos que se toman el tiempo de leer la historia.

Naruto y sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto.

Itachi estaba más que encantado con los ocho meses de embarazo que tenia Deidara, el abrazarlo mientras estaba sentado en la cama recostado al respaldar de esta mientras acariciaba el redondo vientre del rubio que descansaba en su regazo era increíble. El pobre Deidara se cansaba con facilidad, no se podía imaginar lo que hubiese sufrido sino hubiese sido uno de los donceles atletas de la secundaria.

El primer mes, había disfrutado en mimar a su lindo rubio mientras tenia aquellas nauseas y vómitos, y de cuidarlo para que no se golpeara en cualquier lugar. Deidara aun recordaba cuando se tropezó con una de las patas del pequeño comedor y su rodilla golpeo con una de las sillas, le había dolido por horas.

— ¿Seguro que estas bien?—Itachi lo llevo a la cama para que descansara un poco, aunque hubiese sido en contra de la voluntad del rubio.

—Si…—le insistió—Itachi, aun no estoy redondo para descansar…ni siquiera se nota una curva y creo que es normal que me duelan ciertas partes del cuerpo.

Itachi solo sonrió y le obligo a quedarse tumbado en la cama hasta su nuevo aviso. Bajo a la cocina donde Naruto y Sasuke almorzaban, era fin de semana pero, no quería salir y exponer a Deidara a extraños peligros, así que se dispuso a ver jugar a los niños con los videojuegos en la sala.

En el segundo mes de embarazo las nauseas de Deidara habían aumentado y el pobre comenzaba a verse mas pálido, eso había comenzado a preocupar a Itachi.

—Deberíamos de ir al médico, Naruto también está muy preocupado por ti—Le comento a Deidara, quien había estado durmiendo en su cama, ahora comenzaba a cansarse y darle sueño.

El pequeño Naruto había notado los malestares de su hermano mayor y había comenzado a llorar en lagunas ocasiones, ignorando que era el bebe quien provocaba aquellos síntomas.

Deidara solo sonrió divertido—antes te veías feliz al verme abrazado al inodoro—Itachi ni siquiera se inmuto—Es el embarazo, luego se preguntara porque estoy redondo.

Ese mes, le tocaba una cita con la doctora Haruno quien llevaría su embarazo y le ayudaría en el parto.

El tercer mes había llegado y Deidara empezaba a ofuscarse, la mayoría de los pantalones no le quedaban o ni siquiera le daba oportunidad de abotonárselos. Con las camisa no tenia problema, casi todas eran muy holgadas.

—Te ves lindo…—le dijo Itachi al verle que llevaba puesto el pantalón del piyama que era el único que estiraba de la cintura.

Itachi le había insistido que viviera con el solo en el tiempo del embarazo, y Deidara no pudo negarse, sabía que había cosas que él solo no podía tratar. Además, Itachi aprovecho que el hogar del rubio estaba desocupada para empezar con su demolición y preparar la nueva casa de aparentes dos pisos, respetando el espacio del patio trasero, donde colocaría un agradable jardín y diversas flores alrededor de las tumbas de los padres de Deidara. La entrada de la casa también sufriría cambios jardineros.

La cita de ese mes, la doctora Haruno había elaborado la lista de alimentos que el rubio debía ingerir. Deidara se sintió como el pequeño Naruto cuando le limitaron sus alimentos.

El cuarto mes, Deidara sufría de dolores de espalda ya que su vientre comenzaba a notarse y Naruto no paraba de recordarle que se miraba gordo. La mayoría del tiempo se encontraba en un camisón de dormir color lila que Itachi le había regalado ese mes ya que sus caderas se ensanchaban más.

La doctora Haruno le había elaborado unos exámenes para ver si su pequeño hijo tenía anomalías. Sentía que podía respirar al saber que su pequeño crecía sano y fuerte. Sonrió divertido al ver lo aliviado que se veía Itachi.

En el quinto mes, Deidara se sentía peor. A la hora de dormir no encontraba una buena postura, siempre le daban ganas de ir al baño o tenia acidez estomacal y para colmo las piernas se le inflamaban por estar solo unos minutos de pie. Itachi había hablado con Zabuza para que le diera libre esos meses por su embarazo. Zabuza solo asintió comprensivo. Su Haku se encontraba descansando ya que tenía sus siete meses y la barriga le hacía peso.

En su cita, podían ver a su pequeño por el ultrasonido, y habían discutido si saber el sexo del pequeño o dejarlo sorpresa. Hasta que se decidieron por la segunda.

Ese mes se había llenado de sorpresas, Itachi no se separaba de su barriga al hablarle al bebe que sorprendentemente le respondía a puros movimientos. No dejaba de ver enternecido la felicidad de Itachi. Aunque había estado teniendo serios problemas con su cansancio.

Cuando el sexto mes comenzó, se sorprendió al enterarse que Haku estaba en cama casi sin tener que moverse para no cansarse al instante, incluso Itachi le había comentado que Zabuza había pedido esos últimos meses de permiso para cuidar a su esposo. Ese mes se había enterado que el embarazo en donceles no era igual que al de las mujeres. Los donceles podían tener bebes, su cuerpo tenía el espacio para contener vida dentro de ellos pero, su cuerpo aun seguía siendo el de un hombre aunque uno mucho más delicado, así que el embarazo era más delicado y cansado.

—Crees que ¿Haku esté bien el día del parto?—Deidara se preocupo ya que su amigo estaba a unos días para que su hijo naciera y el que el parto cumpliera con su fecha programada sin haberse adelantado, significaría que, Haku estaría más cansado.

Itachi le miro volviendo luego su vista sobre Naruto y Sasuke  quien corría en los juegos del parque. Había llevado al parque a los pequeños y a su lindo «Esposo» proclamado por su ex compañera de universidad, a quien no pudo decirle que en realidad no estaban casados pero no se le hacía mala idea.

—No lo creo, los donceles son fuertes—le sonrió.

Itachi miro a Deidara correspondiéndole la sonrisa pero, aunque él estuviese sonriéndole no se atrevía a decirle sobre Madara. Habían pasado meses desde que escapo y no habían tenido noticias de él, como si se lo hubiese tragado la tierra.

Unos cuantos días después, estaban sentados en las bancas del hospital de Konoha, mirando caminar a Zabuza de un lado a otro. Haku había entrado en parto, y en esos momentos le estarían aplicando la cesárea. Cuando la doctora encargada de Haku salió, Zabuza fue el primero en entrar sin esperar que la doctora le diera el pase.

Itachi y Sai al entrar no se sorprendieron tanto a diferencia de Zabuza, Gaara y Deidara al ver a Haku mas pálido de los normal con su pequeño bebe en sus brazos, los ojos de la nueva madre se veían tan cansados que podían ver sus ojeras.

— ¿Estás bien, Haku?—Zabuza se acerco al débil cuerpo de su esposo, mientras miraba entre las mantas que acurrucaban a su hijo recién nacido.

Deidara sonrió enternecido al ver a Zabuza con su lado amoroso con su hijo y esposo. La sonrisa del rubio mayor se borro al recordar que ese sería su aspecto cuando su hijo decidiera nacer.

En el séptimo mes, Gaara realizo una pequeña fiesta celebrando su tan esperado embarazo. Itachi solo se digno a molestar a Sai con « ¿Te costo tanto embarazar a Gaara?» Deidara sabía muy bien que esa broma era tan pesada que tocaba el orgullo de Sai pero, aun así el otro solo le respondía con mas bromas en el cual el rubio embarazado era incluido.

La fiesta había sido realizada en hogar de Haku, ya que este no podía moverse mucho por las puntadas de la cesárea y el pequeño Yuki Momochi necesitaba dormir y disfrutar del silencio junto a la atención que le brindaban sus padres para ser un fuerte varoncito.

Y llegaron a ese octavo mes que Deidara debía de estar en completo reposo.

—Ya te dije que estoy bien—le dijo Deidara mientras Itachi le miraba preocupado. Suspiro, se suponía que hace dos horas debía de estar en su trabajo pero, el azabache mayor no se dignaba en dejar el apartamento.

—No te preocupes Itachi-Nii, cuidaremos a Dei-Nii—dijo Naruto con adorable determinación mientras Sasuke asentía con un ceño fruncido.

Deidara solo rio disimuladamente pero Itachi termino dando una carcajada al ver a su pequeño hermano menor fingiendo ser el hombre de la casa.

—Está bien pero, Sasuke—llamo la atención del pequeño—Si algo pasa, sabes el número de mi celular y el de Sai.

Itachi se dispuso a salir del edificio mientras Deidara descansaba en la gran cama de Itachi y los pequeños se sentaban en la cama observándolo. Deidara sonrió con cansancio, se sentía como si hubiese comido a más no poder y no podía moverse con facilidad, el quererse levantar de la cama le hacía tener un sentimiento de endurecimiento en los tobillos suplicándole no moverse.

—Dei-Nii… ¿Estás seguro que no te comiste uno de los balones de Sasuke?—La dijo Naruto mientras tomaba entre sus manitos el vientre de su hermano, sintiendo lo redondo que estaba.

Deidara rio por las preguntas inocentes de su hermano menor—No Naruto, ahí está creciendo tu sobrino—Deidara pudo descifrar la emoción de aquella mirada que le dirigió el pequeño rubio—Ahora, vayan a jugar o hacer cualquier cosa sin salir de la casa, si están aquí se aburrirán.

Lucho un poco con los menores hasta que les convenció de ir a divertirse. Suspiro al verse solo en la habitación, por alguna extraña razón había notado un poco extraño a Itachi, se esforzaba de sobremanera por hablarle y hablarle de muchas cosas, como si quiera evitar un tema de conversación.

Cerró los ojos tratando de no ahogarse en vaso de agua por nada pero al rato los volvió a abrir al escuchar unos fuertes ruidos que se escuchaban en las escaleras. Los niños debían de estar correteando en ellas y aun embarazado era su deber velar por su seguridad, así que con toda su voluntad se dispuso a bajar de la cama, apenas había dado cuatro pasos cuando se sintió cansado pero, la seguridad de los niños era importante así que se dispuso a abrir la puerta, extrañado al no escuchar los ruidos.

Apenas había abierto la puerta tuvo que levantar la vista para ver el cuerpo frente a él. Sus orbes se abrieron llenos de sorpresa que luego cambiaron a terror, había pasado tiempo que había visto aquellos ojos rojos. Lo único que pudo hacer fue pensar en los niños que se suponía que estaban en el apartamento, el miedo lo inundo y estaba a punto de soltar un grito cuando la mano de Madara Uchiha lo evito.

—Yo no haría eso si fuera tu…—Aquella voz tosca que le había hablado el día de la muerte de sus padres le erizo la piel—Ahora, vamos.

El cuerpo de Deidara se había paralizado ¿Qué había pasado con Naruto y Sasuke? ¿Por qué no los había escuchado ni siquiera gritar? ¿Tan rápido los había matado? Las lagrimas solo comenzaron a correr por su rostro, su pequeño Naruto junto a Sasuke habían sido asesinados. Ahora solo podía escuchar como su corazón cada vez se detenía y comenzaba romperse.

Madara solo lo observo y chisto. Tomo el cuerpo paralizado de Deidara y lo cargo de manera nupcial sacándolo del apartamento. El rubio apenas sentía como le cargaba pero, antes de salir del apartamento pudo apenas notar por la puerta entre abierta de la cocina los pequeños cuerpos de los niños tirados en el suelo.

Madara lo saco del apartamento como si no hubiese sido ningún problema entrar y salir. Metió el cuerpo en los asientos traseros de aquel auto negro de vidrios oscuros y se disponía a alejarse del edificio.

—Por favor…—sollozo llamándole—te lo suplico…dime que no los mataste—Deidara se digno a mirar con sus ojos llorosos al hombre que le miraba por el retrovisor—Por favor…

El aludido solo chisto pero Deidara pudo ver como apretaba el volante—Están dormidos.

Deidara sentía que su corazón volvía a palpitar, y no pudo evitar sonreír en aquella situación. Y de nuevo, pudo ver como Madara volvía a apretar el volante al verle. El rubio no dijo nada en todo el transcurso, estaba consciente que Madara le observaba en ciertos momentos. Ahora entendía porque Itachi se había comportado de manera extraña esos meses, Madara se había escapado.

Pudo notar como llegaban a lo que parecía un residencial y se detenían en una casa que parecía nueva pero, cuando entro siendo cargado de nuevo por Madara pudo notar las paredes con humedad y los muebles que aun estaban ahí llenos de polvo. Todo estaba bien hasta que miro una gran mancha café en la alfombra que recorría el piso de madera, era sangre seca.

—Aquí fue donde mate a mi esposo, a mi hijo y su esposa—le escucho mientras le colocaba en el suelo—y es aquí donde también morirás.

Deidara solo observaba aquel lugar, mientras apenas entendía lo que acaba de escuchar. Entonces la miro y comenzó a acercarse a lo que llamo su atención ignorando el comentario de Madara acerca que no podía escapar en su estado.

—Tú no los mataste… ¿Cierto?—le dijo con cansancio al caminar hacia aquella pared que, al igual que la mesilla de noche de Itachi sostenían retratos familiares.

Madara se sorprendió y luego frunció el ceño enfurecido— ¡Tú no sabes nada!—Con rapidez saco una navaja de sus pantalones negros y se fue directo al cuerpo que le daba la espalda deteniéndose en medio de la espalda del rubio—Quítate de aquí…—Deidara no se movió— ¡Que te quites!

El rubio solo se dio vuelta sonriéndole—Tu no los mataste, amabas a tu esposo y a tu hijo, lo puedo notar en tus ojos en esas fotos—trato de tomar con una de sus manos el rostro de Madara pero este se alejo como si quemara.

— ¡Tú no sabes nada! ¡Deberías tenerme miedo!

—y lo tenía…pero, cuando te pregunte si habías matado a los niños pude notar lo dolido que estabas, no fuiste capaz de matarlos…

—Estas tentando tu suerte doncel…—Madara le miro con ira.

—En tus ojos puedo notar odio pero, también puedo notar muy en fondo tu dolor y tristeza…cuando mataste a mis padres dijiste que mi hermano y yo moriríamos por este mundo cruel… ¿Qué fue lo que en verdad paso?

Madara miro el rostro apacible de aquel doncel con sus ojos y nariz sonrosado por haber llorado. Suspiro y se sentó en uno de los sofá llenos de polvo, no podía creer que estuviese haciendo eso.

—Ese sillón está lleno de polvo deberíamos de limpiarlo…—dijo Deidara mirando a todos lados buscando algo con que limpiar.

Madara solo le miraba, está empezando a creer que aquel doncel estaba demasiado tranquilo por la situación y que tenía serios problemas ya que en lugar de tenerle miedo por amenazarlo de muerte y odiarlo por asesinar a sus padres se preocupaba por el lugar en donde estaba sentado.

—Aquí estoy bien, aquí fue donde Hashirama y yo habíamos estado planeando el cuarto del bebe que él llevaba dentro un día antes de ser asesinado por la competencia, no quiero borrar su aroma.

Deidara sintió un escalofrió recorrerle la espalda, solo se dignaba a mirar cómo estaba sentado en aquel sofá con la mirada abatida…

~*~

Desde que tenía conciencia, su padre siempre le regalaba un ramo de rosas a su madre el día de su aniversario de boda. Cuando llego a la etapa de la adolescencia y el trato discriminativo hacia él cuando sus ojos cambiaron de su color negro a rojo por su sangre Uchiha, tuvo la oportunidad de ir por aquel ramo de flores que encargaba con anticipación y fue ahí cuando lo vio, sino se equivocaba era un doncel de piel un poco morena con un extraño corte de cabello, de color café oscuro al igual que sus ojos.

El doncel le miro observarle, y fue cuando vio aquella sonrisa que lo podía empujar y tumbarlo en el pavimento de la calle que quedaba frente a la floristería.

— ¿Se le ofrece algo?—el doncel se había acercado a él con un masetero en la mano.

—Si…—Madara se dio un golpe mental por lo humillante que había sonado su ahogada afirmación, aunque podía haber valido la pena al escuchar la suave risa del doncel— ¿Cómo te llamas?

— ¿Eh?—Se había dado otro golpe mental al ver la incomodidad del otro.

—Digo…vengo por las flores del señor Uchiha—Madara decidió no decir que era su padre, sabía que la mayoría de las personas conocían el apellido Uchiha y claramente eran bien recibidos o no.

El doncel había asentido y le dejo pasar a la floristería donde busco entre muchos arreglos florales el apellido Uchiha hasta que lo encontró y le dio los últimos retoques al ramo y se lo entrego.

Madara aprovecho la cercanía de la entrega para rozar las manos de aquel doncel, el corazón simplemente le comenzó a bombear con rapidez, sentía que volaba en las nubes incluso el rostro sonrojado del doncel le había alentado a tomarlo entre sus brazos de no haber sido por aquel raro corte de cabello que rompió su linda burbuja.

— ¿Cómo diablos te cortaste el cabellos? ¿Con un tazón?

Al doncel se le borro el sonrojo y le miro molesto. Madara comenzaba a pensar que moriría de un derrame cerebral por tantos golpes mentales que se había dado ese día, había insultado al adorable doncel. Comenzó a sudar frio por ver como sus ojos comenzaban a brillar con intenciones de llorar.

— ¡Que grosero! Yo que pensaba que mi corte de cabello era lindo—El doncel le termino de entregar empujando el ramo en su pecho para darle la espalda y escuchar sus evidentes sollozos.

— ¡Lo siento! No quise decir eso…

— ¡No importa! Ya puede irse—le escucho aun sollozando.

Madara solo  fingió no haberse deprimido por haber echado a perder el momento con aquel doncel, así que se dispuso a salir de la floristería.

—Hashirama Senju…—Madara paró en seco y se giro a ver a aquel doncel hablarle—Ese es mi nombre—Hashirama le brindo aquella linda sonrisa haciéndole un ademan de despedida y un «Vuelve pronto»

Madara asintió y se digno a retirarse del lugar pero, por dentro sentía su cuerpo arder, había encontrado aquella persona especial, aquella que amaría por el resto de su vida. Pero no pensó que fuera tan corta…y no se refería a su propia vida…

Hashirama Senju le había demostrado ser diferente a los demás, el doncel había averiguado a primeras quien era en realidad, no es como si siempre viniese alguien a la florería fingiendo no ser nada de la familia Uchiha cuando tenía aquellos ojos rojos.

Cuando por fin tuvo la oportunidad de declarar su amor hacia aquel doncel, se sorprendió al ver lo difícil que había sido conquistar a Hashirama, no sabía si lo había hecho para romper su orgullo o porque en realidad dudaba de sus sentimientos. Pero al final había terminado aceptando.

Después de eso se dedico a pensar en formar un matrimonio…una familia pero lo único que se interpondría entre ellos seria sus padres, ya que no aceptarían al típico chico pobre que se casaría con el adinerado. Y como un Uchiha, sus planes siempre tenían éxito. Decidió esperar a que su padre le diera el poder de la empres y así no tener ningún inconveniente, o eso había planeado.

—No me gusta las fiestas ostentosas, además esa gente es muy presumida—le dijo Hashirama de una barriga levemente abultada. Su lindo doncel le daría un hijo.

—No quiero peros, serás mi esposo y ellos te deberán respeto—dijo con su voz ronca, la adolescencia había hecho estragos con él, incluso se había dejado crecer el cabello, y no solo él, su futuro esposo también lo había dejado crecer con la única diferencia que era más largo, al parecer había sido mas insensible de lo que había pensado al burlarse de su cabello de tazón cuando lo conoció.

Hashirama solo le sonrió enternecido al ver como el orgullo de su esposo aumentaba al llamarle «Futuro esposo». Había estado discutiendo con él sobre la boda, el que lo llevara al altar no le había encontrado problema pero, la fiesta que planeaba para después de esta, no. La gente con la que se relacionaba Madara no le inspiraba confianza, sentía que era como una manada de leones esperando que el macho alfa se descuidara, eliminarlo y tomar su lugar.

Hashirama suspiro—Esta bien, tú ganas pero, luego no me digas que no te lo advertí.

Madara sonrió y se digno a abrazar aquella apenas visible barriga, su pequeño que apenas se formaba en aquel vientre y lo que más deseaba es que fuese un adorable doncel al igual que su lindo futuro esposo y aunque ese deseo no se le cumpliera amaría a su primer hijo.

Cuando el día de la boda llego, después de esta Hashirama se sentía muy incomodo en aquella fiesta, aquella camisa de suave tela que se adhería su barriga y unos pantalones blancos, lo hacían distinguir pero, no como él quisiera. Había notado como varios empresarios, competencia de su ahora esposo, lo miraban y señalaban en varias oportunidades cuando Madara no lo notara.

Pasaron los meses y su pequeño había nacido, como todo doncel embarazado, su parto había sido por cesárea pero aun así, había resultado cansado el sentir los dolores que su pequeño le ocasionaba al querer salir más la inyección en su columna que le había causado más dolor.

La enfermera le había entregado a su pequeño varón, cuando Madara entro, Hashirama pudo notar la desilusión en sus ojos, sabía muy bien que Madara había deseado un doncel pero, se sintió aliviado al verlo sonreír y como acariciaba la pequeña cabecita de su hijo.

—Obito…

Madara miro al cielo desde la ventana de su oficina, el tiempo había pasado más rápido de lo que había pensado su pequeño hijo ahora era todo un hombre que se había casado con una linda chica que ahora aguardaba a su primer nieto. Pero ahí no acababa todo, su esposo también estaba esperando a su segundo hijo, aunque ya estuviese en una edad en la que se considera un poco viejo, aun tenía su infantil idea que quería que su hijo fuese un lindo doncel.

Ese día pensaba que sería uno agradable pero algo le decía que no. Ese día tocaba la cita con la doctora que les diría el sexo del bebe.

—Es un doncel…

Y fue en ese momento que se sintió el hombre más feliz del mundo. Hashirama acaricio su vientre y le sonrió a Madara, le gustaba verlo tan feliz. Cuando se dispusieron a salir del hospital Madara sintió toda su vida pasar a una gran velocidad mientras miraba en cámara lenta el gesto de dolor de su esposo mientras trataba de alejar el tipo que le había incrustado el filo del puñal en su vientre y en su pecho.

Apenas Madara pudo reaccionar y tratar de tomar al estúpido humano que había apuñalado a su esposo pero, solamente recibió un corte un su brazo y el tipo había escapado de sus manos.

—Hashirama aguanta…—lo tomo en brazos para ingresarlo de nuevo al hospital. Ver a su esposo mientras en la boca de este comenzaba a salir la sangre hacia que su corazón y su mente comenzaran a quebrarse.

—Madara…—le llamo en un susurro ahogado—cuida a Obito…

— ¡Deja de decir tonterias! ¡Estarás bien!—Hashirama solamente le sonrió como siempre lo hacía.

Fue entonces que entendió aquel presentimiento de la mañana y fue ese mismo día que vio salir al doctor mientras le negaba con la cabeza. Ese día se le había secado la garganta y las amargas lágrimas corrían por su rostro. Ese día también pensó que sufriría solo esa vez pero, no fue así.

El día del entierro de Hashirama junto a su hijo no nacido, Obito había hecho un drama desgarrador, al igual que él, adoraba a Hashirama e incluso más que él, después de todo era su «Oto-Chan» quien pasaba la mayoría del tiempo con él. Obito no dejaba bajar el ataúd y tuvo que sostenerlo para que lograran sepultar correctamente a Hashirama. Al día siguiente fue la gota que derramo el vaso, aun no había podido superar la muerte de Hashirama así que decidió regresar a casa más temprano pero, cuando entro a su hogar se encontró con Obito con la punta de una pistola dentro de su boca.

— ¡¿Qué se supone que haces?! ¡Suelta eso!—Madara le saco el arma de la boca pero Obito no se dignaba a soltarla.

— ¡No! ¡Quiero irme con Oto-Chan!—Madara forcejeo con su hijo, rogando porque una bala no saliera disparada pero al parecer la vida no estaba de su lado, el arma se disparo y fue cuando vio las segunda muerte frente a sus ojos…Rin, la esposa de su hijo había entrado al hogar y había recibido la bala.

Madara solo corrió hacia la chica, y fue donde se quedo estático al ver que el pecho de Rin había recibido la bala…la misma parte del cuerpo donde Hashirama había recibido la segunda apuñalada. Y cuando intento girar hacia su hijo para pedirle que le ayudara con la chica solo miro como su hijo le sonreía antes de dispararse en la frente…

Si pudiera resumir su vida…podría resumirla en una basura y si podría resumir en una palabra al mundo…seria cruel.

Le habían acusado de haber matado a su hijo y a la esposa de este al encontrar sus huellas digitales en el arma y fue cuando las calumnias de haber asesinado a Hashirama aparecieron. Semanas después, gracias a un detective que había contratado para averiguar el asesino de su esposo que había resultado un empresario de su competencia había mandado a un asesino profesional a eliminar lo que más amaba en su vida para que se desboronara en su vida empresarial y lo había logrado pero, también había desboronado su vida en sí.

Fue ese día en el que su mente hizo clic. La vida de los que le seguían para tomar su lugar en la empresa terminarían igual o peor que él, entonces eliminaría a su competencia al igual como habían eliminado a Hashirama, a Obito y a la familia que tanto había amado, sería tan cruel igual que ese mundo pero…con el tiempo que elimino a su competencia, se desconecto del mundo real, vivía escondido de las autoridades, como Uchiha no les haría fácil el trabajo de capturarlo y buscaría a sus víctimas y también les causaría el mismo dolor que el también sufrió, le demostraría a todo ese mundo el espejismo en el que vivían…

Y con el tiempo perdió su humanidad, aquella que tanto había amado Hashirama.

Notas finales:

¡Bueno...!

¿Que les parecio? ¿A alguien le dio un escalofrio al aparcer Madara? ¿A alguien se le aparecio una lagrimita por su pasado? Porque a mi si, y fui yo quien lo escribio XD y cuando lo re-lei para encontrar un error ortografico me senti mal jajaja

Les agradeceria un review(?) y...no se me ocurre que promocionar jajaja

Ando gripe asi que, me falta un tornillito XD

¡Por cierto!

Les queria informar que la historia ya entro entre los penultimos capitulos, asi que pronto estara el final mas un epilogo.

Nos vemos (n.n)/


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