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Vulnerable por Leana

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Notas del fanfic:

Holaz a todas :3 

Mis queridas querubinas! He vuelto! Resucité de entre los muertos para traer mas cosas alocadas que vienen a mi mente xD

Bien, debo confesarles que cuando leí el capítulo 54 del manga, simplemente morí. Enserio... ¡Jean y Armin terminarán juntos! Es un hecho! Y si no es así, Isayama deja de hacer cosas tan incinuadoras ¬¬ 

En fin, al final vino un atacaso de inspiración y terminé escribiendo esto xD Es un Two-shot, bastante breve y de mucho contenido, pero eso se debe a la poca disponibilidad que poseo ahora -.- (Aún avanzo con el mpreg ^^U) 

Espero les guste...

*Saludos a mi beta Akemi-chan! ♥ Eres la mejorsh de la vida :3

Notas del capitulo:

Decirles que este fic era un poco mas largo, pero bueno, el tiempo no me permite explayarme xd

Es la primera vez que escribo algo de esta temática, algo así como cosas fuertes -.- Así que espero tengan piedad de mí xd

*No suelo ser malvada...

Dicho eso... a leer! *w*

* Disclaimer: estos personajes no me pertenecen (por que si así fuera, ése rubio y el pony ya estarían juntos ¬¬) y mi fic es sin fines de lucro.-

 

 

Primera Parte

 

 

 

Por fin había terminado esa estúpida misión. Sí, estúpida: porque tuvo que disfrazarse de Eren, por segunda vez. Cuando había jurado que jamás volvería a hacer algo como eso. Y por si fuera poco… las imágenes asaltan su cabeza, los recuerdos de aquella obscena imagen, tan asquerosa y brusca lo atormentan. ¿Y cómo no iba a ser así? No pudo hacer nada por el rubio. Armin es muy importante para él, el chico había arriesgado su vida por protegerlo, cuando perdió la conciencia durante la última misión fuera de los muros, y él ¿cómo le ha pagado? Ignorando su mirada de pura súplica. Apretando la mandíbula, haciendo caso omiso a la petición muda del rubio.

Sí, realmente se siente horrible, asqueado. Lo peor es que ese depravado había tenido el descaro de referirse a Armin después de lo que le estuvo haciendo. Maldita sea.

Ahora mira a su amigo sentado en la mesa, todos totalmente ensimismados en sus estúpidos problemas, mientras el rubio no emite palabra alguna. Sus ojos azules, brillando ante la luz de las antorchas, hace que se le encoja el corazón. Sabe que el chico quiere romper a llorar, pero sabe que no lo hará. Jean suelta un suspiro hastiado, consigo mismo y con los demás, Armin no tenía por qué haber pasado por aquello.

Eren observa la llave que cuelga de su cuello, Mikasa sigue atenta al castaño. Sasha le cuenta a Christa lo sucedido mientras Conny interviene de vez en cuando. Nadie se da cuenta cuando Armin se levanta rumbo a la salida de la cabaña. Jean observa a los demás, suelta un gruñido y sale tras el rubio. Lo ve pocos metros más allá, caminando hacia la espesura del bosque. El castaño ceniza lo sigue, le preocupa Armin. Necesita asegurarse de que estará bien. Además de que es lo mínimo que puede hacer después de no haber intervenido en el suceso de esa mañana.

Armin se detiene en un pequeño claro, el agua fluye por un estrecho riachuelo mientras la luz plateada de la luna ilumina su cabello dorado. Jean se queda ahí parado unos momentos, dudando si seguir o dejarlo solo para que siga con sus pensamientos, pero al final decide seguir avanzando hasta quedar a su lado. El blondo se gira con un brinco y suelta el aire contenido al darse cuenta de que es su compañero.

— ¿Estás bien? —Pregunta posando sus ojos miel en el semblante sombrío del chico.

— No.

Es todo lo que dice y Jean se sienta a su lado sobre el pasto, pero Armin se aleja de manera brusca, como un animal temeroso del cazador. Jean se muerde el labio, se rasca la nuca  mientras la culpabilidad calienta su pecho de manera incómoda.

— Lo siento —murmura Jean con voz ronca, su vista clavada en el pasto a sus pies—. Debí haberme desatado para patear a ese bastardo.

Entonces Armin se estremece. Los recuerdos nublan su mente, como un torbellino que arremolina todo a su alrededor.

Aquel hombre respirando contra su cuello, el aliento nauseabundo de sus dientes sucios, sus manos ásperas manoseando su pezón, jugando con él de manera obscena. Ésa palma húmeda por el sudor deslizándose por su pecho, ensuciando todo a su paso. Ensuciándolo a él. Las cosas sucias que le susurraba al oído y la desesperación por quitárselo de encima.

Pero lo peor vino después, cuando aquel ser aborrecible escupe aquellas palabras en su cara, con un descaro que apenas puede creer que un humano pueda poseer:

 

“Así que eras un chico después de todo. Tú me has convertido en esto, hazte cargo.”

 

Las lágrimas comienzan a caer a raudales por su rostro. Jamás creyó que se sentiría tan sucio, tan culpable. Armin se ha sentido atraído a otros chicos, pero jamás lo dijo, aunque tampoco se avergonzara de ello. Pero ahora siente como si eso fuera una abominación, por primera vez se siente realmente mal por sus sentimientos. Y por lo que provocó.

Jean gira el rostro y ve al rubio agitarse mientras las lágrimas empapan su rostro. Se le forma un nudo en la garganta, intenta acercarse al chico, pero recuerda lo arisco que está. Lo piensa mejor y se decide por alzar la mano para acariciar su espalda. Armin da un respingo, pero cuando sus ojos azules se encuentran con los de Jean, todo su miedo se disipa y sólo quiere sentirse seguro junto a él. Hace una mueca y reanuda el llanto, apoyándose en el costado del castaño ceniza, que lo acuna contra su cuerpo. Jean acaricia su melena rubia en silencio, dejando que su amigo se desahogue entre hipos.

Pronto Armin se clama, alza la mano y aferra la tela de la camisa en el pecho del más alto. Jean aleja su rostro y le sonríe mientras sigue acariciando su melena.

— No tienes que disculparte —dice Armin volviendo a su posición y secándose los ojos—. Si hubieras intervenido, la misión hubiera sido un fracaso.

— Aunque no me extraña —murmura Jean con voz distraída, a lo que el blondo lo mira con el ceño fruncido sin entender a qué se refiere—. Ya sabes —continúa el chico encogiéndose de hombros—, pareces una chica, es de esperar que se haya propasado así contigo.

— ¿Sabes, Jean? —Armin se levanta de golpe, el otro posa sus dorados ojos en él parpadeando confundido—, no soy una maldita chica. ¡Eres un imbécil!

El blondo aprieta las manos, se gira con la furia bullendo en sus venas, calentando su sangre mientras camina de vuelta al cuartel. ¿Cómo Jean podía ser tan idiota? Enserio, la próxima vez que Eren lo golpeara, el no intervendría.

Mientras tanto, Jean se queda ahí, estático y bastante confundido. Entonces se golpea la frente con la palma de la mano, dejó salir aquellas palabras sin darse cuenta, como siempre. Y ahora la ha cagado. Oh sí. El chico se queda otro rato allí, sentado mientras piensa en cómo se disculpará por segunda vez. El frío comienza a traspasar su ropa, se levanta y camina hacia el cuartel. Desde afuera se ve solo una luz encendida, lo cual lo hace fruncir el ceño. Cuando entra el Capitán está en la mesa escribiendo algo con su pluma, alza la vista y le hace una señal con la cabeza para que se vaya a la cama. Jean asiente y después de soltar un buenas noches, se va al cuarto. Abre la puerta, todo está en penumbras y por ello hace una mueca con extrañeza. Jean comparte su cuarto con el de Armin y el rubio siempre deja la lámpara encendida, ya que el mas alto es uno de los últimos en irse a dormir. Suelta un suspiro y camina entre la oscuridad.

— ¡Diablos! —Exclama cuando su pantorrilla choca contra el borde de la cama.

Maldice un poco más mentalmente y comienza a desvestirse. Como no ve nada, además no quiere despertar al blondo y que se enoje aún más. Deja la ropa en el suelo, tantea reconociendo la cama y quita las frazadas para meterse bajo éstas, cerrando los ojos y dejando que el cansancio lo venza.

 

 

 

 

 

El castaño abre los ojos con pereza, frotándolos para poder incorporarse. Entonces ve la cama a su costado perfectamente estirada, frunce el ceño y se gira para ver por la ventana. El sol está casi en el centro. ¡Mierda! Se quedó dormido. Se levanta de un salto, toma las prendas regadas por el suelo y comienza a vestirse, sale al pasillo con la bota a medio subir mientras se arregla la chaqueta del uniforme.

Se detiene cuando todos se giran a verlo y su mirada es de lástima. Entonces ve a Levi sentado a la mesa, alza sus fríos ojos grises y baja la taza dejándola sobre el platillo.

— ¿Cómo dormiste, soldado? —Pregunta con una voz calmada, presagiando su doloroso castigo—. Veo que como te has dado el lujo de tomarte un descanso, puedes ir esta tarde al bosque en busca de leña, solo. Por mientras ayudarás a Eren con el aseo de la casa. Harás todo lo que él te diga.

— Sí, señor.

Eren le brinda una sonrisa bastante divertida, con el ceño levemente fruncido. Por supuesto que lo está disfrutando. Jean suelta un suspiro hastiado mientras se acerca a la mesa de la cocina. Sólo queda un trozo de pan duro. Aprieta los dientes mirando al blondo que se detiene junto a él para tomar unas verduras.

— ¿Por qué no me despertaste? —Pregunta Jean entre dientes.

— No creo que sea propio de una chica andar despertando a hombres que duermen semi desnudos ¿no?

Jean frunce el ceño mirando al rubio incrédulo, pero Armin se gira con un semblante monótono mientras retoma su tarea lejos de él. Jean no entiende a qué se debe eso, tampoco es como si le hubiera dicho aquello con intención de ofender al más bajo. Pero Armin parece habérselo tomado muy a pecho, más tarde hablará con él, no puede ser para tanto.

Entonces Jean nota que el rubio tampoco le guardó un pan, como suele hacerlo antes del desayuno. Suelta un suspiro hastiado mientras se toma la taza de café de un solo trago.

— Vamos —dice Eren con voz ronca, clara y precisa. Se nota que se toma su orden muy a pecho.

Jean reprime un gruñido, si decide pelear con el de ojos esmeralda, seguro que el Capitán aumentará su castigo. Así que reúne toda su fuerza de voluntad y sigue a Eren hacia el cuarto donde guardan los utensilios de limpieza.

— Bien —Eren le tiende una escoba y un pañuelo para cubrirse la cabeza—. El Capitán revisa hasta debajo de la mesa, así que hay que hacer un trabajo impecable ¿entendiste?

El más alto asiente, se amarra el pañuelo de color blanco y se gira para comenzar a barrer. Eren siempre se esfuerza por complacer al Capitán Levi, a Jean se le hace muy extraño, seguro el castaño está enamorado del mayor. Sonríe al pensar en eso y que Levi le daría una paliza si intenta besarlo. Quizás si pone más atención, alguna vez se deleita viendo una golpiza como la que le dio en el juicio, cuando Armin le conto apenas pudo contener las carcajadas.

 

 

 

 

 

Llegada la hora de almuerzo, el escuadrón se reúne a la mesa para comenzar a comer. El rubio comienza a servir los platos con la ayuda de Christa. Todos reciben su humeante comida, que a Eren lo espera en su puesto, pero cuando Jean se sienta, nota que Armin también lo hace sin siquiera darle su porción. El castaño lo observa intensamente, pero Armin lo ignora de manera olímpica. Jean se levanta con un suspiro, pero Christa coloca su mano en el hombro del chico para detenerlo. Ella le lleva su plato, comprendiendo el ambiente tenso entre esos dos.

Jean apenas disfruta de la comida. Su paciencia comienza a menguar, no tuvo intención de ofender al chico, su cometario fue estúpido, sí, pero no es para enojarse tanto. Cuando termina de comer se levanta llevando su plato hacia el mesón y se gira anunciando que irá por la leña. Una vez en el bosque, el castaño ceniza se desquita con los árboles, arremetiendo contra ellos, haciéndolos pedazos. No sabe con exactitud por qué está enojado. La actitud del rubio le molesta pero hay algo más. Frunce el ceño y decide cortar más troncos. Como si ellos fueran los culpables de su bocota que no tiene filtro.

Una vez terminada la tarea, Jean alza el rostro notando que está por oscurecer. Suelta un suspiro de cansancio mientras se lleva la mano a la nuca para masajearla. Toma algunos troncos y los amarra a la improvisada mochila, que se coloca en la espalda para comenzar a caminar hacia la cabaña. Mientras camina, divisa la puerta de entrada, donde Armin está parado y mirando hacia los lados, no sabe por qué pero su corazón se acelera, golpeteando contra su pecho. Quizás el menor lo ha perdonado y volverá a ser tan dulce como siempre. Pero cuando el blondo lo ve, da un respingo y entra con rapidez a la cabaña. Frunce el ceño, realmente no comprende al chico, sabe que no debió haber sido tan descuidado con sus palabras, pero ya no puede hacer nada más que disculparse.

Jean continúa su camino hacia la parte de atrás de la cabaña, entra bajo el improvisado techo que protege los leños de la lluvia, para luego apilarlos con cuidado. Debe volver por la segunda carga y por lo que calcula serán al menos tres. Lo bueno es que no está tan alejado del lugar, además planea saltarse la cena. No quiere tener que lidiar con el semblante monótono de Armin y con el aprovechamiento de Eren porque ya no tiene quién esté de su lado.

Desde que muriera Marco, el castaño ceniza se ha sentido realmente solo, el único que no se tomaba sus palabras a pecho era el pecoso. Pero ya no está y no hay forma de recuperar a su mejor amigo. A aquel ser que siempre le había brindado su apoyo y que lo aceptaba tal como es. Sin embargo, Armin poco a poco comenzó a acercarse al chico atraído por esa sinceridad que desborda el castaño en cada palabra que suelta. Jean por fin comenzaba a pensar que tiene un amigo, alguien que también lo comprenda, pero se equivocó. Porque Armin debió saber que sus palabras no fueron dichas con ánimo de ofender ni nada por el estilo. Sin embargo ahí está, furioso por su metida de pata.

El chico vuelve a la cabaña con la segunda carga, mira hacia la ventana y todos comienzan a sentarse a la mesa. Vuelve el rostro y sigue con su tarea de apilar los leños. Sasha aparece tras él, con su semblante relajado y su voz cantarina.

— Jean, está lista la cena.

— Gracias —contesta el castaño girándose para ofrecerle una sonrisa—, pero hoy no tengo hambre. Terminaré con esto.

— De acuerdo.

La castaña cobriza lo mira un tanto confundida por la evasión de Jean. Su estómago resuena mientras ve al chico alejarse hacia el bosque, pero el alimento llama y ella simplemente no puede, ni quiere, resistirse.

Más tarde la oscuridad  está presente, dejando ver las estrellas que manchan el cielo con su bella luminosidad. Jean camina mirando hacia arriba, sonriendo ante los astros y pensando en que quizás el pecoso está en alguna, cuidándolo desde allí, en lo alto. Sigue su camino, viendo la cabaña en penumbras mientras que en la parte de atrás la amarilla luz ilumina su camino. Frunce el ceño al no saber qué pasa, sigue caminando y cuando gira ve al rubio sentado sobre los troncos, al parecer esperándolo. Cuando sus orbes azules se posan en él, el chico parece un tanto sorprendido, luego ansioso para finalmente intentar recuperar su semblante serio.

— No fuiste a cenar —dice Armin con voz tensa y Jean se quita la mochila para acomodar los troncos que le quedan.

 — No tengo hambre —responde con voz cortante—. Aunque no creo que eso te interese.

— Pues no —rebate desviando la mirada con verdadero fastidio, cuando el fastidiado debería ser Jean—. Pero sobró un poco de comida y decidieron guardártela.

— Sobras —Jean sonríe con ironía, sabe que es mentira, jamás sobra la comida, pero quiere hacer que Armin le diga que mierda le pasa—, yo no como sobras. Además, ¿me la calentarás tú? Eso es lo que hace una chica…

Armin se levanta, clavando sus ojos azules en los de Jean. Tiene las manos en puño a los costados, temblando levemente y con la mirada vidriosa. Entonces el castaño ceniza siente el espoloneo de la culpa en su pecho, no debió ir tan lejos para provocar al blondo, ¿pero qué más podría hacer? No puede controlar su boca.

— ¡Te dije que yo no soy una chica! ¡Pedazo de imbécil!

El más alto parpadea asombrado, jamás oyó a Armin decir algo tan enojado. De alguna manera le hace gracia, agita la cabeza con una sonrisa que aumenta en enojo en el blondo. Jean se acerca con lentitud, el otro no se mueve de su lugar, ofendido hasta más no poder, encara esos ojos de color miel que refulgen como oro ante las llamas de la lámpara.

— Lo sé, Armin —contesta Jean con voz calmada, haciendo que el otro frunza el ceño—. Sabes que no quise decir eso ¿por qué te lo tomas tan apecho?

— ¿Por qué? ¡¿Preguntas el por qué?! —Exclama Armin incrédulo, sintiendo sus lágrimas comenzar a caer, entre rabia y desconcierto—. ¡Un asqueroso viejo me toqueteó como si fuera una! ¡Después tiene el descaro de culparme por sus depravaciones! ¿Qué quieres que haga? Esto es tan… maldita sea.

Entonces el blondo agita la cabeza, con las lágrimas dejando de correr por su rostro. Jean siente una punzada de culpabilidad, debió haber detenido a ese cerdo, debió haberlo molido a golpes. Y entonces se da cuenta, no quiere que nadie más vuelva a tocar a Armin, nunca.

— Nadie jamás me había tocado de esa manera.

Armin se estremece, el castaño puede sentir el asco en sus palabras, en la decepción y miedo que se camuflan en sus ojos. Jean si ha tocado a chicas antes, pero no sabe qué haría si algún idiota lo toquetease de esa forma. Aunque él no es tan atractivo, en comparación con Armin, con sus cabellos dorados y refulgentes, además de esos ojos grandes y azules. Sus facciones finas. Sus labios que se ven tan suaves. Y sin darse cuenta avanza hacia el chico, cortando la distancia entre ellos, toma su rostro viendo la sorpresa y el miedo reflejados en este mientras se inclina hasta rozar sus labios.

— Déjame borrar esos recuerdos de tu mente, Armin.

Entonces su boca se posa sobre los temblorosos labios del más bajo. Armin siente un escalofrío recorrer su columna vertebral, siente el miedo, la inseguridad de esa cercanía. Pero cuando los labios de Jean comienzan a moverse, atrapando los suyos e incitándolo a cooperar, un gemido se escapa de sus labios para morir en la boca del castaño ceniza. Sus manos se aferran a la chaqueta de Jean, que entierra sus largos dedos entre los mechones sedosos del rubio. No sabe con exactitud qué es lo que está haciendo. Sólo se deja llevar por el repentino impulso, por la necesidad de sentir a Armin, de consolarlo. Quiere demostrarle que no todos son unos asquerosos, y que realmente le importa.

Armin intenta amoldarse al ritmo lento sobre su boca, esos labios que se mueven de un lado a otro, succionando y jalando de una manera que de a poco comienza a gustarle. Jean lo seduce con el baile se sus labios, húmedos y calientes. Frunce el ceño, esto es extraño, tan repentino. Armin no sabe con claridad cuál es la intención de Jean, si jugar con él, burlarse por lo sucedido. O entregarse a la idea que nace en su mente, queriendo creer que realmente es importante para el otro. Sin darse cuenta los sentimientos por Jean se desatan de golpe, abrumándolo de sobremanera, arrojándolo al remolino de emociones que se atiborran en su interior. Le gusta, ese hombre alto, de cuerpo esbelto y tonificado, con la boca más mordaz que ha conocido. Pero eso lo asusta, no quiere que jueguen con él.

 

“Tú me convertiste en eso. Hazte cargo de ello.”

 

Armin abre los ojos de golpe, recordando esas palabras escupidas por el asqueroso que lo toqueteó. Su pecho se aprieta mientras intenta alejar a Jean, que se aferra a su rostro insistiendo con el beso. Pero no está bien que a un chico le guste otro chico, ahora el rubio lo sabe muy bien. Sabe que no es normal y no quiere ser el culpable de las acciones de Jean. Pero por más que intenta alejarlo, el más alto sigue apoderándose de su boca, el beso sigue siendo dulce, pero más profundo.

De pronto alguien aferra el hombro de Jean, girándolo bruscamente mientras un puño se impacta en el rostro del castaño, que cae al suelo soltando una maldición. Levanta su dorada vista, enfocando a Eren, que jadea audiblemente, los brazos le tiemblan y sus ojos están oscurecidos por la ira.

 

 

 

 

Notas finales:

Oh no! D:

Sí, lo sé... no puedo dejarlo así xD Pero tranquilas, que se viene la segunda parte ^^

Porqué esa reacción de Eren? Se sabrá en el siguiente capítulo.

Espero que les haya gustado ^^ Aunque mi OTP es el Jean x Marco, estos dos también me encantan *-* Se han robado mi corazón sobretodo después de leer el Capítulo 54 -suspira como idiota-

Sus bellos bellos reviews seran esperados por Leana, que adora saber sus opiniones, además eso ayuda a motivar!!

Se les adora! Nos leemos pronto...

Saludos y besos pegosos ♥


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