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Abrió los ojos precipitadamente, era una de esas noches en la que un ataque de pánico lo atacaba de la nada, siempre a la misma hora siempre con el mismo sentimiento, el mismo pensamiento, la misma soledad, acompañados del vacío enorme que se le formaba en el estómago.
Se sentó al borde la cama como en las noches anteriores y pasó una de sus manos por el cabello un poco húmedo por el sudor, cerró sus ojos y suspiró en la oscuridad, lloró, lloró tan amargamente como solía hacerlo en su infancia cuando su padre pasaba de él o cuando su madre le decía que estaba decepcionada de sus acciones, el sentimiento era tan grande que le cortaba la respiración no había nada que pudiera remplazar esa calidez que lo había abandonado, esos brazos que lo hacían sentir feliz y tranquilo algo parecido a estar dentro de los brazos de esa madre que tanto amó y la cual de un momento a otro perdió para siempre sin oportunidad siquiera de despedirse de ella, de decirle que era lo que más amaba en el mundo.
Durante algún tiempo creyó que solo a ella podría amar, que no habría nadie más que pudiera llenar aquel vacío de su lastimado corazón, que equivocado estaba pero vamos eso solo era una manera muy egoísta de alguna manera protegerse, así como todos nos protegemos de los demás es algo ya normal en estos tiempos, algo necesario.
Se abrazó a si mismo mientras las lágrimas seguían una tras otra sin indicio alguno de detenerse y como cada noche se maldecía mentalmente por ser estúpido por haber abierto su corazón de una manera fácil y descuidada, maldición hombre ¿dónde habían quedado todos esos años de práctica para hacerse inmune a los sentimientos? ¿Dónde estaba aquella imperturbabilidad para enfrentar a la vida? Aquella coraza impenetrable con la cual se olvidaba del mundo y mandaba todo a la mierda, bueno al parecer se había destruido completa y ruidosamente a los pies de aquella persona, de su dante, de aquel ser al cual se había entregado completamente sin ponerse a pensar siquiera en el mismo.
Cada vez que llegaba a aquellos pensamientos se reía amargamente, a si él era su dante ¿entonces eso lo convertía en su Beatriz? Sonaba patético realmente patético compararse con aquella pobre mujer que hizo un pacto con el demonio al entregarse a un hombre , al querer confiar en su palabra y mira como termino todo eso, sufrimiento, miseria y traición, la vida le hacía una broma muy cruel.
Y aunque no habría infiernos calientes ni demonios aborrecibles y deformes si había tormento por su estupidez, un pecado cometido en forma de un dios.
Se levantó de la cama y fue hacía el balcón, se sentó en el borde sin temor y mientras movía sus pies en el vacío miro sus brazos y las múltiples heridas sin cicatrizar las cuales usaba como calendario, ¿cuánto tiempo había pasado ya? ¿Cuantos años de aquella noche en que su razón le había abandonado? una, dos, tres, cuatro, cinco, seis…
Tomo el abrecartas ya era hora de que agregara una nueva a la colección, una nueva fresca y brillante que lo hiciera recordar lo caro que se pagan los errores y que ese dolor no era nada comparado con lo que tenía que soportar cada día y cada solitaria noche.
Cerraba y abría los ojos no distinguía bien entre la oscuridad, ¿qué le había pasado a la cuidad?, ¿acaso todo se había vuelto tan oscuro como si las luces no quisieran molestarlo si no sumergirlo en un vacío oscuro e infinito? Qué bien se sentía, tan frío, tan liberador…
-¿Anthony?-
Suspiro mientras escuchaba aquella voz que parecía una plegaria
-¿Qué haces sentado allí? ¿Anthony?-
Y fue entonces cuando pensó que tal vez no era a dante a quien anhelaba si no a aquel demonio oscuro que había acudido a Beatriz cuando había pecado, cuando había sido más patética y vulnerable
-tardaste mucho Steven Rogers, ¿cómo está tu esposa?- dijo mientras veía las sombras transformarse en retorcidas figuras
-ya no es más mi esposa, he vuelto a ti Anthony- se concentró más en las sombras e intentó alargar la mano
-sabes Steven, tal vez Beatriz hizo aquel trato con el demonio porque sabía que dante pecaría- dijo mientras volteaba la mirada hacía Rogers y este le devolvía la mirada con culpa.
-fue mi error, sé que fui yo quien te traicionó pero no lo hice a propósito, por favor perdóname- y Anthony ya no pudo contener más la risa ante el cinismo
-el error fue mío, pero me siento feliz de haberlo hecho- Steven le miraba con felicidad antes de alarmarse cuando una oscura figura salió de la nada.
-gracias señor Rogers, usted me ha dado un maravilloso regalo- le dijo la oscura sombra que terminaba de hacerse real mientras rodeaba a Anthony por la cintura – es tiempo de cumplir tu palabra mi amada Beatriz, es hora de descender al infierno- Anthony apoyo la cabeza en su hombro completamente cansado mientras contemplaba aquella demoniaca figura sonriente.
-ves dante, es tiempo de que Beatriz por fin sea redimida, pero no serás tu quien la libere de su sufrimiento - dijo mientras era besado por aquel demonio que le vio en su estado más deplorable y no le tuvo lastima, sino que lo apoyó en su propio infierno, su lucifer, su amado Loki.
Y mientras Rogers estaba ahí impotente sin poder hacer nada, el demonio y Beatriz desaparecieron.
“Abandonaré toda esperanza pues ya no necesito nada más que a ti”
Fin.