Recuerdo la primera vez que lo vi y como todo en mi cabeza guardó silencio. Y es que desde que tengo memoria solo sentía que vivía quejándome y preocupado sobre que dulces comería. Siempre diciéndome una voz ‘deberías de comer esto, hacer esto es aburrido, hay que dormir, estoy cansado, ya nada me importa, quiero comer algo’ y así todo el tiempo. Pero cuando él estaba frente a mi yo solo pude pensar en lo bonito de sus ojos, en el brillo de su cabello, en lo suave que debía ser su piel y en cómo se veía tan pequeño. Lo invité a comer dulces un día pero por primera vez me sentí el torpe que la gente decía yo era y trate de explicárselo de muchas maneras aunque el sonriendo dijo que me había entendido desde la primera vez, y eso me hizo sentir aún más torpe pero feliz de haberlo hecho sonreír. Esa vez pasé la mayor parte del tiempo comiendo la mayor variedad de dulces porque extrañamente ese día a su lado todo sabia más delicioso y creí que se enojaría pero él me confesó que le encantó. Yo solía estar con él en los recreos y me encantaba dormir en sus piernas mientras el viento soplaba porque no me gustaba estar despierto, me gustaba dormir quitado de la pena y en vez de molestarse por ello decía que disfrutaba esos 30 minutos en los que podía observarme dormir tranquilamente sin estar preocupado sobre qué voy a comer o a qué hora vamos a salir de clases.
Un día decidimos empezar a vivir juntos… él decía entre bromas que sabía que nunca lo engañaría con otro porque seguramente comprando dulces me reconquistaría… tal vez tenía razón. Recuerdo claramente cuando me dijo que me amaba por primera vez sus ojos estaban llorosos pero llenos de estrellas que creí que lo había lastimado pero él dijo que estaba feliz. Muchas veces cuando me mandaba a comprar la comida volvía con un montón de golosinas pero él sabía que haría eso así que compraba los víveres correctos para no herir mis sentimientos. Cuando lo descubrí me sentí muy afortunado. A veces por las mañanas no quería levantarme porque me aburría ir al trabajo y él se iba sin decir nada. Volvía por la noche y yo estaba en el sillón tirado comiendo cualquier cosa y cuando buscaba en la alacena ya no había nada. A veces gritaba mucho. Cuando decía que me amaba en sus ojos ya no había estrellas.
La semana pasada volvió a casa de sus padres y me llamó por teléfono diciendo que todo fue un error. ¿Cómo podía ser un error dejarle mis dulces favoritos en la lonchera para que su trabajo fuera más divertido? El amor no es un error y me está matando que él pueda salirse de esto y yo no, simplemente no puedo. No puedo salir a la calle y encontrar a alguien nuevo porque siempre estoy pensando en Aka-chin. Antes de él pasaba los días solo pensando en dulces y en dormir pero cuando me encontré con él lo más dulce que probé fueron sus labios y desvelarme viendo el brillo de sus ojos era lo mejor. Quiero volver a despertar viendo como en sus ojos se dibujan las estrellas y como es que se escabullía para llenar la alacena.
Ahora solo pienso que él podría estar besando a otro que no se preocupa sobre comer algo dulce antes de besarlo. Algo dulce que cada vez que él coma le recuerde a ese beso. Lo quiero tanto de regreso que yo…
Me despierto temprano para ir a trabajar …y siempre lleno la alacena con los víveres que él me pedía….