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Viva la vida por YisusCraist-Of-Yaoi

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Notas del capitulo:

Si les gusta no se olviden de un review. Tengo una familia que mantener(?)

 

Es un retorno al pasado y al encuentro de cuatro personajes indispensables en la historia. Espero que lo disfruten.

>>>>>>Meses atrás<<<<<

 

-¿Estamos en el lugar correcto? –dijo el moreno abriéndose paso dentro del bar de mala muerte. Apestaba a cigarro, alcohol y algo de droga el ambiente. Era una sensación nauseabunda ver tanta gente restregándose entre sí, como los jóvenes se besaban sin pudor en los rincones de aquel lugar. Justo ahora odiaba su trabajo.

 

-Sí, es este el bar donde los encontraremos –dijo Himuro Tatsuya caminando hasta llegar a una mesa y tomar asiento. Pidieron un par de bebidas al camarero quien les sonrió con sensualidad y se retiró a hacer la orden.

 

-A veces me sorprende como obtienes información de esa manera aunque ese no es nuestro trabajo –dijo Aomine- somos policías, no detectives.

 

-Sabes por qué lo estoy haciendo –dijo mientras recibía su trago y agradecía al joven. Dio un trago y paseo su mirada atento al lugar buscando algún movimiento sospechoso. A lo lejos vislumbró a dos chicos delicados y bien vestidos. –creo que los encontré.

 

-¿Dónde? – Himuro señaló con la mirada a las dos figuras y uno de ellos, un rubio hermoso de piel como porcelana y ojos dorados miró a los jóvenes policías. La mirada de Aomine y la del joven se cruzaron por un instante; el rubio bajó la mirada algo avergonzado susurrando algo a su compañero.

 

-Nada mal, ¿uh? –dijo Himuro divertido mientras un sujeto corpulento y vulgar se sentó en la mesa donde ellos. Tenía un cigarro en mano y su rostro estaba adornado con una sonrisa malvada.

 

-¿Quieren pasar un buen rato con los chicos? –dijo sin quitarse el cigarro. Himuro y Aomine se miraron con complicidad, justo en el clavo. - 100 dólares la noche.

 

-¿Cada uno? –preguntó el pelinegro.

 

-Vamos chico. Estos dos chicos no son cualquier par. –les hizo un mohín para que se acercaran y aquellos lo hicieron. Les confió en voz baja – son de la Casa Roja.

 

-Ya…- Himuro sonrió, era  justamente lo que esperaba escuchar – vale, queremos a los dos. –dijo sonriente. El hombre rió complacido por cerrar el trato y llamó a los chicos con señas para que se acercaran.

 

-Este rubio se llama Kise Ryouta –dijo abrazando al rubio por la cintura al igual que al otro. Ambos parados a cada lado del sujeto. – y el más bajo es Sakurai Ryou. –Se puso de pie- quiero que traten bien a mis amigos ¿sí? –les ordenó a los dos jóvenes y estos asintieron.- cuando terminen los espero aquí mismo para hablar del dinero. Diviértanse –dijo retrocediendo y dejando a los cuatro en la mesa.

 

-¿Nos vamos? El tiempo es oro. –comentó sin más ni menos el pelinegro poniéndose de pie y tomando la mano de Sakurai. Este asintió levemente sonrojado, Himuro realmente era muy guapo y tomarle la mano de esa forma le ponía nervioso.  Aomine por su parte se puso de pie frente al rubio y metió las manos en sus bolsillos caminando por enfrente del chico.

 

-Vamos…-ordenó el moreno mientras el joven rubio le seguía hacia la salida.

 

-Vamos, Aomine. Sé más educado con el chico – decía un Himuro que seguía tomando la mano del castaño. El moreno se detuvo y suspiró extendiendo su mano hacia el rubio.

 

-Lo siento, no estoy acostumbrado a pagar por esto. Comúnmente las mujeres lo hacen gratis conmigo –dijo en tono neutral lo que provocó que el rubio le mirara con cierto puchero pero tomó su mano a regañadientes, no se llevarían bien definitivamente. Caminaron hasta el estacionamiento y se subieron al vehículo de Himuro para conducir directo a un hotel cercano de la zona. Era un hotel barato en el que estaban acostumbrados a recibir a jóvenes con compañeros de una noche. Les entregaron las llaves de sus habitaciones y se dispusieron a ir con total naturalidad ambas parejas. Aomine entró por delante de Kise y se desabrochó un par de botones de la camisa lanzándose a la cama con pesadez mientras el ojidorado le observaba.

 

-Escúchame niño, no tengo intensiones de hacerlo contigo – dijo desinteresado el moreno mientras que el rubio alzaba una ceja confundido.

 

-¿Entonces para que me trajo? – preguntó Kise.

 

-Quiero que me digas todo lo que sabes sobre La Casa Roja –se sentó en la cama mientras enfrente le observaba el chico. Kise estaba un poco sorprendido ¿Por qué el interés por aquel lugar?. Suspiro y bajo la vista.

 

-No le diré nada –negó con la cabeza.

 

-¿Qué dices?- el moreno se había puesto de pie de golpe- Escúchame bien, si lo haces…- Kise solo cerró los ojos como impulso protegiéndose - …voy a liberarte.-el rubio entreabrió sus dorados ojos y miró fijo al moreno.

 

-¿Eres un policía? –pregunto con temor.

 

-Lo soy…-Kise se cubrió los labios retrocediendo hasta chocar con la puerta de la habitación.

 

-Si ellos lo saben, si saben que eres policía te matarán y me matarán a mí…-dijo temblando.

 

-¡Hey, Hey! Tranquilo. Nadie va a matarte. Si me dices lo que sabes te protegeré ¿ok? Ya no debes de temer… en serio, voy a salvarte –Kise tembló al sentir la calidez de las manos del policía en sus mejillas, le había puesto las manos en cada una aprisionándolo para que levantase el rostro y sus miradas se cruzaran de una manera mágica. Esa sensación única de sus ojos encontrándose entre si no era producto de su imaginación, Aomine estaba deslumbrado por las largas pestañas del chico, su piel que definitivamente era tan suave como se veía y esos labios ligeramente sonrosados ¿Cómo alguien tan hermoso podía manchar su cuerpo de esa manera? Imaginarlo le daba rabia. Kise por su parte tembló en cuerpo y alma al ver la mirada profunda, azul y decidida del otro. Había tratado con mucha clase de hombres por culpa de la maldita Casa Roja pero todos le causaban repulsión aunque este era especial; la forma de sus cejas, su piel morena y la imponente presencia que tenia le hacia desear derretirse totalmente en su ser. Eso era nuevo, muy nuevo y tenía miedo por ello.

 

-No puedo…. Si no me encuentran ellos se desquitaran con mis amigos y yo…-había girado su vista a otro lado y Aomine se estaba desesperando de la decidía del chico. Eso era de vital importancia, saber la localización y movimientos de esa organización lo cambiaria todo.

 

-Escúchame …si no me lo dices hoy promete que lo pensarás. – el chico asintió- nadie sabrá que estás con un policía, será nuestro secreto ¿Bien?

 

-Si…-se limitó a contestar y así el moreno le soltó. Camino hacia la cama y se lanzó de nueva cuenta con pereza. El rubio se quedó de pie observándolo fijo sin saber que hacer.

 

-¿Pasa algo? –dijo Aomine alzando una ceja.

 

-Yo…no se. –ríe- nunca alguien había pagado por hacerme un par de preguntas y no recibir respuestas ... solo se me lanzaban encima –ríe con tristeza. – no se como actuar ante usted.

 

-Primero no me hables de usted soy Aomine, Aomine Daiki –sonríe – segundo, te dije que no estoy tan necesitado como para pagar por placer. Tomate un día de descanso y ven a dormir, por la mañana te devolveré. –dijo moviendo las cobijas para entrar bajo de ellas. El rubio camino hasta la orilla de la cama y se sentó para después meterse entre las cobijas también – volveré en una semana para ver si tienes una respuesta…-susurró.

 

-Está bien…. Aominecchi…-rio Kise pegándose al cuerpo del moreno. El otro solo se sorprendió por el apodo y el contacto. Se limito a abrazarlo, pagaría tanto dinero por abrazar a un chico durante toda la noche pero lo valía. Ese aroma a fresas que el otro emanaba era hermosamente adictivo y la calidez de su cuerpo era tan especial que era impensable el lastimarlo, quería salvarlo… definitivamente.

 

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Las manos de Himuro exploraban la ropa del castaño con habilidad. Estaba detrás de él levantándole las ropas mientras se colaba por su espalda y sus caderas; el lugar donde estaban no era para nada el cuarto de hotel donde habían estado antes, una habitación más hogareña perteneciente a un conocido departamento era el escenario de tal arrebato de pasión. Los labios de Ryou no podían emitir sonido claro pues una mordaza le adornaba con capricho. Pronto la camisa le fue arrebatada mientras arqueaba su espalda que eventualmente quedo pegada al pecho del pelinegro. Himuro le besaba desde los brazos hasta la curvatura de su columna, desprendiendo travieso las vestimentas del castaño que lloriqueaba por lo bajo ante las acciones del otro. Si bien se había topado a una gran cantidad de personas en toda su vida, gente desagradable y malnacida que lo habían herido en cuerpo y alma, Himuro se estaba llevando el premio. Lo había arrastrado hasta su departamento con una dulce sonrisa diciéndole que quería estar más cómodo, tomaron un par de cervezas y en un arrebato le besó los labios con intensidad. Le llevó hasta su cuarto y después cerró con seguro. Ahí en la oscuridad de la pieza lo aprisionó contra la pared haciendo temblar al chico. Empezó a cuestionarle sobre la “Casa Roja” pero Sakurai no diría respuesta alguna disculpándose de manera exagerada. Himuro estaba rabioso, molesto. Le tomó poniéndole la mordaza en la boca diciendo “Si no vas a hablar usa esto” y el castaño temió, temió mucho por lo que fuese a pasar.

 

Ahora Himuro le mordía el trasero al chico quien ya estaba tirado en la cama, le rasgaba la piel con esas uñas y dientes como si fuese una bestia. Con un dejo de consideración le preparaba con sus dedos mientras los ojos lagrimeantes de Sakurai se transformaban en unos verdaderos ojos llorosos emitiendo leves sollozos ante los actos del otro. Himuro entró  en él, ni siquiera se había tomado la molestia de desvestirse totalmente, simplemente iba directo a lo suyo. Entró lento pero preciso abriéndose paso en las paredes del chico, era muy estrecho. Sakurai como pudo se aferró a las cobijas y almohadas clavando las uñas sintiendo como el falo entraba totalmente en él.

 

El pelinegro se movió hacia afuera y volvió a entrar de una estocada que a pesar de ser dolorosa le provocó una pequeña sensación de placer al chico.  Una y otra vez con cierto ritmo entraba y salía de él. Le besaba la espalda, le recorría las piernas y el pecho con sus manos suspirando armoniosamente contra su oído mientras los movimientos incrementaban aún más. Le tomó de las muñecas poniéndolas por encima de su cabeza y le besó la nuca lo que provocó que Sakurai se estremeciera. Las embestidas aumentaron de velocidad mientras las quejas del castaño sonaban al ritmo del golpeteo que ejercía Himuro contra él, era tan erótico pero a la vez tan salvaje, tenía tanto miedo como placer y eso era un cruel pero dulce castigo. El pelinegro tomó el miembro de Sakurai y lo movió al ritmo de las embestidas haciéndolas tortuosamente rápidas y efectivas pues el chico daba en aquel punto donde Sakurai perdía los sentidos, ese punto donde su cuerpo temblaba al igual que sus emociones. Tantas veces dio en el lugar que el chico por más que resistió terminó contra la cama de Himuro manchando aquellas sabanas con su líquido blanco.

 

-Aah….-Ante el orgasmo Himuro sintió como las paredes de Sakurai se estrechaban provocándole más, invitándole a terminar; él accedió sin defensa y regó su esencia en el interior del chico. – mmhg…-se quejó Himuro gimiendo por lo bajo y saliendo del interior viendo como aquella viscosidad salía recorriendo desde el trasero hasta las piernas del otro. Observó su crimen, el otro chico temblaba y respiraba agitado viéndole con los ojos cristalinos – cuando estés dispuesto a hablar me lo dices…-dijo acomodándose las ropas para retirarse de la cama y salir del cuarto sin más ni menos azotando la puerta y dejando a un Sakurai tirado en la cama con el temor de lo que viniese a continuación.  

 

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La mañana siguiente Aomine recibió un mensaje de Himuro “Ya fui a dejar al chico, nos vemos en la estación. No tuve éxito” y así el moreno pidiendo un taxi llevó a Kise al lugar donde lo había recogido. En sus adentros no deseaba dejarlo en aquel lugar tan atroz conociendo lo que le pasaría pero esa fue decisión del chico y debía tener motivos muy fuertes para no irse. Un pequeño papel arrugado en su mano lo acompañaba y la indecisión sobre qué hacer lo llevó hasta aquel hombre vulgar y corpulento de la otra noche. Le entregó el dinero y sonrieron con una complicidad fingida por parte del moreno.

 

-Espero que la pasaran bien chicos –dijo el sujeto.

 

-Sí, fue excelente. –dijo Aomine tomando a Kise por la cintura con sensualidad y robándole un beso en los labios con intensidad metiendo su mano en el bolsillo trasero del chico. Después dio un par de palmadas en el glúteo del impactado chico; Kise se había sonrojado a sobremanera por las acciones del otro pero entendía el objetivo de todo eso.- volveré en una semana. Adiós –dijo dándose la vuelta para huir. El sujeto corpulento le indicó a Kise el lugar donde estaría su transporte para ir a la “Casa Roja”. Caminó aferrando su mano a su pecho, el corazón le latía con fuerza tanto que se había quedado sin palabra o queja por ese beso. Al entrar al elegante auto este arrancó. Solo iba él como pasajero,  la “Casa Roja” era un prostíbulo de alta calidad con grandes entradas de dinero por eso no escatimaban gastos en ese tipo de lujos. Kise sacó el papel de su bolsillo y tenía el número de teléfono de Aomine.

 

-Nos veremos en una semana, Aominecchi…

 

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>>>Días después<<<

 

-Aominecchi, ayuda –decía el rubio desde un teléfono encerrado en un baño lujoso con el cuerpo desnudo.

 

-¿Kise? ¿Dónde estás? –preguntó dejando de lado sus labores.

 

-Tomé el móvil de un cliente. Ayuda….Sakuraicchi no ha regresado… nunca regresó…

Notas finales:

Si tomas el fanfic no olvides dar crédito y poner el link de mi cuenta.

-Yisus


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