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Warriors por Pandora-Soryu

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Notas del capitulo:

Puntos de vista, Reibert ,el primero de la página o eso creo, como para celebrar que ahora mi fandom favorito tiene categoría =)!

-SPOILERS ALERT-

Las lágrimas de Berthold apenas se han secado sobre su rostro, en una masa llena de sudor y polvo. Su pecho late aún adolorido, sanguinolento y abierto en la zona en que el comandante cortó su carne como un estigma inolvidable, el dolor que le recordará la traición, una misión fallida, innumerables pérdidas.

No ha cicatrizado, nunca se curará. Aunque la herida cierre y la sangre se seque, el corte ha sido demasiado profundo, muy adentro, justo ahí, donde recuerda el rostro de Jean repitiendo una y otra vez, ¿Por qué Berthold? ¿Por qué? Amábamos verte dormir, era una obra de arte, nos ayudaba a predecir el tiempo…¿Por qué?

Siente ira, y siente rabia, no tiene la respuesta y siente que todo ha sido en vano. Volverán con las manos vacías y sin Annie. Con las manos llenas de sangre y de corazones heridos.

Nisiquiera puede confiar ya en Reiner, Ymir se lo ha dicho, poco a poco pierde la cordura, ya no es más un guerrero. No puede contar con su fuerza, Reiner lo ha dejado, al igual que Berick (*), al igual que Annie y al igual que sus padres. Está sólo y es cobarde, está sólo y no sabe a ciencia cierta si podrá sobrevivir a un próximo ataque, si podrá sobrellevar el hecho de ser un sucio asesino, un traidor, un bueno para nada que salió de casa para traer respuestas y se quedó sin nada.

Berthold  gime sin poder evitarlo, se da asco porque siente  ganas de llorar y no es un niño, ya dejó de serlo hace mucho tiempo. Los niños no matan gente, se repite, y las manos de Reiner son ásperas y frías sobre su muslo.

-Detente

Le pide en un susurro, arrastra las manos sobre el lecho improvisado, y mira hacia la fogata tratando de huir de sus ojos. No quiere, no lo quiere más cerca. Los ojos de Annie le duelen en medio del pecho, y ya ha perdido la cuenta de cuantas veces se ha encontrado a sí mismo llamándola entre sueños, confesándose.

-Ymir está cerca.

.*.*.*.

 

No es que le importe que la vieja bruja les escuche. Como si pudiera hacerlo, cuando  duerme como un caballo y cuando su corazón está tan roto como el de ellos porque ha dejado a su amada Historia atrás, junto con los recuerdos y con cinco años de milicia que no sirvieron para nada.

Casi no puede recordar la primera vez que lo hicieron, que empezaron a tener sexo.

Fue por necesidad, excusas, para resguardarse del frío, para evitar morir congelados en medio de un bosque virgen en plena nevada, el único calor proporcionado por frazadas viejas y una tienda improvisada, sólo el calor de Berthold para confortarle.

 Recuerda su cuerpo escuálido y lánguido, infantil y torpe, sus ojos eternamente tristes y el sudor nervioso recorriéndole cada poro del cuerpo. No se molestaron en desvestirse, tampoco es como si pudieran, apenas bajaron un poco los pantalones  para no pescar un resfriado.

Y no fue tampoco lo que esperaron,¿Dónde estaban los chispazos de excitación?, ¿el placer? ¿ y el correspondiente enamoramiento a primera vista, las promesas de eternidad?

Berthold sangró y lloró hasta hacerlo perder la erección, tuvo que masturbarse a un costado para acabar, y lo mismo con el otro niño al que ayudó diligentemente. Sus semillas se mezclaron en la nieve, creando extrañas figuras, derritiéndola lentamente: así es como se hacen los bebés, y hubiesen tenido uno seguramente si Berthold fuese una chica.

El recuerdo de la sangre lo mantuvo distante durante meses, y no volvieron a tener contacto, más que el obligatorio abrazo para conciliar el sueño por las noches, porque eran niños, y  no es normal que niños de apenas diez años puedan dormitar tranquilos con la amenaza de ser devorados durante el sueño.

La segunda vez vino por inercia, con Berthold más dispuesto y aceptando naturalmente su papel de sumiso en la cúpula. Entre caricias torpes y músculos apenas formándose, pudieron ser uno bajo la luz de la luna, prometiéndose silenciosamente vivir y morir juntos. Luchar por la causa, volver a la aldea con el coordinado.

La excitación fue similar al romper el muro. Toda la sangre y esas muertes, la adrenalina y el poder que fluye por sus venas al ver la destrucción, los ínfimos humanos, corriendo cual insectos bajo los escombros.

Reiner baja suavemente los pantalones del más alto e introduce sus manos, palpando el delicado vello, la larga y masculina extensión. Olisquea el sudor de su cuello, y la esencia masculina de su compañero le excita al punto de tornarlo húmedo y aún más necesitado. Muerde su cuello y se empuja sobre él, presionándolo sobre el suelo para buscar la pose exacta para penetrarle, como si fuese un perro, aunque eso no evita que sea más suave y cuidadoso que de costumbre, que acaricie sus borden con paciencia  y penetre con dedos curiosos que buscan el punto exacto en que le hace llorar.

Mientras lo penetra y Berthold ahoga un grito, recuerda entonces como llegó Annie a ellos, taciturna y sombría, tan similar a Ymir, un lobo solitario que sólo les proveía de información.

 Tan parecida a ellos y al mismo tiempo tan diferente, Annie la seria, Annie pequeña, la guerrera Annie que había logrado llevarse toda la atención de su Berthold, aunque eso no impide que su corazón se rompa un poco más al recordar que la dejan atrás, que se olvidaron de ella.

Quiere que vuelva, quiere volver a pelear con ella, que le arroje al piso y le haga morder el polvo como sólo ella puede hacerlo.

Berthold se derrite bajo su toque, sabe exactamente donde presionar y donde masajear para que se corra en un santiamén. Presiona la base de sus testículos y acaricia por el medio, delineando la costura y masajeando la base con movimientos generosos. Berthold lo envuelve con su carne y lo conforta, está húmedo y dispuesto como una hembra en celo. Sudoroso y tenso a través de su espalda.

Aspira su esencia nuevamente, y logra endurecerse aún más, Berthold y su olor van a terminar de volverlo loco.

Se aferra a sus caderas  y le da con más fuerza, sus cuerpos se arrastran sobre la tierra y alcanza a ver el perfil de Ymir que aún dormita.

No piensa en nada, no quiere recordar absolutamente nada. Ni a Annie, ni a Berick, ni el secuestro fallido de Eren, nisiquiera la despedida adusta de Historia.

Berthold es lo único que invade sus pensamientos y lo único que le aferra a la realidad, su cuerpo, su piel morena, su voz entrecortada, la herida que le cruza el pecho, y que acaricia suavemente para otorgarle un confort que él mismo anhela. Quiere presionar sus dedos y meterse en ella, tocar su corazón, sus músculos, su sangre, el amasijo de nervios y venas que tiene por dentro, quiere todo, quiere devorarlo todo como si fuese una bestia hambrienta.

Se hunde en su cuerpo por última vez  y siente que roza el cielo con las manos. De sólo 17 años de edad, corruptos y arruinados.

El cuerpo de Berthold se extiende a su lado, y se miran fijamente por segundos eternos antes de subirse los pantalones.

Las lágrimas de Fuubar  vuelven a caer por sus mejillas y sus brazos fuertes le envuelven protectoramente.

Estaremos bien, quiere decirle, pero nada sale de sus labios.  La huida ha sido un fracaso y nadie sabe si llegarán con vida al amanecer, si el castigo no vendrá antes de lo esperado, y acabarán muertos, en pedazos, como toda la gente a la que traicionaron.

¿Fue divertido?

Le pregunta su mente, ¿fue divertido engañar a todos? Engatusarles, meterse en sus vidas, jugar a salvarlos y luego clavarles la puñalada en la espalda…dejar que Annie matara a todas esas personas, arrebatarle a un hijo, la vida de su madre.

No, no lo fue, para nada. Pero era necesario, es necesario.

Arropa a Berthold cerca de su corazón y se asegura de entrelazar sus manos, manía que tiene de no sentirse completo hasta que no se envuelve en ese toque tan íntimo  y propio con el otro, no quiere que se escape de su lado, nisiquiera en sueños. Berthold es lo único a lo que puede aferrarse, Berthold es lo único que ha tenido siempre, que tendrá. Que anhela, que desea, que protege con su vida  y quien debe llegar seguro al otro lado.

El sol nace en el horizonte, la noche es tragada poco a poco.

El final de los amaneceres juntos , está cerca. Reiner puede sentirlo en el aire.

La muerte vendrá a buscarles, el infierno es lo único que les espera, así, tomados de la mano.

 

Notas finales:

1-      Berick es el amigo de la infancia de Berthold y Reiner que Ymir en su forma titan, se come. Él muere por salvar a Reiner, y parece que esto ha dejado con severos traumas a éste.

 

Sí, si, ya sé que son unos traidores y genocidas, pero eso no evita que los shipee tanto, I'm sorry for my half-assed lemon.


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