Hace mucho existía un escritor que vivía a orillas del mar; una enorme playa virgen donde tenia una casa donde pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para su libro. Era un hombre inteligente, culto y con sensibilidad acerca de las cosas importantes de la vida, aunque en aspecto no quedaba atrás; el era un hombre blanco, con ojos grises, cabello corto color negro con un corte militar de los años cincuenta y media un metro sesenta. Era criticado por eso, aunque a espaldas pues si se lo decían de frente perdería toda la sensibilidad en el.
Una mañana mientras paseaba a orillas de océano vio a lo lejos una figura que se movía de manera extraña, pero repetitiva, parecía estar bailando. Al acercarse vio que era un muchacho castaño y de bellos ojos esmeraldas -y mas alto que el- que se dedicaba a tomar estrellas de mar que se encontraban en la arena y las lanzaba de nuevo al mar. El escritor le pregunto al joven que estaba haciendo.
Este le contesto:
-Recojo las estrellas de mar que han quedado varadas y las devuelvo al mar. La marea ha bajado demasiado y muchas morirán.-
El escrito noto cierta tristeza en los ojos del joven y le contesto:
-Pero lo que haces no tiene sentido, primero es su destino, morirán y serán alimento para otros animales, y, además hay miles de estrellas en esta playa, nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas.-
El joven miro fijamente al pelinegro, tomo dos estrellas de mar que se hallaban en la arena, lanzo una con fuerza, por encima de las olas y exclamo:
-Para esta... ¡Si tiene sentido!.- sonrió y le entrego la otra estrella de mar al pelinegro -Para usted también podría tener sentido. Usted y sus acciones podrían cambiar a alguien como yo lo he hecho.-
El escrito tomo la estrella y se marcho un tanto desconcertado no podía explicarse una conducta tan impulsiva y determinada que tenia aquel chico. Esa tarde no tubo inspiración para escribir y en la noche no durmió bien. Pensaba en el joven y soñó con el, también con las estrellas de mar lanzadas por encima de las olas. Fue entonces se planteo varias preguntas.
"¿Como se llamaba aquel muchacho? ¿De donde surgió la idea de las estrellas de mas? ¿Cuántos años tenia?"
Aunque le calculaba dieciséis o quince.
No se daba cuenta de que su único pensamiento era aquel chico de bellos ojos.
A la mañana siguiente corrió a la playa y busco al joven. Los lugareños del lugar decían no conocer al muchacho, aun después de que Rivaille insistiera y diera su descripción física solo obtenía comentarios como:
-En este lugar no hay nadie con los ojos de ese color. Seria bastante notorio si así fuera.-
Resignado volvió a caminar por la orilla del mar admirando nuevamente las olas. Del bolsillo saco la estrella que el chico le había dado y sin pensarlo la arrojo con toda la fuerza que tenia. No sabia ni por que había decidido buscar a ese chico, debía ser estúpido como para hacerlo.
De pronto vio al chico nuevamente corrió de nuevo a el y observo como de nuevo arrojaba las estrellas.
-¿Sigues con tu plan?-
-Veo que usted también se unió.- sonrió y levanto otra estrella -Me alegro que no recuerde nada.-
-¿Qué debería saber mocoso?-
-Nada. Esta bien así como esta... Heichou.-
-¿Te has vuelto loco? dime ¿Cómo te llamas?-
-Eren.- después de lo mencionado todos los recuerdos de su vida hace siglos volvieron.
"En nuestra próxima vida nos encontraremos y me asegurare Heichou será en el mar"
Al día siguiente ante el juzgado real Eren Jaeger fue mandado a matar en la guillotina para dar muestra de que TODOS los titanes habían sido erradicados y aunque el sargento Rivaille se negó ante eso, Eren acepto pues el no se veía en un mundo sin titanes lo ultimo que dijo fue:
"La señal serán esas cosas llamadas estrellas de mar"
Y la guillotina cayo derramando la sangre de quien alguna vez Rivaille amo.