La lluvia azota el hueco irregular que funge de ventana, la ventana de la pútrida y acogedora habitación, el helado viento se cuela entre sus piernas, le abraza la cadera y le besa las mejillas teñidas levemente de carmín.
El negro cuervo lo observa desde el exterior, le escudriña el alma con su escarlata mirar, asombrado con la inminente oscuridad que rodea su alma sin perder su exquisita pureza.
Si la mariposa pudiera escapar al vuelo y abandonar la jaula, esa bella jaula bañada en oro, como desearía salir de su perfecta prisión, pero solo observa en silencio el cielo gris, porque si lo hiciera las regordetas gotas de la lluvia le destrozarían las alas.
En silencio se dirige a su cómodo lecho esperando encontrar algún dulce bajo su pequeña almohada para poder caer rendido en los brazos de Morfeo.
Si yo fuera él sonreiría como alguna vez lo hice.
O tal vez él lo haga.
Es un niño, una criatura frágil que tiene los ojos cerrados mientras los tiene abiertos. La realidad se atrapa entre Las manos, como la libertad al simular volar.
¿Tiene miedo? Por supuesto, el niño frente al espejo tiene miedo.
Yo también lo tendría si fuera él.
O tal vez lo sea.
Porque sus ojos reflejan el destello de lo que esconden, porque el dolor que es más intenso, el dolor que profana el alma, seca el llanto y te carcome.
El chiquillo no tiene los ojos de un infante. Tiene los labios, tiene la cara, tiene las manos y las piernas, pero no el alma.
Su mente lo ha olvidado todo. Tan solo se conserva en su vientre la sensación de mareo que le carcome el alma.
El frío y el miedo son uno mismo cuando nadie les mira. El amor y el quebranto se fusionan en un beso cuando los cobijas con cuidado. El amor sin dolor no existe y la trillada situación se evade observando a la lluvia.
Como duele una gota de lluvia sobre una herida que no sana. Porque se filtra y le enamora. Como duele sin doler, y en el silencio y oscuridad de la noche la herida sangra y no lo sabe, porque las gotas de la lluvia le entretienen con sus besos, dulces como los que se otorgan los pétalos de la rosa con el rocío de la mañana.
Sus manitas son pequeñas y deseaban construir castillos con la arena. Sus manitas son pequeñas y desean atraparlo todo, mientras se sujeta a la vida del hilo de una araña, se mece, la miras y se pierde. La sientes y la tomas…
Tu demonio es un cuervo enamorado, una figura que se asemeja en belleza a una perfecta rosa rodeada de oscuridad.
Tú tienes que conservarte en ti mismo, apresar a los demonios que pululan en tu alma. Simular las sombras en tu vida, pintarlas. La oscuridad te salva y te cobija.
Tú revoloteas… ¿en qué se parece un cuervo y una mariposa?
¿Cómo es rey, el rey, sin tablero que lo haga rey?
¿Cómo ama un amante, sin amante a quien amar?
Una gota se cuela sobre la ventana y le perfora la piel. Sus manitas le cubren la herida y no le deja volver. Espera y observa. Lo tiene todo y lo sabe. Lo perdió todo y lo entiende. Lo obtendrá todo en un beso con el demonio y lo demás no importa.
¿Es posible que el caballo venza al rey en su propio tablero?
Sus deditos son pequeños, sus manos tiemblan, al mismo tiempo que se cuestiona y se da cuenta de las respuestas, ¿por qué la lluvia es más hermosa de noche? ¿Por qué el cuervo cubre con sus alas a la mariposa? ¿Por qué la mariposa abraza suavemente al cuervo? ¿Por qué el cuervo es tan frío y al mismo tiempo tan cálido? ¿Por qué la gente lo mira y no lo entiende?
Una lágrima o quizás dos. Unos ojos azules y profundos. Una mirada carmesí y dedicada. El pasado y el futuro no están escritos. La mente juega, divaga. La aventura y el romance embriagan. El dolor desata las emociones más turbias.
Él sabe que le observa desde la ventana. Él, el estético cuervo negro que se para en el huequillo de la pared más cercana. No sabía quién era y ya confiaba en él, porque su ojo derecho así lo estipulaba.
Jamás supo de días, porque lo relativo le impidió darse cuenta que la lluvia continuaba tras la ventana.
¿Por qué el niño no miraba la lluvia tras la ventana?
Porque el cuervo se abrazó a la mariposa y la mariposa ha dudado en entregarse al cuervo.
Yo no dudaría si fuera él.
Tal vez él lo haga.
Porque los humanos son creaturas débiles que tratan de resguardarse en si mismos. Tienden a hacerse apretados ovillos para disimular sus miedos y sentirse más seguros.
No les gusta recibir mentiras por parte de otros, pero ellos mismos las utilizan para poder sobrevivir en el bosque que el animal racional ha creado.
¿En qué se parecen el cuervo y la mariposa?
Como duele una lágrima que sangra, porque al ver llover recuerda su triste pasado, aquel que tanto deseaba olvidar, pero al mismo tiempo lo mantenía con vida.
Su ojo derecho lo unía a él, lo odiaba, lo amaba.
Y al ver por el rabillo del ojo hacia atrás pudo ver todas las veces que su hermosa ave teñida de negro lo había acompañado en su dolor y cumplido todos sus caprichos.
De sus ojos sale un destello heterocromo, uno azul profundo y el otro de un purpureo infernal.
De sus dos grandes orbes nacen lágrimas ¿por qué sus lágrimas lloran? ¿Es posible que el rey demuestre su debilidad hacia su pieza de esquina?
Su corazón tan frío y orgulloso, antaño tan inocente y amoroso, ha recobrado su calor, porque una pequeña luz ha iluminado su oscuridad, mientras aquellos zafiros que fungían de alas son rodeadas por penumbras.
La mariposa ha salido de su jaula, intenta esquivar las gotas de la lluvia tras la ventana, las que podrían hacerle caer, pero no le importa y sigue avanzando.
El cuervo le observa desde lejos, no se levanta, puesto que aunque sus músculos responden, no tendría sentido realizar un estímulo sin trasfondo.
La pieza de esquina, la pieza favorita del rey negro, del quien siempre ha dependido, ahora ha entendido todo.
Porque a veces para poder ver hay que cerrar los ojos, porque para el cuervo los sentimientos humanos son una debilidad.
La mariposa vuela desesperada.
Si yo fuera él, también lo estaría.
O tal vez lo sea.
Porque ahora el cuervo cubre con sus alas a la mariposa y l mariposa se abraza suavemente al cuervo.
Yo también lo haría s fuera él.
O tal vez lo sea.
¿Por qué la gente lo mira y no lo entiende?
Porque para los humanos cualquier cosa que esté fuera de su cotidianidad representa un peligro, porque puede ser que los corrompa y ponga sus vidas en juego.
Porque para los humanos el sentirse seguros se ha convertido en una necesidad.
El cuervo lo mira y la mariposa se estremece.
Y la mariposa se entregó eternamente al cuervo.
Y yo era él.