‘’Hey Krista, cuando estés lista para decirme tu secreto, entonces ¡yo te contaré el mío’’
Va más de un mes que falleció
Y viendo su foto
Al fin recuerdo,
Esas tazas de café
Quiero estar junto a su piel
Para siempre
Krista Lenz fue una paria desde su nacimiento. Odiada por todos, querida por nadie, un estorbo inconveniente listo para desechar.
Rechazada por su padre, rechazada por su madre, rechazada por los humanos a los que tanto amó, y con los que quiso compenetrarse sin éxito alguno.
Los niños de su edad solían arrojarle piedras a la cara, como si fuese un demonio. Venían por las tardes a recoger piedras detrás de la colina, riéndose a voz viva cuando veían su piel romperse, sangre manar de su frente o labios, burlándose de ella, como si no sintiera dolor, al igual que ellos.
Sólo tuvo animales a su alrededor y la naturaleza le brindó cobijo cuando los de su propia sangre le negaron. Krista nunca recibió una flor, solo tierra, hasta los siete años.
‘’¿Porqué tuviste que nacer? ¡Todo es por tu culpa!
Recuerda vagamente, durante noches solitarias las últimas palabras de su madre, antes de que le cortaran el cuello en frente de ella. El cabello rubio, los ojos tristes y llenos de lágrimas, la adoración y el miedo hacia su padre, y el odio desmedido hacia ella.
Desearía que estuviera viva, solo a veces, porque quiere preguntarle qué es lo que sintió, si alguna vez la quiso. Si la abrazó cuando nació o si fue ella la que le colocó ese nombre. ¿La arropó con cobijas acaso? ¿Tuvo para ella palabras llenas de amor?
Krista Lenz nació una tarde, luego de la muerte de su madre.
Nunca tuvo expectativas para el futuro, que no se vislumbraba brillante delante de ella, nunca tuvo aspiraciones, y tampoco intereses propios lejos de la voluntad inherente de sobrevivir o de no morir de hambre.
No tuvo nada, hasta que la conoció.
‘’No eres tú misma. No es lo que tu deseas, ¿quieres suicidarte, no es cierto? Quieres dar tu vida por alguien más para ser recordada como una buena persona, no buscas el bien de los demás, es por tu propio beneficio’’
¿Por qué no puedo hacerlo? Quiso preguntarle, ¿por qué no puedo morir si no hay nada verdaderamente importante por lo cual vivir? Nunca he querido nada, nunca he anhelado nada ¡Es mejor si estuviese muerta!
Y dio todo su amor para mí
Soñando en un lugar
Donde al fin tener paz
Todo cambió sin saber
Perdí mis sueños
En el desastre
Ymir tenía el rostro lleno de pecas, la piel bronceada y los ojos hermosos e inteligentes.
Ymir era todo lo que ella siempre hubiese deseado para sí misma: fuerza, inteligencia, determinación.
Se hicieron amigas casi por inercia, nadie quería realmente hacer pareja con Ymir, y se juntaron más por necesidad que por gusto. La chica más débil del escuadrón, y la bruja insoportable.
Krista recuerda la primera noche en los dormitorios, asustada y sola, con la mano de Ymir deslizándose lentamente hacia su cama para palmearle la cabeza.
Lloró en silencio hasta el amanecer: era doloroso sentir por primera vez una caricia.
Antes de que pudiese notarlo, Ymir era parte de su vida.
¡Hey Krista, casémonos cuando todo esto acabe!
Comían juntas, dormían juntas y reían hasta el atardecer.
Se aislaban del grupo, pero realmente a Krista no le interesaba, mientras tuviese a Ymir, nada más era importante. Ni los titanes, ni la familia Reiss, nisiquiera su padre. Ymir la protegería, se repetía, y cuando Ymir se fuera de su lado…
Lloré, pues te extraño amor
No tengo la fuerza
Es eterno el dolor
Oh, ¿Dónde estás amor?
No tengo la fuerza
En mi soledad,
Tu fiel nombre gritaré
Vive Krista, pelea por lo que realmente quieres
‘’¡Espera!, por favor espera, aún debo decirle…aún debo decirle…’’
Krista odio como nunca ser débil, inútil, predecible. Iba a morir y no podría decirle a Ymir su secreto, iban a morir, a manos de los titanes, si tan sólo fuese un poco más fuerte.
Los recuerdos se hacen demasiado confunsos, y cuando vuelve a la realidad encuentra a Ymir destrozada, sonriéndole, siempre sonriéndole. El olor a la sangre le revuelve el estómago, pero se contiene. Besa su cabello, y sujeta suavemente su hombro. En sus ojos ya no hay amistad…incluso entre dos mujeres, algo más que la amistad puede nacer de pronto.
-Mi nombre es Historia, Ymir, me llamo Historia.
Krista se irá para siempre, se dice a sí misma. Krista débil, la tonta Krista, incapaz de defenderse y de pelear por su vida, la Krista que mató a su madre, y que fue expulsada por su padre. La Krista que siempre quiso morir por el resto, nunca por ella misma.
Pero antes de que pueda mostrarle a Ymir que se acepta a sí misma, el destino se encarga de separar sus caminos.
No más sonrisas en el atardecer, no más juegos de niñas.
Dije todo mi amor es tuyo
Soñando en un lugar
Donde al fin tener paz
Todo cambió sin saber
Perdí mis sueños en el desastre
Suele observar el techo durante las noches de insomnio, donde recuerda a Ymir y todo es oscuro y agudo. Doloroso en algún rincón de su cabeza, como si hubiese tragado un plato repleto de clavos.
Historia se pregunta que pasará a partir de ahora. Si la obligarán a encarar a su padre, si Ymir volverá, si vive, si está muerta, si los corazones rotos aún siguen funcionando.
Si algo sabe a ciencia cierta, es que al igual que todos, debe sobrevivir, hasta encontrar a Ymir. Debe ser fuerte por Ymir, por todo lo que han sacrificado, por todo lo que vendrá, y por la sangre que se derramará en nombre de la justicia.
No sabemos qué es lo que está mal
Ésta noche no hay donde escapar
No hay nadie a mi alrededor
Sólo sé, que mi amor se marchó
Mírame Ymir, ya no tengo miedo, no volveré a dejarme caer, no volveré a desfallecer, porque estaré esperando por ti, aunque me hayas abandonado, soy feliz, si sé que fue lo que elegiste, puedo seguir adelante
Escucha las voces a lo lejos, los murmullos disimulados en esas cuatro paredes en las cuales se encuentran asilados. Nadie le habla, ni las chicas, ni siquiera los chicos, deben creer que es tétrica y aburrida, pero ya nada de eso es importante. Krista Lenz ha muerto, la Krista que tenía siempre una sonrisa y que deseaba ser condescendiente por los demás, para ser aceptada, para ser querida.
¡Krista tienes que ser tú misma! Qué importa si al resto no les agradas…
-Incluso Krista…
-Historia- aclara ella, girándose lentamente, mientras friega un plato- mi nombre es Historia.
Lloré, pues te extraño amor
no tengo la fuerza
es eterno el dolor
¡Oh! ¿Dónde estás amor?
no tengo la fuerza
en mi soledad,
Tu fiel, nombre gritare