Desde que Tom estaba juntándose con Rafael había optado por tener un look desordenado. En un principio le pareció que era sensual y divertido, le encantaba. Pero las cosas cambiaron de forma drástica cuando Tom decidió dejarse crecer más la barba.
Conforme pasaban los días, el gemelo mayor parecía un naufrago, uno muy lindo por cierto, pero naufrago al fin. Y no sólo porque lo pareciera, sino que cada vez que se besaban, el menor sentía estar besando un cactus, sus pequeños vellos le picoteaban el rostro y eso era molesto.
Decirle a Tom que se cortara la barba sería algo difícil.
Porque decirle a Tom que cambiara algo de su estilo era como hablarle español a un chino.
Corría la tarde del día lunes. Los gemelos estaban en su casa esperando la visita de sus amigos y compañeros de banda. Iban a almorzar y a platicar un rato sobre el nuevo disco que estaba en puerta. Por fin el “soon” se acabaría para los millones de fans que todos los días pedían disco nuevo. Lo tendrían, pero si querían algo bueno tenían que esperar un poco más.
Mientras esperaban se dieron a la tarea de “conversar” un rato para matar el tiempo en que los G's llegaban.
Bill estaba recostado en el sofá mirando provocativo a su gemelo.
Tom por su parte, no esperó mucho tiempo para lanzarse sobre él e inmovilizarle las manos. Comenzó a besarlo, como siempre lo hacía, despacio por el cuello hasta llegar a los labios. En un principio Bill se sentía en el cielo, los besos de Tom eran eso, estar en el cielo. Sentía cosquillas, muchas cosquillas cuando le besaba. Pero esta vez era por algo diferente. ¡Su barba le estaba raspando el cuello!
— ¡Tom, me raspa tu barba! —gritó el menor apartándose un poco.
El castaño se apartó de un salto. Ya venía la pelea de todos los días, su barba. ¿Será que Bill no podía entender que con su barba se sentía más sensual de lo que sabía que era?
—No me pelees por la barba, no me la voy a quitar.
Bill se agarró el puente de la nariz suspirando. Tenía que calmarse y no gritarle, seducirlo era lo mejor. Tom siempre ha sido fácil de caer ante sus encantos.
—Cariño mío —Se levantó para ponerse a su altura. Le tomó el rostro y le dio un pequeño beso en los labios con o sin la barba te verás muy sensual, pero entiende que la tienes tan larga que me molesta y no logro acostumbrarme a ella ¿es mucho pedir que la cortes un poco? «O la desaparezcas porque ya no me simpatiza»
El mayor se quedó pensativo un largo rato. Abrazó la cintura de su compañero y lo pegó a su cuerpo. ¿Quería la barba fuera? No lo obtendría, le gustaba mucho, punto y final.
—Aprende a vivir con ella —le susurró al oído. Luego le lamió la el lóbulo de la oreja.
Bill cerró sus ojos aferrándose a él. Adoraba esa manera de hacer que se le olvidara hasta el nombre. La temperatura aumento en su cuerpo cuando Tom le rozó el vientre con su polla endurecida.
—Eres un idiota —Susurró el menor recibiendo los besos de Tom sobre su cuello.
—Soy el idiota que tú más quieres y el que más te quiere a ti.
La chaqueta que Bill traía puesta se fue a volar por los aires, junto con los collares y la camisa. Los dos se lanzaron al mueble entre besos y lamidas. Pero justo cuando sus pantalones estaban por tocar el piso, el timbre sonó.
—Demonios, esto me va a doler —Tom se enderezó y se acomodó el pantalón. Tenía que ir al baño antes que sus pelotas salieran afectadas.
El menor soltó un bufido de molestia. Pensó que tardarían un poco más.
—Ve tú, tengo que arreglar mis collares —Miró los collares enredados—para la próxima vez trata de que mis collares no se enreden, me cuesta mucho volverlos a la normalidad.
— ¡Tengo que ir yo! Bill, necesito ir al baño, es urgente.
—No me importa, ve por el amor a Dios.
—Eres cruel.
Él asintió molesto y caminó hacia la puerta refunfuñando. Ya más tarde le cobraría por lo que acababa de pasar.
Su molestia se disipó al ver a sus mejores amigos parados frente a él. Georg fue el primero en darle un abrazo asfixiante.
—Puta mierda Tom, pareces un vagabundo —Rió el mayor apretándolo fuerte.
— ¡Me estás asfixiando Georg! —dijo Tom tratando de respirar.
—Lo siento, ya tenía muchísimas ganas de verte a ti y al marica, ya no tan marica, de tu hermano —le soltó despacio.
—Yo también tengo ganas de ver a mi mejor amigo. ¿Dónde está? —Pregunto Gustav sonriéndole a Tom. Se acercó y le abrazó brevemente.
—Claro, las princesas cotillas deben reunirse. Está la sala de estar mi querido oso —Sonrió.
Gustav asintió y se dirigió a la sala, mientras que Georg y Tom caminaban a paso lento haciéndose bromas e insultándose de forma cariñosa. Oh, como le encantaba estar rodeado de las personas que quería y eran bastante importantes para él.
Iban a almorzar en la terraza. El día estaba perfecto, soleado y fresco. Todo iba bien hasta que la conversación se detuvo en sus nuevos looks.
Tom sabía que el fastidiado iba a ser él.
Shiro estaba ahí con ellos cuatro. Él tomaría la foto grupal que más tarde iban a colgar en facebook para todas las fans.
-Y bueno, como verán Tom muy pronto ira en taparrabo o en pelotas por la calle —Dijo Georg carcajeándose.
Tom sólo se rió mientras que Gustav le miraba de reojo y Georg se carcajeaba de puro gusto. A pesar de estar molestándolo, era agradable tenerlos a todos juntos.
—Les he tomado la foto —Anunció Shiro acercando la cámara hacia los chicos.
Todos quedaron encantados con la foto. Incluyendo a Tom, que pensaba se veía más sexy de lo normal.
—Ya veréis a todas las fans locas por mi barba, ellas pensaran que estoy más bueno que antes —Bromeó mirando a Bill, quien tenía el ceño fruncido.
—¿Bueno? Jajaja, de seguro y te hacen montajes en una isla desierta.
—Yo opino que a Tom no le queda mal su barba, lo importante es que a él le guste —Dijo Gustav tomando un sorbo de su cerveza.
— ¿Ven porqué yo amo a este señor? —Tom abrazó a Gustav y le besó la mejilla.
—Vale, pero no me beses —Gustav se rió empujándolo.
—Le he dicho ya que se corte la barba pero ustedes dos saben que él no lo hará —Bill se sacó los lentes de sol que llevaba puestos y le lanzó una mirada de amor— con lo que sea él se ve guapo.
— ¡Hasta que al fin lo reconoces!
Tom se levantó y se dirigió hacia donde estaba Bill para darle un pequeño beso en los labios. Sin importarle que Shiro estuviera ahí, ni siquiera que Gustav y Georg se sintieran apenados. Ya ellos estaban acostumbrándose a sus demostraciones de amor.
—Te amo Bibi —Susurró Tom al oído del menor.
—Y yo a ti Tomto.
***
En la noche, después de hacer una tocada con los chicos. Bill se sentó con el ordenador en sus piernas para revisar los comentarios en la foto que subieron los cuatro juntos. Habían muchos comentarios, él sería incapaz de leerlos todos, por lo que se limitó a leer los que estaban en ingles. En casi todos se hacía mención de la barba de Tom.
— ¡Bill! —Tom salió del baño desnudo.
Bill pasó saliva mirándole la entrepierna. No podía evitarlo, el miembro masculino de Tom era una de las cosas que le gustaba ver de su desnudez. En realidad todo su cuerpo, pero esa parte en específico le hacía temblar.
— ¿Podrías ponerte una toalla?
Tom sabía el efecto que eso causaba en Bill y no le prestó atención. Se sentó desnudo sobre la cama y miró su celular. Él también estaba leyendo los comentarios de las fans en la foto de los cuatro.
—Tenemos a las fans más locas y ocurrentes de este jodido planeta. —sonrió orgulloso de eso.
El gemelo menor se limitó a tratar de concentrarse en la laptop que tenía en sus piernas.
—Eso sí, tenemos unas fans locas pero fenomenales. Sin ellas no fuéramos nadie.
—Y a ellas les encanta mi barba.
Bill miró la sonrisa en los labios de Tom y se sintió contento también. A Tom le gusta ser amado por todos y la sola razón de que a algunas de las fans les gustara como se veía era emocionante.
—Tom, yo también amo tu barbita de viejito —Se burló cerrando el ordenador y dejándolo a un lado.
—No es de viejito —El castaño dejó el celular en la mesita de noche y miró a su acompañante— es de gente sensual.
Bill soltó una carcajada que fue callada con un beso demoledor. Tom se subió encima de él y le sacó la camisa.
—Vamos a ver si este viejito te da donde te gusta —Le lamió los pezones con esmero.
—Oh Tom —Gimió alto. No se esperaba aquella reacción.
—Me debes la de temprano, Ja, de mi no te libras.
Ahí fue donde se dio cuenta, que amaba todo lo que Tom tuviera y si algún día quería andar en pelotas por el mundo, lo harían juntos. Porque habían nacido para estar junto eternamente, para caminar juntos, para soñar juntos para toda la vida.