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Luz guía por Hollie Cherry

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes reconocibles no me pertenecen. La trama y demas son de mi autoría. Sin fines de lucro.

Notas del capitulo:

Este one shot le tengo un especial apego. Basado en una cancion de Love Robot- Lighthouse.

“Tus delgadas manos sostienen mi corazón, por favor no lo sueltes, no puede ser lastimado, no otra vez.”

El motor del bus hizo un sonido fuera de lo común al estacionarse para que sus pasajeros pudieran bajar. Cientos de escolares y personas adultas bajaron tan rápido, como si el bus fuera una bomba de tiempo que iba a explotar en cualquier momento. Bostezando Bill, un joven de cabello peculiarmente largo y negro, subió perezosamente al vehículo con pocos pasajeros, que en su mayoría eran ancianos. Salía del trabajo y aunque no recordaba cómo era el transcurso de su casa al trabajo y viceversa sabía perfectamente que tenía que tomar una movilidad. Él trabaja en una editorial, editando las portadas de la revista “Luminosa”, revista de moda.  Su aspecto demacrado por horas sin dormir, con su único alimento, el café, definitivamente eso no le ayudaba a verse mejor, pues en realidad lucía siniestro.

Con los ojos entrecerrados por el sueño, buscó un asiento vacío. Apoyando lentamente su cabeza sobre el vidrio empañado, pudo ver apenas el paisaje de afuera, hojas amarillas cayendo al suelo, árboles casi desnudos, un viento muy fuerte corriendo, batiendo firmemente el cabello de las personas y las ramas de las plantas. Era otoño y se empezaba a sentirse el viento fresco allá afuera. Buscó abrigo en la larga bufanda que tenía colgada del cuello. Adormilado vio una luz frente a sus ojos almendrados, una luz, esa luz luminosa que le hacía recordar a alguien… pero no recordaba irónicamente a quién.

***

A pocas cuadras de llegar a la puerta principal del edificio donde supuestamente vivía, porque hace días que no iba a casa, ni para bañarse—El trabajo, es agotador—vio a lo lejos un par de rastas que eran movidas constantemente por el viento. Un hombre de ropas anchas y holgadas, con una gorra en la cabeza, esperaba pacientemente apoyado en la puerta del edificio a Dios sabe quién; sin prestarle mayor importancia a aquel joven, siguió caminando cabizbajo hasta casi poder llegar a la construcción.

Un momento… Ropas anchas, rastas, gorra. Solo conocía a una persona que se vestía así y ese era... ¡Maldita sea! ¡Joder! Pero que torpe, ¿Cómo lo había olvidado? Sus pies como por reflejo se quedaron clavados al suelo, sin poder moverse, alzo la mirada acuosa al cielo y rogó a todos los dioses que la tierra se lo tragara enterito, pero eso no pasó.

—Demonios, ese es Tom—chasqueó y nuevamente alzo la mirada al cielo.

Cuando el día llega a su fin, estrellas llenan el cielo…

El día había llegado a su fin y su relación se suponía que también, claro, se suponía. —Por favor, no voltees, no voltees, no me mires—el pelinegro rogaba que su ex novio, no se volteara, en verdad rogaba eso. Pero como siempre el destino te juega en tu contra y como si Tom le hubiera leído la mente, este se volteo. ¡Puto destino!

Ambas miradas se encontraron y para Bill fue una daga más en su corazón, esas palabras resonaban en su cabeza, una avalancha de recuerdos le azotaron rápidamente la memoria.

Tú eres el aroma de aire otoñal…

Tom sintió como su vida, volvía a él, como su sangre volvía a recorrer sus venas, como se sentía otra vez él mismo. Cuanto había extrañado ver esos ojos almendrados, esos ojos preciosos, esos ojos guías para su patética vida. Carraspeó un poco y nervioso camino hasta donde parecía haberse quedado petrificado su antiguo novio.

—Hola, Bill. ¿Cómo has estado?— una sonrisita nerviosa se formó en sus labios.

Suspiró grandemente— ¿Qué quieres, Tom?— el pelinegro trato de sonar lo más frío posible. No quería que el de rastas notara su inseguridad y sus sentimientos… no quería.

—Yo, yo quería verte— es que a veces tenía que ser tan sincero, como adoraba esa sinceridad, pero ahora no la quería.

—Tom, tú sabes que no…— El de ratas le puso un dedo sobre sus fríos labios.

—No digas nada, por favor. Solo ven conmigo— con algo de esperanza que albergaba en su desolado corazón, cogió la mano delgada de su ex. Y lo guío con pasos firmes hasta cruzar la calle y seguir rumbo a la calle principal.

El camino hasta un café del centro, había sido en completo silencio. Los dedos de ambos estaban entrelazados y ninguno de los dos había tratado de separarse del otro, pero sus manos sudaban del nerviosismo.

Como en la primera cita…

Tom le indico con el dedo índice de la otra mano desocupada, una mesita a las afueras de un café. El de ratas corrió soltando la mano del otro, para poder sacarle la silla y como todo un caballero ayudar a que este tomara asiento.

—¡Joder! Pero si ya no soy tu novio—gritó el pelinegro un poco incómodo.

Esas últimas palabras “ya no soy tu novio” entraron como rosas con espinas hasta el corazón del otro. Tom tragó duro e hizo como si no hubiera escuchado.

Tus manos sostienen a mi corazón…

El mozo se acercó y les ofreció a ambos la carta, el silencio siguió reinando y ninguno de los dos se atrevía a decir nada.

Las hojas naranjas y amarillas de un árbol cercano caían y flotaban por el aire, una de estas llego a enredarse en el cabello de Bill.

Tom se levantó y alargo con desconfianza  el brazo para poder quitársela. Casi por instinto el pelinegro le cogió la mano y se la llevo a la mejilla acariciando esta a su vez.

—Oh, lo siento mucho— bajo la mirada y se ruborizó tanto como se podía.

—Bibi— una lágrima llena de diferentes emociones salió de los ojos de Tom.

Te mantendré abrigado, te mantendré seguro, protegeré tu inocencia…

Tom se levantó y tomando un poco de impulso acaricio la mejilla roja de su ex. Y Bill no solo sintió el contacto de los dedos de Tom, sino que sintió sus… labios.

El de rastas cerró sus labios sobre los de Bill, y fue solo eso un beso, cálido, suave y lleno de recuerdos. ¿Por qué habían peleado? ¿Por qué habían terminado así de pronto? Ya no importaba, ahora ya no.

Ambos cerraron los ojos y se entregaron sin miedo a ese beso, que pronto se hizo más y más profundo.— Tú eres mi luz guía, Tomi. Yo, que haría sin ti— el moreno sonrió dulcemente.

—No— el otro le miró incrédulo.

—¿No?

—No, tú eres mi salida, tú eres mi guía, tú naciste para ser mi luz. Mi luz guía.

Sé que me preguntarás algunas cosas, sé cuán difíciles se pueden poner las cosas y cuando las olas vengan a derrumbarnos no dejaré que te lleguen a mojar.

Notas finales:

Espero les haya gustado, gracias por leer y sería genial que me dejen sus comentarios. Muchos Hollieabrazos. 


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