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Pasión por Lizie CoBlack

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Notas del capitulo:

¡Hola de nuevo!

Nos vemos en las notas finales *u*

Escrito para el Mini reto: "Graser!lock mormor" del foro I am SHER locked

Disclaimer: estos personajes no son míos, si lo fueran John sería exclusivamente de Sherlock, y quizá de Hamish en algún futuro. El universo de Sherlock Holmes le pertenece Sir Arthur Conan Doyle, y la serie "Sherlock" a la BBC. Yo solo me divierto creando fics.

Advertencias: Posible OoC (más marcado que de costumbre). No beteado. Lemon (sexo explícito). 

Una cita sobre ruedas

*

*•~-.¸¸,.-~*'¨¯*•~-.¸¸,.-~*'

Decir que se estaba divirtiendo era poco, de cierta forma agradecía a Sebastian y sus sentimentalismos, aunque debía entender que no era una de esas muchachitas que necesitaban de una cita, que por cierto ésta era ya la segunda, y se lo estaba pasando a los grande, aunque nunca lo aceptaría en voz alta. El que Sebastian lo supiera ya era decir mucho. Pero es que no podía evitar reír ante cada caída de Sebas y con la manera tan aparatosa de las mismas era irresistible no soltar sus carcajadas. En serio se estaba divirtiendo de lo lindo. Sebastian nunca debió dejarlo elegir.

—Serás cabrón —maldijo por lo bajo… otra vez.

Sebastian trató de levantarse, nuevamente, sin caer. Su trasero estaba molido y ni siquiera era por gusto, o lo había disfrutado, y jamás se dejaría de todos modos, así que podía ignorar su antiguo pensamiento, tanto golpe ya lo estaba dañando. Lo que no hicieron sus antiguas peleas lo estaba haciendo Jim en estos momentos y lo pero era que no podía hacer nada para evitarlo. Era su segunda cita formal y él, muy tonto, le dio la elección de elegir, un gran error, sabía que se arrepentiría y allí estaba su respuesta. La risa de Jim se escuchó por toda la pista, como no, estaban solos, regalo de Jim y sus excentricidades; rentar todo el lugar y ahora le veía las ventajas, después de tantas caídas. Al menos en eso Jim se había tomado la molestia de prever. Pero ciertamente lo valía, todo por ver esa vista delante de él. Allí patinando con gracilidad como un depredador, uno que jugaba con su presa antes de comérsela, pero siendo sutil a la hora de hacerlo. Sus modos eran los de un felino. Sus piernas controlando cada paso, como siempre, tan metódico. Observando con cada inflexión el dulce rebote de esos maravillosos glúteos, esos que con tantas ganas quería, en este instante, palmear y escuchar el azote de su mano en ellos, obteniendo una de dos: el sonido juguetón de la risa de Jim o un gemido mitad sorpresa y excitación, hasta podría jurar sentir el picor en sus manos por no hacerlo. Y en este mismo instante su geniecillo se encontraba contoneando las caderas, con total descaro y provocación, sabedor de tener su mirada puesta en él. Comenzando a hacer una rutina improvisada, con sincronización en piernas y brazos para no perder el equilibrio y caer, dando piruetas moviendo brazos al ritmo de las caderas. Él solo podía admirar todo aquello, con ávidos ojos, llenándose de él, de Jim, deseoso de su cuerpo, un cuerpo que era suyo, totalmente suyo durante más de ocho meses, más tiempo de lo esperado pero no por eso menos disfrutado, uno donde había aprendido todos los pasajes, que lo conducían a verlo retorcerse de placer, a darle la mayor satisfacción posible, de ese cuerpo frente a él se encontraba, donde descubrió eso puntos y creo muchos otros, él llevaba su marca por completo. El aliento y aleteo del suave cabello de Jim lo sacó de su admiración, trayendo su desenfocada vista a su rostro sonriente, los ojos castaños le miraron con ligera malicia y un grado de excitación, producto seguramente de su admiración, porque el sentirse contemplado y deseado era una de sus filias preferidas, lo sabía y disfrutaba concedérselas. La sonrosada y cálida lengua salió de aquellos labios, utilizada para lamer los suyos, mismos que se estiraron en una sonrisa de anticipación, ese caliente órgano, no conforme, siguió su camino por la quijada dirigiéndose a la mejilla derecha, besando con la lasciva y mordiendo el pómulo al alcance; un nudo de calor se asentó en su bajo vientre, y la sangre le empezó a latir en sus oídos, corazón y miembro, uno que de por sí ya se encontraba animado por la estimulante vista anterior, había despertado aún más con su proceder; regresando por su camino cruzó sus labios de nuevo y dio el mismo tratamiento a su mejilla y pómulo izquierdo, solo que estaba vez se tardó un poco más, había agarrado cierta predilección con su cicatriz que allí se encontraba, para terminar mordió juguetonamente la punta de su nariz. Después en sus labios sopló y susurró:

—Sé que no puedes resistir a semejante vista, Seb, pero si no te levantas pronto, solamente se quedará en eso, una vista.

Con tal incentivo, cómo no dar su mejor esfuerzo. Aunque pareciera que se la pasó observando únicamente los cadenciosos y provocativos movimientos de Jim, no era del todo cierto, también observaba su técnica, cómo manejaba su cuerpo a la hora de realizar su rutina. Dándose cuenta de algunas cosas relevantes. Sus hombros y pies estaban a la misma altura, las puntas de sus  pies siempre estaban en posición V, y mantenía las rodillas ligeramente dobladas para mantener el equilibrio, con la espalda siempre recta, y cuando daba el primer paso se apoyaba en las llantas internas, todas pegadas al suelo, y empujaba su pies en diagonal hacia atrás para impulsarse, a una distancia de un paso antes de pegar el siguiente pie y repetir el mismo patrón. No se veía muy difícil, sin embargo, sus caídas le decían lo contrario.

Cuando se levantó, tentativamente, dio un paso, tambaleándose un poco dio otro más y así sucesivamente, con cuidado y algo de ritmo, logrando avanzar y mantenerse varios metros de donde se ubicaba, direccionó sus piernas al lado derecho, de manera lenta y cuidada, consiguiéndolo, equilibrando sus brazos con la dirección. Mientras más avanzaba su confianza crecía y el correteo de Jim también.

—Te estás tardando mucho y me aburro, Sebas —la cadencia de Jim aumentaba.

Jim podía ser un cabrón sin sentimientos la mayoría del tiempo, pero eran estos pequeños instantes los que lo dejaban a sus pies, unos insignificantes actos humanos para cualquiera, pero tan escasos en su pequeño genio, que eran imposible no verlos. Digiera lo que digiera, Jim se había encontrado esperándolo, acondicionando su ritmo al propio, dándole la oportunidad de ir a la par, de crecer en su aprendizaje con los patines, confiando y dándole el beneficio de la duda en cuanto a su resistencia e inteligencia, y aunque era, en cierta medida, una prueba más, la había pasado. Con mayor decisión, impulsado por aquel pequeño acto de humanidad en él, trató de alcanzarlo, y al parecer Jimmy estaba de buenas porque se dejó atraparlo, lo logró. Cuando lo alcanzó lo prensó en un posesivo abrazo, demasiado apretado y con mucha fuerza incluida, no teniendo ninguna queja, sabía que le gustaba mucho esos tratos y modos hacia él. Capturó sus labios con hambre y desespero, tratando con un beso de robarle el alma, de hacerla suya y jamás soltarla, de calarle tan hondo que su duro corazón se rindiera ante él, que nunca sintiera la necesidad de irse de su lado aun teniendo la oportunidad. De tenerlo por completo. No se conformaba con su cuerpo, también quería su mente, esa mente tan privilegiada, lo quería todo.

Jim se encontraba respondiendo al beso con la misma fogosidad de Sebastian. Abrumado por todo lo que ese tonto le estaba transmitiendo en ese ósculo, algo en su interior, muy al fondo, sentía satisfacción y regocijo por ello, y era esta misma la que le impulsaba a responder de igual manera. Mientras el beso seguía un mal movimiento por ambos y sus piernas se desestabilizaron causando su inminente caída, le dolería, por los infiernos que sí, el peso muerto de Sebastian caería sobre él, pero no fue tal, en un movimiento improvisado, Sebas, utilizando todo su peso lo empujó hacia él cambiando la trayectoria, cayendo sobre su cuerpo. Con la caída sus caderas quedaron en la posición correcta, sin perder tiempo se comenzó a restregarse contra ella con vigor obteniendo gruñidos de placer y soltando suspiros de gusto. En un instante se encontró de espaldas al suelo, con las manos fuertemente apresadas a la altura de la cabeza, sus labios siendo besados con pasión rayando a la bestialidad por la energía empleada y con los insistentes pies de Sebastian tratando de quitarle los patines. Algo casi titánico puesto que no parecía dispuesto a dejarlo moverse, estaba a su disposición y eso le encantó, por primera vez en todo este tiempo decidió dejarlo seguir sin poner oposición, al menos no mucha, lucharía porque eso lo prendía más, además de hacerlo más salvaje, pero solamente para ello. Removió sus muñecas, a modo de librarlas a la vez que forcejeaba con sus pies, haciendo que salieran rápido sus patines y los de Sebastian, con ellos fuera Sebas procedió a quitar sus pantalones, con los interiores incluidos, de un brusco jalón, sintiendo al instante lo frió de la pista y el aire tocar su caliente miembro, produciendo olas placenteras que viajaron por su cuerpo. Gimió con deleite, para cuando se dio cuenta su compañero se encontraba en las mismas condiciones. Con los dientes le arrebató la corbata que tenía y con una mano, pues la otra seguía sujetando sus muñecas con tanta fuerza que le dejaría marcas, no le importaba tal hecho, pronto la tela estuvo alrededor de ellas, totalmente amarradas, sin una oportunidad de escape, la presión le indicaba que cortaría posiblemente su circulación, intento moverlas, no, no la cortaría Sebastian había sido cuidadoso, pero si le cortaba toda libertad de soltarse, sonrió de lado. Misma que perdió al escuchar los botones rodar por el suelo, le había roto su camisa, intentó gritar una reclamación pero rápidamente murió su argumento en la palma de Sebas, le oprimía de manera fuerte, pero no incomodaba, era una dominancia lenta, como lo fue su dedo al adentrarse en su boca, tentando todo a su paso, recorriendo con pausas toda su cavidad bucal, como si quisiera dejar el sabor impregnado y este, claramente, bien lubricado. Dejándose llevar por la sensación, sin poder soltar un solo sonido a manera de liberación, tomó con fuerza sus manos, encajando con intensidad sus uñas en las palmas y aún más cuando lo sintió morder con saña su pezón izquierdo, pasando después su lengua por la zona adolorida repitiendo la acción con el otro, con sucesión, izquierdo-derecho, variando la intensidad y el lameteo. Un gritó se ahogó en la mano y el dedo, cuando la rodilla de Sebastian comenzó un cadencioso ritmo en su falo. Tiró de sus manos, tratando también con su cabeza, buscando la posibilidad de morder el dedo de que dentro de su boca estaba, no pudiendo por la presión de la mano, a la vez que buscaba más contacto con su pelvis, logrando resultados casi nulos. Sebastian rió en su pecho. Maldito él por abrumarlo con tantas reacciones, alabando, a su vez, su coordinación. La próxima vez que gimió fue al sentir sus dientes al borde su ombligo, raspando un camino a su entrepierna pero solamente soplando la punta de su pene. Esto era una completa tortura y la estaba disfrutando completamente, el único inconveniente, uno muy ligero, era el no poder exteriorizar tantos estímulos, aunque eso contribuía más a su propio libido. Un fuerte brazo le presó la pierna, guiándolo para alzar sus caderas y exponer su entrada, lo hizo, con una resistencia que no sirvió, no quedándole otra opción. Al sentir la mordida en su perineo sus ojos rodaron en respuesta y tuvo que cerrarlos al empezar el movimiento de la lengua por su partidura, en busaca de su agujero que al instante recibió la caliente lengua de Sebastian, simulando embestidas, con mordidas incluidas, le estiraba para recibirlo. Estaba entre la fina línea del orgasmo pero sin poder tenerlo, y no podía conseguirlo sin sus manos, mientras tanto el dedo en su boca jugaba con su lengua. Cuando se fue no tuvo tiempo ni de extrañarlo pues rápidamente lo sintió hondo dentro de él, soltó un gritito en reacción a la estimulación de su próstata. No podía ver, más allá que luces en sus párpados cerrados, pero sentía ya cuatro dedos dentro de su, muy, ensanchado ano.

Él mismo se encontraba al borde de su liberación con la sola visión de las reacciones de Jim. Se veía cerca del éxtasis, con sus dedos bombeando fieramente dentro de él, tocando su botón con insistencia, su mano estrujando su nalga izquierda y su boca entretenida en sus muslos sensibles. Todo él era una masa jadeante, en busca de más placer, reducido a sus instintos más primarios, sin otra válvula de escape, para lo que estaba sintiendo, que su boca, una que apenas podía pronunciar más que suspiros, gemidos y jadeos, ni una sola palabra. Con la espiración agitada y el cuerpo perlado de sudor, su cabello todo revuelto por tanto retorcerse y sus manos firmemente prensadas una con la otra, labios rojos, hinchados, los ojos ligeramente abiertos y desenfocados, con un cuerpo totalmente marcado. Queriendo que esta ocasión jamás la olvidara, pues sería en ella en la que caería por completo ante él.

Soltando su nalga puso en posición su miembro, enterrándose en su totalidad de una sola estocada, en el ángulo perfecto para tocar su próstata, consiguiéndolo por el grito obtenido. Jim enredó sus piernas en su cadera, impulsándose a su encuentro, perdido en la búsqueda de su final. Atacó sus labios, enterrando su lengua hasta al fondo, follándose su boca en un beso al tiempo que le oprimía la base de su pene parando su orgasmo, no se vendría hasta que él estuviera cerca, recogiendo sus sonidos con la boca, mientras retorcía sus pezones. Se enterraba con precisión, con brío, marcándolo con cada embate, asegurándose de tenerlo todo el tiempo al borde del placer, para que jamás olvidara el dolor y placer que le estaba prodigando y que sería el único en lograrlo de este modo. Con la boca ahora sobre su cuello, besando y mordiendo todo el contorno, aumentó el ritmo, con unas estocadas más, soltó el miembro de Jim provocando su orgasmo al mismo tiempo que se corría dentro de él, llenándolo con su semen.

—¡Sebastian! —Gritó, por primera vez, al tiempo en que él le mordía el hombro a su alcance, ambos símbolos de sus liberaciones.

Esperando recobrar el aliento, se dejó caer en él y sus brazos, sintiendo lo caliente y pegajoso de su semen entre ambos, y eso solamente le hizo sentir más satisfecho. Acomodando su cabeza de lado, vio uno de los patines, riendo al verlo. No se arrepentía de haber otorgado la organización a Jim, no después de tales resultados. Ya no había marcha atrás.

Jim Moriarty era total propiedad de Sebastian Moran.        

 

    

 

Notas finales:

Gracias por leer.

Me encantaría que si lo leyeron me dejaran un comentario, de que estuvo mal o que necesito mejorar o quizá de lo que les gusto, sean respetuosos eso sí.

El prompt del día de hoy fue: patines de cuatro puntos.

Es el segundo lemon que escribo y el primero con la intención de que sea casi sexo, sin sentimientos de por medio, díganme que les pareció. Disfruten de este y el próximo cap, porque después de ellos ya empieza a tornarse oscura la cosa, así que disfruten, será mi incursión al género drama y angst, deséenme suerte, no lo he revisado, está recién salido del horno.

Sin beteo, una disculpa por los posibles errores.

El siguiente prompt es: Pandilla o grupo de amigos.

Nos vemos ;)

Lizie.


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