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Un año por LalitaCorvo

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Notas del fanfic:

Es el segundo original que publico, me entra en gracia las razones por las que termino publicando estas cosas.

Notas del capitulo:

Me llego la inspiración por un montón de ideas suicidas que giraban en torno a eventos desafortunados.

He decidido editar este fic, porque ciertamente merecía correcciones.

Los personajes son míos al igual que la historia, es curioso como el nombre de Daisuke esta muy choteado, hay de él.

Un año

 

 

—Muy bien, terminemos esto pronto —Fue su escueta respuesta al cerrar la puerta.

Él asintió mientras miraba hacia otra parte. Quedaron sumidos en un silencio incómodo y el chico tosió para indicar que debían hacerlo rápido. Un suspiro cansado y resignado salió de sus labios. ¿Qué estaba haciendo en esa habitación con ese chico a punto de tener sexo? ¿Por qué aceptó esa estúpida apuesta? Tal vez, porque ese chico frente a él en un pasado significó algo que aún permanecía latente.

—Quítate la ropa —ordenó, su voz salió más demandante de lo que quería. El chico lo miró con una evidente molestia y ambos procedieron a quitarse lo que sabían que estorbaría.

El chico se dio la vuelta para tener un poco de privacidad, pues en la habitación sólo había una cama y una mesa al lado, no había otra puerta más que por donde habían entrado y no podían salir de ahí hasta haber concluido con la apuesta. No podían quitarse la ropa en privado, tampoco tenía importancia porque al fin y al cabo tendrían sexo y verse desnudos era lo menos importante y lo que menos les preocupaba. Daisuke observó como su acompañante se desprendía de su camisa y dejaba expuesta la piel de su espalda. Reprimió las ganas de salir de la habitación, cerró los ojos y volteó a otro lado. Se desprendieron de sus ropas en silencio. Únicamente se escuchaba el rumor de las prendas al caer. Estaba ansioso, molesto y triste. No podía creer cómo las cosas cambiaban en un año. Un año era el tiempo más corto y más largo a la vez que un alma puede experimentar. Detestaba el transcurrir del tiempo. No, lo odiaba. Puedes perder tanto en un año.

Hace cuatro años lo había conocido en un parque, platicaron y se hicieron amigos. En un año ya era muy importante para él y se había dado cuenta que le quería, pero no ubicaba el nombre exacto. Al siguiente año estaba perdidamente enamorado, pero no dijo nada. Ese mismo año dejaron de hablarse por razones varias. Le tomó un año aceptar que no había vuelta atrás; y otro año más se tardó en superarlo, o por lo menos eso creyó, ya que ahora estaba ahí y aún le dolía como el primer día. Entonces recordó que antes de conocerlo su vida era totalmente distinta.

Tener sexo con cualquiera sin saber su nombre y teniendo un par de horas de conocerse junto a unas copas encima, era el plan de los fines de semana después de la universidad. Tomar hasta embriagarse y desconectarse de todo era algo que disfrutaba hasta que llegaba la resaca, nunca nadie se preocupaba por él si llegaba a sentirse mal. Las chicas lo visitaban para una sesión de placentero sexo mientras masajeaba las partes erógenas y sensuales de todas ellas, sentir sus vulvas y sus cuerpos sudorosos era el éxtasis. Jamás pensó que esa etapa de su vida fuese a acabarse, simplemente le encantaba y nunca pasó por su cabeza hacerlo con un hombre, menos enamorarse de uno. Si quería sexo anal, siempre había una perrita que se dejará, no había necesidad de buscar eso en un hombre.

Y cuando se enamoró de uno, creyó que estaba enloqueciendo, no es que este chico fuera más lindo que todas esas chicas, tampoco estaba mejor que otros hombres, no era gay pero ¡vamos!, no estaba ciego, sabía reconocer cuando un tipo estaba más bueno que él. Pero este tonto hombre tenía algo que otros hombres no poseían, lo hacía diferente a aquellos que estaban más guapos. Lo confundía y lo atormentaba. Se extenuaba pensando en él noches enteras y se volvía un completo imbécil en su presencia. Pero ese muchacho tenía la culpa, por preocuparse por él, por hacerle ver que había algo más aparte del sexo anónimo. De repente quería estar a su lado, se ponía nervioso cuando se daba cuenta que quería estar pegado a él todo el día. Se enamoró y no supo más de su persona, se perdió en los encantos extraños de ese chico. Pero cuando quiso pensar en tenerlo entre sus brazos de una forma más íntima, candente pero extrañamente más profunda y significativa —no como con esas chicas—, su amigo lo desilusionó rompiéndole el alma con la frialdad de su indiferencia y la inevitable separación y extinción de su amistad. Nunca supo las razones exactas y se atormentó por no detenerlo. Cayó en una horrible depresión…

Lagunas de alcohol, besos con sabor a mentira, habitaciones ajenas y unos ojos castaños, eran las viejas memorias que poseía de esa época de depresión. La vorágine de imágenes difusas amedentraba su psique como una nube culposa de miedo que se aferraba a él, mientras observaba el techo de esa habitación.

Sintió un escalofrió escocerle al reconocer la sensación de la mirada de su viejo amigo sobre él. Era fría y pesada, volteó a verlo y notó que estaba de brazos cruzados, completamente desnudo y parecía no importarle un reverendo pepino. “Sólo es sexo, no te emociones”, se dijo así mismo. Terminó de quitarse los bóxeres.

Sus respiraciones eran agitadas, los jadeos y gemidos llenaban la habitación, sus cuerpos sudorosos se restregaban con ahínco, uno encima del otro, en diferentes posturas, ambos rostros sonrojados. Besos fueron repartidos por toda la tostada piel, besos que tenían sabor salado. Tomó la verga de su amigo como cuando eran más jóvenes y comenzó a masturbarlo, de la manera que sabía que le gustaba. El chico ronroneó por los mimos en su glande y Daisuke lloró una lágrima silenciosa, porqué a sus memorias llegaban momentos en los cuales se repetía una situación similar con él, pero en sesiones de “compañerismo”.

Cuando se hundió en su carne, sintió que todos los pecados del mundo se fundían con él y le destrozó el alma, la consciencia, su esencia misma estaba en el suelo. Se sentía utilizado y sucio. Apoyó la cara en la espalda de su amante por una única vez, el cabello largo cubría ambos cuerpos y derramó otra lágrima, que se perdió entre las gotas de sudor y fue ignorada por el chico junto a él, quien no se había enterado de la lágrima traicionera. Para mitigar su dolor y tratar de transmitírselo al otro, mordió la piel de los hombros y un lunar de la espalda. Manoseó y trató de disfrutar del buen sexo que estaba teniendo. “Sólo es sexo, lo olvidará, tendrías que hacerlo también”, pero los gemidos y caricias de su compañero le harían esa tarea muy difícil de cumplir, porqué lo atormentarían noches enteras después. Cuando llegó al orgasmo producto de una mentira, se sintió desfallecer, no pudo evitar acabar dentro y escuchó el jadeo satisfecho de su compañero y entonces las dudas llegaron como un baldazo de agua fría. ¿Lo habría hecho con algún otro hombre antes que con él? Había sido tan sencillo el haberlo penetrado, jamás escuchó un reclamo o un intento de apartarse como cualquier heterosexual haría si su virginidad anal y su “hombría” se vieran amenazadas: Este chico lo había aceptado sino alegre, por lo menos como si fuera algo normal que pasaba de vez en cuando en su vida. Salió de su interior arrepentido de lo que había hecho.

—Disculpa, no pude evitar…—Fue cortado por su compañero.

—Está bien, no es de importancia.

Sólo bastaron esas palabras para terminar de derrumbarlo, un vacío asqueroso mermaba su pecho. Llevó su mano a la frente secando su sudor y bufó una risa. Es que estaba loco, loco de dolor. Quería gritarle, exigirle respuestas. Golpearlo y luego besarlo, arrodillarse ante él y pedirle una oportunidad. Demostrarle cuanto aún lo quería. Su desesperación e incomodidad le destrosaban el alma. Y sin embargo, miró su mano llena de sudor.

Las palabras le picaban la lengua, las preguntas se agolpaban en su garganta y su nombre le sabía a realeza de antaño. ¿Cuánto había rogado a Dios para tener esa oprotunidad de hablarle? ¿Por qué no la aprovechaba? Se sentía pérdido.

Escuchó como su acompañante terminaba de vestirse, había sido una sesión de sexo con un completo desconocido, o así se sintió él, por una vez sintió lo que todas esas chicas sintieron. Tomó nota mental de pedirles disculpas a todas las que pudiera. Y recordó que para que los demás estuvieran completamente seguros de que ellos dos tuvieron sexo, debían entregarles una prueba. ¿Qué podría darles, a parte del concierto de jadeos, gemidos y ruidos obscenos de sus pieles chocando? Sabía que ellos no estarían esperando tranquilos sin hacer nada mientras acababan. También sabía, que ellos habían hecho la apuesta a propósito. Conocían su historia, o por la menos la mitad. Lo habían atrapado. Jugó con las puntas de su fleco aun estando desnudo sentado en la cama e hizo una mueca con la boca de disgusto.

—Estás pensando en la prueba que hay que darles, ¿cierto?

Daisuke asintió sin decirle nada.

— ¿Qué más pruebas que mi culo lleno de tu esperma? —soltó de forma exageradamente sobria —. Vístete ya, quiero salir de una jodida vez.

Daisuke lo miró por un momento. Su cabello antes largo ahora estaba corto. Su cerquillo de lado ahora estaba peinado de una forma extraña. Su musculatura había aumentado un poco y sus ojos. ¡Oh, sus gloriosos ojos! Lo miraban con una frialdad asquerosa y desconocida para él hasta hace un par de horas, cuando se cruzaron al llegar a la fiesta. Ambos sabían que el silencio se hacía más incómodo. Ambos sabían que no tocarían ese tema y sabiendo eso, Daisuke lloró hacía adentro.

Acomodando dentro de sí todas las emociones turbadas, se armó de valor para salir de la cama. Chasqueó la lengua para disimular su malestar, y se encaminó a vestirse. Una vez con la ropa de vuelta a su lugar, salieron de la habitación, primero su acompañante que caminaba incómodo con el trasero pegajoso, luego él. Sabía que acababa de dejar una parte de él en esa habitación con olor a sexo reciente.

Sus colegas les vitorearon cuando el muchacho mostró el semen que aún escurría de sus nalgas y todos comenzaron a molestarlos a ambos por haber hecho algo tan "gay y asqueroso". Sólo él sabía la tontería que había cometido ese día. Daisuke no aguantó más su torpe y alcoholizada humillación y simplemente se largó del lugar sin gastar sus fuerzas en vano, tratando de defender la poca hombría que según ellos, aún tenía. Arrastró lo poco que le quedaba de dignidad hasta su agujero favorito, un maldito bar donde se perdía de vez en cuando en alcohol.

Sólo él sabía que hacer esa estúpida apuesta dejaría en su corazón un cuarto vacío y unos ojos castaños frívolos ocupando su lugar.

Notas finales:

Y nada, si llegaste hasta aquí es porque no estaba tan mal la historia(?).

"Todo el amor que encontré, no puedo volver a él"

-The Rasmus- (?)

Para dejar en claro, Daisuke es un personaje original que planeo utilizar en muchas otras historias, y tal vez, solo tal vez pueda escribir su historia y publicarlo para que sepan sus orígenes.


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