El viento soplaba con calma, las cortinas de la habitación se levantaban y golpeaban contra mí, me pareció molesto pero no quería cerrar la ventana, el calor de la primavera era casi insoportable así que la brisa me ayudaba con esos, guarde todo había terminado el papeleo, Claude había venido a avisarme que mi comida estaba servida—es lo mismo de siempre— musite con calma.
Me levante de mi asiento con una sonrisa era bueno no tener que hacer mas de estos documentos infernales parecían no tener un fin, el viento volvió a levantar las cortinas pero un sentimiento de peligro me invadió, por completo, el aura alrededor se mezclo con ansiedad y angustia, aquella sombra negra tomo una forma, apenas pude reaccionar que rayos era eso, aquel hombre de traje negro y mirada color marrón parecía divertido—parece que vi un fantasma—retrocedí unos pasos, algo confundido por esto, sus manos casi me atajan — Sebastián Michaelis— las voz de Claude se hizo escuchar, ambos mayordomos se miraban con hostilidad.
—Claude san— le dijo, su tono de voz era burlón pero con un sentimiento de enojo— ¿qué quieres?— le miro desafiante esto era por más extraño que hacia el mayordomo de los Phantomhive, les mire sin entender nada— lo sabes, vengo por mi bocchan— Ciel pero… mire a mi mayordomo buscando una respuesta, pero esta no llego.
Ambos hombres de trajes negros se atacaron, el sonido de los cubiertos chocar entre ellos junto con algunas chispas, mis ojos apenas podían seguirlos me agache un poco temeroso, sin duda podría morir en un descuido de aquellos dos, gatee lo más rápido que pude hacia la puerta, pero un cuchillo me anclo al piso, le mire plata eso no era gracioso, intente zafarlo de mi ropa pero no me era posible estaba demasiado profundo.
Si era frustrante con mi mano libre desabroche mi saco y me lo quite, por fortuna mi camisa no había sido enganchada por ese cuchillo toque la puerta y Sali, se que Claude se encargara de ese sujeto, corrí con rapidez hasta la sala principal, ahí esperaba a encontrar a Hanna y los otros tres demonios pero…
—Vacío— era algo extraño la casa quedo en un silencio perturbarte, en la cocina probablemente estarían ahí, corrí con todas mis fuerzas— ¡Hanna!— grite con toda mi fuerza mi garganta me escoció pero no importaba, no hubo ninguna respuesta esta vez, el silencio era el único testigo de mi presencia y de la batalla que estaba llevándose arriba, la mansión tembló, un sonido ensordecedor.
Termine en el piso por el fuerte movimiento— esto es tan extraño— no sabía porque Sebastián decía que teníamos a Ciel aquí, yo no lo tengo, tal vez Claude lo había hurtado, si no era idiota me di cuenta de la reciente obsesión de mi mayordomo con el amo de Sebastián, pero no esperaba esto realmente — fuera tanta— musite molesto, porque no decirme hey Alteza me robe a Ciel Phantomhive me lo comeré.
Logre levantarme pese al continuo movimiento de el piso, esos dos eran como fuerzas de la naturaleza colisionando, debía llegar a las habitaciones de los sirvientes, posiblemente estuvieran ahí aunque con tremendo escándalo no entendía por qué no se aparecían, otro estruendo hizo temblar la casa entera— joder— musite ya molesto, para que teníamos a esos inútiles si no iba a hacer nada cuando la casa estuviera en ataque, los maldije una y otra vez, abrí aquella puerta y caí al suelo, de nuevo.
—Claude— musite mi mano se mojo de un liquido pegajoso, no había notado que es hasta que preste atención, sangre, me levante asustado, el cuerpo tendido en la cama pertenecía a mi sirvienta, algo dentro de mí se removió, me solté a llorar, sentí que perdí algo cercano muy cercano, su ojos estaban abiertos mirando al techo su largo cabello plateado estaba manchado con su propia sangre— pero que es esto— musite aterrado y completamente triste.
Sujete mi rostro y las lagrimas nublaron mi vista— ¿qué está pasando?— el sonido de pasos, a mi mente vino inmediatamente Claude, quería ser abrazado y consolado—Claude— dije un poco esperanzado— error—su sonrisa me dejo helado— bueno su alteza— dijo de manera irónica— es hora de soñar—un fuerte golpe hizo que todo se pusiera negro— entonces había una vez…