Aun no sabía cómo se había dejado convencer por Cavendish de ir a ese lugar pero definitivamente no se arrepentía de nada, había sido la mejor noche de su vida y quizás no la última.
Narra Law
Llegamos al bar Luzbel, bar donde tocaba Bartolomeo el novio de Cavendish; me había insistido mucho para ir, tanto que me fastidio por lo que accedí. El lugar tenía un estilo muy Heavy Metal, se podía escuchar en la música.
Hay canciones que se escriben con las lágrimas
Y se cantan con la sangre en la garganta
Es porque el corazón explota
A golpe de la distancia
Hay fantasmas que maldicen el presente
y flagelan sin temor a la tristeza
Ahogando de un solo golpe
Lo que te queda de existencia
De un solo golpe te pudren el alma
De un solo golpe la vida te matan
De un solo golpe te come el infierno
De un solo golpe te niegan el cielo
Nos sentamos en una de las mesas que daban hacia el escenario pues Cavendish no le quería dejar de ver, trajeron nuestras bebidas y él seguía observándole.
Maldito sea el incansable tiempo
Que escapa de la misericordia
Que desvanece el sentimiento
Que desgracia tu memoria
Las promesas viven en el viento
Cuando se tiene esclavizado el recuerdo
Se vuelven tormentas locas que agitan el deseo.
Seguía la música, pero continuaba aburrido hasta que algo llamo mi atención o mejor dicho “alguien” un tipo que se encontraba en el área VIP en el segundo piso, un pelirrojo de piel blanquecina y mirada profunda, se encontraba sentado en uno de los sillones de cuero del lugar, rodeado de mujeres; nuestras miradas se cruzaron y ambos sonreímos, esa sonrisa suya, una sonrisa retorcida.
Alzo su copa al tiempo que uno de los meseros me traía una a mí también –se la manda el joven de allá- señalo a aquel hombre por lo que solo alcé mi copa en señal de agradecimiento.
He puesto tu fotografía
En un vaso con licor
Con un mechón de tu cabello
Le fabriqué un listón
Le coloqué una estrella de David
De incienso y de sal de mar
Le prendí fuego por ocho lunas
Para poderte hechizar
Pero esta noche se cumplen
Las nueve lunas
Más allá de lo normal
Te haré sentir ésta pasión
El ambiente era agradable, la música no estaba mal y los tragos seguían llegando; me levante de mi lugar y le envié una sonrisa pícara acompañada de una mirada atrevida por no decir llena de lujuria.
Cantando letanías franciscanas
Ungiré tu cuerpo con mis besos
Y en una mesa de manto rojo
Beberé de un trago tus gemidos
Brindaremos con vino consagrado
La victoria de tu entrega
Y gritaremos en cruz al viento
El placer que corre en las venas
Pero esta noche se cumplen
Las nueve lunas
Más allá de lo normal
Te haré sentir ésta pasión.
Al parecer entendió mi mensaje pues podía sentir unos pasos detrás de los míos, aquel pasillo estaba completamente solo; tomaron mi brazo y me estamparon bruscamente contra la pared, su mirada estaba llena de deseo de lujuria, se estaba acercando peligrosamente a mi rostro -¿no te extrañaran?- nuestras respiraciones se empezaban a combinar –No lo notaran- contesto para después atrapar mis labios con los suyo.
Fue un beso apasionado el cual iba subiendo cada vez más de tono, nuestras lenguas estaban en una lucha por ver quien tomaba el control, nuestros cuerpos pedían más pero unos pasos y nos voces nos obligaron a separarnos –sígueme- dijo al tiempo que tomaba mi mano y nos dirigíamos a lo que parecía ser una oficina, apenas entramos cerró la puerta y se lanzó sobre mí; volviéndonos a besarnos desesperadamente.
Me recostó sobre el escritorio tirando todo a nuestro paso, nos arrancamos la ropa literalmente, no podíamos esperar más, explorábamos cada parte de nuestro cuerpo; fue bajando por mi pecho depositando pequeños besos por todo este hasta llegar a mi hombría la cual engullo si pena alguna, no pude evitar gemir de placer, me estaba volviendo loco.