Narra Kid
Parecía ser otra noche cualquiera; el bar estaba lleno, la música no dejaba de sonar y yo estaba sentado en mi sillón de cuero favorito rodeado de esas estúpidas mujerzuelas que no hacían otra cosa más que ofrecerse a mí como perras en celo.
Podía mirar a todos desde mi lugar; no había nada interesante hasta que algo llamo mi atención o mejor dicho alguien y vaya quien fue, un chico de piel canela con unos extraños tatuajes y con un par de pendientes en cada oreja, y sus penetrantes ojos grises –Killer- llame a uno de mis guardaespaldas -envíenle un trago a aquel chico- él asintió y cuando estaba a punto de retirarse -Killer, digan que yo se lo mande más no quien soy- enseguida se marchó a acatar mis órdenes.
No podía dejar de verle, me tenía hipnotizado; en cuanto le entregaron la bebida pude ver duda en su rostro pero después volteo a verme y esbozó una sonrisa un tanto retorcida –“algo más que me atrae de ti”- pensé, ambos levantamos nuestras copas en señal de brindis.
Ya ni siquiera escuchaba la música, ni atención a esas zorras, solo estaba él; haría cualquier cosa para tenerle en mis brazos, así tuviera que esperar nueve lunas.
Los tragos seguían llegando; se levantó de su lugar y me envió una sonrisa pícara acompañada de una mirada atrevida por no decir llena de lujuria.
¿Era lo que yo creía? ¿Había entendió bien el mensaje, inmediatamente le seguí, aquel pasillo estaba completamente solo; tome su brazo y le estampe bruscamente contra la pared, le miraba lleno de deseo, de lujuria, me empecé a acercar poco a poco a su rostro -¿no te extrañaran?- nuestras respiraciones se empezaban a combinar –No lo notaran- conteste para después atrapar sus labios con los míos.
Fue un beso apasionado el cual iba subiendo cada vez más de tono, nuestras lenguas estaban en una lucha por ver quien tomaba el control, nuestros cuerpos pedían más pero unos pasos y nos voces nos obligaron a separarnos –sígueme- dije al tiempo que tomaba su mano y nos dirigíamos a mí oficina, apenas entramos y cerré la puerta y para después sobre él; volviéndonos a besarnos desesperadamente.
Le recosté sobre el escritorio tirando todo a nuestro paso, nos arrancamos la ropa literalmente, no podíamos esperar más, explorábamos cada parte de nuestro cuerpo; fui bajando por su pecho depositando pequeños besos por todo este hasta llegar a su hombría la cual engullí si pena alguna, no paraba de gemir de placer, era música para mis oídos, su voz era tan erótica que no pude evitar voltear a verle, su rostro estaba sonrojado y me miraba fijamente, me estaba volviendo loco.
Lleve mi mano a su boca para que los lamiera y así lo hizo, sin dejar de atender su miembro introduje el primer dedo a su entrada, pareció incomodarle un poco per después fue gimiendo más, introduje un segundo y después un tercero, movía mis dedos en forma circular y en tijera, parecía estar listo.