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Notas del capitulo: DISCLAIMER: Harry Potter y todos sus personajes pertenecen a JK Rowling. No se ha ganado dinero ni se ha violado ningún copyright con este trabajo

Si las palabras están en:
-cursiva- es un pensamiento.
-normal- es dialogo.
*** es separación de escenas

 

Interpretaciones

Ya habían pasado tres semanas de aquel incidente. No se habían vuelto a encontrar por los pasillos, ni se habían vuelto a dirigir la palabra, por lo que no tuvieron ningún encuentro cara a cara. Lucius sabía a la perfección que durante esas tres semanas, no había estado durmiendo sólo, y no se refería a Severus quien dormía al otro lado del cuarto. La parte hundida de su cama al despertar, lo desarreglado que a veces amanecía, una que otra marca roja por su cuello, un sencillo olor delataban a un intruso en su cuarto, y más allá, en su cama o lo que le azoraba más que nada, la extraña sensación que sentía cuando sabía que estaba durmiendo acompañado.

Si Lucius no pudiera manejar correctamente sus emociones, sin duda habría terminado rojo al inconscientemente abrazar todas las mañanas la almohada que el intruso usaba, al aspirar el aroma y embriagarse en él.

Debo sacármelo de encima — Pensó molesto.

Desistió en su intento de poner una contraseña en el cuarto, lo había hecho ya dos veces, y la marca morada de una fuerte mordida, en su pecho, le dejó en claro que el método no funcionaba. Había intentado poner un hechizo en su cama para evitar que él se metiera en ella, pero en el caso de que funcionara, Severus lo notaría.

Odiaba admitirlo, y de hecho aún no lo hacía, pero había empezado a acostumbrarse a la compañía. Cerró su libro y lanzó un largo suspiro. Su libro era demasiado bueno para que se distrajera pensando en cierto morocho, con disgusto lo dejó en su lugar y despertó a su amigo con algo de molestia, aquella costumbre de dormirse en la biblioteca le irritaba incluso viniendo de Severus.

Caminaban con parsimonia por los pasillos, en un silencio cómodo, acostumbrados a ellos hasta el punto que algunas veces aquellos silencios eran una de las mejores formas de comunicarse entre ellos, sabían entenderse sin la necesidad de expresarse — ¿Quieres contarme qué sucedió?

— No sé a qué te refieres — Respondió Severus, con aire aburrido.

— Aquel día no quise preguntarte ya que tenías unas ojeras peores que lo usual, y te veías fatal. Pero hoy es un nuevo día y quiero saber.

— ¡No sé de qué estás hablando!, mejor deja de decir idioteces.

— ¿Vas a hacerme un berrinche?

Severus le vio con ojos asesinos. Una lechuza voló por sobre ellos y dejo caer una carta en las pálidas manos, Lucius arqueó una ceja, le hecho un leve vistazo y luego simplemente la guardo. No iba a leerla aún, se sentía alerta de todo, los Gryffindor eran extraños e incomprensibles para él, y el olor que desprendía la carta le hizo saber quién era el remitente.

***

Abrió el sobre evitando romperlo, Severus siempre le decía que era parte de un síndrome compulsivo, que causaba la reacción de mantener todo en un estricto orden.

Sus ojos se deslizaron por el blanco papel, engullendo cada palabra, letra por letra. Las primeras que había recibido de él habían sido puramente sexuales, con los días habían ido evolucionando, había pasado de decir lo mucho que le excitaba a citar frases de índole sensual.

Sonrió internamente, si hubiera estado sólo en la habitación, tal vez incluso habría suspirado. Las cartas que ahora llegaban a sus manos, usualmente eran frases cortas. Sobre el papel con una letra tan estilizada, la cual delataba la cantidad de veces en que la carta se había practicado, se encontraban cinco sencillas líneas.

Léeme los ojos como
lees tus libros.
Quizás allí encuentres
mi mejor argumento y
tu libro favorito.*
JP.



Cuando se encuentra solo y rememora las frases, suspira. No porque un chico le está pretendiendo con palabras bonitas o algo parecido, al contrario, suspira porque al leer esas frases, es como si una parte de él regresará a los libros de quienes las escribieron.

Al terminar de leerla por cuarta vez, coloco un hechizo sobre la carta, por si Severus la encontraba, y la escondió junto a aquellas que según él, valía la pena releer, las otras, en su gran mayoría las primeras, se encontraban en el fondo de la chimenea de la sala común.

James había encontrado el truco para alejar la mente de Lucius a la hora de leer, era algo muy sencillo, si le escribía citas de libros, al cruzarse con alguna de ellas, su mente se redirigiría hacía él.

***

Las cosas no estaban siendo fáciles para él, sabía muy bien que las palabras serían su mejor afrodisíaco para la rubia serpiente, pero no podía usar eso para llevarlo a la cama. Lucius no era estúpido, y aunque sabía que aquellas frases le disparaban las hormonas, éste no iba caer sólo con eso.

Meditó con mucha tranquilidad y descubrió que el rubio le interesaba, le interesaba como ninguna otra persona lo había hecho. No iba a darle nombre a aquella necesidad de estar a su lado, a la urgencia de tenerlo sólo para él, ni al anhelo de compartir todo junto a él. Por ahora esos datos le eran innecesarios.

Alistó una caja repleta de chocolates suizos y bajo su capa de invisibilidad se perdió por los pasillos.

Le encantaba verlo dormir, a veces se le iban las manos, pero lo más lejos que llegaba era a morder su pecho. Había llegado a una clara conclusión, iba a conquistarlo, por primera vez quería algo serio. Había escuchado en algún lugar que un sangrepura se enamoraba una sólo vez, no sabía si era cierto, pero de serlo, quería ser el primero y único de Lucius, y contra todo lo que quisiese aceptar, quería que fuese mutuo.

James sabía que estaban jugando al gato y el ratón, Lucius sabía de sus intenciones y no planeaba dejarse cazar.

Cuando entró a la habitación de su serpiente su vena se hincho, estaba sentado en la cama de Severus muy cerca de él, demasiado para su gusto. Se apoyó en la otra cama siempre poniendo un ojo sobre los dos Slytherin que platicaban muy a gusto.

Colocó la caja de chocolates bajo la almohada. Aspiro con fuerza el delicioso perfume impregnado en la cama, cada centímetro de ese espacio le hacía sentir en el cielo. Al verlo entrar al baño quiso acompañarlo
Sólo para asegurar que nada le pase.

Sonrió satisfecho, definitivamente esa rubia serpiente tenía cierta inclinación exhibicionista, estaba seguro de que él sabía de su presencia, aun así no tuvo problemas en desnudarse y bañarse a centímetros de él, al contrario, sin pudor alguno se enjabono el cuerpo de una forma increíblemente sensual, necesito de todo su auto control para no saltar sobre él.

Lucius se vistió con gran rapidez, se perfumo, se calzo, y le dirigió un saludo a Severus.

La sonrisa de James se desvaneció al verlo salir de la habitación, ni lento ni perezoso salió detrás de él.

Deambuló por los pasillos con un paso acompasado, sin saber exactamente hacia donde se dirigían pero sin importarle demasiado.

Al entrar en un salón se deslizo junto a él, los hechizos fueron lanzados rápidamente en dirección a la puerta, sellada y silenciada.

— Necesitaba un lugar seguro para poder hablar — Soltó. Le miraba directamente, a pesar de llevar la capa, no cabía duda que esos grises ojos se encontraban directamente con los avellana.

La capa calló en un golpe seco — ¿De qué quieres hablar?

— Escucha Potter, eres muy dulce con tus amorosas cartas, pero lo mejor será que lo dejes, no me interesas.

— ¿Y quién dijo que eso me importa? — Preguntó. Se acercó muy seguro de sus pasos hasta quedar en frente de él, era unos centímetros más alto —. Basta con que tú me interese a mí.

— Ésto no es más que un capricho, pero hagamos algo — Ofreció — dime el nombre de alguien, cualquier persona, no importa quién. Y te aseguro que te conseguiré un acoston con esa persona, a cambio me dejarás en paz.

— ¿Cualquier persona? — Bufó burlón.

— La que tú quieras — Lo miró por un segundo antes de poner un gesto de determinación — Menos Severus, él está fuera del trato.

Su ceño se frunció — ¿Qué tiene de especial el idiota de Quejicus? — ¿Qué tiene él de especial?

— Eso no es asunto tuyo.

— ¡Por supuesto que lo es! — Explotó — ¡No es más que un asqueroso grasiento!

Paff. La pálida mano se estrelló contra la cara de James — No te atrevas a insultar a Severus — Siseó molesto.

La rabia corrió por sus venas, apresó con fuerza la muñeca que lo había golpeado y jaló. Lucius se vio presionado contra el fuerte cuerpo, trato de apartarlo pero James lo tenía prácticamente inmovilizado — Ya que puede ser cualquiera, te quiero a ti — Lamió con suavidad la parte del cuello descubierta.

— ¡Suéltame!

— Dijiste que podía ser cualquiera — Una de sus manos apresó ambas muñecas por detrás de la espalda, mientras la otra se paseaba descaradamente por todo el cuerpo del más bajo.

Lucius volvió a quedarse quieto, dejó que aquella mano se paseara por todo los espacios a los que llegaba a alcanzar, James se detuvo cuando, al soltar la otra muñeca y pasear ambas manos por el cuerpo ajeno, éste seguía sin movimiento — Tienes un extraño fetiche por tratar de forzarme.

Pasaron unos breves segundos hasta que una ladina sonrisa se formó en su rostro — Pasa que me gusta cuando te pones salvaje — Se acercó nuevamente al blanquecino cuello, que sin duda era uno de sus lugares favoritos de aquel cuerpo, y lentamente deslizo su lengua, dejando un camino de saliva.

Lucius dirigió sus manos al cuello de su atacante y lo acercó más, dejó que le besará y mordiera el cuello a su gusto, lentamente se dio la vuelta, y mientras sentía las suaves mordidas y aquellos largos dedos tocando lugares prohibidos suspiro.

— Esto no nos llevará a ningún lado, al menos, a ningún lugar al que yo quiera llegar contigo.

— No seas aguafiestas.

— Escucha, no voy a acostarme contigo, y si lo hiciera, sería porque quiero algo serio contigo. Yo no me revolcaría con cualquiera.

— Eso lo sé, y comparto la opinión — Instantáneamente Lucius se apartó y le lanzo una extraña mirada — Lo digo en serio.

— Ya... ¿Y esperas que te crea? ¿Es enserio?

— Por supuesto que sí, ¡Es la verdad! De hecho, planeaba pedirte una cita.

— ¿Una cita? — Soltó burlón.

— Sí, una cita, este sábado, en la salida de Hogsmeade.

— ¿Por qué debería aceptar?

— Por curiosidad — Tentó. Lucius arqueó una ceja — Bien, ¿Qué te parece por una apuesta?

— ¿Una apuesta?

— Así es, salimos juntos a Hogsmeade, si consigo que te diviertas, yo gano, sino lo consigo, tú ganas.

— ¿Cómo sabrás si me divertí?

— Porque te reirás a carcajada limpia.

— ¿Crees que podrás hacerme reír?

— Por supuesto.

— ¿Y qué ganaré cuando no lo logres?

— Si tu ganas, te dejaré en paz.

Lucius le vio de pies a cabeza, sonrió para sus adentros, no tenía oportunidad alguna de ganar. No si se trataba de su autocontrol — ¿Y en el remoto caso de que tú ganes?

James por otro lado no trato de disimular su sonrisa — Si yo gano, tú aceptarás de buena gana salir conmigo, y no me refiero a salir de vez en cuando a comer, ni a unos acostones, sino a ser novios en toda la extensión de la palabra. Con besos, mimos, abrazos, palabras bonitas, sexo, compañía, confianza y amistad.

Lucius lo pensó por unos minutos, era una excelente oportunidad para sacárselo de encima — Bien, acepto. Con la condición de que al perder, vas a dejarme en paz y no tratarás de acercarte a mi jamás.

— Bien, es una promesa.

Lucius le vio a los ojos y en respuesta James le sonrió, había algo que le atraía, que le exigía juntar los labios.

— Una promesa — Aceptó. Sus manos se juntaron en la posición de una inquebrantable, a pesar de no la realizaron, para ambos lo simbolizo.

***

¿Qué estarás haciendo Sev? — Giró sobre sí mismo viendo al techo. Mordió ligeramente su labio, justo en el lugar donde su serpiente le había mordido, se preguntó si no le abría inyectado su veneno, y si era esa la razón por la que le veía en todos lados.

Necesitaba verlo. Él sabía que el pelinegro no compartía su anhelo, por eso le rehuía, siempre intentando escapar, alejarlo, poner distancia entre ambos. Pero eso no importaba, iba a conquistarlo.

— En serio que no sé en qué están pensando — Murmuró Remus — ¿Podrías ponerme al tanto?

— ¿Al tanto de qué?

— De lo que sea que tú y James estén haciendo.

— Remus...

— No, nada de Remus, quiero saber, ¿Qué está sucediendo?

— Bien —Se resignó — Yo no sé qué sucede por parte de James, pero por mi lado — Suspiró — Creo que estoy enamorado.

— ¿Qué?

— Creo que estoy enamorado.

— Te escuche la primera vez, pero... ¿De quién?

La sonrisa boba de Sirius y la cara de incredulidad de Remus fue lo único que encontró Peter al entrar a la habitación.

No existe mejor pregunta que una mirada, ni mejor respuesta que una sonrisa.

 

 

 

Notas finales: Lamento tanto el retraso, pero quise esperar a que mis dos betas lo revisaran. Por cierto, ¡Muchas gracias a mis dos hermosas betas, Erika (Kiuk) y Melissa (zsadist shadows)!

Espero que lo disfruten tanto como yo. .

*Sinfonías perdidas - William Osorio Nicólas.


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