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Notas del capitulo: DISCLAIMER: Harry Potter y todos sus personajes pertenecen a JK Rowling. No se ha ganado dinero ni se ha violado ningún copyright con este trabajo.
Si las palabras están en:
-cursiva- es un pensamiento.
-normal- es dialogo.
*** es separación de escenas

 

El tiempo

Abrió los ojos lentamente, con pereza, acostumbrándose a la luz. Se sentía bien, relajado, como solía sentirse últimamente cuando despertaba entre aquellos brazos; de no ser por el pequeño dolor que sentía en la zona sur de su cuerpo, se encontraría perfecto. Se giró suavemente, buscando liberarse de las garras que le atrapaban con firmeza de la cintura sin despertar al otro, pero sabía que eso no funcionaría.

— Suéltame en este instante. Tengo que ir a bañarme — Siseó.

— Nommh... — Murmuró adormecido su acompañante.

— No tengo tiempo para tus tonterías, suéltame ya.

— Peroohm Lucius... mmhm — Subió una pierna sobre el pálido cuerpo impidiendo que se escapara.

— ¡No seas animal, ya salte de encima!, tengo que ir a bañarme, vamos a llegar tarde a pociones. Este es el último año y no podemos darnos el lujo de faltar.

— jum... Pero

— ¡Pero nada! — Bramó Lucius — Mueve tu trasero fuera de la cama en este instante.

De mala gana James se levantó, liberando el cautivo cuerpo de su novio. Novio desde hace tres años. Sonrió con suficiencia al verlo levantarse y dirigirse a la ducha, completamente desnudo. Se tumbó sobre la cama y aspiró con fuerza el aroma que tenía la almohada, le encantaba llenarse de ese olor, embriagarse hasta la médula; saberse el único en la vida del hombre con ese aroma.

Colocó su mano en el pomo de la puerta y al tratar de girar la encontró cerrada, con un sencillo alohomora la puerta se abrió, dejándole colarse al interior. El cuerpo de su novio estaba frente a él, mostrando todo su esplendor, oculta solamente por una capa de vapor caliente, sus ojos se hicieron un festín.

— Que sexy — Ronroneó una vez dentro de la tina.

— Potter… — Amenazó.

— Bañémonos juntos.

— No

— Por favor.

— No

— Prometo hacerte llegar al orgasmo antes de que termine el desayuno...

— NO

— Tomaré eso como un sí — Sin agregar nada más le agarró por la cintura y lo pegó a él, haciendo que sus cuerpos se encontrasen nuevamente antes de atrapar los labios en un beso demandante.

***



— Eres un idiota desconsiderado —Musitó molesto mientras caminaba con pasos supuestamente furiosos.
— Siempre haciendo lo que se te da la gana, nunca escuchas lo que tengo que decir... eres un imbécil... un estúpido... un Gryffindor de pacotilla... un...

Y así siguió la reprimenda durante el tiempo que tardaron en llegar al salón, Lucius entró primero y se sentó junto a su amigo, tres minutos después entró James y se sentó cinco mesas tras de él junto a Sirius. Después de todo, nadie sabía de lo suyo. El rubio podía pensar con orgullo, que absolutamente nadie, incluyendo a Severus, sabía de su relación. Tal vez lo sabía Dumbledore por las extrañas sonrisas y comentarios que hacía cuando se encontraba solo o en compañía de James, pero nadie más gozaba de conocer aquel secreto.

Sentía la atenta mirada de su novio sobre su espalda mientras preparaban una estúpida poción, casi podía decir que sentía el deseo del morocho en el aire, con una sonrisa petulante, se acercó lo suficiente a Severus para susurrarle al oído. Sabía del profundo odio que sentía James por su amigo y eso era algo que le divertía en situaciones como aquellas; le susurró algo insulso, sin mera importancia y se alejó despacio, esperando una respuesta de su amigo. El sonrojo de Severus debido a su cercanía bastó para darle por satisfecho. En menos de diez segundos escuchó un caldero explotar bastante cerca de ellos, no tuvo que girarse para saber que provenía de cinco mesas atrás. Sonrió.

Llegó un periodo libre que compartía Slytherin con Ravenclaw, y Severus se vio arrastrado en dirección a la biblioteca. Los negros ojos veían con atención a su amigo, hacía no más de tres semanas había encontrado una gran cantidad de papeles en blanco. Uso cada hechizo que conocía para aparecer tinta invisible o cualquier cosa que ocultara, mas fue en vano. Sabía que en su amistad existía un secreto, y si contaba su relación con Sirius, serían dos. Se habían estado viendo todos los martes y viernes desde hace tres años, habían tenido sus peleas, grandes peleas cabía decir, que terminaban con un grandioso sexo de reconciliación.

Lucius devoraba los libros de la misma forma que lo hacía con los chocolates, la mayoría de sus libros eran de la sección prohibida, de hecho, ahí se encontraban casi todos los libros favoritos del rubio Slytherin. A veces se preocupaba, su amigo tenía gran afición por las artes oscuras, y un mago oscuro se estaba alzando, buscaba seguidores, y por lo que había oído era sumamente poderoso.

Había escuchado que este individuo poseía gran poder, gran habilidad y gran conocimiento. Cada vez tenía más y más seguidores, amigos de ambos que se le habían unido, como era el caso de Bellatrix Black, ahora Lestrange, aunque ella era más que nada amiga de Lucius.

Había visto la marca tenebrosa dos veces y sin poder evitarlo, imagino aquella marca manchando la nívea piel de su amigo, no pudo más que apretar los labios.

***



James se quedó viendo al cielo, la noche cayó sobre ellos más rápido de lo usual, los días se le escapaban de los dedos, faltaba poco para que acabará el año y eso le preocupaba, ¿qué haría al salir de Hogwarts?, se haría auror, eso ya lo sabía, pero su verdadera pregunta era ¿qué sería de su relación? Le amaba, hacía mucho había dejado de negarlo, de hecho se lo decía cada vez que tenía la oportunidad. La primera vez que lo había hecho, Lucius le había dado una gran reprimenda por, según él, estar diciendo cosas de manera tan irresponsable, pero a él no le importaba en lo más mínimo.

Le encantaba tenerlo entre sus brazos, la espera había valido la pena, demoro casi dos años en llevárselo a la cama, el rubio peleo con uñas y dientes para evitarlo, pero no había nada que el arrobamiento de haber ganado la copa de quidditch, la aprobación de sus TIMOS con puros extraordinarios y un poco de alcohol no resolvieran.

Recordaba aquella cita con mucho aprecio, aún tenía guardada la libreta donde estaban apuntados todos los chistes. La manera en que le tembló todo cuando el rubio salió del establecimiento mandándolo a freír mandrágoras. Sonrió al recordar la expresión que puso su novio al reaccionar, era digna de ser fotografiada, lástima que, uno: no tenía una cámara; y dos: su novio lo hubiese cruciado antes de siquiera haberla sacado. Pero no importaba, esa expresión, y esa sonrisa, que su novio negaría hasta el último de sus días, serían sólo suyas.

A lo largo de los años aprendió mucho del Slytherin pero lo más importante fueron las dos normas básicas para estar en paz con el rubio: primero que Lucius siempre tenía la razón; y segundo, que él nunca la tenía. Su rubio casi no sonreía, era alguien que le gustaba tener control sobre todas sus emociones, y se exaltaba cuando sabía que lo estaba perdiendo. Como fue el caso en la primera vez que estuvieron juntos.

También sabía cuáles eran sus mayores obsesiones, cosas tan sencillas como leer en un absoluto silencio, frente a una chimenea, en una noche de frio, tomando té o chocolate le ponían de un humor que hacían a James sentir en las nubes.

O los famosos chocolates suizos, Lucius parecía tener una gran debilidad por ellos, le sorprendió un poco que fuesen precisamente chocolates muggles sus favoritos. Siempre que tenía uno enfrente le brillaban los ojos y podía jurar se le hacía agua la boca. Era demasiado bueno como para no aprovecharse de eso.

También le gustaba insultarlo, aunque eso era un mecanismo de defensa, según la opinión de James. Obviamente tenían sus disgustos, principalmente con respecto a Lily, las peleas eran tan grandes que en la chispa del momento rompían todo cristal cercano. El pelinegro quería creer que Lucius odiaba a su amiga por celos de la cercanía de ambos, pero bien sabía que el verdadero motivo de ese odio era Severus Snape, el mejor amigo de su novio. Una razón más para odiarle, siempre siendo tan vital para el rubio, su rubio. Siempre quitándole su atención, siempre siendo más importante que él.

Snape o Quejicus, como le gustaba decirle, sólo se llevaba la atención de una persona, precisamente la de quien él quería. Tardo mucho tiempo en que el rubio le sonriera, le costó esfuerzo, sudor, dedicación y una fea herida en la pierna, y sólo había conseguido una pequeña mueca. En cambio con el Slytherin era tan natural, le sonreía una vez al día como mínimo, ¡Al día! En cambio, si él tenía suerte, le sonreiría tal vez una vez al mes.

— ¿En qué piensas Cornamenta? — Susurró Sirius en su oído, causando que diera un pequeño saltó al estar tan absorto en sus pensamientos.

— No pensaba en nada Canuto, sólo divagaba en lo que puede ser.

— ¿Ah?, no seas idiota, en vez de preocuparte por el mañana, mejor piensa en el hoy.

— ¿Y qué haré luego?

— Exactamente lo mismo, no pierdas el hoy, pensando en el mañana.

El mañana, claro que lo asustaba, ya no era un chiquillo con las hormonas alborotas, vale, todavía era un chiquillo con las hormonas alborotadas, pero uno con consciencia, que quería vivir un mañana junto al ser que tanto amaba.

Lucius siempre le despotricaba cuando él le profesaba su amor, siempre diciendo que el amor es una palabra complicada de usar, y un sentimiento peligroso de sentir. Si supiera que él jamás la tomaba a la ligera, siempre que se la decía, era porque así lo sentía.

El amor es un sentimiento hermoso y peligroso, no todos se animan a tomar su riesgo, pero quienes lo hacen, descubren que siempre vale la pena. Después de todo, no puedes elegir si van a hacerte daño, pero sí puedes elegir quien te lo hace.

Sólo esperaba no tener que tomar el riesgo solo, quería que ambos disfrutaran esa extraña sensación llamada amor. Aquella que los haría elegirse el uno al otro cada día, del resto de sus vidas.

***



— Entonces, todo va bien entre tú y él — Preguntó contenta.

— Mucho mejor de lo que esperaba, ya ha pasado mucho tiempo. Pero aun así, no quiero llenarme la cabeza de tonteras o ilusiones.

— Sev...

— Hace tres años, cuando empezamos a salir, me prometí no pensar en el futuro, disfrutarlo mientras durara. Quién sabe qué sucederá después, y yo quiero salir de esto ileso.

— Eso es muy cobarde de tu parte Severus — Dijo con dureza — Permites que el único que vaya por la cuerda floja sea Sirius.

— Sirius podrá olvidarme fácilmente, él ve al mundo como un chiste.

— Él se toma enserio lo suyo Sev.

— No digo que no sea así, simplemente, que no quiero toparme un día con que todo el sueño se acabó, no quiero que mi felicidad dependa de él, sería darle mucho poder sobre mí. Poder que aún no estoy dispuesto a darle.

— No se trata de poder Sev, se trata de ser felices, de entregarlo todo y vivir de lo que juntos crean.

— Eso suena muy bonito Lily, pero no son más que palabras, palabras que adornas, pero a fin de cuentas son insignificantes. No me sirven de nada.

— ¡Severus!

— ¿Para qué arriesgarse en algo que no sabes si podrá ser?

— Para que ese algo no se quede en lo que podría haber sido.

— Lily...

— Nunca descubrirás qué hay donde no alcanzas a ver, si no te acercas para averiguarlo — Severus abrió la boca para responder — ¿sabes?, ya es muy tarde, mejor regresa a tu sala común.

***

La vida es como un libro.
Algunos capítulos son tristes,
Otros felices,
Otros excitantes.

Pero si nunca cambias la página...
Nunca sabrás lo que el
Próximo capítulo depara.
JP



Suspiró con desgano, sentía la agitación de su corazón, sentía las dichosas mariposas en el estómago, y la impetuosa necesidad de buscarlo y besarle. De sentir su toque, como una corriente por su cuerpo. Como un sueño que puede ser, pero que sabe, no podrá realizarse.

No iba a engañarse, aquella relación era total y absolutamente imposible fuera de las paredes de Hogwarts. La graduación se acercaba, y con ella el adiós definitivo. Por eso cortaba todas las ilusiones de James, por eso echaba tierra de por medio, por eso lo alejaba. Por eso lo insultaba, a él y a sus amigos.

Era estúpido de su parte creer que aquello que tenían podía ser más que eso, un sentimiento sin nombre, palabras que la tinta borraría, huellas en la arena que el agua se llevaría, palabras que nunca se dirían, que se quedarían atoradas por el resto de su vida en su garganta.

Su vida estaba iniciando, pero sabía que al terminar Hogwarts también terminaría su libertad, tenía ideales que cumplir, debía enorgullecer a su padre, a su apellido, a sus antepasados, incluso por sobre él mismo.

Mientras eso llegara, disfrutaría lo que tenía en el momento, era egoísta, siempre lo fue, pero estaba dispuesto a quedarse con los pequeños fragmentos, con aquellas esquirlas de esa felicidad y atesorarlos para así poder pisar más fuerte en su camino. Poder voltear la vista y tratar de no arrepentirse de nada.

No iba vivir de cariño, ni de recuerdos, ni de sentimientos o pensamientos, y mucho menos de amor. Iba vivir de voluntad, con la cual regiría su vida, no tenía espacios para dudas, ni percances.

— Tengo que alejarte de mi camino, hacerte a un lado. Y apartar todo lo que siento, esconderlo en el más recóndito de los abismos, un veneno letal, o tal vez una amarga medicina, lo cierto es que la necesito para poder al fin acabar con todo lo que nos une.

Alargó la mano en dirección a su baúl, ahí, escondida en una apertura secreta, se encontraba una bufanda roja con dorado, la acerco a su rostro y aspiró. Abrió los ojos sin notar que los había cerrado y tomo la decisión, disfrutaría todo lo que pudiese de su tiempo con James, y se quedaría con eso, con eso le bastaría.

Escondió nuevamente la bufanda, y se acercó a su espejo, se vio para asegurarse que todo estuviera en su lugar. Caminó paulatinamente fuera de la habitación, en dirección al séptimo piso.

Luego de pasar tres veces frente al retrato de Bárnabas el Chiflado la sala de los menesteres se abrió para él, rebelando en su interior a un pelinegro de ojos avellana.

— Llegas tarde — Murmuró con una sonrisa ladeada.

Él nunca comenzaba nada en su relación, siempre era James quien corría en su búsqueda, pero aquella vez sería diferente. Camino sin responder y le agarro por la corbata. El pelinegro ahogó una exclamación al sentir el dominante beso.

James se preguntó por un breve segundo qué estaba sucediendo allí, pero decidió no darle importancia y dejarse llevar. Sus manos fueron directo al trasero de su novio, para el claro disgusto de éste.

— ¿A qué se debe tan exorbitante pasión? — Preguntó mientras recorría con besos su cuello.

— Si no te parece puedo ir a desfogarme con alguien más — Las manos en su trasero se apretaron.

— Eso nunca — Murmuró.

Cayeron juntos a la cama, Lucius no se podía permitir quedar abajo de James, pero éste no tenía problemas con tener a su novio encima. Sus labios volvieron a unirse y se entregaron a las llamas de la pasión.

Las ropas fueron desapareciendo una a una. Pronto estuvieron tan desnudos como cuando llegaron al mundo, los besos y las mordidas no se hicieron esperar. Nunca eran suaves cuando lo hacían, al contrario, les gustaba fuerte y certero.

— Me encantas — Murmuró James mientras mordía sus hombros, Lucius gimió bajito al sentir unos dedos tantear su entrada. Primero uno, luego dos, luego tres, y luego tocaban un punto que le hacía ver las estrellas.

— De-deja de hablar, pe-pedazo de bes-tia — La otra mano torturaba uno de los rosados botones, mientras se seguía entreteniendo con su cuello.

Sacó los dedos y se posicionó, alineando su miembro con la rosada entrada. La primera embestida era la única lenta, el pelinegro adoraba sentir como invadía el cuerpo de su novio.

— Joder — Soltó Lucius — Peda-zo de idiota, me duele mmj

— Maldita sea — Gimió James — ¿Es que no…planeas ahg, acostumbrarte?

Lucius dio un fuerte codazo como respuesta. Cuando por fin se acostumbró, el va y ven se hizo más rápido e intenso, las manos en la cintura del rubio se ciñeron, y éste subía y bajaba con violencia sobre el duro miembro.

— Oh Lucius — Gimió — Me encantas, te adoro... ¡eres sublime! Dios, maldita sea.

— Ca-cállate — dijo entre gemidos, se mordió los labios, odiaba soltar sonidos tan vergonzosos. James siempre daba en el punto exacto, lo hacía retorcerse y doblegarse, quedando a su total merced. De pronto lo sintió salir y fue girado, quedando cara a cara, sus labios se encontraron y se desató una batalla de lenguas.

Una de sus manos se dirigió a su necesitado miembro, pero James la intercepto — Te correrás sólo con mis embestidas — Le susurró.

A James le gustaba hablar mientras lo hacían, terrible habito, pensaba Lucius, quien aruñó el pecho bronceado en respuesta. Le encantaba hacerlo, y eso volvía loco de placer al pelinegro.

Sin darse cuenta cayeron de la cama, más no les importo y siguieron haciéndolo en el frio suelo, se besaban, se mordían, se aruñaban, se comían sin piedad el uno al otro, pronto la cama desapareció y el piso se alfombró.

Las embestidas se hicieron mucho más fuertes, ambos tensos como una cuerda de violín, los gemidos y gruñidos era lo único que se escuchaba en la habitación, sin tregua, sin compasión, sin delicadeza. Cada vez aparecían más y más marcas en los cuerpos, y en un último grito ambos se corrieron en un orgasmo que les robo el aliento.

***



— ¿Qué se habrá hecho? — Pensó Severus. La mañana era bastante cálida, el invierno ya había acabado, se sentó en su cama viendo la de su amigo, estaba impecable, el pelinegro podía jurar que ni siquiera había dormido allí.

Quería contarle lo de Sirius, informarle, pedirle su consejo. Pero... ¿y si le miraba con decepción?, sabía que se opondría, le recriminaría todos los años en que lo hizo sufrir con sus estúpidas bromas. Bromas que aún le hacía, todo para que nadie se enterara, para el claro disgusto de su amiga pelirroja.

Ella era la única que lo sabía, siempre le sonreía con picardía al verlos juntos o cerca. Siempre era ella quién los juntaba cuando peleaban, quien los sermoneaba, quien los regañaba, quien los aconsejaba.

Debía disculpase con ella, ella sólo trataba de ayudar y él la había tratado mal la noche anterior. Quizá tenía razón, y era momento de dejarse llevar...

"No podemos obligar a nadie a ver aquello para lo que aún no está preparado"

 

Fin de la primera parte

 

Notas finales: En mi defensa diré dos cosas, primero: tuve una semana horrible, estuve enferma, sin inspiración, en exámenes y con lluvia; segundo: tenía el capítulo listo desde el martes pero decidí no publicarlo hasta que mis hermosas betas lo revisaran. Ahora si, espero les guste el capítulo. Quería informar que este fic será cortado en tres partes, éste es el fin de la primera parte. ¡Muchas gracias a mis dos hermosas betas, Erika (Kiuk) y Melissa (zsadist shadows)!

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