Corazones rotos
-Estoy cansado, Siwon.
Kyuhyun habla en cuanto el mayor llega a su lado.
-Cansado de contar los días que faltan para tu vuelta.
Dice.
-Cansado de esperar.
Añade.
-Cansado de tus escusas.
Le reprocha.
-Cansado de que antepongas siempre tu trabajo a mí.
Le reclama.
-Cansado de estar solo.
Se queja.
-Cansado de que no pienses en mí.
Se lamenta.
-Pero yo te quiero Kyu...
Siwon habla en cuanto ve una oportunidad, su corazón se estrujó en cuanto vio los ojos del menor, tan seguros, tan firmes en la decisión que había tomado.
Sabe que no va a poder convencerlo, pero tiene que intentarlo.
-Y yo a ti.
Asegura.
-Pero estoy cansado de echarte de menos, hyung.
Y llora.
Llora como nunca lo ha hecho.
Porque nunca se ha sentido tan mal.
Nunca nada le ha dolido tanto como esto.
Nunca nada le ha dolido tanto como ver la mirada suplicante del mayor en ese momento. Sus ojos a punto de romper a llorar. Sus manos estiradas hacia adelante en un intento por coger las suyas y detener esas palabras que se clavan en su pecho como cuchillos.
No... peor. Siwon sabe que cuchillos en su pecho solo dolerían una décima parte de lo que las palabras de Kyuhyun duelen en ese momento.
-Kyuhyun... por favor.
Ruega.
-No.
Kyuhyun niega y da un paso atrás.
-Adiós, Siwon.
Da media vuelta y sale por la puerta del apartamento de Siwon sin mirar atrás.
Su corazón se hace pedazos cuando la puerta se cierra a su espalda, casi puede oírlo como un cristal haciéndose añicos al romperse.
Duele.
Duele tanto que se cree morir.
La muerte le parece incluso compasiva en ese momento. Sería un alivio para su corazón. Pero no lo hará. No puede aliviarse de ese modo cuando sabe que acaba de herir tan profundamente a la persona que lo ama con locura y a la cuál él ama más que a su vida. Ese dolor, ese sufrimiento será su penitencia por su estupidez.
-Has hecho bien, Kyuhyun.
La voz de Yesung le obliga a alzar el rostro.
Apenas lo ve entre el mar de lágrimas que son sus ojos. Pero sabe que está allí.
Lo sabe porque él es el que lo ha llevado hasta allí.
Lo sabe porque él es el que le ha obligado a hacer esto.
-Dame lo que me prometiste.
Le dice con el tono más firme que las lágrimas le permiten.
Kyuhyun no lo ve, pero sabe que Yesung está sonriendo cuando saca un sobre de su bolsillo y se lo entrega.
El menor lo coge y saca de su interior aquella maldita fotografía que le encanta y odia a partes iguales.
Le encanta porque quizá es la fotografía más tierna y bonita que alguna vez Siwon se ha hecho con él.
Le encanta porque le gusta como se ve dormido sobre el pecho de Siwon mientras éste tiene una enorme sonrisa en sus labios y un brazo a su alrededor, protegiéndolo y cubriendo inútilmente su desnudez.
La odia por ser tan reveladora que un escándalo quedaría corto si llegara a los medios.
Y la odia porque por su culpa, el amor de su vida está destrozado al otro lado de la puerta.
Kyuhyun quiere romperla, realmente lo desea.
Sólo verla le recuerda que ella es la razón por la que ha hecho todo lo que ha hecho.
Pero...
Es un recuerdo demasiado bonito como para ser capaz de romperlo en pedazos.
-¿Cómo sé que no tienes más copias?
Pregunta alzando el rostro para enfrentar al culpable de todo.
-No lo sabes.
Le responde.
-Pero vas a tener que fiarte de mí.
Añade.
-¿Cómo voy a hacerlo?
Le pregunta.
-¿Cómo voy a fiarme de ti cuando me amenazas con mandar esta fotografía a los medios?
Le reclama.
-Porque no tienes más opción.
Responde dándose media vuelta para marcharse de allí.
Kyuhyun sabe que no debe, pero no puede evitar que su boca vuelva a abrirse para formular una pregunta que sabe jamás debería escapar de sus labios.
-¿Porqué me haces esto? ¿Porqué me obligas a esto?
Yesung lo mira por encima de su hombro.
-Si no eres mío, no serás de nadie, Kyuhyun.
Las palabras son claras y frías. Kyuhyun siente a su estómago apretarse porque siempre sospechó lo que Yesung sentía por él. En otro momento quizá hubiera sentido pena por él, pero no ahora.
-Jamás voy a perdonarte esto.
Escupe.
-Lo sé.
Afirma.
-Te odio, Yesung.
Nunca pensó que esas palabras pudieran salir de su boca. Pero lo siente verdad y sabe que es cierto.
Yesung tuerce su boca en una sádica sonrisa.
-Y por eso no vas a dejar de pensar en mí nunca.
Y Yesung se marcha dejándolo allí.
Solo.
A oscuras.
Bañado en lágrimas.
Y sin ganas de vivir después de obligarle a deshacerse de la única cosa que le ha importado más en su vida que él mismo.