Soy el jefe
Yesung observa lujurioso al hombre frente a él.
Kyuhyun yacía en la cama desnudo y con una enorme erección entre sus piernas, sus manos estaban atadas a la cabecera de la cama mientras sus oscuros ojos chocolate permanecían vendados.
Lentamente, el pelinegro se acerco a el menor, subiéndose al regazo de Kyuhyun, comenzando a restregar su desnudo trasero contra el miembro del contrario, gimiendo suavemente.
“Ah~ me gusta esto, ¿a ti te gusta Kyu?”
“¡Maldición Yesung! desátame y quítame la venda, te follare hasta que olvides tu propio nombre” Kyuhyun siseo.
Yesung se rio. Una de sus manos bajo al pecho del castaño y pincho su pezón izquierdo, ganándose un gruñido. Amaba esto, controlar a Kyuhyun.
Continuo jugando y su sonrisa se ensancho cuando escucho a Kyuhyun gritar “jodete”, el chico estaba realmente desesperado por sexo.
El pelinegro se agacho un poco más para comenzar a besar a Kyuhyun. Sus labios se rozaron y después su lengua se adentro en la boca del menor, provocando que este se retorciera, tratando de liberarse del fuerte agarre en sus muñecas. Mientras forcejeaba, Kyuhyun mordió el labio de Yesung suavemente, ganándose un gemido de sus labios.
El mayor se alejo después de unos segundos, dejando un hilo de saliva que conectaba sus bocas y, pensando que sería más divertido si le quitaba la venda de los ojos a Kyuhyun, Yesung la desato. Al principio, la vista del castaño era borrosa hasta que sus ojos se encontraron con los de Yesung. La vista lo excitó en demasía. Yesung, desnudo, encima suyo, con su cabello negro como la noche esparcido en todas direcciones y con esos hermosos labios tan rojos como cerezas. Sus ojos transmitiéndole hambre de sexo duro para esa noche.
“Mierda Yesung, por favor desátame”
“No, déjame montarte esta noche”, Yesung sonrió ladino, levantándose a sí mismo y posicionando su entrada encima del gran miembro de Kyuhyun. Sus ojos rodaron mientras se dejaba caer poco a poco, despacio.
Kyuhyun gimió con fuerza, la estrechez de su interior lo volvía loco y todo lo que quería ahora era follarse a su sexy novio hasta que no pudiera volver a caminar.
Yesung levanto sus caderas de nuevo y luego se dejo caer con fuerza. Gemía y gritaba el nombre de Kyuhyun mientras se auto penetraba. Kyuhyun solo podía gemir debido a la vista frente a él, tratando de envestirlo, encontrándose con los movimientos toscos de Yesung.
“Ah…Ah…ah~ oh dios, tu pene es tan grande Kyuhyun-ah, no puedo ah~…ah…no me detendré”
“Quiero tocarte, bebe, por favor desátame”
Yesung negó con la cabeza y continúo rebotando sobre el miembro del castaño. Llevo sus propias manos a sus pezones y jugó con ellos mientras gemía lascivamente.
“Porq-… ¿por qué?... oh dios” logro decir entre jadeos.
“Porque hoy, yo soy el jefe” Yesung miro a Kyuhyun, lamiendo sus propios labios seductoramente.
“Entonces, jefe por favor compláceme. Has que me corra dentro de tu estrecho trasero. Dios, eres tan sexy”
“Claro”, Yesung aumento la velocidad de sus movimientos y en segundos se encontró a si mismo gritando, el miembro de Kyuhyun había encontrado su punto dulce.
“Si, bebe, follate con mi pene. Puedo sentir tu trasero contraerse, lo amas verdad”, Kyuhyun comenzó a hablar sucio, mientras Yesung continuaba gimiendo como una prostituta.
“oh si… es tan grande. Tan jodidamente bueno mmmh… amo tu pene”.
De un momento a otro, Yesung desato a Kyuhyun y el castaño inmediatamente cambió las posiciones, haciendo que la espalda de Yesung chocara contra el colchón.
Envistió el interior del pelinegro con fuerza y rapidez. Golpeando su pelvis contra las nalgas de Yesung, observando cómo se retorcía debajo de suyo. El sonido de pieles chocando claramente audible.
Yesung grito y llego al orgasmo con demasiada fuerza, esparciendo su lechoso esperma en el pecho desnudo de Kyuhyun. Mientras tanto, el menor continuaba envistiéndolo, buscando su propio orgasmo, y Yesung solo se quedo ahí, con su cuerpo entero bañado en sudor. Kyuhyun sonrió al ver su acalorado y nervioso rostro.
“Pagaras por esto, amor. Te mostrare quien es el jefe”, Kyuhyun levantó el cuerpo de Yesung y lo posiciono en su regazo, comenzando a envestirlo salvajemente mientras el más pequeño gemía con fuerza.