Ya habían pasado varios días desde que llegué a aquel lugar, estaba empezando a perder la fe en mi teoría, aquella teoría que había hecho callar a Y, al mismo Y que ahora se encontraba dando vueltas por la habitación. En los últimos días habíamos hablado bastante, sobre todo imaginando como había sido nuestra vida antes de llegar allí. Descubrí que Y no era tan frío como me pareció en un principio, aunque cuando figaba su gris mirada en mi aún sentía escalofríos. También me di cuenta de que él parecía tener más ganas de salir de allí que yo.
+¿Crees que hoy pasará algo?
Le hacía esa pregunta todos los días, pero desgraciadamente la respuesta siempre era la misma. Lo que yo no sabía es que ese día iba a ser distinto.
A la hora de comer, bueno, supongo que era esa hora ya que me guiaba por el hambre que tenía; el caso es que la luz se apagó pero esta vez, en lugar de volver a encenderse de inmediato, oí a alguien entrar en la sala. Aquello era extraño, ya que las otrasveces la sala permanecía en silencio. Lo siguiente que recuerdo fue un gemido de dolor proveniente de Y seguido de otro, que para mi sorpresa había salido de mi propia garganta, segundos después quedé inconsciente.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que desperté, lo primero que vi al abrir los ojos fue a Y, estaba apoyado en mi hombro aún inconsciente, no tardó demasiado en despertarse. Me di cuenta de que no éramos los únicos en aquella sala, había más gente, chicos y chicas, y por su aspecto todos parecían tener mi edad más o menos. Supuse que eran el resto de presos.
De repente se oyó un pitido que me desgarró por dentro, seguido de una voz, no parecía venir de ninguno de nosotros, más bien parecía salir de un altavoz, aunque no sabría situar en que parte de la sala estaba.
*Bienvenidos, ya estáis todos aquí. Probablemente os preguntaréis qué es esto exactamente.
Vaya, por fin algo de diversión, por fin sabríamos por qué estábamos aquí, aun que un rato después me arrepentí de saber el motivo. Y, aún apoyado en mi hombro, se puso en tensión, probablemente esto cambiaría aún más nuestras vidas y estoy seguro de que no sería para mejor.
*Os hemos seleccionado para probar el funcionamiento de un producto y saber si podremos sacarlo al mercado sin peligro de que tenga efectos a largo plazo.
Todos nos quedamos en silencio. ¿Un producto?¿A caso se estaba refiriendo a una especie de droga? Algo me decía que sí, pero deseaba con todas mis fuerzas equivocarme, por imposible que fuera esa opción.
*Se trata de una droga que controla vuestros pensamientos, por decirlo de algún modo. Os hace influenciables a todo lo que os dicen, además de que os hace hacer todo lo que os piden. Lo que queremos es ver qué efectos podría causar en jóvenes de vuestra edad, ya que los muy inconscientes son los que quieren probar cosas nuevas.
Me quedé petrificado, me maldije a mi mismo por tener razón con mi estúpida teoría, ahora mismo desearía estar en aquella sala, con Y, viviendo la misma rutina, en lugar de estar a punto de ser drogado y de que mi vida y la de otras personas corriera peligro. Intenté retener mis lágrimas, no iba a salir de allí.
Hubo un largo silencio, el tiempo pasaba demasiado despacio para mi gusto hasta que Y rompió el silencio a la vez que deslizaba suavemente su dedo por mi mejilla derecha.
-Oye Z, deja de llorar.
¿A qué se refería? Instintivamente llevé una de mis manos a mi cara, había empezado a llorar sin darme cuenta. Pero eso no fue lo más extraño para mí, lo más raro fue e tono de preocupación que había en la voz de Y. En ese momento no supe si era preocupación por mi o por nuestra situación pero le abracé con todas mis fuerzas, y empecé a llorar, esta vez consciente de ello, deseando estar lejos de allí. Junto a Y.
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