Un día, Pedobear despertó de otro de sus sueños húmedo, hacía un tiempo que dejaba de soñar con niñas y soñaba con Michupichu, su vecino, todos sus rasgos de panda excitaban a Pedobear, pero, nunca podría conquistarlo, un hermoso y sexy oso panda jamás se fijaría en un oso común y corriente, además pedófilo.
Pero Pedobear no se daba por vencido, cada vez que se encontraba con Michupichu, intentaba seducirlo mostrándole lo sensual que, según dice el, es. Tal vez Michupichu era demasiado idiota como para darse cuenta de que Pedobear se le insinuaba, o simplemente no le importaba el hecho de que Pedobear gritara su nombre cada vez que se masturbara y que tiene erecciones cada vez que lo ve, lo piensa o simplemente escucha su nombre.
Era cierto que Michupichu estaba al tanto de la masturbación diaria de Pedobear, incluso sabía a qué hora específica del día lo hacía. Pedobear no sabía que Michupichu estuviera al tanto del amor que su vecino Pedobear sentía hacia él.
-Me gustaría que Michupichu fuera mío, pero no se puede, ¿por qué la vida es tan cruel? – se lamentaba Pedobear cada noche antes de dormir, para luego quedarse dormido mientras se masturbaba, pensando en su amado Michupichu. – pero estoy al tanto de la cruda realidad, y sé que Michupichu jamás se interesaría en mi.
Lamentablemente, era cierto, Michupichu, era 100% heterosexual, y jamás se interesaría de un oso macho, aparte de una especie diferente, el simple hecho de pensar como dos machos de diferentes especies podrían estar juntos le asqueaba, pero era tiempo de que Pedobear se callara, los gemidos que emitía mientras se masturbaba tenían harto a Michupichu. Así que ideó un plan.
El plan era el siguiente: Fingir estar enamorado de Pedobear y tener una sesión de xxx para cumplir el sueño del mismo para que deje de andarse masturbando cada noche a las 3:00 am.
Michupichu puso en marcha el plan, y se dirigió a la casa de Pedobear, que quedaba justo al lado de la suya.
-Pedobear, abre, tengo que hablar contigo – Michupichu actuaba como si estuviera desesperado – soy yo, Michupichu
-Michupichu, ¿eres tu realmente? ¿qué haces aquí? – Pedobear abrió lentamente la puerta.
-Voy a entrar – empujó a Pedobear
-Claro, ¿que quieres? – Pedobear lo siguió dentro de la casa
-Quiero coger contigo – esas palabras eran lo más hermoso que Pedobear había escuchado en toda su vida de pedófilo y de homosexual
-¿¡Enserio!? – los ojos de Pedobear se iluminaron y se le paró.
-Idiota, eso es lo que acabo de decir, quiero tener un hijo tuyo – Michupichu azotó a Pedobear contra la pared
-Pero si no tengo ovarios, ni utero ni ninguna de esas mierdas
-Me vale verga, tendrás un hijo mio
Despues de unas laaaaaaaaaaaaaargas horas de darle duro contra el muro y macizo contra el piso, y nueve meses de embarazo de Pedobear, nacieron gemelos: Cagadín y Putín.
Ambos crecieron hasta la edad de 8 años, luego todos murieron de SIDA y de cáncer de próstata.
FIN