“Los extrañaré, padres” – Fueron las melancólicas palabras que YiFan pronunciaba, mientras entraba al carro de sus abuelos junto a su hermano menor, Baekhyun. Sus padres, habían decidido enviarlos a la costa durante los dos meses del verano, ya que estaban afrontando una difícil situación y no deseaban que sus hijos sufrieran también; el año escolar que recién terminaba había sido bastante duro para YiFan, o Kris, como solían llamarle sus amigos del instituto.
-¿Van a estar bien? – preguntó Baekhyun a su hermano con un tono triste.
-Lo estarán, pequeño…sé que si. –consolaba con cariño.
-¿Nos divertiremos?
-¡Claro que sí, Baek! –respondió Kris con un tono bastante animado. – Son las primeras vacaciones largas que tomaremos, así que procura disfrutarlas para que guardes hermosos recuerdos de esto.
De camino a la casa de sus abuelos, Kris y Baek hacían bromas y juegos, contaban los árboles del camino, oían la música de los grupos que más les gustaban, hasta que se durmieron por un rato. La mente de Kris era un mar de confusiones constantes y muchas cosas le rondaban los sueños, quitándole descanso. Pero esta sería la oportunidad perfecta para aclarar sus emociones, miedos y confusiones, lejos de la agitada Seúl.
-Despierten muchachos, ya hemos llegado. –decía la abuelita de los chicos con una suave caricia en las mejillas de cada uno. Lentamente despertaron con una queja ahogada ante lo hermosa que estaba la casa de los abuelos. Hacía mucho que no iban y les sorprendía ver cuánto había cambiado la acogedora casita con escaleritas de madera que llevaban a la entrada.
Entraron despacio, observando cada nuevo detalle, cada cuadro, cada rincón. Era muy poco lo que quedaba de sus viejos recuerdos del lugar en donde pasaban cada verano de su infancia. Al llegar a su habitación, notaron que también esta había sufrido cambios. Era más amplia, con una litera de madera tallada a mano por el abuelo como un detalle para sus únicos nietos. Las paredes estaban pintadas de un azul pastel con rayas vinotintas que le daban un aspecto sobrio y cálido. En una esquina, había un gran baúl que llamó la atención de Baekhyun, quien preguntó curioso a su abuela:
-Nee~ abuelita, ¿qué hay en ese baúl de allí? –señalaba con su dedo.
-Sus juguetes, algunos dibujos y cosas que conservaba de ustedes, de cuando eran pequeñitos. –respondió la abuela con una sonrisa maquillada de la más profunda nostalgia.
-¡¡Aigoo~!! ¿En serio? –preguntó el chico con mucha emoción.
-Así es, mis niños. Sus recuerdos para mí, son lo más valioso que tengo. –respondió enjugando una lágrima con su índice y sintió un par de brazos que rodeaban su cintura. Era Kris.
-Gracias abuelos, realmente yo…yo los extrañaba mucho. Gracias por aceptar cuidarnos mientras se resuelven las cosas en casa. –dijo éste con la cara enterrada en la espalda de la abuela.
Luego de un rato donde las emociones más puras inundaron la habitación, los abuelos se dirigieron a la cocina a preparar el almuerzo y dejar que los chicos se acomodaran y tomaran un baño. El primero en entrar a la ducha fue Baek, quién tardó un poco, sólo para molestar a su hermano. Al salir, lo vio de reojo y dejó escapar una risita burlona por lo bajo al ver su cara de molestia. Kris se levanto rápidamente de la cama y pellizcó una de los glúteos de su hermanito.
-Aigoo~ ¿por qué haces eso, hyung? –preguntó irritado.
-Por tardarte 45 minutos. De seguro te gastaste el agua caliente. –respondió Kris, cerrando la puerta del baño.
Decidió olvidar su enojo al sentir el ligero calor del baño. Lentamente y con un poco de pereza, se despojó de sus ropas, acomodándolas en una cesta junto al lavabo. Como se había llevado su Ipod al baño, decidió poner algo de música mientras se bañaba. Era su manera de relajarse-y divertirse- mientras dejaba el agua correr por su cuerpo.
El baño tenía una ventana a un costado de la ducha por donde se veía un patio con un enorme manzano que estaba cargado de rojas y tentadoras frutas. Kris pensó en ir a recoger algunas con Baek más de rato. Puso a reproducir una canción de un grupo que le gustaba mucho llamado Ft. Island, abrió la llave de la ducha y su cuerpo vibró al sentir las primeras gotas caer. Decidió cantar-un poco alto-mientras se remojaba el cabello. Cuánto amaba esa canción y disfrutaba de cada frase de ésta.
Justo en ese momento, un joven alto y de cabellos rojizos rizados pasaba por el patio que estaba de frente a la ventana del baño donde se encontraba YiFan cantando. Su curiosidad fue inmensa al oír esa voz tan dulce salir de aquel lugar, así que trepó al manzano con mucho cuidado hasta situarse en una gruesa rama que le dejaba apreciar a la persona que estaba entonando con fuerza y alegría aquella canción.
-¡Qué bien canta!- dijo para sí mismo en forma de susurro.
Justo entonces enfocó bien su mirada en la ventana y observó, con los ojos abiertos como platos, al joven desnudo que cantaba con el frasco de shampoo entre sus manos. Un sonrojo de vergüenza cubrió sus mejillas al descubrirse mirando la blanca-y aparentemente suave- piel del chico cantarín. Intentó bajarse rápido del árbol segundos después para no ser descubierto. Trató de bajar rápido, de una forma torpe para su gusto, tanto que casi cae. Dejó escapar un grito que no habría sido oído por nadie, de no ser porque en ese momento terminó la canción y Kris lo escuchó y volteó a ver.
Asustado por aquel grito, volteó con rapidez, para encontrarse con la mirada de sorpresa del chico de cabello rojizo. Kris lanzó otro grito al sentirse observado por otra persona, cosa que no se esperaba ya que hacía un rato, ese patio, ese manzano, estaban totalmente solos. Rápidamente salió de la ducha, todo mojado y se escondió lejos de la ventana.
-¿Q-quién diablos era ese?-se preguntó asustado y frotando su cabello con nerviosismo.
Se cubrió con una toalla y se acerco con mucho miedo a la ventana, y descubrió que no había nadie allí afuera.
-Debo estar alucinando…seguramente es eso. –se consoló y echó una risita burlona mirándose al espejo para luego salir a su habitación.
Los chicos y sus abuelos comieron tranquilos y sonrientes, hablando de tiempos pasados cuando ellos, más pequeños, corrían por toda la casa, gritando y saltando como cachorros enérgicos. Eran buenos tiempos para aquellos 4 seres, cuando todo era tranquilo y no había ningún problema. Luego de comer, pasaron a la sala de estar y siguieron contando cosas de aquellos tiempos, y haciendo preguntas a los chicos sobre cómo habían estado estos años que no los visitaron.
De repente, la puerta sonó con un suave toc toc.
-Señora Jiyeon, ¿está en casa? –preguntó una suave voz de tono grave-le traje lo que prometí ayer.
-Ah, Channie, pasa. Estamos en la sala. –respondió con alegría la abuela.
Se abrió la puerta con un sordo rechinido y una figura alta-casi tan alta como la de Kris- pasó con cuidado por la entrada hasta la sala.
-Chicos –dijo la abuela Jiyeon a Baek y YiFan- él es Chanyeol, el hijo menor de nuestros vecinos los Park. ¿Lo recuerdan?
-No. –respondieron en coro los hermanos sin levantar mucho la mirada.
-Bueno, supongo que es por lo cambiado que está. –dijo entre risas la abuela.
Justo entonces, Kris subió la mirada para ver el rostro de aquel chico llamado Chanyeol, cuyo nombre en sus recuerdos sonaba muy familiar. No podía creer lo que sus ojos miraban. Sus miradas se encontraron de un modo muy sorpresivo y ambos, boquiabiertos y con ojos de plato, dijeron a coro:
-¡¿Tú?!