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Secreto por Naomiyaoi38

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Notas del fanfic:

Ok, sé que se preguntarán: ¿y ésta que coño hace escribiendo otra cosa cuando debería actualizar lo que tiene atrasado? Y sé que debo actualizar, pero esta idea es algo que no pude evitar escribir D: De alguna forma pense en incesto RidoXHaruka y prácticamente se escribió solito :P

 

Y para los que siguen Linaje de sangre de verdad espero actulizar pronto, ya estoy trabajando en ello, sólo pido paciencia. Cuando actualice ya les explicaré razones de mi tradanza u.u

Notas del capitulo:

Los personajes de VK no me pertenecen. 

Historia publicada también en wattpad

La lluvia arreciaba con fuerza. Podía escuchar y ver las gruesas gotas de lluvia que repiqueteaban contra el cristal de las ventanas del bar del hotel. Haruka, terminó de beber lo que le quedaba de su escoses de un sólo trago, sintiéndose ligeramente afectado por la cantidad de alcohol que había bebido anteriormente.

Quizá no debió haber bebido tanto. Quizá ni siquiera debería estar allí. Pero, si se encontraba allí en estos momentos no era exactamente del todo por voluntad propia.

Sentado frente a la barra, su mirada se paseó sobre las personas que se encontraban allí a estas altas horas de la noche: ejecutivos, parejas, algunos jóvenes, turistas... Nada relevante.

Regresó su vista hacia las ventanas, observando como la lluvia seguía cayendo de manera incesante e implacable. Suspiró con frustración pensando en que tal vez debería pedir otro trago, o mejor aún; quizá sería mejor si regresaba a su suite. Aunque lo más probable era que aquella persona estuviera allí.

Sinceramente..., ninguna de las dos opciones era de su agrado. Si por él fuera en estos momentos estaría a bordo de un vuelo con destino a Tokio, camino a regresar junto a su esposa y sus dos hijos. Pero por desgracia, esto ahora no era posible. No cuando todos los vuelos habían sido cancelados por el día de hoy a causa del sumamente tempestuoso clima.

Al recordar su situación, empezó a sentir nuevamente el incipiente anhelo de otro trago, pero se contuvo. Él no era de los que solían beber mucho, pero en estos instantes ciertos recuerdos hacían que sus nervios se crisparan. Realmente ya tenía suficiente con haberse quedado atascado en este sitio como para terminar emborrachándose de una manera tan patética, sólo con la mera excusa de su estado de ánimo.

Hoy la suerte debía estar conspirando contra él. Se suponía que había venido aquí junto a su hermano Rido para el cierre de un importante trato de negocios. Y luego de esto, regresaría inmediatamente junto a su familia. O al menos eso era lo que había planeado. Hacía más de cuatro horas que el trato había sido cerrado exitosamente, y él seguía allí, en el mismo hotel junto a Rido.

Realmente la idea de estar solo junto con su hermano no era algo que le hiciera muy feliz que digamos. Y no era exactamente que ambos se llevaran mal. Si debía definirlo su relación era más bien... cordial.

Desde su adolescencia sus vínculos afectivos ya no solían ser tan estrechos. Más que todo solían tratarse para dedicarse específicamente a asuntos de negocios, de la empresa que ambos habían heredado de su padre y llevaban conjuntamente, y además, entre esto, de vez en cuando solían comentar algo acerca de sus vidas. Pero era muy escaso, más como por mera educación.

La verdad era que actualmente su relación con Rido era tan distante y fría en comparación de lo unidos que fueron durante la niñez y gran parte de su adolescencia. Pero aquello ya era cosa del pasado. Hacía muchísimo tiempo que todo cambio y ya nada pudo volver a ser igual.

Haruka alejó aquellos pensamientos de su mente, decidiendo que lo a pesar de todo lo más sensato sería regresar a su suite. Aquella suite que esta noche compartiría con Rido. Realmente no entendió porqué éste pidió compartirla en vez de pedir una individual para cada uno; como era debido entre ellos. Pero, por alguna razón, él tampoco se negó ante la idea. Aun cuando sabía que le tendría allí..., tan cercano. Algo que podía ser tan extraño..., peligroso... Se levantó del asiento, y al hacerlo, un incipiente y creciente mareo ocasionado por el alcohol le golpeó, haciéndole tambalear ligeramente.

«Mierda» Al parecer sí había bebido más de lo que debía, sólo que hasta el momento no se había percatado de cuan afectado estaba.

Pero entonces, de manera sorpresiva, sintió unas manos que llegaban desde atrás, sosteniéndole por las caderas, y una voz tan bien conocida teñida con un dejo de ironía susurró a su oído: — Mírate. ¿Qué pensaría tu esposa si te viera así?

Aquellas palabras le hicieron girar el rostro de manera algo brusca hacia el dueño de aquella voz, quedando a escasos centímetros de aquel rostro de ojos bicolores, pertenecientes a su hermano. Aquellas joyas que en ocasiones lucían tan frías, pero que siempre, y a pesar de las distancias emocionales de todos estos años, le veían con intensidad.

Aquel nerviosismo inicial creció dentro de él, al sentirle tan cercano, tan cerca que podía percibir claramente el aroma de tonos maderosos y verdes de la colonia que Rido usaba desde la adolescencia. Aquel aroma le inundó embriagándole. Siempre había sido intoxicante y atrayente.

Haruka se apoyó contra la barra, alejándose de su hermano. Carraspeó intentando recomponer su compostura y olvidarse de la cercanía.

— Seguramente se enfadaría — dijo Haruka con cierta diversión en su tono, que intentaba disimular lo sentido hace instantes. — Pero estoy seguro de que no le dirás nada, ¿cierto?

— No, no lo haré. Hay cosas que se quedan sólo entre... hermanos — musitó enfatizando la última palabra, acercándose en demasía a él y mirándole con un enigmático brillo en aquellas pupilas bicolores, haciéndole sentir que Rido se refería a algo mucho más que el alcohol. Y él sabía a qué se refería, y aquella sensación que éste provocaba en él fue extendiéndose desde el centro de su ser.

— ¿Crees que puedas caminar solo hasta la suite o necesitas ayuda ?— inquirió Rido colocando una mano sobre sus caderas nuevamente.

— N-No — respondió con cierta brusquedad, deshaciéndose de su contacto. — No tienes de que preocuparte. Yo puedo caminar sólo — aseguró.

Se separó del bicolor, obligándose a sí mismo a mantenerse erguido y sin tambalearse a pesar del efecto ocasionado por el alcohol que le aquejaba.

Salió del bar, pasando por el vestíbulo del hotel y dirigiéndose hacia los ascensores, siendo seguido por Rido, sintiendo la mirada de éste clavada fija tras él.

Ambos subieron al ascensor, y durante todo el corto trayecto permanecieron en silencio, y Haruka simplemente fingió no darse cuenta de la penetrante mirada de Rido que se cernía sobre él.

Cuando el ascensor llegó al piso de su destino, en donde se hallaba la suite que ambos compartirían, y las puertas metálicas se abrieron, a medida que avanzaba fuera de allí, nuevamente una sensación inquietante comenzó a asaltarle. Pero intentó ignorarle, empujándole hacia el fondo de su ser. Después de todo esta vez no había razones para sentirse así, ¿cierto? Tan sólo era compartir una suite con su hermano, en camas separadas. Pero, estando tan cercanos como no lo habían estado desde hace tantos años. Entonces, ¿por qué aquella sensación se agitaba en su interior?

Simplemente odiaba sentirse así... otra vez.

Decidió que lo mejor era mantener las apariencias de que nada sucedía con él, con la pequeña esperanza de que aquella fingida actitud quizá se convirtiera en algo real, suplantando aquello que carcomía en su interior.

Aún en silencio, Haruka vio como Rido utilizó la llave electrónica que les habían dado cuando se registraron en la recepción, abriendo la puerta y adentrándose en la estancia, siendo seguido por Haruka.

Aunque, debido a que Rido aún no había encendido ninguna luz, combinado con el hecho de que Haruka se adentró con algo de prisa debido a la incipiente urgencia de hacer cualquier cosa que mantuviera cierta distancia entre el cuerpo de Rido y él, y los estragos del alcohol que aún recorrían su sistema, aunque con menor fuerza; Haruka terminó trastabillando, chocando contra una fuerte superficie sólida que en la penumbra y la bruma de la ligera ebriedad no logró reconocer del todo, haciéndole estar a punto de caer.

Y lo hubiera hecho, de no ser por unos brazos que le atraparon de frente antes de que cayera, y que además para cuando se pudo dar cuenta le tenían arrinconado contra una pared, algo lejana a la puerta que ahora estaba cerrada.

«Rido»

— ¿No era que no necesitabas ayuda para caminar? — preguntó el bicolor a su oído, con un tono profundo pero cargado de ligera burla, manteniéndole apresado entre su cuerpo y la pared.

Un nudo de agitación creció dentro de Haruka. Colocó sus manos sobre el pecho de Rido, intentando apartarle aunque fuera un poco. Pero éste no se movió ni un ápice.

— Rido — dijo en un débil susurro de advertencia al sentir como aquel cálido cuerpo se presionaba más contra él, empezando (y aunque él tratara de evitarlo) a derribar con aquella acción tan simple, la pared que llevaba construyendo durante años.

— ¿Qué? — musitó esta vez a escasos centímetros de su rostro, tan cercano que podía sentir el cosquilleo de su aliento contra sus propios labios.

El pulso de Haruka empezaba a aumentar. Fijó sus ojos en aquellas pupilas bicolores, que incluso en la débil penumbra de la estancia parecían brillar con intensidad, tentándole de nuevo como aquella vez..., a eso que jamás debió ser.

— Rido, alej...

Cualquier protesta por parte de Haruka quedó acallada cuando el bicolor acortó la ínfima distancia que separaban sus rostros, capturando sus labios de la misma forma que aquella vez...: demandantemente abrasadora.

Su cuerpo se tornó rígido ante el repentino asalto, pero a su vez un fuego contenido fue expandiéndose poco a poco por su ser como lentas llamaradas, cuando la lengua de Rido fue delineando sus labios, incitándole a dejarle entrar en su cavidad bucal. Y para cuando se dio cuenta, se lo había permitido.

La lengua de Rido se deslizó dentro de su boca, enredándose con la suya en una feroz danza, a la vez que se apretaba aún más contra su cuerpo, haciéndole empezar a sentir la dureza de la excitación del contrario.

Necesitaba pensar. Necesitaba detenerse. Necesitaba apartarse. Quizás era culpa del alcohol, o quizá sólo era culpa de aquel beso que le quemaba con calor abrasador. Pero fuera cual fuese la razón, no podía hacer nada. Cualquier pensamiento racional iba evaporándose como el Sol evapora al agua, ante aquel pasional ósculo, con aquella serpentina lengua que succionaba la suya, haciéndole gemir, estremecerse; despertando aquello dormido, negado y reprimido durante tanto tiempo dentro de él.

Todo fragmento de intento de razonamiento coherente sobre su vida, su esposa, sus hijos..., en que aquel hombre que le besaba era su hermano desapareció cuando los labios de Rido fueron deslizándose por su mandíbula, y la mano de éste logró bajar la cremallera de su pantalón, acariciando su miembro. Y el calor en su interior fue acrecentándose de manera abrasadora.

¿Podría sólo una vez más dejarse llevar por aquel pecaminoso placer desconocido al igual que hace tantos años? ¿Simplemente podría dejarse arrastrar por aquello que siempre se estuvo negando? Y quizá fue a causa de la desinhibición ocasionada por el alcohol, o quizá fue a causa de aquel anhelo que pedía a gritos ser liberado. Tal vez fue a causa de alguna de estas razones, o quizá de algo más. Pero, la verdad, en aquel instante y aunque fuera por una noche, decidió dejarse arrastrar.

Las manos de Haruka se aferraron a los costados de Rido, atrayéndole más hacia sí, a la vez que empujaba su erección aún más contra la mano del bicolor, dejando escapar de sus labios el nombre de Rido en un jadeo ronco y teñido de lujuria.

— Sabes que lo quieres. Lo deseas — mordisqueó su lóbulo, y su dedo pulgar e índice hicieron un poco de presión en el humedecido glande, volviendo los movimientos en aquel pene en un ritmo tortuoso y enloquecedor.

— Sí — se rindió en un gemido, llevando una mano hacia la parte posterior del cuello del bicolor, enredando sus dedos entre aquellas sedosas hebras, atrayendo su boca contra la suya, embriagándose del bicolor cuando éste volvió aquel beso en un acto dominante.

— Entonces ya no darás marcha atrás — rompió el beso, mirándole con aquellas joyas bicolores brillando depredadoramente, dejando las caricias sobre su hombría y separándole de la pared, para volver a atraerle hacia sí, llevándole a la habitación entre candenciosos roces y besos.

Los labios de Rido devoraban su boca, delineaban su mandíbula, acariciaban su cuello, y sus dientes rozaban con ligera presión la piel, haciéndole estremecerse. Las manos de Rido fueron vagando por su cuerpo, despojándole con ansiedad de la parte superior de su traje.

El bicolor le empujó contra la cama, arrojándole sobre ésta, aprisionándole bajo el peso de su cuerpo, susurrando su nombre de una forma que hacía crecer la excitación en él.

Su torso desnudo se rozaba contra el cuerpo completamente vestido de Rido. Pero él también quería piel. Necesitaba aquel  bajo sus manos. Y aquella necesidad le impulsó a deshacerse de cualquier barrera de tela entre la parte superior de sus cuerpos.

Se arqueó de placer cuando sus desnudos torsos se juntaron a la vez que sus caderas empezaron a embestirse mutuamente, friccionando sus endurecidas erecciones aún cubiertas por la tela.

— No sabes cuánto llevaba anhelándote de nuevo — murmuró posesivamente mordisqueando su manzana de Adán, descendiendo hacia su pecho. — Pero sé que tú también deseabas lo mismo. Lo sé — sus dientes se cernieron sobre un pezón, jugando con el brote.

Haruka gimió sintiendo aquella tibia humedad  de la boca de Rido jugando con aquel sensible punto, mezclado con el intenso roce de caderas. Y casi sin pensarlo, las palabras salieron de sus labios: — Pero era algo que no podía... No puede ser.

— ¿No podía, no puede? Siempre tan correcto — dijo lo último con cierto tono burlón. — Aunque ahora no eres tan correcto, ¿cierto? — su mano se coló nuevamente dentro del pantalón de Haruka, tomando y apretando con cierta fuerza su hombría, haciéndole jadear. — Ahora es diferente. Ahora dime lo que quieres — demandó con voz ronca a su oído, lamiendo el contorno de la oreja, incitándole oscuramente.

— A ti — se aferró a la espalda de Rido, apretándose más contra aquel cuerpo sobre él.

— Entonces... te daré algo de mí — musitó con voz cargada de lascivia, separándose de Haruka y quedando de rodillas sobre la cama.

Los ojos de Haruka siguieron con hipnótica intensidad como Rido desabrochaba sus pantalones, abriendo su cremallera, liberando su grueso miembro, de cuya punta un rastro de líquido pre-seminal emanaba de manera abundante.

— Si quieres algo de mí, ven a tomarlo — ordenó en un tono bajo y sensual, acariciando con lentitud su erección mientras que mirada bicolor se mantenía fija en Haruka, cargada de sumo deseo.

El corazón de Haruka latía fuerte en su pecho, y la excitación en él crecía de manera desbocada ante aquella escena. Y una especie de deja vu fue una fugaz sensación en su interior.

Aquellos ojos bicolores taladraban dentro de él, desarmándole, tentándole. Se lamió los labios sintiéndoles repentinamente resecos y sus ojos se mantenían especialmente fijos en aquel pene. Sintiéndose fuertemente incitado a probar aquel prohibido manjar una vez más de la misma manera que aquella vez. Sólo esa vez tuvo aquel miembro entre sus labios, tanto que casi olvidaba cómo se sentía. Pero, ahora ¿podría probar aquello de nuevo?

Sólo dudó unos cortos segundos, pero luego, fue acercándose hacia Rido, quedando sobre sus manos y rodillas frente a éste. Su respiración se iba tornando pesada mientras observaba aquella erguida erección frente a su rostro, y los ojos de Rido sobre él.

El bicolor rozó su humedecido glande sobre los ligeramente entreabiertos labios de Haruka. El corazón de éste latió con más fuerza, y animándose sacó su lengua, probando el líquido pre-seminal que escurría, sintiéndose extraño pero no desagradado por volver a probar aquella esencia ligeramente salada con un toque de amargo.

Rido gruñó, soltando su pene, y agarrando la parte posterior de la cabeza de Haruka, presionando un poco más su hombría contra los labios de éste. Haruka sabía lo que Rido quería, y no dudó en dárselo.

Envolvió sus labios alrededor del glande, abriendo su boca ante la longitud de aquel palpitante pedazo de carne que iba deslizándose dentro de su cavidad bucal. Rido fue empujándose hasta el fondo, haciéndole comenzar a sentir ligeras arcadas debido a su casi nula experiencia en el arte de una felación, pero sin embargo, no se amilanó ante esto, sino que decidió deslizar de su boca un poco aquella hombría, para volverla a tomarla, abarcándola por completo, acostumbrándose poco a poco.

Rido profirió un gruñido ronco, manteniendo su agarre en la parte posterior del cuello de Haruka, de una forma sumamente dominante, controlando el ritmo del acto, empujándose con mayor frenesí dentro de la boca de su hermano. Los ojos de Haruka se encontraron con los del bicolor, viendo el ardiente placer reflejado en aquellas pupilas, sintiéndose complacido por lograr esa expresión, y como su propio miembro pulsaba de excitación. Una de sus manos reptó por los muslos de Rido, llegando hasta su entrepierna, animándose a empezar a tomar entre sus dedos de forma alterna, los testículos de éste, sintiendo aquella textura bajo su tacto.

De manera repentina, Rido sacó su pene de la boca de Haruka, enredando sus dedos con cierta fuerza en las castañas hebras de Haruka y éste le miró un tanto confuso ante su acción.

La boca de Rido se tornó en una maliciosa y lujuriosa sonrisa. — Llevo tanto esperando por esto de nuevo que no planeo correrme así — utilizando el agarre en los cabellos de Haruka, Rido le obligó a reincorporarse a su altura, para besarle de manera sumamente demandante, empujándole nuevamente de espaldas sobre el lecho.

Las manos de Rido recorrieron su piel en ardientes caricias, sus labios le exploraron, besaron, y sus dientes disfrutaron hundirse con cierta presión sobre su cuerpo, marcándole con posesividad mientras que los últimos rastros de ropa sobre ambos iban desapareciendo. Para cuando Haruka se dio cuenta, estaban completamente desnudos, rozándose intensamente.

La mano de Rido se internó debajo de la almohada, sacando un tubo de lubricante, viendo a Haruka con una depredadora expresión, que le hizo terminar de comprender lo que él desde un principio sospechaba en su interior, y que a pesar de todo intentaba decirse a sí mismo que estaba equivocado. — Lo tenías planeado... — dijo aquello más como una afirmación, obteniendo un ligero mordisco de parte de Rido sobre su labio inferior.

— Quizá... — su boca se torció en una línea que reflejaba un dejo de burla. — O quizá simplemente planeaba usarlo para masturbarme sabiendo que dormiríamos en la misma suite. Pensando en aquella vez, de la misma forma que lo vengo haciendo todos estos años — ronroneó maliciosamente sobre su boca, haciendo que el corazón de Haruka latiera con aún más fuerza, sintiéndose un tanto avergonzado ante aquella confesión, pero también, no pudo negar como aquellas palabras hicieron vibrar su interior. — Pero ahora, voy a tener nuevas imágenes para usar en mis fantasías — las manos del bicolor apretaron sus glúteos, haciéndole gemir, y saber lo que vendría, una debatiente sensación se agitaba dentro de él: lo que estaba a punto de hacer, y lo que esto significaba en realidad. Era sólo sexo, sólo placer, ¿cierto? De nuevo se dejaría tomar en este prohibido y placentero acto que no podía significar más nada. No podía tener ningún trasfondo. «Sólo sexo, sólo sexo, sólo sexo», se repetía a sí mismo como un mantra desesperado. Y eso es lo que se obligaría a creer.

Un lubricado dedo rozó su entrada, sacándole de sus pensamientos. Aquel dígito fue adentrándose en su interior, creándole un poco de dolor e incomodidad.

— Estás demasiado estrecho. No me digas que nunca más volviste a estar con otro hombre — enarcó una ceja y una sonrisa socarrona adornó sus labios, mientras que empezaba a meter y sacar su dedo del interior de Haruka.

— Nunca lo necesite… — no pudo evitar jadear cuando lentamente la sensación inicial fue desapareciendo, dando paso a una más embriagadora. —Además, estoy casado desde hace años, y antes de eso fui novio de Juri casi desde finales de mi adolescencia, ¿recuerdas?

— Cómo olvidarlo. Por eso la odiaba..., y aún lo hago — sus dientes se clavaron con cierta fuerza en la clavícula de Haruka, haciéndole gemir sin poder evitarlo, no de dolor, sino de placer. — Pero creo que eso ahora no parece que te importe mucho, ¿cierto? — se relamió los labios introduciendo otro dedo dentro de Haruka, moviéndolos, explorando y curvándolos.

— Bastardo — gruñó, y los gemidos brotaron de su garganta cuando su próstata fue golpeada una y otra vez por aquellos dígitos, enviando corrientes eléctricas por su ser.

Rido rió de manera un tanto arrogante, tomando posesión de la boca de Haruka, sus dedos danzando dentro de éste, el cual empezaba a retorcerse ante las vibrantes olas que inundaban cada célula de su cuerpo, aferrando sus manos a los brazos de Rido, moviendo sus caderas para encontrarse una y otra vez con aquellos dígitos, encendiendo en él la fuerte y creciente necesidad de ser poseído sin más espera.

— Rido..., hazlo... — prácticamente suplicó a pesar de aún sentirse un tanto estrecho. Pero no le importaba. Quería todo de Rido. Ésta sería una única última vez, y por eso..., quería que la intensidad se grabara en él.

Rido sacó los dedos de su interior, acomodándose entre sus piernas, reemplazando sus dígitos por su miembro, empezando a introducirse sin prisa pero sin pausa. — Rido — jadeó ante aquella mezcla de sensaciones que causaba  aquel  trozo de carne que se abría paso dentro de él, a la vez que la lengua del bicolor lamía una línea por su clavícula.

Rido no esperó más tiempo al introducirse por completo en él, empezó a moverse, tomando una pierna de Haruka y colocándola sobre su hombro, empalándole con poderosas estocadas que le sometían sin piedad.

Los eróticos sonidos brotaban de su garganta cual manantial cuando aquel miembro se encontraba una y otra vez con aquel punto que hacía que las oleadas del cercano éxtasis inundaran su sistema.

De manera repentina Rido salió de él, bajando la pierna de su hombro y volteándole boca abajo contra el colchón, volviendo a entrar en él con una poderosa estocada, aprisionándole bajo su fuerte cuerpo. Su sensible miembro se friccionaba una y otra vez contra el lecho, ante la arremetida de aquellas estocadas, las manos del bicolor inmovilizaban sus muñecas, sometiéndole por completo de una manera que nadie había logrado. Pero a la cual el no podía negarse, no quería negarse. Sólo podía dejarse envolver por aquella bruma que le llevaba cada vez más cercano al anhelado clímax.

Las estocadas de Rido le tenían a la completa merced de éste, cada terminación nerviosa de su cuerpo centrado ante aquella exquisita y sublime sensación. Los dientes del bicolor se hundieron con fuerza posesiva en su cuello, fuerte como para que doliera y dejarle una marca, más no lo suficiente como para romperle, pero aquello fue el punto culmen que le hizo estallar, corriéndose con fuerza y gritando el nombre de Rido en un orgásmico tono.

Los dientes de Rido abandonaron su cuello, siendo reemplazados por suaves labios que recorrían la zona, y que jadeaban su nombre con vehemencia. Las estocadas del bicolor se volvieron más frenéticas y erráticas, hasta que en medio de un gemido ronco, eyaculó en su interior, llenándole abundantemente con su semilla.

Podía sentir a Rido yaciendo todavía sobre él; como si fuera una especie de dominante depredador, que de cierta forma le había atrapado allí. Y ahí, entre todo esto, fue dejándose desvanecer poco a poco gracias al cansancio y las últimas corrientes del orgasmo que iban abandonando lentamente su cuerpo, quedándose así fuera por esos instantes en aquel momento idílico en el que ya no existía nada más en qué pensar.

 

 

                                                                                               ***

De pie en el umbral de la puerta de la habitación, Haruka contemplaba como Rido seguía yaciendo dormido sobre la cama, ajeno a todo; a que él se había levantado, duchado  y vestido, que había confirmado que el servicio de vuelo de las aerolíneas había sido reanudado y que debido a esto, acababa de reservar un vuelo que partiría en unas horas.

Rido se removió en el lecho, viéndose tan apacible, una imagen tan distante del hombre cuya sola presencia emanaba imponente poder, y un amargo nudo se instaló en su centro, sabiendo que tenía que irse de allí lo más pronto posible. Antes de que Rido despertara, antes de que todo fuera tan difícil nuevamente.

Sus pupilas grabaron una última vez aquel masculino cuerpo, cubierto sólo a nivel de la cadera (pero dejando una pierna descubierta), por una fina sábana, sabiendo que ésta sería la última vez que le vería así. Ya había tomado una decisión.

Se cuestionó el porqué había permitido que semejante cosa ocurriera. La primera y única vez anterior, fue cuando ambos sólo eran unos adolescentes; era una época de descubrimiento, de exploración, de hormonas revoloteando en su máxima expresión. Y lo que ocurrió fue sólo algo entre un par de adolescentes con las hormonas aceleradas y exceso de alcohol en su sistema. Pero ahora, ambos ya eran hombres maduros ¡y el tenía una familia! ¿Entonces por qué?  ¿Por qué no se resistió ante aquella presencia que aceleraba la sangre en sus venas? ¿Por qué no se negó por completo ante aquella proposición? ¡¿Por qué decidió caer nuevamente en aquel pecaminoso Nirvana?! Y mientras más se cuestionaba, más se aterraba ante las respuestas que latían en los más oscuros rincones de su ser... «No puedo, simplemente no puedo» Lo ocurrido era algo que intentaría enterrar, olvidar, pretender que nunca ocurrió. Seguiría manteniendo su relación como antes; fría, distante. De esa forma era como debía de ser, no existía ninguna otra opción. Por eso decidió marcharse, ignorando aquello que carcomía su interior.

 

Cuando la puerta de la suite se cerró, tras la salida de Haruka, Rido abrió los ojos. Su expresión se tonaba indescifrable, y sus pupilas bicolores se mostraban carentes de emoción.

Su rostro se giró sobre la almohada, la cual aún conservaba parte del aroma propio de Haruka, acomodándose más a gusto sobre ésta. Sus ojos recorrieron ligeramente la habitación. «Vacía» Sabía que Haruka ya se había ido, que seguramente ahora estaba en camino a regresar junto a su familia y que lo más probable era que la próxima vez que se vieran éste actuaría como si nada hubiera pasado. Lo sabía porque podía intuir los pensamientos de su hermano, mientras sentía su mirada sobre él cuando fingía que aún dormía.

Quizás era un bastardo por aprovechar el alcohol para derribar aquellas barreras. Quizás era un egoísta por pensar sólo en lo que anhelaba sin importarle nada más. Quizás era manipulador que sabía cómo aprovecharse de las situaciones para obtener resultados a su favor. Quizás, quizás, quizás, había tantos quizás. Pero aun así, ya no le importaban en lo más mínimo. No cuando Haruka se había marchado.

Cerró los párpados, inhalando de nuevo aquel aroma y perdiéndose entre lo único que le quedaba de nuevo: simples recuerdos, que por más que quisiera, jamás llenaban aquel frío vacío que habitaba dentro de él.

 

 

 

 

Notas finales:

¿Saben? Me dio como penita por Rido cuando escribí el final :c

 

Sayonara


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