PROLOGO
Charlice no era más que un reservorio de holgazanes durante la noche. Los barrios bajos quedaban en absoluta paz mientras sus moradores, en su mayoría jóvenes de la más amplia variedad, migraban a la ciudad. Con sus bulliciosos centros de diversión nocturna, no existía antro, bar o discoteca sin clientela a todas horas, incluso los cafés quedaban abarrotados tras la puesta de sol y era común la demanda por juerga incluso en días de semana, los lunes de estigma estos centros de diversión resultaban ideales para lamer las heridas, tras cualquier circunstancia que mereciese ser sacudida.
Y hablando de sacudida… en uno de los famosos clubes se había armado una revuelta, nada extraño conociendo la naturaleza de tales sitios, algún muchachito de papi y mami con poca tolerancia al alcohol se ponía de gallito junto a su banda de riquillos o lamebotas.
-Pero miren que es cierto, hay de todo en la viña del señor~
Muchos se estremecieron ante el canturreo, ese arrastrar consonante tan símil a un ronroneo había golpeado en más de un blanco logrando algunas pollas duras en tan solo un instante, claro y sin embargo no era universal el deseo de satisfacer tal “comezón.”
-¡Tú…! ¡Jodido fenómeno! ¡Acabas de romper mi nariz!
La sonrisa con matiz de burla dio paso a un rostro sereno y carente de emociones, aquellos labios hechos para el pecado se separaron y emitieron mordaz la advertencia que para todos fue la señal de partida.
-Agradece que no fueron tus bolas, De Roy
El asomo de una invitación lasciva se entrevió en los ojos contrarios, mas ganó el miedo en ellos cuando el equipo de seguridad hizo aparición, los espectadores retornaron a sus actividades anteriores y dieron paso a tres cojonudas moles.
Una mano se agitó al aire, en señal de despedida justo antes de ser tomada y arrastrada con todo y dueño al fondo de la pista.
-¿Vinimos a bailar, no? Pueden vetarnos si la liamos, Charlice
Charlice… el mencionado en cuestión era más que un payaso, quizás salido de un circo no convencional llamado vida dificil, que no tuvo la suerte de salir rico o joven empresario. El cielo sabe que no hay solo un oficio en el mundo, existe la variedad para todos y no una universal profesión, salvo vivir y no todos tienen o se dan el privilegio.
Y como dicen por ahí, “unos nacen con estrella y otros estrellados”, Charlice nació con ambas cosas y no deseaba ninguna.
Como fuese, somos seres inconformes con lo que tenemos o seamos.
Vestía ropa unisex, no era hombre ni mujer en su sentir o haber, guardaba todos sus secretos en una caja fuerte de la que había perdido la llave y el código, le asustaba sobremanera quedar bajo el lente pero no hacía mucho por pasar desapercibido, haciendo su política de quedar siempre en término medio para no ser “ni tan-tan, ni muy-muy”, amaba la música y el baile, pero sobre todas las cosas la paz, aunque viviese haciendo la guerra, su gran amor la soledad ingrata y su mejor amiga una bella mulata que le arrastraba a todas partes en sus locuras.
El día previo a la boda raptó a la novia y se fugaron juntos en un rumbo desordenado y sin destino, era amigo de todos incluso del plantado prometido y se convenció a sí mismo de haberles hecho un favor con el rapto, ya que ambos eran marineros y Paula no se había negado precisamente cuando se arrancó el vestido y salió bajo la lluvia a retirarse el maquillaje. Ninguno llevó nada consigo, dejando todas sus cargas antes de saltar la ventana.
En tiempos presentes el par de eternos borrachos de sueños vagaba, cual trovador contando mil hazañas, en canciones hermosamente interpretadas. Gratuitamente a artistas desconocidos promocionaban y los karaokes abasto no daban cuando la turba excitada en los bailes se enrolaba.
Ahora cambiemos el estilo y entremos a algo más serio, las historias detrás de las máscaras. Hay mucho más en Paula que una doncella despreocupada y en Charlice mucho más que un mozuelo sin juicio.
Aunque esta es más la historia de Charlice, y no precisamente me refiero a la ciudad que nunca duerme, también es una persona muy compleja y arbitraria. Charlice, cual moneda de dos caras.
¿Cuáles son sus secretos? ¿Cómo vive? ¿Cuánto ama?
La vida tocará a su puerta rompiendo toda calma y rasgando su corazón hasta hacerle sangrar el alma.
Charlice, Charlice…
Criatura traviesa, tu verdugo te llama.