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LA ESPERANZA DE LA HUMANIDAD por Elevenright

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Notas del fanfic:

 


 

PRÓLOGO:


 


 


 


Toda la ciudad permanecía en silencio para sus integrantes, salvo por dos personas que vieron perturbado ese silencio con un débil murmullo procedente del bosque. Carla y Grisha descansaban en su casa de las afueras de la ciudad cuando se vieron sorprendidos por el llanto de un bebé. Esperaron pacientes a que algún familiar calmara a la criatura pero no parecía que nadie atendiera al  niño y el llanto solamente se intensificaba y se intensificaba hasta el punto que Carla no pudo aguantar más, su instinto maternal salió a flote. Se levantó de la silla en la que descansaba después del arduo día y arrastro a su marido con ella.


 


Al salir de su casa su preocupación y velocidad fueron en aumento debido a que los gritos procedían del bosque ¿Qué hacía un bebé solo en el bosque a estas horas? Tras varios minutos de recorrido guiados por el llanto llegaron a un claro en el centro del bosque. Allí pudieron ver un pequeño cesto envuelto que ofrecía un pequeño movimiento acompasado con los gritos. Los dos individuos se acercaron lentamente sin saber exactamente que debían hacer a continuación.


 


Carla cuidadosamente levantó la pequeña manta del cesto y lo que vio le hizo abrir los ojos asombrada. Rápidamente recogió al niño, recién nacido, y se giró en dirección a su marido enseñándoselo. Grisha no pudo hacer más que ahogar un grito de sorpresa. Ante ellos se encontraba el niño más hermoso que habían visto nunca. Sus ojos verdes con destellos dorados parecían querer descubrir el mundo, su cabello castaño como la madera y su piel tenuemente tostada. Una combinación casi angelical acompañada con esa sonrisa. Los dos se habían quedado hipnotizados con su belleza. De repente, despojándoles de su ensoñación, se materializó una extraña figura unos metros adelante, haciéndoles saltar del susto. Esa criatura no podía ser humana, como el niño poseía una belleza inhumana. Su cabello dorado como el Sol descendía en ondas por su espalda, su mirada cálida de un color azul cristalino y su cuerpo esbelto le hacían parecer un ángel sin alas. Poco después su voz melodiosa resonó por el lugar.


 


–    Estoy aliviada de que le hayáis encontrado. Como podréis haber supuesto des del principio nosotros no soy humana. Estoy aquí para pediros un favor a los dos.


 


Grisha hizo un paso adelante.


 


–    ¿Qué eres exactamente y qué quieres de nosotros?


–    Soy Illa y soy perteneciente a una raza no humana del exterior de la muralla. No somos titanes pero contenemos el poder de convertirnos en uno.


–    ¿¡Os podéis convertir en titán!? - Exclamó Carla


–    Por si os lo estáis preguntando nosotros no fuimos los culpables de que la humanidad se viera reducida por ellos. Yo misma lo presencié, los mismos humanos fueron los que causaron tal devastación por su estupidez y ganas de creerse dios. - Su voz destiló ira – Por vuestra culpa muchos de nosotros han muerto. Entre que los humanos decidieron en el pasado capturarnos e investigar un fármaco para crear humanos con súper habilidades sacrificando a muchos y después cuando el fármaco falló haciendo que aparecieran los titanes creados a partir de humanos que os comen tanto a vosotros como a nosotros nuestra población se ha vuelto muy pequeña. Por eso hemos decidido ayudaros. Por nada más.


–    ¿Los... humanos crearon a los... titanes? - Grisha no daba de sí. ¿Cómo podía ser posible?


–    Vuestra insensatez siempre ha llegado a límites inimaginables. Afortunadamente para vosotros mi grupo ha decidido ayudaros ya que saben que no todos vosotros sois iguales. Hace aproximadamente 100 años uno de los sabios pronosticó que Eren – Señaló al bebé – sería la salvación para todos y nos indicó como deberíamos proceder después de su nacimiento.


 


 


 


 


Carla miró al bebé.


 


–    Entonces... ¿él es quien destruirá a los titanes?


–    Exactamente, su destino fue escrito antes de nacer.


–    ¿Y cuál es el favor que queréis pedirnos?


–    Como iba explicando su destino estaba planificado, pero desgraciadamente no todos los nuestros quieren salvar a los humanos. Ellos no podían romper la línea de su futuro pero sí que podían hacer que lo que teníamos planeado se viera perjudicado haciendo que sus posibilidades de sobrevivir sean menores sí se queda con nosotros – Su mirada destilaba tristeza – Como su madre no pude hacer nada...


 


Grisha se empezó a preocupar.


 


–    ¿Qué le hicieron?


–    Le maldijeron. No le provoca ningún daño dicha maldición pero no podría ser posible que viviera normalmente entre nosotros. Los nuestros lo repudiarían y esto provocaría que no pudiera aceptar a los humanos ni a los nuestros, a parte que no se podría romper la maldición. Cambiaría el destino, en vez de destruir a los titanes se volvería al favor de ellos destruyendo todo a su paso como rey. Por eso he decidido daros su custodia. Los humanos son más fáciles de manipular y con cuidado no se darían cuenta de su condición y la persona que romperá el maleficio está entre vosotros, ha sido predicho así.


 


Grisha interrumpió


 


–    ¿Cuál es esa condición y qué quieres decir con romper el maleficio?


–    La maldición hace que sus poderes estén bloqueados. - Su mirada se amargó – Se ha convertido en un simple ser humano prácticamente y no puedo dejarlo en la aldea. No lo aceptarían, para ellos en este momento es inservible. ¡Lo matarán! No puedo permitir tal atrocidad. Por eso he venido... Sois mi última esperanza... y la de él.


–    Lo cuidaremos. No puede afrontar un futuro así solo, necesita a unos padres. - Carla arropó decidida al niño que hacía tiempo había dejado de llorar.


–    Gracias, muchas gracias – las lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas – Y una cosa más. Hay una forma de romper la maldición. Tiene que encontrar a alguien a quien proteger, tiene que enamorarse. Creer en una persona y sacrificarse por ella. Es la única forma.


–    Entendemos eso, sabemos la misión de la que tendrá que hacerse cargo... Pero no dejaremos de intentar que hasta ese momento Eren sea lo más feliz posible. Haremos lo que sea. - Grisha miró al niño – Se merece eso como mínimo.


 


Illa sonrió agradecida y su silueta comenzó a difuminarse.


 


–    Quiero advertiros que Eren no es ni será nunca un niño normal, la maldición puede bloquear parte de sus poderes pero no todos. Es un titan y eso no lo pueden cambiar, podrá transformarse aún con el maleficio pero no os alarméis, yo misma bloqueé esa parte de su alma de momento, cuando llegue la hora volveré a enseñarle sobre la utilización de este poder. Desgraciadamente no puedo evitarlo y por ese entonces ya habrá sufrido mucho pero espero que pueda afrontarlo y vosotros también. Os estaré eternamente agradecida. – Le tendió a Grisha un libro – Aquí se explica toda nuestra historia y la del inicio de los titanes, solo Eren podrá abrirlo. Escondedlo y dádselo cuando recibáis una señal mía. - Miró por última vez a Eren – Adiós hijo mío...


 


Desapareció como el aire dejando atrás de ella únicamente a su hijo y un millar de plumas blancas.


Los dos nuevos padres de Eren miraron a su hijo. Sufriría, amaría y su destino cambiaría la historia. Pero hasta ese momento ellos harían lo posible para que fuera feliz.


 


–    Cuidaremos de él – habló decidida Carla.


–    Definitivamente.


 


 


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